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La 106° Asamblea Plenaria del Episcopado puso los puntos sobre las íes. Alertó que la Argentina está próxima a convertirse en un país como Colombia o México por su nivel de tránsito de drogas. La Suprema Corte de Justicia le siguió en la dura advertencia, sobre todo en relación a las provincias del norte y la agenda del narcotráfico se instaló en el centro del debate Curia-Poder Judicial-Gobierno. .

¿PAÍS DE TRÁNSITO O PAÍS NARCO?

El debate no surgió de un repollo precisamente. La incidencia de los narconegocios ha excedido los marcos habituales: ha salpicado a las cúpulas de las policías provinciales de las provincias de Santa Fe y Córdoba con sus consecuencias sobre sus respectivos gobiernos.
Los organismos que alertaron sobre la gravedad  y el avance del flagelo estiman que ya dejamos de ser un país de tránsito para convertirnos en un país de alto consumo. Los que defienden los avances en la prevención y represión de este delito estiman que todavía Argentina no es un país narco. Pero entre los ataques cruzados sobre las responsabilidades e inacciones, ninguno puede negar que el narcotráfico se ha instalado como negocio poderoso y como consumo cada vez más masivo. Las consecuencias sobre la salud y la vida de la población no son las causas de las preocupaciones eclesiásticas, judiciales, gubernamentales ni tampoco, desde ya, de los organismos de seguridad. Las causas están en los genes del capitalismo: la ganancia sin escrúpulos y la distribución y el control del mercado.

¿QUIÉN CONTROLA A QUIÉN?

La UIF (Unidad de Información Financiera) fue creada en el año 2000 mediante la ley 25.246 de Encubrimiento y lavado de activos de origen delictivo (comúnmente llamada ley de lavado) para analizar, tratar y brindar información para impedir el lavado de activos provenientes de delitos graves. Los delitos graves incluyen el terrorismo, por eso se ampliaron sus funciones en el 2007 mediante la ley 26.268 sobre asociaciones ilícitas terroristas y financiación del terrorismo, extendiendo su radio de acción hacia presuntos fondos derivados de acciones terroristas.  De estas resoluciones a la implantación de la ley antiterrorista hubo un paso (fue sancionada el 13/6/07). Pero a nadie escapa que los fondos provenientes del lavado de dinero en nuestro país no provienen precisamente de “acciones terroristas”.
La institución que comanda y supervisa las acciones de la UIF es el GAFI (Grupo de Acción Financiera Internacional). Este superorganismo ha ubicado a nuestro país en la “zona gris”: algo así como tarjeta amarilla con amenaza de tarjeta roja, ya que se mantiene sujeto a revisión de su situación cada tres meses.
El activo titular de la UIF, José Sbatella, no ahorra críticas al Poder Judicial que obstaculiza el accionar de la Justicia en materia económica y además, pone una valla para acceder a los fondos secuestrados derivados de esos fines.
“ ‘En cuatro años de funcionamiento, en los que la UIF actuó como querellante en numerosas causas –muchas de impacto internacional– sólo hubo dos sentencias firmes por narcotráfico’.”(…) ‘Los jueces sólo se interesan por el tema del narcotráfico y el contrabando del narcotráfico, pero no avanzan en la investigación paralela por el lavado de activos y origen de los fondos’. (…) ‘La información de lo decomisado se lo guarda la Justicia. Hay una acordada de los jueces que prohíbe dar ese dato al Ministerio de Justicia. Eso lo terminan administrando los jueces: móviles, dinero, inmuebles, aviones y cosechas enteras. Tienen un veedor que mandan los jueces y ellos lo administran. Eso debería ir al Estado a las distintas dependencias. Por ejemplo, en el caso de narcotráfico a los planes sociales y lo de lavado a la UIF’.” (Página 12, 8/11/13)
El avance descarado del negocio del narcotráfico y los vinculados a él como la trata de personas, junto con la complicidad de las instituciones policiales, judiciales y políticas le estalló en la cara al gobierno K.
Los trabajadores, la juventud, las mujeres, no podemos confiar en sus medidas cosméticas, que pueden imponer más controles fronterizos, más cárceles o, en un lapsus de humanismo, algún nuevo centro de recuperación para chicos drogadictos. Al narcotráfico no hay que controlarlo para “mejorar el puntaje” ante los ojos de los inversores del mundo, hay que destruirlo como negocio capitalista y sus terribles secuelas, como parte de la lucha por la liberación de los explotados y oprimidos.

Ana Vázquez

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