por Marcelo Yunes



Economía escandinava y bicicletas criollas – Verdades amargas sobre el déficit fiscal – El PRO, los industriales y las idishe mame – Caribe I: ministro y consorte – Caribe II: el zorro a cargo de las gallinas – MM + LSD = Disneylandia

 

Mientras el 1º de marzo el presidente inauguraba las sesiones del Parlamento de Suecia o Bélgica, no estamos seguros, a juzgar por la descripción del país que se le escuchó, la fuga de divisas sigue su curso firme, según datos oficiales del Banco Central para enero. Las transferencias netas de residentes argentinos al exterior fueron de 1.518 millones de dólares, récord absoluto para la historia del mercado de cambios en este país. La otra cara de esta moneda es la llegada de “inversiones” para la bicicleta financiera, que representaron el 85% del ingreso total de dólares en el primer mes del año. Comparemos: entraron 533 millones de dólares para el curro de las Lebac (un 400% más que en enero de 2017), pero las inversiones directas (productivas) fueron de sólo 91 millones de dólares, un 63% menos que en enero del año pasado. Ah, mientras tanto el dólar sube porque encima la sequía tirará abajo la cosecha de granos (y de dólares) para este año, según la Bolsa de Rosario: 84 millones de toneladas contra 91 millones el año pasado (y bien por debajo de las optimistas estimaciones oficiales de 97,5 millones). Siendo así, no es de extrañar que, contra los rosados cálculos de la Rosada, el déficit comercial no se estabilice en 8.000 millones de dólares anuales sino que apunte derecho hacia los 10.000 millones.

 

Precisamente por esa razón es que, en el medio del tembladeral comercial y financiero desatado por las medidas de Trump, el gobierno ya empiece a pensar seriamente en cómo seguir endeudándose. Al respecto, un pequeño ejercicio. El déficit fiscal se mide de dos maneras: el llamado resultado primario (que no computa el pago de intereses de la deuda pública) y el resultado financiero (que sí los tiene en cuenta y es el que importa, en definitiva). Pues bien, mientras el macrismo alardea de haber bajado el déficit primario, nada dice sobre el déficit financiero total. Las razones de ese elocuente silencio pueden encontrarse en esta sencilla tabla (las cifras para 2018 y 2019 son estimaciones hechas por Ecolatina sobre datos del Ministerio de Hacienda):

 

Año                 Déficit primario         % total                       Pagos deuda               % total                       Déficit total

2015                3,8% PBI                    73                    1,4% PBI                    27                    5,2% PBI

2016                4,3% PBI                    73                    1,6% PBI                    27                    5,9% PBI

2017                3,9% PBI                    64                    2,2% PBI                    36                    6,1% PBI

2018                3,2% PBI                    56                    2,5% PBI                    44                    5,7% PBI

2019                2,2% PBI                    44                    2,8% PBI                    56                    5,0% PBI

 

Una vez más: esto es lo que proyecta el gobierno, apenas corregido por la consultora Ecolatina. La última columna muestra que la epopeya de la reducción del déficit fiscal se reduce a una caída del 5,2 al 5%. Lo que sí cambia es la composición del déficit: el servicio de deuda, de representar sólo el 27% del déficit fiscal total, se duplica y llegaría al 56%. Abreviando: ajuste fiscal para pagar deuda, pero sin achicar casi nada el déficit global. Y este perfil de déficit es mucho más peligroso, porque a diferencia del déficit primario, que puede financiarse en moneda local, el pago de intereses de deuda es, naturalmente, en divisas, lo que obliga al gobierno a endeudarse en dólares para poder pagar dólares, Esto es, el retorno de la bicicleta mortal de los 90, pero ahora en un contexto de financiamiento más caro y más escaso por la suba de tasas y el fin del “viento de cola” para los países “emergentes”. Sumemos a eso que el propio FMI ya expresó su escepticismo respecto del cumplimiento de las metas de déficit del gobierno, y así estamos.

 

Un espectáculo que si no fuera muy serio causaría realmente mucha gracia es la “pelea” entre el macrismo y un sector del empresariado, sobre todo los industriales, a propósito de declaraciones del ministro de Producción, Francisco Cabrera, luego respaldado enérgicamente por el jefe de gabinete Marcos Peña y por el propio MM (♪lalalá♪ lalá♪ lalá♪). El cruce fue sobre todo contra la Unión Industrial, a cuyos dirigentes Cabrera les enrostró que “se dejen de llorar”, que “se pongan a invertir y a competir”. La patronal industrial, atónita, ni atinó a defenderse. Una periodista de inmejorable relación con el gobierno relata así los entretelones del asunto: “No lo van a decir en público, pero el ambiente que se respira en la Casa Rosada es de decepción con la actitud que perciben de la mayor parte del empresariado. No ponen el hombro como deberían y ‘pretenden seguir ganando dinero como antes’ [es decir, con la gestión K. MY]. En el gobierno creen que es mucho lo que están poniendo en juego al animarse a cumplir una función pública, cuando no pocos de los funcionarios podrían tener ingresos mayores, más seguros y con menos riesgos continuando con sus actividades en el sector privado” (l. Franco, Ámbito Financiero, 5-3-18). Así como lo leen. Los muchachos PRO parecen esas caricaturas que se hacían de las madres judías, que les reprochan amargamente a sus ingratos vástagos “¡con todos los sacrificios que hago por ustedes, y así me lo pagan!” De más está subrayar el cinismo de estos mártires de la patria, que les reclaman a los empresarios que hagan lo que ellos mismos ni soñarían hacer si estuvieran del otro lado del mostrador.

 

Cambiemos de tema y vayamos a la cuestión de la corrupción, tema en el que este gobierno se destaca mucho (no como perseguidor sino como perpetrador, claro está). Entre tantos dirigentes políticos y sindicales denunciados, procesados, encarcelados y exonerados por obra y gracia de la acción del “tercer poder independiente” (pobre Montesquieu, si lo ve se vuelve a morir), a saber, la justicia macrista que Macri juró y perjuró en su “discurso” de asunción que no iba a existir, pasó poco menos que inadvertido el pedido de indagatoria al ministro de Endeudamiento (al que púdicamente se denomina de Financiamiento), Luis Caputo. Por si alguien no lo recuerda, Caputo fue accionista (y/o directivo) de varias sociedades offshore radicadas en las islas Caimán (de todas las cuevas de piratas financieros, una de las más célebres) entre 2008 y 2015, es decir, hasta minutos antes de entrar a la función pública. Lógicamente, jamás dijo media palabra al respecto en su declaración jurada ante la Oficina Anticorrupción de la inefable Laura Alonso, la presidenta del club de fans de MM (♪lalalá♪ lalá♪ lalá♪). Menos ventilado todavía es el detalle de que la esposa del ministro, Ximena Ruiz Hanglin (son todos así, de doble apeshido, ¿viste?), puede quedar imputada en la llamada causa del dólar futuro. ¿Se acuerdan? Fue un negociado que hicieron empresarios y millonarios varios (entre ellos todos los PRO) comprando dólares antes de las elecciones de 2015 y especulando con la suba (si ganaba Scioli) o la devaluación (si ganaba Macri). ¿De cuánto estamos hablando? Pues de 31 millones de pesos. Se ve que doña Ximena es una avezada operadora de finanzas… salvo que algún malpensado crea que simplemente puso la firma para ocultar el nombre de su marido.

 

Por si le sirve de consuelo, Caputo no está solo, ya que un hombre estrechamente vinculado a él, Leandro Cuccioli, ha sido designado súbitamente a cargo de la AFIP. A primera vista el cambio causó extrañeza, porque este Cuccioli es un viejo zorro de las finanzas pero sin la menor experiencia tributaria (salvo que se considere como tal las maniobras para evadir al fisco). La cosa empieza a entenderse cuando nos enteramos de que Cuccioli figura en los Paradise Papers como director de El Tejar, una de las diez compañías de producción de granos más importantes del país, pero integrada y capitalizada, en gran medida, a través de sociedades en paraísos fiscales como las islas Bermudas y otra vez las Caimán (estos PRO hombres adoran el Caribe, parece). En El Tejar, Cuccioli coincidió con Ignacio Rosner, el comprador del Grupo Indalo (Cristónal López) a quien la AFIP debe cobrarle una deuda impositiva de 10.000 palitos (Ámbito Financiero, 26-2-18, y Perfil, 4-3-18). Por supuesto, como muchos de los mega evasores y mega lavadores, el banco que utilizaban para esos chanchullos era el HSBC filial Bermudas. Recordemos que la filial suiza de ese banco todavía sigue investigada por una mega causa que involucra a 4.000 grandes evasores argentinos, incluida la sucesión de Amalita Fortabat a cargo de Alfonso Prat Gay. Claro que difícilmente pase nada con el HSBC, ya que la vicepresidenta de la UIF, ente estatal que debería encargarse de combatir el lavado de dinero, es… una ex abogada del HSBC filial argentina, María Eugenia Talerico. Ah, los malintencionados que nunca faltan murmuran que la remoción de Abad al frente de la AFIP se debe a al menos una de dos investigaciones: contra Farmacity, empresa de la que el vicejefe de gabinete Mario Quintana fue CEO hasta diciembre de 2015, y contra Marcos Galperín, número 1477 en la lista de las personas más ricas del planeta, número 5 de la lista de ricos de la Argentina y amigazo del presidente MM (♪lalalá♪ lalá♪ lalá♪). Adivinen: Galperín también había invertido en El Tejar, pero a través de una empresa con sede en las Islas Vírgenes Británicas (el Caribe ya es un festival, en serio). ¿Vieron cómo todo tiene que ver con todo?

 

Frase PROtuda de la semana: un regreso a toda orquesta con su “discurso” (mal) leído en la inauguración de las sesiones ordinarias del Congreso. Había para elegir, como siempre, pero nos quedamos con esta gema de un nuevo género literario: la política-ficción. O tal vez se trate de una nueva corriente filosófica, el idealismo lisérgico:

“El salario real de los argentinos comenzará a mejorar este año. Lo peor ya pasó” (MM ♪lalalá♪ lalá♪ lalá♪).

Como es el tercer comienzo de año consecutivo en que MM repite lo mismo, uno ya barrunta que, como suele suceder, la realidad sea exactamente la opuesta a esta idílica versión del Dr. Pangloss de Voltaire, que creía que vivíamos “en el mejor de los mundos posibles”. No sólo porque el salario real debe tener, según el gobierno, un techo del 15% cuando el piso de la inflación es el 20%, sino porque cabe suponer que en realidad lo que “ya pasó” ha sido lo “mejor” de este gobierno, y que “lo peor” que cabe esperar de esta gente es lo que está por venir.

 

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