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El pacto del gobierno, los K y la burocracia
por José Luis Rojo
“El mismo 21 de febrero, mientras la avenida 9 de Julio se despoblaba de los miles de manifestantes, se abrió de manera furtiva una ventana de negociación entre la Casa Rosada y Hugo Moyano. El intercambio de señales presumía por entonces una incipiente tregua que apuró al jefe camionero a reconocer al día siguiente que aceptaría reunirse con Mauricio Macri para bajar el tono de la disputa”. (La Nación, 11/03/18)
La coyuntura se ha planchado. A pesar de la multitudinaria marcha del 8 de Marzo, todas las señales apuntan a una estabilización. La clave del asunto es que el gobierno, la oposición patronal y las direcciones sindicales han pasado un acuerdo tácito: hay que cuidar la gobernabilidad y, después del Mundial, largar la campaña electoral.
Este elemento es la clave para entender la coyuntura de las últimas semanas. La señal de largada del acuerdo la dio Moyano, que enterró en vida un acto multitudinario que se suponía contra Macri.
El gobierno venia de pasar, quizás, sus dos peores meses. Desde las jornadas del 14 y 18 de diciembre había quedado muy golpeado y el giro a la derecha que ensayó en los meses de verano, lo dejaron peor parado aún.
Pero a partir de las últimas semanas, improvisando una agenda más “progresiva” (aunque dando continuidad al ajuste, obviamente), las cosas comenzaron a cambiar. Los K y el peronismo se comenzaron a ordenar alrededor de la consigna “hay 2019”, al tiempo que todas las expresiones de la burocracia sindical (desde los “gordos” hasta la CTERA), empezaron a firmar paritarias con el porcentaje que quiere el gobierno: 15% en cuotas (en todo caso, con alguna cifra “compensatoria” de lo que se perdió en 2017).
Este es el contexto en el cual se va a un nuevo aniversario del golpe militar. La presión de los K ha abierto una grave crisis en el Encuentro Memoria, Verdad y Justicia. Resulta que justo en este preciso momento, los organismos vinculados al kirchnerismo quieren hacer “un acto en común” con el Encuentro…
Precisamente cuando más hay que afirmar la independencia del Encuentro, cuando hay que evitar el “abrazo del oso” de los K, se pretende hacer un acto con ellos, poner en cuestión la independencia del Encuentro.
Por nuestra parte, reafirmamos la necesidad de una jornada independiente de masas contra el gobierno macrista y la tregua de las direcciones sindicales; orientación con la que saldremos a invitar masivamente para hacer una enorme columna del Nuevo MAS, Las Rojas y la Corriente Sindical 18 de Diciembre.
La gobernabilidad primero
La bronca entre los trabajadores contra el gobierno sigue estando al tope. Todos los analistas reconocen que la economía no anda bien. Si el gobierno ha vuelto ahora a la cantinela que “en el segundo semestre del año” se comenzaría a notar una “recuperación” es porque incluso el propio oficialismo reconoce que “el horno no está para bollos”: “crecimiento invisible” le llaman…
Para colmo, las medidas proteccionistas de Trump sobre el acero y el aluminio, golpean exportaciones semiindustrializadas de mucha importancia para el país (Techint y Aluar son sus productores), algo que en nada ayuda a parar el enorme déficit comercial (y la más que mediocre situación del empleo).
Para colmo, el gobierno se mantiene firme con los despidos en el Posadas, INTI, Río Turbio, etcétera, al tiempo que sostiene su miserable propuesta de aumentos del 15% en cuotas cuando todo el mundo sabe que la inflación estará en el 20%, o más.
¿Cómo se explica, entonces, que la coyuntura se haya estabilizado?
La respuesta es sencilla: ha habido un giro a la derecha de todas las direcciones sindicales y sectores políticos patronales “opositores” para planchar la coyuntura; un giro a “cuidar la gobernabilidad”, a trabajar con la agenda de largar la campaña electoral después del Mundial.
¿Esto significa que la oposición peronista cogobierna con el gobierno? No, no significa eso. Siquiera en el seno de Cambiemos hay un verdadero cogobierno cuando los tres principales cargos ejecutivos están en manos del PRO (presidencia, provincia de Buenos Aires, y CABA), cuando incluso el gabinete es hegemónico del macrismo.
En general los cogobiernos ocurren cuando se trata de regímenes de base parlamentaria, cosa que la Argentina no es (su régimen es presidencialista), o cuando el grado de crisis es tan grande que la oposición se suma directamente al gobierno con ministros para que no se derrumbe todo.
Lo que sí es característico del país, y ha comenzado a operar con todo nuevamente ahora, es el mecanismo de la gobernabilidad[1]. La burguesía defiende como forma de dominación la democracia de los ricos. Esto supone la defensa a pie juntillas del calendario político-electoral y de la representación indirecta: los gobiernos se votan cada cuatro años; si el gobierno resulta que “no te gusta”, en las próximas elecciones presidenciales elegí a otro; esto se resuelve sólo por elecciones: pretender hacerlo desde la calle es “golpista”[2]…
Así se asegura tanto la estabilidad del régimen como que cada gobierno patronal haga hasta su último día de mandato, el trabajo sucio que le toque; en todo caso, el que venga posteriormente le puede echar la culpa al anterior gobierno y/o aprovecharse que una parte del ajuste ya se hizo…
La gobernabilidad funciona así, evidentemente no para golpear a un gobierno reaccionario y ajustador cuando da muestras de crisis (como es el caso de Macri ahora), sino para planchar la coyuntura de la crisis (hasta donde esto sea posible), apuntalando el curso normal, institucional de los asuntos.
La trampa de la cuestión es cómo llevar adelante este operativo sin quedar “quemados”: es el mantra que repitió Moyano el 21/2 y ahora está en la boca de connotadas figuras K como Rossi: “en el 2019 hay que votar distinto”, “hay que hacer una gran interna desde el Frente Renovador a la izquierda contra Macri”…
Este es el juego en el que se ha metido el kirchnerismo: canalizar toda la bronca por la vía institucional; hacer el juego de “opositor” mientras facilita la gobernabilidad.
Esto mismo es lo que escenificaron los K cuando el discurso de apertura de Macri en el Congreso: no hicieron ninguna manifestación de protesta, se comportaron de manera “civilizada”, Cristina no se hizo presente. Todo esto con la excusa de que “llegó el momento de cuidar las formas”, de que “se ha abierto una posibilidad electoral” y se trata de actuar “responsablemente”.
En el mismo sentido estuvieron las declaraciones de Sonia Alesso, secretaria general de la CTERA, que este año resolvió llevar adelante sus reclamos… “con los chicos en las aulas” (es decir, sin paro).
El cinismo de la burocracia Celeste no tiene límites; el mismo caso se aprecia en todos los sectores de la CGT: desde el “gordo Daer” a Moyano, ninguno está dispuesto a romper con el gobierno.
Las direcciones traidoras son poderosas pero no todopoderosas. Sus planes y pactos con el gobierno y la patronal pueden ser desbordados. Pero esto requiere que se verifique algún elemento de descontrol en la economía (por ejemplo, una disparada imparable del dólar) o que alguna movilización vaya más allá de lo que quieren los dirigentes sindicales.
Precisamente esto es lo que no quieren que ocurra Moyano, los K y compañía en este inicio del año político: exorcizar el fantasma de las jornadas del 14 y 18 de diciembre, una jornadas históricas donde realmente se puso en juego la gobernabilidad.
Es que en dichas jornadas se equivocaron todos los actores de los de arriba, polarizándose las cosas. El gobierno militarizó el Congreso; el kirchnerismo la jugó de opositor y montó un tumulto en Diputados (lo que crispó las cosas aún más), la CGT convocó a un paro fantasma el 18, pero aun así eso facilitó la masividad de la jornada…
Conclusión: todo el mundo salió a “sentar cabeza”, a “recoger la piola”, a estabilizar en el preciso momento donde al gobierno peor le estaba yendo, cuando podría derrotárselo, cuando al redoblar Macri una agenda cada vez más reaccionaria (Chocobar, mega-decreto del 6 de enero, etcétera), estaba despertando cada vez más el odio popular.
De buenas a primeras se ha hecho evidente que ningún sector sindical (¡y tampoco los K!) quieren que Macri se desestabilice: todos los sectores políticos /sindicales patronales (incluyendo obviamente al gobierno), han acordado, tácitamente, en una agenda de gobernabilidad, una agenda que tiene que ver con planchar la coyuntura, negociar paritarias a la baja, llegar al Mundial y luego largar la campaña electoral canalizando la bronca popular por ahí[3].
Lo que dejó el 8M
Antes de continuar, detengámonos en el giro político que acaba de realizar Macri. En el gobierno se ufanan que lograron “recuperar la agenda”. El elemento clave en esto es el que pusimos arriba: el rol de las direcciones sindicales y de los K; es eso lo que la ha garantizado la vida a Macri.
Sin embargo, el macrismo también se avivó que iba camino al desastre (su base social se le estrechaba demasiado para gobernar), e hizo cierto giro.
Está claro que ese giro no es en materia del ajuste económico: de los despidos, de los salarios a la baja, de los aumentos de tarifas, de intentar reventar conflictos como el Posadas o el INTI, o seguir beneficiando a sectores patronales (como las nuevas exenciones impositivas al campo o el intento de arreglar los cortocircuitos con la industria). Todo eso se reafirma sin duda alguna.
Pero sí es verdad que buscó correrle el cuerpo a la jornada del 8 de Marzo (para que no lo impactara directamente). Macri ha repetido que está en contra del derecho al aborto; pero ha dejado trascender que no vetará una ley aprobada en ambas Cámaras.
De todos modos, las cosas son más complicadas porque, en primer lugar, todo el mundo sabe que sin una enorme presión social y de movilización, la ley no logrará atravesar el Senado. Por otra parte, están en danza muchos proyectos, varios de ellos que no tienen que ver con el derecho al aborto libre, legal, seguro y gratuito en el hospital público, sino algo mucho más lavado que es la despenalización.
Que el gobierno siempre actúa de manera tramposa se pudo ver con el rimbombante anuncio de que promovería “la paridad salarial entre hombres y mujeres”. La realidad es que el proyecto que se está enviando a las Cámaras, no coloca ninguna sanción a los empresarios que no lleven a cabo la medida; es una mera manifestación de deseos: una pura demagogia que no implicará costo alguno para la patronal…
De cualquier manera, la sola apertura del debate por el derecho al aborto es una conquista enorme que requiere ahora de otros pasos.
Una cuestión clave es entender cuál será la relación entre su tratamiento parlamentario y la movilización en las calles. Un poco esto es lo que estuvo en el aire en las tensiones de la marcha del 8M. El documento, con todo lo largo y a veces confuso y sin ejes claros que fue, se colocó a la izquierda de otros documentos. De ahí que Clarín y La Nación salieran a fustigarlo.
Pero lo que el documento no resolvió es cuál es la estrategia para sacar adelante el derecho al aborto. Es muy bueno que se discuta y se trate en el parlamento; pero con eso no alcanza. No alcanza una mera discusión. Hace falta que este elemental derecho de las mujeres se vote, se conquiste.
Incluso en la izquierda y en sectores del movimiento de mujeres, muchos pueden embelesarse en los salones parlamentarios. Repetimos que las gestiones ahí no deben ser tomadas de manera infantil: hay que darles toda la seriedad.
Pero una ley de este tenor no saldrá por el puro cabildeo parlamentario. Si se llegó hasta aquí, si se logró que se abra el debate, es por la presión del movimiento de mujeres en las calles. Si queremos que esta ley salga debemos seguir en las calles, alertas, realizar movilizaciones multitudinarias incluso más grandes que la del 8/03, y ganar a la opinión pública más de lo que está ganada hasta el momento.
El giro de la agenda de Macri es en gran medida tramposo. Hay que seguir movilizados por el derecho al aborto y preparar ahora una movilización de masas independiente para el 24 de Marzo, así como seguir sosteniendo conflictos durísimos como el del Posadas y el INTI.
La unidad de acción es para luchar
En esta coyuntura que se complicó políticamente por el giro a la gobernabilidad, lamentablemente se ha abierto una gravísima crisis en el Encuentro Memoria, Verdad y Justicia. El eje de la movilización debe ser contra Macri. Pero para que sea realmente una jornada de lucha, no se puede ir de la mano de los K que han salido a sostener la gobernabilidad.
Esta es la discusión que ha hecho crisis en el Encuentro. Parecía que la discusión era sobre la consigna. Pero no se trata de ello. Se trata de la trampa de que detrás de una consignita aparentemente de lucha contra Macri, lo que en realidad se quiere hacer es pasar un acuerdo para realizar un acto con los K, en el preciso momento en que éstos sosteniente la gobernabilidad.
La correa de trasmisión de esta propuesta es el PCR, el que a su vez trasmite la presión de la CTEP y de los movimientos sociales papistas y de los K (que seguramente están pergeñando algún “gran acuerdo” poli-clasista para el 2019).
Lo concreto es que en el preciso momento que se anunciaba un “acto conjunto”, resulta que Agustín Rossi en persona sale a hacer esa propuesta de mezclar el agua y el aceite, de pasar por encima de los criterios de clase, proponiendo una gran interna “desde el Frente Renovador hasta la izquierda” en las PASO del 2019; es decir: una unidad política entre explotados y explotadores.
En el 2016, o incluso 2017, quizás hubiera sido justo desarrollar una unidad de acción en el sentido de salir a las calles para pararle la mano a Macri (con algún tipo de delimitación política, claro está).
Pero ahora, cuando hay semejante giro a la gobernabilidad, cuando el PJ siente que “hay 2019” y sale a jugar todas las fichas para ese lado, cuando Moyano plancha todo y entierra un acto de cientos de miles de trabajadores, salir a un acto común con los K, es una trampa total.
Porque un acto con los K este 24 de Marzo sería una mera “efemérides”: ¡no se puede hacer un acto de lucha con los que no quieren luchar! Es una trampa meter a todo el mundo en la misma bolsa. Sólo se explica porque los K, evidentemente, han salido a cuidar su flanco izquierdo ante el avance de la izquierda (avance que se ha evidenciado en las jornada del 14 y 18 de diciembre, en el propio 8 de Marzo, incluso a nivel electoral).
Por esto mismo, nos parece un gravísimo error que el MST haya firmado esa convocatoria dividiendo irresponsablemente la Izquierda al Frente (que es un frente de independencia de clase), para ir a un acuerdo con los K, para ir detrás del PCR, que no posee ningún criterio de clase.
En todo caso, todavía hay tiempo para retroceder en este curso de entregar la independencia del Encuentro. Vayamos a una columna, cabecera, documento y acto independiente del Encuentro Memoria, Verdad y Justicia. El Nuevo MAS se va a jugar con todo en esta batalla, así como para poner en pie una enorme columna el 24 de Marzo de nuestro partido, Las Rojas, la Corriente Sindical 18 de Diciembre, convocando al conjunto de las nuevas compañeras y compañeros que nos acompañaron en el Día de la Mujer Trabajadora y, más en general, a toda esa nueva camada que se está sumando a nuestro partido.
¡Manos a la obra! Vamos por enormes columnas de nuestro partido el 24 bajo las banderas de: ¡A 42 años del golpe, ningún genocida en libertad! ¡Basta de impunidad, ajuste y represión de Macri. Abajo la tregua de las direcciones sindicales! Concentramos en Congreso desde las 14 hs.
[1] En este sentido, no sirve dar batallas falsas (e incluso confusas) como hicieron el PO y el PTS en el Encuentro Memoria, Verdad y Justicia. Para afirmar la independencia del mismo hay que pelear por una intervención totalmente independiente el 24 de Marzo y no echar a rodar una consigna falsa porque los gobernadores que realmente tienen peso son Vidal y Larreta y, por lo demás, la clave de la gobernabilidad es la burocracia sindical en todas sus expresiones (además de los K, que sólo gobiernan Santa Cruz). De ahí que la actuación del FIT en el Encuentro tenga hasta el momento más tufillo electoralista que otra cosa; no una verdadera pelea por su independencia.
[2] Esta es la típica excusa de corrientes como los K o de burocracias sindicales como las de la CTA cuyo centro siempre es la “defensa de la democracia” (lo que traducido al criollo es la defensa del capitalismo que es el sistema social que está detrás de la democracia de los ricos).
[3] Factor sintomático si los hay, Cristina Kirchner, principal figura de la “oposición”, sigue completamente borrada de la escena política.