Ana Vázquez
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“A quien le venga el saco, que se lo ponga”(1)
“(…) Poco después de que Ricardo Lorenzetti, presidente de la Corte Suprema, pidió una autocrítica de la Justicia y les recomendó a los jueces que no se olvidaran de los reclamos sociales. Justicia y jueces volvieron a las andadas. (…)” (La Nación, Joaquín Morales Solá, 18/3/18)
El año judicial arrancó con todo. En lo que al plano político se refiere. Lo que hace a la celeridad de los juicios a las víctimas humildes, de violencia de género y de menores recursos, no lo sabemos. Pero en la primera plana de los temas políticos en cuestión en manos de los tribunales, están dejando su marca de agua.
Cristóbal López, hasta ayer peligroso chorro, es dejado en libertad. No sabemos con cuántos $$$ en vueltos se quedó, pero sí que fue el caballito de batalla inicial con el que el actual gobierno torpedeó al anterior con el discurso de: Justicia para todos. Sus “bolsas” fueron la quintaesencia del mal y ahora… después de todo no era tan malo ni tan chorro.
Los jueces de la Cámara de Casación Penal, Jorge Ballestero y Eduardo Farah, resolvieron la libertad de Cristóbal López y su socio y, además, cambiaron la carátula de la causa. De “defraudación al Estado” pasó a “evasión impositiva”, pero no hubo un cambio de fuero, del penal al tributario, porque la causa ya estaba instalada, por decisión de la Cámara de Casación Penal, en manos de la Justicia Federal Penal. El argumento central de los camaristas es que no “hubo robo al Estado” porque el dinero con el que se quedó este señor López todavía no había llegado a las arcas del Estado, estaba en tránsito… y se encontró con las bolsas de López. No habrá inhibición de bienes ni embargos personales para los procesados.
En otras resonantes causas, como pateando la pelota al corner cuando falta 1 minuto para que termine el partido, la Corte Suprema inhabilitó al tribunal oral que debía juzgar a la ex presidenta Cristina Kirchner por hechos de corrupción y por encubrimiento a los responsables del atentado a la AMIA. Dicho tribunal no estaba habilitado, ya que no había aún cumplido las normas de designación que están establecidas por ley.
Que no se ande diciendo después que la Justicia no es transparente…
Más allá de los argumentos jurídicos, el poder de los poderes, el Poder Judicial, le dice al presidente, a través de sus máximas instancias, con todas las letras: “¡No sos eterno, como los laureles! Nosotros no nos casamos con nadie, si esto no funciona, cambiamos por otra fuerza (o fuerzas) política”. El Tribunal avisa que no se crea que por dos años de gestión sin grandes sobresaltos (aunque con algunos sustos), “tiene la vaca atada”. Por sobre las figuras políticas y los partidos está la garantía del orden, la defensa de las instituciones de la república. La Justicia, sus máximos organismos, que están como institución por encima del juego político partidario (eso no quiere decir que sea apartidaria) no sólo se juega a la gobernabilidad (como la oposición burguesa y la burocracia) sino que la lleva adelante, la ejecuta, pone blanco sobre negro sin medias tintas ni largos discursos. El que quiera oír que oiga: “Si a vos no te va bien, que pase el que sigue”.
Empezó el año político y el presidente de la Corte, además del futuro del país, también piensa en “su propio futuro” en sus funciones. Sus “votantes” son selectos, pero su presidencia no es eterna si quienes lo eligen no ven en él un garante a rajatabla del orden institucional y de la democracia de los ricos.
Los avances y conquistas a favor de los trabajadores y el pueblo que salgan de las salas de los tribunales son y seguirán siendo producto de la movilización y la entrega de generaciones de trabajadores, mujeres y jóvenes. A 42 años del golpe del 76 está tan vigente como siempre.