Compartir el post "Enfrentar en las calles la ofensiva antidemocrática del Estado español"
Por la libertad de los presos y el derecho a decidir del pueblo catalán
El procesamiento y prisión provisional de los principales dirigentes y autoridades del denominado procés catalán dictados el pasado viernes por el juez del Tribunal Supremo, Pablo Llarena, abre la posibilidad de que sean condenados por el delito de rebelión con penas que van desde los 15 y 20 años. Esto da cuenta y sienta precedente de la dura y brutal ofensiva antidemocrática que está llevando adelante el Estado español, constituyendo un verdadero ataque a los más básicos y elementales derechos políticos y democráticos de un pueblo que en reiteradas oportunidades ha manifestado su voluntad y se ha ganado el derecho a decidir su futuro.
Pero en el actual reino de España se prohíbe cuestionar la falsa y forzada unidad franquista de la “España una” y por eso el Rey, el gobierno del PP y sus socios del PSOE y Ciudadanos, desoyen y desconocen lo que se expresó en las calles y que se y refrendó en las urnas, primero en las urnas del Referéndum y luego en las urnas impuestas por el 155, y por eso interviene las instituciones catalanas y encarcela a sus representantes.
Una situación que prefigura un escenario inestable, una caliente “primavera catalana”, porque el conflicto catalán sigue siendo un problema político de primer orden, aunque se intente “judicializar”, y continúa abierto y sin vistos de resolución ni para un lado ni para el otro, sin que un bando triunfe sobre el otro o se imponga una derrota categórica al movimiento, que aunque no se encuentre en su momento de auge y apogeo como meses atrás, se reaviva ahora en forma de movilizaciones y cortes de carreteras, como respuesta y reacción ante esta nueva ofensiva de la derecha que nos gobierna.
La prensa burguesa aplaude a viva voz la resolución de Llarena y la asume como sinónimo de la muerte del procés. Aunque es cierto que se le ha asestado un duro golpe al independentismo con los presos y de alguna manera se lo ha descabezado, una cosa es el movimiento independentista y otra sus dirigentes o cabezas. Y el movimiento sigue vivo.
Así lo demuestran las masivas movilizaciones del día domingo, día de la detención de Puigdemont, organizadas por los CDRs, que llamaron a movilizarse a la Delegación de Gobierno de Madrid desmarcándose de la ANC y Òmnium que convocaban a la Embajada de Alemania. En esta oportunidad, la rabia y la indignación fueron más notorios que antes y se hicieron eco en las caras de las decenas de miles que arribaban por Passeig de Gracia y pedían a gritos la “Libertad a los presos” y la “Huelga general”, en los containers que se incendiaron y en los enfrentamientos que se desataron contra el cordón policial que impedía a la masa acercarse a la delegación del Gobierno. La diferencia también la hicieron las jornadas y cortes de carreteras y autopistas con quema de neumáticos que se organizaron y garantizaron desde los CDRs en el interior durante el lunes y el martes.
Paralelamente, otro elemento que complica y tensa aún más el panorama político tiene que ver con la conformación del nuevo gobierno como mandato de las elecciones impuestas por Rajoy el 21D, que le dio la victoria a una ajustada mayoría independentista con derecho a formar gobierno.
Recordemos que el pasado jueves 22 el president del Parlament Roger Torrent convocó a un pleno con la propuesta de investidura de Jordi Turull (PDeCat), en el cual el exconseller de la Presidència y ex portavoz del Govern no ha alcanzado los votos necesarios para ser investido president, dado que los 64 apoyos de Junts per Catalunya y ERC no alcanzaron para la mayoría absoluta (68 escaños), imprescindible para ser elegido en primera ronda. En este marco fueron claves los cuatro diputados de la CUP que mantuvieron invariable su posición de la abstención desde un principio. Lo que deja en evidencia la fragmentación y falta de acuerdo dentro de las filas soberanistas. El resto de formaciones, Cs, PSC, Catalunya en Comú y PP (65 diputados) han votado en contra. La decisión del Juez Llarena del día 23 implicó el abrupto fin de la tentativa de investir a Jordi Turull como presidente de la Generalitat.
Al mismo tiempo, al haberse producido en el Parlament un intento de investidura ha empezado a correr el plazo de dos meses para la convocatoria de nuevas elecciones.
En síntesis, toda una suma de elementos y factores que más que limpiar el cielo hacen a la tormenta perfecta que amenaza a un PP rodeado por una inmensa y cabreada marea pensionista, bloqueado en el Congreso porque no consigue los apoyos necesarios para sacar adelante los presupuestos para el 2019 por la situación en Catalunya y que no logra dar pasos efectivos en la desactivación del problema catalán que continua y continuará.
Por eso se trata de contribuir a masificar, potenciar y politizar los CDRs, para que como bien versa su nombre, puedan convertirse en una fuerte y potente expresión y un polo de referencia independiente de los partidos y representaciones burguesas, con una agenda y un plan de lucha propios que sea la voz y la voluntad del pueblo catalán y su legítimo derecho a decidir. Que se dirija al conjunto de los trabajadores, mujeres y jóvenes de Catalunya y el resto del Estado y que pelee por sus derechos e intereses con huelgas (como la del 8M), con cortes de carreteras y vías, con asambleas, con formación de comités, con fondos de resistencia y un largo etcétera que hacen a lo mejor de la tradición y experiencia de lucha de la clase obrera. El termómetro está en la calle.