Por Santiago Follet  

 

La jornada de lucha del pasado jueves 22 de marzo constituyó la movilización más masiva contra el gobierno de Macron desde que éste asumió la presidencia en mayo del año pasado. En efecto, más de 500.000 personas marcharon en las calles de todo el país en una jornada que logró aglutinar a diferentes sectores en lucha contra los ataques del gobierno, factor que explica, en parte, la masividad de la convocatoria. En este sentido, los principales sectores que se encuentran a la vanguardia de la resistencia son dos: los ferroviarios y los estudiantes, con el agregado de otros sectores en conflicto tales como los empleados públicos, los jubilados y los inmigrantes, entre otros.

 

En el caso de los ferroviarios, este sector de trabajadores se encuentra en conflicto debido al plan de reformas anunciado por el gobierno, que prevé la destrucción del servicio público de transportes. El ultraliberal Macron planea hacer pasar una reforma que habilitaría a privatizar y tercerizar la SNCF, empresa pública de trenes de Francia. Esta medida estaría acompañada por despidos, cierres de ramales y la destrucción del “estatuto del ferroviario”, retrocediendo cien años en materia de derechos laborales para aquellos que lograran conservar su empleo luego de la ola de despidos. Por esos motivos, el acompañamiento de la movilización del 22 fue muy grande entre los trabajadores que ven amenazados sus puestos de trabajo, en defensa de un servicio que es un derecho público de todos los millones de usuarios del tren que se verán seriamente perjudicados en caso de que se apruebe la reforma.

 

La respuesta de Macron ante la manifestación fue tajante: “el impacto de la movilización no existe.” El presidente esbozó esta declaración provocativa desde su viaje a Bruselas el día siguiente, el viernes 23, reiterando que pese a los movimientos de protesta que surjan, la reforma ferroviaria pasará de todas maneras, confirmando la firmeza del rumbo decidido del gobierno.

 

La jornada del 22 ha sido solo el puntapié de un conflicto que se anticipa que va a extenderse en el tiempo y que comenzará a probar sus alcances a partir del próximo martes 3 de abril, cuando comiencen las jornadas de huelga anunciadas por la intersindical. Al respecto, es necesario señalar una incipiente bronca de las bases y la crítica de algunos sectores antiburocráticos con respecto a las medidas adoptadas por las cúpulas sindicales. Un plan de lucha que fue decidido a puertas cerradas entre los secretarios generales de los sindicatos y no en asambleas de trabajadores y que más parece estar pensado para desgastar y extender el conflicto en el tiempo, en vez de ponerle un límite duro y concreto a la avanzada del gobierno.

 

En efecto, la intersindical ha convocado a jornadas de huelga escalonadas durante tres meses, con dos días de paro y luego tres de trabajo, seguido por otros dos días de paro y tres de trabajo, y así sucesivamente. Recordemos que la última gran huelga ferroviaria de 1995 logró enterrar el plan de privatización de Chirac y Juppé, constituyendo una contratendencia en la década en la que se impuso el neoliberalismo, precisamente por haber sostenido una paralización total de los trenes durante tres semanas ininterrumpidas. Por este motivo, un plan de lucha semejante también se hace necesario en este momento debido a la magnitud del ataque del gobierno. De todas maneras, todavía es prematuro para saber hasta dónde llegarán los alcances del conflicto, situación que habrá que seguir de cerca a partir del 3 de abril, cuando comiencen los paros del tren.

 

Por otro lado, en el ambiente universitario se está dando una creciente radicalización de la situación, con una vanguardia estudiantil que viene creciendo en los últimos años a partir de la lucha contra la ley El Kohmri y que ahora se ha puesto nuevamente en pie para frenar el ataque del “Plan estudiante” de Macron. La fecha del jueves 22 de marzo pasado coincidió con el aniversario número cincuenta del movimiento estudiantil que nació en 1968 ocupando la universidad de Nanterre y este cincuentenario encuentra a los estudiantes nuevamente luchando y organizándose en asambleas generales y tomas de universidades para luchar contra la selección universitaria y la reforma del bachillerato propuestas por el gobierno.

 

La situación se ha radicalizado debido a que la policía ha entrado en varias facultades en las que se estaban llevando a cabo asambleas generales, reprimiendo brutalmente a los jóvenes que se encontraban organizados de forma pacífica. En Bordeaux, Toulouse, París, Grenoble, Strasbourg y demás ciudades la misma situación se ha repetido, generando un movimiento de repudio al accionar policial que cuenta con una coordinación a nivel nacional. En este sentido, es importante tener en cuenta que la intervención policial en las universidades públicas es una medida que había sido permitida por el “estado de emergencia” decretado por Hollande, para reprimir las protestas contra la reforma laboral y que ahora Macron ha ingresado en la legislación común, para perpetuar estas represiones brutales en las facultades.

 

Como si esto fuera poco, en la ciudad de Montpellier, el mismo día de las movilizaciones del jueves 22, un grupo de extrema derecha ingresó al aula magna de la Universidad cerca de la medianoche, atacando salvajemente a los estudiantes que estaban participando de la toma pacífica del establecimiento. Este grupo de encapuchados armados con palos causó heridos de gravedad que debieron ser traslados al hospital. El hecho sucedió con el aval cómplice del decano de la Facultad de Derecho y Ciencias Políticas, que presentó su renuncia al día siguiente, debido a la presión del movimiento estudiantil que salió a exigir su dimisión, con movilizaciones en solidaridad a los estudiantes de Montpellier que se replicaron también en otras ciudades. A su vez, en la ciudad de Lille, otro grupo de extrema derecha irrumpió en la Universidad, en la noche del lunes 26, lo que generó una movilización de los estudiantes durante la noche en repudio a esta provocación.

 

Estos hechos demuestran que hay una verdadera rebelión educativa en marcha, con una vanguardia estudiantil que ha decidido ratificar las tomas, bloqueando el acceso a decenas de universidades y generando asambleas y coordinadoras que cada vez se nutren de una participación estudiantil mayor, en apoyo a los sectores de trabajadores que también se encuentran en lucha contra el gobierno. En respuesta a los ataques de la policía y de las bandas de extrema derecha han convocado a una marcha nacional para este miércoles 28 con la consigna de: “¡Policías y fachos, fuera de nuestras facultades!”

 

El gobierno se encuentra firme y decidido en su rumbo reaccionario, pero la resistencia de los sectores activos se acrecienta y radicaliza. El panorama se encuentra totalmente abierto y mucho dependerá de cómo avance la situación en las próximas semanas cuando comiencen las huelgas de los ferroviarios, lo que plantea la tarea de profundizar las medidas de lucha y de ganar a más sectores para que pasen a la oposición activa para frenar de forma conjunta el ataque global del gobierno.

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