Compartir el post "(Editorial) Hacia el 1º de Mayo – Una “estabilidad” atada con alambre"
por José Luis Rojo
La decisión de apelar al ‘ancla cambiaria’ para tratar de estabilizar precios llegó en mal momento. Ocurre que toda la región (y los mercados emergentes en general) enfrenta un proceso de salida de capitales y devaluación de sus monedas. Esto deriva del sostenido aumento de las tasas de interés en EE.UU. (el bono a 10 años rinde ahora 3.03%, su mayor nivel en largos meses) y del impacto que eso tuvo al impulsar una revaluación del dólar estadounidense contra el resto de las monedas (La Nación on line, 25/04/18).
Nuevamente el país parece estar basculando hacia una crisis. Luego de que la oposición patronal y la CGT le salvaran las papas al gobierno con un mes de marzo caracterizado por la tranquilidad, en los últimos días las señales de alarma no paran de encenderse.
La semana pasada ocurrió el estallido de furia de los choferes de la zona oeste del gran Buenos Aires por el asesinato de un compañero de trabajo. Simultáneamente, se vivieron cacerolazos y marchas en repudio al aumento de las tarifas; aumentos que han generado una suerte de “mini crisis política” con tironeos públicos en la coalición Cambiemos y debate en el Congreso.
Y al cierre de esta edición, el Banco Central debió desprenderse de casi 1500 millones de dólares para mantener estable la cotización. Se trata de la mayor venta de divisas en los últimos 15 años (lo que muestra que una crisis económica de magnitud podría estar en ciernes).
La crisis económica, la crisis social y la bronca que crece entre amplias porciones de la población, muestran que la “estabilidad” que se está viviendo es bastante irreal: un equilibrio socio-político frágil, “atado con alambre”, que ha dependido, sobre todo, de la “buena voluntad” de la oposición patronal, los k y las direcciones sindicales en resguardo de la gobernabilidad.
Esta situación de crisis en ciernes da el marco hacia un nuevo 1º de Mayo, Día Internacional de los Trabajadores.
Un frágil equilibrio
Debido al atraso histórico de la industria argentina es conocida la frase “lo atamos con alambre”. Remite a una situación de provisoriedad cuando no se tiene dinero, o no se quiere hacer las inversiones necesarias, tanto para arreglar maquinas rotas como recambiar capital fijo obsoleto; se ata con alambre lo existente y se sigue produciendo…
Eso es un poco lo que está pasando en la actual coyuntura. La estabilidad que se vivió en los últimos meses es muy frágil. Esto es así porque los elementos que están en la base de la sociedad, en primer lugar la economía, dan muestras de crisis. También porque luego de las jornadas de diciembre, la oposición patronal (k y no k) y las direcciones sindicales burocráticas plancharon las luchas para que las cosas no se desmadren.
Sin embargo, los factores políticos, las direcciones sindicales, las representaciones opositoras, pueden mediatizar las cosas solo hasta cierto punto. Porque existen factores estructurales, más objetivos, que muchas veces irrumpen dando vuelta las cosas. Estos tienen una lógica propia más allá de la política: nos referimos a la economía y la situación social. Factores ambos que son el fundamento (junto a las relaciones de fuerzas no resueltas) para que la situación no se estabilice.
La mini-corrida contra el peso ocurrida hoy es una categórica señal de alerta de que la economía no anda bien (un síntoma que viene acumulando elementos desde hace varios meses): ¡no todos los días se venden 1500 millones de dólares para mantener estable el tipo de cambio!
¿De dónde vienen las presiones contra el peso? De varias fuentes. La primera son los eventos de la economía mundial. Un disparador central es que el dólar se está apreciando conforme las tasas de interés están aumentando en los EE.UU. El aumento de las tasas hace más atractivo invertir en el centro del mundo, generando que las divisas salgan de los países emergentes. Los pesos se pasan al dólar y luego se fugan al exterior (recordemos que hoy el mercado cambiario es libre en la Argentina); de aquí proviene la presión contra la cotización del peso.
Sturzenegger vendió una enormidad de divisas hoy y, simultáneamente, aumentó nuevamente las tasas de interés de manera de intentar mantener esos capitales en nuestro país. Pero ese aumento de las tasas tiene la contraindicación de que si es más rentable mantener el dinero en la plaza financiera, no conviene invertirlo en la economía real (amén de que todo aumento de las tasas encarece / restringe el crédito de consumo y productivo). Conclusión: la economía se enfría y la producción no se recupera (chau pronóstico de crecimiento del 3% para este año).
El gobierno tiene una segunda razón para (intentar) no convalidar una nueva devaluación. Las cifras del endeudamiento externo varían: Dujovne declara que la deuda es “solo” un 30% del PBI y el Banco Mundial informa que está cerca del 60%. Más allá de que esta desavenencia no es menor, cualquier devaluación tiene el efecto de aumentar la proporción de deuda respecto del PBI.
En el fondo, las presiones devaluacionistas remiten siempre a la baja productividad de la economía nacional. El atraso general del país se paga con inflación: una moneda nacional de menor valor. Y para colmo esto ocurre en un contexto donde la proporción de las importaciones en la producción nacional ha aumentado, cuando el desbalance comercial anda por los cielos (10.000 millones de dólares anuales), cuando el requerimiento de divisas para el funcionamiento cotidiano del país y para afrontar deuda externa, no hace más que crecer.
Para colmo, es el propio gobierno quien atiza la inflación al imponer aumentos siderales de las tarifas y al haber liberalizado las naftas (¡otra medida escandalosa que deja al país desprotegido frente a los vaivenes del petróleo!). La inflación también presiona para la devaluación de la moneda.
El cocktail que suman las presiones devaluatorias, la fuga de divisas, los tarifazos, el aumento de los precios, etcétera; amenaza en cualquier momento con desencadenar una crisis económica.
De ahí que ya haya economistas liberales que estén planteando que lo mejor que podría hacer el gobierno es “dejar escapar el dólar”, dejar de invertir preciosas divisas (¡que son préstamos al Banco Central y no recursos genuinos!) para sostener la cotización, frenar el ritmo de endeudamiento nacional girando a un “shock de medidas antiinflacionarias” (es decir, un ajuste más brutal que el actual): “Vender 1250 millones de dólares en un día para sostener un dólar insostenible es una malísima política que pagaremos todos. Cuanto antes termine esta gente de hacer locuras mejor. Están desarmando posiciones contra el peso. No sean ciegos. Va in crescendo’, advirtió el economista Carlos Rodríguez (…), cuando todavía no estaba confirmado el número final [de ventas del central] (1472 millones de dólares)” (La Nación, ídem).
Que la suma de todo esto podría hacer explotar el país, no es problema para este economista archi-liberal. Este tipo de analistas se quejan de que se “propongan soluciones políticas para problemas económicos”, desentendiéndose de los efectos políticos de una u otra medida económica.
La crisis de las tarifas
El segundo elemento que amenaza la estabilidad es la crisis social. Los índices de deterioro se apilan todos los días. En la palestra está el problema tarifario, entre otros; un área donde el gobierno está ensayando una política de shock (¡atención que a Aranguren lo sostiene directamente Macri!).
El problema afecta a varios sectores sociales; de ahí que incluso en Cambiemos, sectores como los radicales y Carrio hayan salido a poner el grito en el cielo preocupados por la popularidad del gobierno; lo mismo que también han salido a agarrar el tema los bloques parlamentarios opositores, Moyano y ambas CTA (ver la “marcha de las velas” realizada la semana pasada).
Un elemento de peso para este desplazamiento político opositor es que el tema tarifario no afecta solamente a los trabajadores y / o sectores medios: afecta también a sectores de la patronal; más específicamente a pequeñas y medias empresas.
La suba de las tarifas eléctricas, del gas, del agua, del transporte y de las naftas, entran a jugar en los costos. Y si bien algunos trasladan a precios estos costos incrementados, la caída del consumo hace que incluso este traslado muchas veces no se compense debido a la caída de las ventas.
Se entiende que la oposición patronal y la burocracia se sientan más a gusto tomando un problema “policlasista” (que, de cualquier manera, quienes más lo sientes son los propios trabajadores), al tiempo que siguen “silbando bajito” en materia de la estafa de las paritarias.
Pero incluso en este terreno las cosas se dilatan. Tanto la UOM como bancarios están esperando que el gobierno les de vía libre a un acuerdo paritario que, dadas las circunstancias, estaría en torno al 18%, es decir, por encima de la pauta oficial (las patronales acuerdan en otorgarlo; es Triaca el que lo está frenando).
Por su parte, el Frente Gremial docente de la provincia de Buenos Aires, sigue administrando medidas a cuentagotas. Pero las propuestas de Vidal son tan provocativas (¡una suba del 10% en el primer semestre y un compromiso para volver a negociar durante el segundo!), que así no pueden cerrar (agréguese el “plus por presentismo”, una medida antisindical de las peores).
A esto podríamos sumarle otro conjunto de ítems de deterioro social. Entre ellos, la caída del consumo en híper y supermercados, que se derrumbó el año pasado en un 12% (de ahí la crisis en Carrefour, obviamente endosada a sus trabajadores). Muchísimas especulaciones se han desatado ante esta caída, una más disparatada que la otra. La primera insiste en supuestos “cambios de hábitos en el consumo”… Resulta ser que ahora las compras en la verdulería o la carnicería se harían… “on line”.
Otro disparate sería que una mayoría estaría optando por “mudar sus consumos” hacia los bienes durables tipo automóviles (ver las compras el año pasado de 500.000 unidades importadas). ¡A cuantos les gustaría tener un BMW o un Mercedes Benz! Pero esta circunstancia sólo puede ser explicada porque simultáneamente al empobrecimiento de una franja creciente de los trabajadores, existe un sector de las clases medias altas y de la burguesía que se han venido enriqueciendo bajo Macri, ¡mientras la mayoría se ha empobrecido y no puede llenar ni un changuito, una minoría privilegiada adquiere autos importados!
La suma de la crisis económica y la crisis social es lo que ha llevado al sideral aumento de la bronca contra el gobierno, a la caída sostenida de su popularidad (tanto de Macri como del gabinete); una caída que está encendiendo luces de alarma en la coalición Cambiemos y que muestra la fragilidad de la actual estabilidad.
La contención de las direcciones
Es en este contexto que se deben colocar los factores mediadores. ¿A qué nos referimos por “factores mediadores”? A las representaciones políticas y sindicales que juegan de “opositoras” (o, incluso, de “oficialistas críticas” como Carrió o Cornejo), que buscan llevar la discusión al sólo ámbito parlamentario para que la gobernabilidad no se vea desbordada.
En este terreno los elementos son variados. El primero es que por primeva vez en su gestión –si excluimos el posicionamiento crítico de Carrió frente a la eventual rebaja de las jubilaciones por decreto en la noche del 14 de diciembre-, se abrió una crisis real en Cambiemos en torno a las tarifas.
Un poco para diferenciarse, otro poco para presionar hacia el 2019, lo real es que la propia Carrió y Cornejo, el jefe de la UCR, expresaron públicamente diferencias en torno a la política tarifaria (habrían emergido dos alas en el gobierno, la dura está encabezada por el propio Macri).
Cual “válvulas de seguridad”, obligaron al gobierno a tomar la miserable medida de llevar adelante el aumento mediante el mecanismo de la “tarifa plana” (una medida que no soluciona nada, sino que es más bien una nueva estafa del gobierno).
Este mecanismo implica que se prorratea el aumento de manera indexada tanto en los meses de alto consumo como en los de bajo (por ejemplo: el gas se cobra algo menos que proporcional en el invierno y algo más en el verano, cuando cae el consumo general), de manera tal que el impacto inmediato en los bolsillos aparezca más “reducido”.
Como con esto no alcanzó y como el Frente Renovador, el Peronismo Federal y los k lograron imponer hoy una sesión en diputados por tarifas, el gobierno salió con la propuesta –¡que es otro engaña pichanga!– de “reducir los impuestos que se cobran sobre las tarifas”. No el IVA e ingresos brutos, que son los que se llevan la parte del león de los mismos. Sino otras tasas menores, provinciales o municipales, que en muchos casos siquiera se cobran (salvo en provincia de Buenos Aires, donde alcanzan una proporción más real).
Sin embargo, tampoco con esto apagaron el “fuego” opositor. Es que como ya hemos señalado, existen sectores empresarios de por medio. Además, ya era demasiado quemo no hacer nada frente a la crisis social y al crecimiento de la bronca popular.
Conclusión: como las tarifas no afectan directamente la sacrosanta relación capital / trabajo, es un buen motivo de posicionamiento opositor; al menos de una oposición que se sustancie entre las cuatro paredes parlamentarias.
Pero sería un grave error asumir una posición sectaria frente al problema. Un debate parlamentario en medio de una crisis creciente, puede terminar agitando las aguas del descontento social; dar lugar a consecuencias no queridas. Incluso si las direcciones siguen negándose a convocar a un paro general, en un contexto que se enrarece, las convocatorias por tarifas podrían llegar a desbordarse.
Las direcciones son poderosas, pero no todopoderosas. Cuando los fundamentos económico-sociales están sólidos, es muy difícil que haya desbordes. Pero cuanto todo está atado con alambre, un desarreglo económico puede mover toda la estantería (y también podría hacerlo un paso en falso de estas mismas direcciones).
¡El martes 1º todos al Congreso!
¿Cómo se explican estos rápidos cambios de coyunturas y mini-coyunturas que se están viviendo? Junto con el deterioro económico, la base de todo es que las relaciones de fuerzas no están saldadas. Con Macri el país giró a la derecha, la patronal y el imperialismo se alinearon detrás del gobierno y Cambiemos largó un duro ajuste económico, además de todo un conjunto de medidas reaccionarias.
Sin embargo, el gobierno ha intentado pero no logrado modificar las relaciones de fuerzas (ver las jornadas de diciembre y la nueva situación política que abrieron). El mentado “gradualismo” es una concesión a esto. Y, sin embargo, una y otra vez el gobierno ha pretendido volver a la carga, desafiar dichas relaciones tanto por razones políticas como económicas.
Unas relaciones de fuerza no resueltas es lo que se expresa en coyunturas y mini coyunturas cambiantes, donde la estabilización sólo podrá venir de que las cosas se resuelvan para un lado o para el otro.
Incluso un debate como el derecho al aborto, que muestra una dinámica ascendente del sector de la sociedad que está a favor (lo que no excluye maniobras por parte del oficialismo), opera como contrapeso al giro a la derecha, al carácter reaccionario que el gobierno intentó imponer a la situación del país.
Es en esta circunstancia de pre-crisis que se va a un nuevo 1º de Mayo. En medio, también, de una serie de duras luchas que siguen aisladas como el Posadas y otras, pero que heroicamente resisten la ofensiva oficial. El FIT se ha negado nuevamente a un acto unificado. Buscan hacerle creer a todo el mundo que existe un solo frente de izquierda. ¡Esta será otra de las batallas hacia el 1º!
Izquierda al Frente por el Socialismo levantará en el Congreso un enorme acto de la izquierda clasista. Por los derechos de los trabajadores, las mujeres y la juventud. Por la lucha del Posadas, el aborto legal y la independencia política de los trabajadores. Por el internacionalismo militante.
Nuestro partido tendrá este 1º una jornada doble con la fundación de la Corriente Sindical 18 de Diciembre por la mañana en el Hotel Bauen y el acto por la tarde en el Congreso. Acto en el que estamos orgullosos de anunciar que nos representarán Andrea Dopazo, dirigente de la agrupación “Unidad de los que luchan” del Posadas; Martín González Bayon, ex candidato a diputado nacional en CABA; Marcelo Quiroz, integrante de la agrupación Marrón del neumático y dirigente de la Corriente Sindical 18 de Diciembre; cerrando nuestra representación Manuela Castañeira, sin duda alguna la principal figura de nuestro frente.
En los días que faltan hasta el 1º nuestra militancia sale con todo a garantizar la participación en ambos eventos. Invitamos a todos nuestros simpatizantes, amigos y amigas, compañeras y compañeros de trabajo y estudio a sumarse al acto en Congreso.