Compartir el post "Las “elecciones” presidenciales abren una nueva etapa de la crisis política en Venezuela"
Ni Maduro ni escuálidos
Fuera la intervención del imperialismo y sus lacayos latinoamericanos
Por una verdadera Asamblea Constituyente democrática, obrera y popular
Por Rafael Salinas
En épocas de Chávez, se solía alargar el horario de cierre de las elecciones. Eso estaba previsto en la misma ley electoral de Venezuela. Es que las largas colas de ciudadanos que venían a votar, hacían a veces imposible finalizar a tiempo.
El domingo pasado, en las “elecciones” presidenciales venezolanas sucedió lo mismo… pero al revés. También se postergó la hora de cierre. Pero fue por causas opuestas. No por exceso de votantes, sino por una abstención masiva e inédita. Maduro hizo extender el horario y desde el mediodía lanzó a la calle al aparato clientelista del PSUV a la cacería de votantes, debido a la escasa cantidad de gente que había concurrido por las suyas. Como atestiguan las fotos de los lugares de votación, esta vez no hubo precisamente grandes colas sino ausencia masiva de electores.
Ya desde primera hora habían sido instalados numerosos “puntos rojos” lindando con los lugares de votación. Allí se recibían y se tomaba nota del “Carnet de la Patria” del votante. Es que se les había prometido que si iban a votar, recibirían un subsidio. También ese control garantizaba seguir recibiendo la bolsa CLAP con comida…
Asimismo, el Consejo Nacional Electoral (CNE), desde días antes, había declarado que era un delito el llamar a no votar… y que además era imposible “votar nulo”. Esos votos serían considerados como “errores” de las máquinas.
Pero todas las “advertencias” del gobierno, sus sobornos y sus amenazas, en gran medida fracasaron… y en más de un votante tuvieron un efecto opuesto, irritativo…
Según cifras oficiales, habrían concurrido a votar algo más de 9 millones sobre una lista de inscriptos de casi 21 millones de electores. Es decir, apenas el 45%. ¡La abstención oficialmente alcanzó el 55%! Un porcentaje de abstención inédito en la historia del chavismo. E incluso esas cifras oficiales de votantes, que ya son una severa derrota política, probablemente sean menores. Tanto porque la abstención probablemente ha sido mayor, como por la maniobra del Consejo Nacional Electoral de ignorar los “votos nulos”… es decir, los que fueron pero no votaron por ninguno de los candidatos. Esto ya venía en crecimiento en elecciones anteriores.
Todo es doblemente grave porque el chavismo, en sus buenas épocas, respetó –por lo menos formalmente– la aritmética electoral. Así Chávez, en diciembre del 2007, perdió por apenas unas décimas un Referéndum Constitucional. Con tan escasa diferencia le hubiera sido fácil “dibujar” los resultados, pero no intentó alterarlos.
Recordemos, asimismo, que en la anterior elección presidencial, la del 2013, donde fue electo Maduro, los votantes llegaron a casi el 80% de los electores inscriptos. Y Maduro obtuvo unos 7.500.000 votos. Eran tiempos donde las cifras electorales –más allá de las triquiñuelas de la política burguesa–eran creíbles.
Pero, desde entonces, las cosas han cambiado. Con Maduro, ya tuvo lugar hace pocos meses un fraude monumental. Nos referimos a las “elecciones” de “Asamblea Constituyente” del año pasado. Fue en verdad un fraude todavía más patente que el de estas presidenciales. Allí el gobierno impuso por decreto una lista única de candidatos, todos del PSUV… y mintió escandalosamente con la cifras de presuntos votantes.
¡Informó oficialmente de 8.300.000 electores, cuando los testimonios con fotos y filmaciones mostraban los sitios de votación vacíos… salvo algunos que estaban preparados como escenarios para que el aparato del PSUV montase la farsa de un voto masivo!
La conclusión fundamental es que estamos frente a una derrota política del gobierno, que puede llegar a ser grave, aunque Maduro formalmente haya logrado una mayoría relativa entre la minoría de electores que fueron a las urnas.
A eso se añade que un porcentaje de los que concurrieron, lo hicieron presionados –como señalamos– por una mezcla de dádivas y amenazas, desde recibir dinero si registraban su concurrencia mediante el “Carnet de la Patria” hasta el peligro de verse privados de las cajas CLAP… que para muchos representa la diferencia entre sobrevivir aunque comiendo mal o directamente pasar hambre.
Un merecido “voto castigo”, pero con serios peligros
Aunque desde el gobierno se lo quiera disimular, éste ha sido un merecido “voto castigo” a Maduro y su pandilla de la “boliburguesía”, que han llevado a los trabajadores y al pueblo de Venezuela a una catástrofe económico-social… y también en buena medida política.
Pero, al mismo tiempo, hay que alertar que esta merecida paliza sufrida por Maduro y su gobierno, debido a la falta de una fuerte alternativa política independiente, obrera, popular y verdaderamente socialista, puede beneficiar a la oposición de derecha que la convocó.
Esta oposición de derecha, agrupada en la hoy agrietada MUD (Mesa de la Unidad Democrática) venía fuertemente castigada por el rotundo fracaso de sus intentonas golpistas del año pasado. Recordemos que intentó el derrocamiento del gobierno de Maduro mediante las criminales “guarimbas”, grupos violentos que atacaban a cualquiera que tuviese “aspecto chavista”. Es decir, con aspecto de pobre, y de piel que no fuese blanca pura…
El amplio repudio popular hizo fracasar a estas pandillas racistas y a sus patrocinadores, los dirigentes de la MUD. De rebote, el gobierno de Maduro se fortaleció, porque además el rechazo popular a este asalto no trajo como consecuencia el desarrollo y organización de fuerzas independientes, tanto del gobierno como de la oposición de derecha.
Como señalamos, Maduro y su pandilla se fortalecieron… pero esto duró poco. Se fueron desgastando, en la medida que se deterioraron cada vez más las condiciones de vida de los trabajadores y las masas empobrecidas. El aparato clientelista de las miserables bolsas CLAP, los Carnets de la Patria y otros mecanismos no pudo impedir que la acumulación de rabia de los sectores populares contra el gobierno de Maduro fuese creciendo aunque silenciosamente…
Esta creciente presión de descontento, al fin encontró una vía de escape en el llamado de los restos de la MUD a no votar. En las elecciones del domingo 20 de mayo, el gobierno recibió un formidable garrotazo político…
Pero este merecido castigo a la pandilla de Maduro, tiene simultáneamente sus peligros. Las derechas agrupadas en la MUD –seguramente los primeros sorprendidos de este acontecimiento– están principalmente formadas por los restos de los viejos partidos anteriores al chavismo. No sólo son enemigos de clase históricos de los trabajadores venezolanos. Hoy actúan como los agentes más abiertos y desvergonzados del imperialismo yanqui, presidido por Trump… que viene amenazando desde hace tiempo con una intervención militar.
El gravísimo peligro político es que este desastre de la Venezuela de Maduro sea aprovechado tanto por el imperialismo yanqui como por los antiguos sectores patronales, desalojados del poder por el chavismo.
La urgente necesidad de una alternativa a la izquierda
La principal conclusión es la necesidad imperiosa y urgente de configurar una fuerte alternativa obrera y popular a la izquierda, tanto de la pandilla de Maduro como de la oposición sirviente de Washington.
Quizás, contradictoriamente, la situación dramática de Venezuela facilite la posibilidad de este cambio que sería histórico: el surgimiento de una tercera fuerza realmente a la izquierda. El año pasado, el fracaso de las guarimbas criminales marcó un rechazo popular tajante a la derecha. Ahora, el boicot masivo a las elecciones, indica un rechazo no menos categórico al desastre del gobierno de Maduro.
Un amplio sector popular y de trabajadores parece haber coincidido en ambos. La situación de Venezuela cambiaría radicalmente, si eso diera como fruto una alternativa realmente a la izquierda.
Esto daría las bases para poder luchar por una verdadera salida favorable para los trabajadores, como podría ser una verdadera Asamblea Constituyente democrática, obrera y popular.