por Fernando Dantés

Hace varios días que los metrodelegados afectan el transporte contra los vecinos. Los paros no son contra el Gobierno, son contra la gente.

Felipe Miguel, Jefe de Gabinete de Larreta

Hacer una apelación al reclamo paritario, cuando no está dentro de las funciones de los metrodelegados, es un exceso.

Jorge “exabrupto” Triaca, Ministro de Trabajo

El paro era ilegal porque el gremio es ilegal

Horacio Rodríguez Larreta, filósofo judicial contemporáneo y Jefe de Gobierno porteño

Las líneas E y H del Subterráneo de Buenos Aires estaban paradas por una contundente huelga de sus trabajadores cuando, apenas un poco antes de que la medida fuera levantada, la policía desató una represión que se llevó a 16 compañeros, Néstor Segovia entre ellos, detenidos con diversas excusas judiciales. Días antes, los compañeros habían liberado los molinetes, llevando a cabo una forma de “protesta” que no tenía a los usuarios de “rehenes”. La respuesta de la empresa y el gobierno fue sancionar a decenas de ellos. Como en todo enfrentamiento, el principio de acción y reacción es absolutamente ineludible; ante cada avance del adversario, uno se ve obligado a escalar en sus propias medidas de fuerza por la elemental necesidad de defenderse. El macrismo viene de provocación en provocación, forzando una pelea cada vez más grande con los compañeros del subte para después esconderse detrás de “los vecinos”. Es este, verdaderamente, un operativo de manual: un par de empresarios multimillonarios defienden a otros empresarios multimillonarios escondiendo sus obesas billeteras detrás del “ciudadano de a pie”.

Los compañeros del Subterráneo son hace ya más de década y media una referencia indiscutible para las luchas de los trabajadores. El gobierno intenta forzar la situación a la derecha poniendo de rodillas a una de las cabezas visibles del sindicalismo no transero, cortar la cabeza de la vanguardia para dejar indefensos al resto de los trabajadores frente al ajuste y los ataques empresarios. Lo que está en disputa es mucho más que una paritaria, es una pelea de largo alcance. Lo que en última instancia está en juego es quién decide cómo y de qué forma se organizan los trabajadores.

De repente, los funcionarios macristas son profesionales en materia de organización sindical, saben mejor ellos que los trabajadores del subte quién los representa más. Y, según parece, esta avanzada filosofía de organización gremial ha descubierto que los sindicatos son un brote de la cabeza de los juristas, las organizaciones obreras obra y gracia de la Corte Suprema, la legitimidad de los dirigentes de los trabajadores una atribución repartida a discreción por el Ministerio de Trabajo. La realidad es que si fuera por personajes de este tipo, la cercenada libertad civil de los pobres empresarios (escondidos detrás de los “usuarios”) no existiría, no serían obligados despóticamente a pagar sueldos más o menos dignos, a no hacer trabajar 16 horas a “sus empleados”, a hacer los aportes correspondientes, etc.

Si fuera por ellos, los sindicatos no existirían. Y esta no es una forma figurada de plantear las cosas. Muchos representantes de este gobierno vienen de una larga historia de ascendencia “patricia”, con muchas generaciones de funcionarios de los gobiernos oligárquicos en los que la mayoría no tenía derecho al votar y en los que los sindicatos eran perseguidos policialmente son saña, sumidos en la absoluta ilegalidad. Sus familias tienen una larga historia oligárquica; sus abuelos y bisabuelos ostentaban orgullosamente dos, tres, cuatro, cinco apellidos, cantidad directamente proporcional a las cientos y miles de hectáreas de las que eran (y son) dueños. Los Rodríguez Larreta tienen un largo vínculo con los Anchorena, por ejemplo; Pinedo es nieto del embajador del “Plan Pinedo”, acuerdo cuasi colonial con Inglaterra del gobierno militar de la “década infame”; los Bullrich tienen tanta historia que ni siquiera vale la pena mencionarlo, etc. En suma, cuentan con generaciones y generaciones de explotadores de trabajadores, de perseguidores de organizaciones sindicales.

Con el tiempo, los modos han cambiado y los pistoleros rompehuelgas están no sólo afuera, con placa y uniforme, sino adentro de las organizaciones sindicales, disfrazados de dirigentes. El peronismo cambió en Argentina la forma de controlar al movimiento obrero.  Esto fue parte de una tendencia general en el mundo de burocratización de los sindicatos, de su integración al aparato del Estado capitalista.

«Las camarillas capitalistas que están a la cabeza de los poderosos trusts, carteles, consorcios financieros, etcétera, ven la vida económica desde las mismas alturas en que lo hace el poder estatal; y para cada paso que dan requieren la colaboración de este último… Se ven obligados a enfrentarse a un adversario capitalista centralizado e íntimamente ligado con el poder del estado. De aquí surge la necesidad de los sindicatos a adaptarse al Estado capitalista y a competir por su cooperación, en tanto permanecen en posiciones reformistas, es decir en posiciones de adaptación a la propiedad privada…

Esta posición está en completa armonía con la posición social de la aristocracia y de las burocracias obreras, que luchan por una migaja en la repartición de los superbeneficios del capitalismo imperialista…

Los burócratas obreros hacen lo imposible, tanto en palabras como en hechos, para demostrar al Estado «democrático» cuán indispensables y dignos de confianza son en tiempos de paz y especialmente en tiempos de guerra… En la medida en que el capitalismo imperialista crea, tanto en las colonias como en las semicolonias, una capa de aristocracia y burocracia obreras, estas últimas requieren el apoyo de los gobiernos coloniales y semicoloniales en calidad de árbitros.»

León Trotsky, “Los sindicatos en la época del imperialismo”

Estas líneas, escritas hace 80 años con el ojo puesto en el México de Lázaro Cárdenas, parecen hablar directamente de la UTA, el Estado argentino y empresas como Metrovías. Este verdadero “triunvirato” tiene hace mucho tiempo un constante “cruce” de personal que hace indistinguible donde empieza la empresa y donde terminan sindicatos y estado, donde termina el sindicato y empieza la empresa y el Estado, etc. Lo más podrido de la burocracia sindical es muchas veces lisa y llanamente parte directiva de la empresa, sin mencionar que ha puesto muchos funcionarios estatales. De esta fisonomía de las direcciones sindicales es que salen personajes como Triaca, de familia proveniente de la burocracia peronista pero con una vida entera como funcionario rico.

Los principales sindicatos (como UTA, SMATA, Unión Ferroviaria) tienen dentro de los lugares de trabajo su propio personal policial, patoteros que ingresan a la empresa con esa función específica, la de tener controlados a los trabajadores. Este mecanismo fue puesto a la luz del día para todo aquel que lo quiera ver por el caso de Mariano Ferreyra, asesinado por los pistoleros de Pedraza y los empresarios de la Línea Roca. La UTA ha hecho lo propio históricamente en el Subte.

La particularidad de los “Metrodelegados” es que alcanzaron un nivel de organización tal que fueron capaces de echar a los representantes traidores de la UTA, que los habían entregado bajo el menemismo, ganar la aplastante mayoría en el cuerpo de delegados del viejo sindicato y nuclear a la bases en torno a la pelea por sus derechos. Hace mucho tiempo que el sindicato del transporte es una insignificante minoría en el Subterráneo de Buenos Aires. A los hechos nos remitimos, la contundencia de sus medidas de fuerza habla de que son una aplastante mayoría entre los trabajadores de los túneles. Sin embargo, el acoso de las patotas de la UTA nunca se terminó; como podemos verlo en este video:

Así, en 2009 los trabajadores decidieron en un plebiscito la conformación de un nuevo sindicato propio, para así sacarse de encima de una vez por todas a las patotas de la UTA (y Metrovías). El resultado de la consulta arrojó un resultado abrumador en contra del gremio encabezado por Roberto Fernández. Para lograr la inscripción gremial hicieron los pasos legales correspondientes, pero la resolución fue retrasada una y otra vez por el Ministerio de Trabajo kirchnerista encabezado por Carlos Tomada (hombre de la Unión Ferroviara y fervoroso partidario de la burocracia sindical), con maniobras de la UTA de por medio, que simplemente sirvieron para escamotear a la voluntad ampliamente mayoritaria de las bases. Recién a horas de dejar el mandato, Tomada se dignó a firmar la resolución sabiendo que esto implicaba darle muy poca firmeza, dejándole así el camino abierto al macrismo para que fácilmente pudiera derogarla. La confianza que una parte de la dirección de la nueva “Asociación de los Trabajadores del Subte y Premetro” (AGTSYP) depositó en el gobierno anterior, como vemos, nunca fue debidamente recompensado. Es necesario aclarar que, a pesar de ésta pérdida de su independencia política original por parte de un sector de su dirección, el sindicato del subte está muy lejos de haberse constituido en parte de la burocracia sindical que describíamos más arriba, de ahí la desconfianza con la que lo miran los gobiernos.

Los despreciables ricachones que están a la cabeza del Estado fueron quienes le quitaron la personería a AGTSYP. Cual niño entusiasmado con el juego infantil de las escondidas, Triaca y Larreta no solamente nos hablan de “los usuarios” sino también de “la Corte Suprema”. ¿Acaso hay alguien con las neuronas debidamente enfiladas que se crea que Cambiemos no está detrás de su resolución al respecto? El liberalismo de empresarios y funcionarios macristas, su repugnancia por el peronismo y todo lo que huela a Estado y a pobre, termina donde empieza su sentido del pragmatismo. Son rabiosos defensores del “modelo” sindical heredado del peronismo, burocrático y orgánicamente integrado-subordinado al Estado, porque así pueden controlarlo a través de los buchones que están a la cabeza de la CGT. La tan cacareada “libertad” de los ideólogos empresariales es sólo extensible a los ricos. Este es el motivo de fondo por el que quieren imponer a la UTA dentro del Subte.

Entonces: ¿Quién decide cuál es la representación sindical de los trabajadores?

¿Triaca? ¿Ese Ministro de Trabajo que declaró que el despido con modos de patrón de estancia de una trabajadora doméstica a la que tenía en negro era un “exabrupto”, que hizo gala de un descarado nepotismo usando el Estado como agencia de empleo personal y que puso en cargos bien pagos de la intervención de un sindicato a sus allegados? Hay que tener la cara de un macizo material irrompible para decir que es un “exceso” de los trabajadores que ellos se den la representación que consideran genuina después del escándalo que protagonizó a principios de este año.

¿La Corte Suprema? ¿Ese antro de funcionarios con cargos vitalicios completamente ajenos a los trabajadores y que no son más que una sucursal del macrismo? ¿La misma que intentó darle el 2×1 a los genocidas?

¿Los periodistas Majul y Feinmann? ¿Esos buchones desinformadores que no hacen otra cosa que mentir y quedar en ridículo cada vez que tienen que contrastar lo que dicen con la realidad?

¿La UTA? ¿Esa mezcla de burócratas corrompidos y empresarios que se arrogan el derecho de representar a los trabajadores imponiéndose con métodos gansteriles?

Le pese a quien le pese, los trabajadores del Subte ya pusieron en pie su propia organización, ya decidieron quién los “representa” gremialmente: La Asociación de los Trabajadores del Subte y Premetro.

 

 

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