por Inés Zeta

Pasada una semana del triunfo obtenido con la media sanción de la ley de aborto libre, seguro y gratuito, todavía con la emoción de haber logrado torcerle el brazo al oscurantismo con la enorme movilización en las calles, es necesario sacar conclusiones y armarnos para las próximas batallas, hasta que el aborto sea ley.

La lucha paga

En un contexto reaccionario, con un gobierno que combina lo peor, a saber una desorientación por las “cosas que pasaron” (como si Macri no tuviera arte ni parte en el curso de los eventos) y políticas anti obreras y anti populares archi neoliberales, la depreciación del nivel de vida de las mayorías populares, sueldos que no alcanzan, la amenaza de la desocupación que crece, tarifas impagables… una ola verde de aire fresco arremetió en sentido contrario.

Protagonizada por las jóvenes heroínas de pañuelo en rostro, una vigilia de más 1 millón de personas en Congreso y en todo el país, el amplísimo movimiento de mujeres y jóvenes por el aborto legal inundó las calles, dejando aún más pálido el raquítico movimiento de las “2 vidas”, compuesto por patéticos representantes del pensamiento medieval. La primera conclusión del 13 y 14J es que fuimos las mujeres, los jóvenes y las organizaciones del movimiento de mujeres y de la izquierda los que les impusimos el curso a los diputados. Dos horas antes del maravilloso grito de las 9.51 de la mañana del 14, los rumores que bajaban del palacio eran oscuros. Que no se llegaba, que se perdía por dos votos. Pero el miedo que tuvieron esa noche el gobierno y los diputados a qué podía pasar si votaban en contra con esa marea humana que presionaba ante sus puertas, los obligó a dar los 129 votos para aprobar el proyecto. Como decía una compañera docente en el balance/festejo que hacíamos el sábado posterior, el grito colectivo que tronó al conocerse el resultado, era un grito contenido, mezcla de rabia y alegría, por haberle asestado un golpe a los responsables de las miles de penurias a las que nos está sometiendo la política miserable del gobierno-FMI, un grito que teníamos atragantado desde las jornadas de diciembre y que la burocracia sindical se encarga de ahogar permanentemente.

El aire de libertad es profundo, porque se trata justamente de eso. Están crujiendo cadenas ancestrales de sometimiento sobre el cuerpo y la decisión de las mujeres, nada menos que la mitad de la población. Y eso inevitablemente pone en cuestión todo. Si en las calles se puede conquistar el elemental pero tan negado derecho a decidir, también se puede cuestionar y enfrentar en las calles las decisiones que toman un puñado de ricachones y poderosos sobre la vida de millones de explotados y oprimidos. Tan fuerte se escuchó el grito, que ya replicó en muchísimos países de Latinoamérica (ver Declaración de Las Rojas Internacional). Pero no es tan sencillo, nos dirán. Cierto, hay escollos dificilísimos, empezando por el arco de partidos patronales que juegan a la gobernabilidad y la burocracia sindical que enchaleca la furia de millones de trabajadores. Pero en el medio de tanta embestida contra el pueblo trabajador, que las jóvenes de glitter verde le tuerzan el brazo nada menos que al Congreso, a la poderosa Iglesia católica y a todos los reaccionarios juntos, es mucho, es muchísimo. Entre los cientos de memes que circulan, destaca el de Sarah Connor con su escopeta y su pañuelo verde comparada con los telettubbies que dirigen la CGT.

La organización paga doble

Al contrario del operativo banalización que intentan los medios de comunicación, propagandizando que los protagonistas fueron el grupo de diputadas y diputados autodenominados «L@s Soror@s», lo cierto es que fuimos masas de personas las que les impusimos la media sanción, sosteniendo la vigilia bajo durísimas temperaturas. Y tampoco es cierta la banalización de los medios sobre una especie de irrupción que nadie vio venir.

El movimiento de mujeres en Argentina tiene una historia muy rica de organización y militancia. Es un movimiento independiente, sin burocracia, que viene de años de Encuentros Nacionales de Mujeres, que se hizo de una base popular y de lucha con las mujeres de los movimientos sociales del Argentinazo. Que se hizo masivo y recontra juvenil después del primer NiUnaMenos.

Es un movimiento que  supo hacer campañas militantes enormes, como la que logró arrancar de la cárcel a Belén, que se movilizó frente a las Casas de las Provincias ante cada caso de niñas sometidas a continuar con embarazos producto de violación, de enfrentar a jueces y gobernadores garantes de la impunidad.

El mismo movimiento que logró con la movilización el fallo de la Corte de 2012 sobre los abortos no punibles, en el marco de un gobierno K que impedía la legalización del aborto (teniendo mayoría parlamentaria).

Es un movimiento nutrido por la irrupción de las mujeres del fondo de los barrios, esas que nunca habían ido a una marcha, contra la violencia y los femicidios en el NiUnaMenos. Es un movimiento construido con las miles de pequeñas y grandes batallas, que dio luchadoras enormes como Alika Kinan, que le pudo imponer una derrota a los proxenetas que la explotaron durante años y al propio Estado provincial.

Es un movimiento  que no paró de crecer y que se expresó con muchísima fuerza en el primer paro al gobierno de Macri, allá por el 19 de octubre de 2015, y los cada vez más multitudinarios 8 de Marzo.

A la vez, es un movimiento que se fue haciendo además cada vez más político: movilizándose y reclamando por los derechos de las mujeres y también contra todas las políticas del gobierno reaccionario. Un movimiento que supo abrazar la causa por justicia para Santiago Maldonado, que en la voz de la madre de todas, Norita Cortiñas, expresa en todas y cada una de nuestras movilizaciones el espíritu anti represivo que vive en el pueblo, y que en el último 8M se manifestó no sólo por el aborto legal sino también contra el acuerdo del gobierno y el FMI.

Y es tan dinámico y tan fuerte, que la victoria del 13 y 14J se tradujo rápidamente en dos triunfos importantes: la condena de 15 años al policía violador Marcelo Cuello, que Iara Carmona logró con su incansable lucha y la condena a perpetua al travesticida de Diana Sacayán, Gabriel Marino.

Entonces, la organización fue fundamental para forjar esa marea que inundó las calles la semana pasada. Y dentro de este movimiento, en particular nuestra organización, Las Rojas del Nuevo MAS, que dio luchadoras extraordinarias. Como nuestra compañera Manuela Castañeira, que con una valentía enorme supo llevar la voz de las mujeres por el aborto legal nada menos que en una campaña electoral, cuando todos nos decían que el aborto es piantavotos. La batucada de Las Rojas que no paró de sonar durante 22 horas seguidas encarnó la organización, la fuerza de las jóvenes que todos los días de su vida militan para cambiar este mundo capitalista y patriarcal. Esa batucada fue un factor enorme,  para sostener la moral durante esa vigilia helada, y los rumores desalentadores, que expresaban el miedo de algunas organizaciones a la furia que podía despertar si se votaba en contra de las y los miles de jóvenes fueguitos que saltaban, cantaban y se arropaban para aguantar la noche. Y de la organización, con las carpas y gazebos, las banderas, el autocuidado y los mil y un detalles para que la vigilia funcionara.

La victoria del 13 y 14J fue producto de la irrupción de esas miles y miles de pibas y pibes secundarios, que organizadamente tomaron colegios y facultades, que inundaron todos los martes de pañuelazos frente al Congreso, de una campaña que se hizo marea y llegó hasta las actrices y figuras que se expresaron a favor y que abrazaron de manera militante la causa, fue una marea fogueada por años de organización y lucha.

Saber que una victoria por grande que sea nunca es total si no se lucha por cambiarlo todo, como decía Rosa Luxemburgo, hacer consciente el instinto visceral de rebeldía contra la injusticia permanente que es este sistema de dominación de unos pocos sobre las mayorías, es comprender que hay que organizarse colectivamente y para eso estamos Las Rojas y el Nuevo MAS, para abrazar la causa de la revolución, de dar vuelta todo, para tomar el cielo por asalto.

 

La batalla por el Senado

 

Mientras seguimos rumiando las conclusiones que nos dejó el 14J, no podemos menos que prepararnos para la próxima batalla. La media sanción en Diputados nos dio una victoria, pero no la definitiva.

Las fuerzas reaccionarias salieron inmediatamente con su santa cruzada (ver “La guerra santa de los Anti derechos” en esta misma edición). Encabezados por el mismísimo papa Bergoglio, con sus dichos de que las que luchamos por el aborto legal somos nazis de guante blanco, se envalentonaron. Las clínicas privadas eclesiásticas salieron por todos lados con comunicados anunciando que todos sus médicos son objetores de conciencia, y hasta se atrevieron a amenazar con abortos sin anestesia para castigar a las mujeres.

Ahora el proyecto de ley pasó al Senado. Encabezado por la recontrapapista Gabriela Michetti, los reaccionarios se preparan para hacer mil y una maniobras y lograr que el proyecto caiga. En primer lugar, giraron el proyecto a un montón de comisiones del Senado para dilatar y alargar con “debates” el tratamiento en el recinto, entre ellas a la comisión de presupuesto, presidida por Estaban Bullrich (el del bochorno-“poema” al feto). También pueden intentar meter modificaciones al proyecto que llegó de Diputados, y en ese caso el proyecto volvería a la Cámara baja, con lo cual ganan tiempo, embarran la cancha y ejecutan un minué dilatorio que termine en la nada. ¿Cuándo se tratará en el recinto? No está claro. Que puede ser el 11 de julio, que puede ser el 8 de agosto, que puede ser en septiembre…

Pero la marea verde, sabe. Sabe que fue la protagonista de torcerles el brazo a los diputados. Ahora hay dos tareas centrales: la primera, presionar para que no dilaten y pongan fecha pronta para que se vote. La segunda, organizar una nueva movilización-vigilia para ese día, para llevar a las calles el doble de personas que salimos en la primera vuelta. Y esta vez, nada de plaza “dividida”. La maniobra de partir la plaza, en realidad vallar la plaza y que no se vea gente ahí, y equiparar las dos “mitades”, le salió pésimo al gobierno. Fue contundente la diferencia. No somos dos mitades. Los pro muerte de mujeres tienen más poder en las alturas, dirigen clínicas, cátedras de medicina, tienen el oro y el megáfono del Vaticano, son la Presidencia de la Nación. Pero la mayoría social por el aborto legal es abrumadora. Con esa mayoría social, movilizada y en la lucha, vamos por el aborto legal en el hospital, ¡vamos para que el aborto sea ley!

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