por Las Rojas Córdoba
El domingo 15 de julio frente a la Iglesia Los Capuchinos, ubicada en Nueva Córdoba, tuvo lugar una concentración para visibilizar la situación del Machi Celestino Cordova, preso político mapuche, encarcelado hace 5 años y quien se encuentra en un estado crítico de salud por la extensa huelga de hambre que mantiene hace días. Así mismo, denunciaron la responsabilidad de la iglesia en el genocidio de los pueblos originarios de Latinoamérica y su complicidad con los Estados chileno y argentino en la represión al pueblo mapuche. Exigieron, además, la libertad del Lonko Facundo Jones Huala y el cese de la represión, justicia por Santiago Maldonado y Rafael Nahuel. Fue entonces cuando un grupo de militantes anti-derechos, que se encontraban en el interior del edificio, salieron a agredir físicamente a los manifestantes. Inmediatamente, ¡En menos de lo que canta un gallo!, llegó la policía de Córdoba; cuatro compañeros y compañeras resultaron detenidos y sancionados con una contravención del Código de Convivencia por “actos discriminatorios”.
Ni lentos ni perezosos, el misógino cura Sauro Ceccarelli y Alfonso Mosquera (flamante secretario de Seguridad) hicieron circular varias versiones en notas tendenciosas: una contribución a la Guerra Santa de los antiderechos para victimizar a los verdaderos violentos. Los titulares de algunos medios hegemónicos resaltaban: “Mujeres pro Abortistas interrumpieron una misa en Córdoba” (Radio Cadena 3). “Escándalo en los capuchinos – un grupo de mujeres a favor del aborto interrumpió la misa” (Diario La Voz). Luego, la Iglesia emitió un comunicado del Azorbispo de Córdoba, Carlos Ñáñez, que acusa a “un grupo de mujeres que irrumpió y agredió a la comunidad de la Iglesia”; al finalizar, el texto repudia los hechos de “violencia” y entre sus dichos resaltan “vale toda vida”. Resulta evidente que para estos reaccionarios, vale toda vida menos las de los mapuches perseguidos, encerrados y asesinados en el sur de nuestro país. También queda clarísimo que la fuerza del movimiento de mujeres los aterra; es imposible encontrar otra explicación, si no, al hecho de que mintiera tan descaradamente sobre las consignas de la movilización.
Mientras Mosquera, funcional al discurso de los antiderechos, viralizaba un relato que nada tuvo que ver con el hecho en sí, declaraba: “Inmediatamente me constituí en la Sede Religiosa y procedí a tomar contacto con el Presbítero Sauro Ceccarelli a quien Institucionalmente le fue ofrecido y dispuesto servicio policial de resguardo y protección. ¡La Paz social de los Cordobeses es y será inquebrantable!”. Más tarde, al quedar en evidencia su mentira, dijo que “Es evidente que hay un clima enrarecido en torno al debate parlamentario. El Gobierno provincial ha hecho de la tolerancia un culto y una política de Estado. Entonces, pondrá todos los medios para que las distintas posiciones en debate se expresen en un marco de convivencia pacífica, por la paz social de los cordobeses y dando todas las garantías”. Mosquera habla de dar los debates en paz, pero criminalizó a las y los compañeros que se movilizaron, puso a la Policía para proteger los intereses de la Iglesia genocida y difundió las declaraciones amenazadoras contra el derecho a la protesta social. Al mismo tiempo, atacó la lucha de las mujeres y los cuerpos gestantes por el derecho a decidir sobre nuestro propio cuerpo. Puesto que este gobierno es absolutamente ajeno al sufrimiento del pueblo y opta por garantizar todo tipo de ajuste con el Gobierno Nacional contra los de abajo y ordena a sus representantes, como lo hizo en diputados, votar en contra de la legalización del aborto, condenando a la muerte a cientos de mujeres al año.
Cada vez dejan más en claro que, con este Juego sucio, la Iglesia, el Gobierno y todos los sectores que se dicen pro-vida están llevando adelante una campaña para desprestigiar nuestra lucha por la legalización del Aborto, que ya gano en las calles el apoyo de la mayoría de la sociedad.
Las Rojas – Córdoba hacemos responsables al gobierno Nacional y Provincial de los hechos de violencia, que fueron perpetrados por estos fanáticos religiosos y la Policía. La lucha por el aborto legal continúa en las calles; todavía tenemos que arrancarle al Senado la legalización. Redoblemos nuestras fuerzas para conquistar este derecho y para conseguir la separación de la Iglesia y el Estado ¡Las mujeres a luchar y los curas a laburar!