por Héctor “Chino” Heberling
Salimos en tres micros prácticamente llenos desde el edificio de la Av. Belgrano, cuando eran más o menos las 15,30 hs. el chofer enfiló hacia el objetivo: la Quinta Presidencial en la localidad de Olivos donde a partir de las 18 hs. el Presidente brindaría una conferencia de prensa.
La movida se organizó con cierto sigilo (para evitar que preparen un operativo de seguridad), durante el viaje aunque estaba todo tranquilo, se dejaba notar una cierta “electricidad”. Es que después de todo se iba a realizar una protesta en las mismas narices del poder, acción que venía siendo reclamada por sectores de base. La movida iba a tener un fuerte impacto mediático ya que desnudaba una contradicción imposible de tapar: el hecho de que en una conferencia de prensa del presidente de la Argentina estaba prohibida la entrada de su propia Agencia estatal de noticias Télam.
Al poco tiempo de partir se largó una lluvia bastante fuerte, todas y todos pedíamos que al llegar parara. Aunque al bajar seguía cayendo agua en ningún momento fue impedimento para que se aplacara la bronca y las ganas de protestar contra la injusticia que significan los 357 despidos.
Enseguida se armó la batucada y los cánticos brotaron de las gargantas. Distintas generaciones se fusionaron en un solo grito contra los verdugos de Lombardi y Pouzá, se agitaron las banderas del SIPREBA y los cartelitos que exigían la reincorporación de las compañeras y compañeros.
La concentración que había crecido con compañeros que fueron por su cuenta y la llegada del SITRAPREN, se transformó (en mi opinión) en la acción más importante realizada en lo que va del conflicto, porque de hecho adquirió un fuerte contenido político. Si bien en ningún momento se cantó contra Macri, la sola presencia de más de 300 trabajadores de Télam que reclamaban por sus puestos de trabajo y la reapertura de la empresa, demostraban a todo el mundo que la solución del problema estaba en manos del señor que actualmente duerme en la residencia presidencial.
En la previa a la conferencia, rompiendo con el protocolo, decenas de periodistas y fotógrafos que cubrían el evento, se agolparon en el hall de entrada y registraron la protesta informando a las “redes” de la presencia de los despedidos de Télam. Adentro el presidente se limitó a repetir el discurso ajustador y antiobrero que lo caracteriza, aunque había cero expectativa por ese lado, su opinión sobre Télam importaba, y no dejó lugar a dudas: justificó el despido de los 357 compañeras y compañeros con la mentirosa “superpoblación” de personal, que obvio hay que eliminar sin contemplaciones. El mal momento político que atraviesa lo hizo guardar las expresiones más gorilas de Cambiemos como “ñoquis o la grasa militante”.
A partir de ahora el conflicto entra en otra etapa, quedó claro que el gobierno no tiene intenciones de dar marcha atrás, al contrario pretende producir “nuevas” Télam contra los estatales. Es hora de profundizar las medidas de lucha, y orientarlas claramente contra Macri y su ajuste, aprovechando el mayoritario rechazo que tiene entre la población.
Hasta ahora la orientación de transitar el conflicto por la superestructura parlamentaria, judicial y mediática ha producido pocos avances positivos. Sin dejar de lado esos caminos, hay que “bajar el conflicto a tierra”, en realidad se trata de poner en marcha un conflicto más tradicional donde sin desconocer la espeficidad de que son trabajadores de prensa, deben tomar en cuenta que su pertenencia concreta los hermana con los estatales. Es ahí donde hay que buscar aliados y compañeros para luchar todos unidos, lo que las cúpulas sindicales no hacen porque esperan el 2019 hay que impulsarlo por abajo, hay que juntar a Télam con el Hospital Posadas, con el INTI, con los mineros de Río Turbio, y todos los estatales que van a ser atacados para marchar al Ministerio de Modernización, la “Gestapo” de Macri para frenar la persecución sindical e ideológica y reincorporar a todos los despedidos.