por Ana Clío
El Ministerio de Trabajo, a manos de Jorge Triaca, multó al gremio de Camioneros con una desopilante multa de 810 millones de pesos. La supuesta causa de la sanción es que el sindicato que dirige Hugo Moyano no habría acatado una “conciliación obligatoria” dictada el 26 de diciembre del año pasado.
El ministro de Trabajo se ampara en la ley 25.212, que impide cualquier medidad de fuerza por parte de un sindicato durante el plazo que fija una conciliación obligatoria dictada por la cartera laboral. Pero ocurre que los trabajadores de este gremio no estaban enterados de la existencia de la conciliación obligatoria. De no registrase el pago, se embargará al sindicato.
Por su parte, el hijo mayor del ex jefe de la CGT planteó que la suma de la apelación está fijada en base a todos los afiliados al gremio; y no a partir de las inspecciones hechas en los lugares de trabajo, los días en los que tuvo lugar la medida de fuerza con la que se habría violado dicha conciliación.
El gobierno evalúa otra sanción, usando como excusa el paro paro de Camioneros en reclamo del 27% de aumento paritario ya que, al parecer, en ese momento estaba vigente otra conciliación obligatoria dictada el 5 de junio.
Pese a los intereses que nos separan de la burocracia sindical, pese a que Moyano no hace más que posar de combativo una vez por año, es imposible no repudiar este hecho. Porque implica un ataque puro y duro a la organización gremial de la clase trabajadora y porque atenta contra el elemental derecho a huelga.
Esta medida se suma a las agresiones sistemáticas a los trabajadores que se manifiestan y salen a las calles contra un Gobierno directo de los empresarios, que ahora tiene el tupé de decir que “acá no hay espacio para la impunidad, ni para que ninguno se pueda llevar las cosas por delante” como dijo el negrero de Triaca, después de que saliera a la luz que el señor tenia a su empleada de confianza en negro y que la maltrataba con sus palabras constantemente. Parece que cuando dice “acá no hay espacio”, él mismo se encontraría corporalmente fuera de ese “acá” (que vaya uno a saber dónde queda); y que cuando afirma que “ninguno” se puede llevar las cosas por delante, ni él ni ningún otro funcionario macrista es parte de ese pronombre indefinido, porque es bien sabido que son un grupo de delincuentes de guante blanco que goza de la más absoluta impunidad.