Por José Luis Rojo[1]
Por José Luis Rojo[1]
El conflicto de Gestamp no sólo alcanza repercusión nacional, si no que también representa una prueba para las organizaciones de la izquierda clasista. Aquí haremos varios señalamientos sobre su actuación a lo largo de la lucha, que profundiza desarrollos políticos anteriores y revela otros nuevos.
La crisis del electoralismo
Arranquemos por el PO, cuya desubicación es completa. Parece que el PO ha elegido quedarse al margen de la experiencia real que se está sustanciando desde abajo de emergencia de una nueva generación obrera. Es realmente incomprensible para una organización socialista revolucionaria. Porque el PO no es parte realmente, desde adentro, de las principales luchas que está protagonizando esta nueva generación en el último período; Gestamp sólo es el ejemplo más dramático de lo que estamos señalando.
Junto con el problema de proponerle a su militancia, como experiencia colectiva, sólo la vía electoral en vez de privilegiar como terreno principal de su formación las luchas obreras, está el marco general con el cual el PO actúa en la realidad.
Para el PO el camino de “ascenso de la izquierda” pasa por las elecciones, que hacia el 2015 serían una suerte de lecho de rosas. Parecen perder de vista que incluso el resultado electoral del voto a la izquierda no será el mismo si el ajuste pasa o no. Pero más allá del evidente electoralismo en su orientación, de su incapacidad de poner en el centro de su actividad la lucha efectiva contra el ajuste K, está el problema de cómo puede concebir el PO ese “ascenso de la izquierda” y su transformación en una fuerza orgánica por fuera de la experiencia real de la nueva vanguardia obrera que emerge, de sus luchas y vicisitudes, sus triunfos y derrotas.
Parte de esto mismo es que el PO no pareció esforzarse demasiado en que los compañeros de la ejecutiva del SUTNA San Fernando, hoy influenciados por ellos, se jugaran de manera consecuente por la lucha de Gestamp, la más importante lucha obrera de los últimos años.
El PO tiene la principal representación parlamentaria y es en estos momentos el partido de la izquierda clasista con mayor proyección mediática. Pero haría mal si creyera que esto le va a resolver lo que ya es una inercia dramática en esta organización: su exterioridad de las luchas reales, de carne y hueso, que está protagonizando la clase obrera. Más precisamente, en el proletariado industrial, donde está madurando un proceso de recomposición que puede ser histórico y cuyo valor estratégico no es equiparable ni con un millón de votos, por más importancia táctica que tengan.
Perdiendo la brújula
A diferencia del PO, el PTS sí está teniendo una intervención en el conflicto de Gestamp. Sin embargo, a esta organización se la ve cada vez más desorientada políticamente y en una espiral de crisis. Arrancó el año poniendo el centro en la pelea democrática por los compañeros de Las Heras –muy importante en sí misma– perdiendo completamente de vista que el eje no podía ser otro que la pelea contra el ajuste K. Pelea que no era meramente “económica” (como afirmaron mil veces), sino la principal pelea política en el país y cuyo punto más alto en estos momentos es la lucha de los compañeros de Gestamp. Pero a esta desubicación política general los compañeros del PTS le suman un conjunto de errores y malentendidos en la pelea en Gestamp.
El PTS tiene verdaderas inercias y problemas orgánicos que se les agigantan cada día de pasa. Uno es su inveterado sindicalismo por el cual siguen a la rastra los peores prejuicios antipoliticos de la base y el activismo, llegando a ridiculizar la necesidad de elevar las luchas cotidianas a una pelea de conjunto contra el gobierno.
Esto se pudo ver, claramente, en el reciente encuentro regional en zona norte, donde el PTS trató de hacerse fuerte en el desconocimiento de la importancia de esta elevación política, parte del ABC del leninismo. Porque si bien es necesario partir del nivel político y las elementales reivindicaciones de los trabajadores, so pena de ser una secta propagandista, otra cosa muy distinta es adaptarse a, e incluso llegar a idealizar, esa falta de desarrollo en la conciencia obrera, en vez de plantear una tensión política en el sentido de su progreso.
Pero al sindicalismo antipolítico el PTS le agrega un rasgo nuevamente expresado en la lucha de Gestamp, el cretinismo legalista con que afronta los conflictos. Desde ya que no hay manera de enfrentar los conflictos obreros sin abogados. Las leyes laborales están demasiado insertas en las relaciones obrero-patronales para desconocerlas infantilmente. No comulgamos con las posiciones “izquierdistas” que pretenden desconocer esta realidad de nuestra clase.
Pero otra cosa muy distinta es queel PTS se adapta pasivamente a ese legalismo de nuestra clase y se transforma en una organización que ha hecho profesión de fe contra que el activismo y la vanguardia se esfuercen por pelear desde adentro de las plantas y no desde afuera, avanzando, cuando no hay otra alternativa, en la ocupación de la fábrica.
El PTS, reiteradas veces, se ha pronunciado en contra de esto, como en el conflicto de Kraft. Y en el caso de Gestamp, el PTS se las arregló para maniobrar y dilatar la decisión que tenía tomada la mayoría del colectivo de los trabajadores, de intentar entrar a la planta para pelear desde allí por ganar a la base de la fábrica controlada con puño de hierro por la burocracia del SMATA.
El argumento que ensayan ahora de que sólo querían “una mejor preparación” ya lo hemos rebatido en términos generales en el editorial. Sólo insistiremos en que en la lucha de clases en general, y en un conflicto obrero en particular, los tiempos no los manejamos los trabajadores, sino que las más de las veces se nos imponen. Y si se desaprovecha o deja pasar una oportunidad, la posibilidad de lograr los objetivos se pierde.
El cáncer del cretinismo legal se acentúa cuando la lucha de clases se radicaliza. Es necesario no pasarse de rosca, desde ya, pero sí ayudar a la vanguardia y a nuestra clase a entender y avanzar en la recuperación de los métodos históricos de lucha para estar a la altura de las circunstancias.
Construyéndonos junto a nuestra clase
Con respecto a nuestra política en Gestamp, es pública y está en nuestros periódicos anteriores y esta edición.
Pero queremos detenernos aquí en las decisiones de orientación estratégica que tomamos en nuestra construcción y que tienen que ver con la incipiente extensión de nuestro trabajo obrero.
Nuestro partido se fundó hace poco más de una década teniendo que hacer una acumulación prácticamente desde cero. Para toda corriente que quiera tener futuro, esto exigió un vuelco a la juventud estudiantil, pero no sólo para interpelarla como tal sino para ganarla para armar su vida en relación con la revolución y el partido, para transformarse en el pilar de un partido jugado a la clase obrera.
Así es que pese a todos los límites y tironeados por miles de tareas (como la legalidad nacional, que estamos a un paso de conseguir), nuestro partido empezó a estructurar jóvenes en el movimiento obrero, jerarquizando en su momento el neumático, donde nuestro partido aportó y sigue aportando a su riqueza y sus mejores experiencias como la rebelión contra Wasiejko en FATE, el intento de traspasar los límites de cada planta y la relación con Pirelli durante el histórico conflicto de 2008 y la enorme y exitosa pelea por el reingreso de Maxi Cisneros a Firestone, entre otras.
Pero una vez que comenzamos a hacer pie en neumático (más allá de las idas y venidas y los distintos avatares), en nuestros congresos y conferencias comenzamos a planificar un vuelco a los gremios más estratégicos como el SMATA y la UOM, aunque no diera resultados inmediatos. Y aunque en el medio nos dijeran pavadas como que somos “estudiantilistas” por buscar todo el tiempo esta fusión en la experiencia entre la nueva generación partidaria estudiantil y las perspectivas de hacer pie en lo más granado de la nueva generación obrera.
Porque al mismo tiempo, y mientras maduran nuestros planes de estructuración obrera, la tarea de toda organización que se precie de revolucionaria es poner a toda su juventud de lleno al vuelco de las luchas obreras como la mejor escuela para un revolucionario. La experiencia colectiva que hizo la vanguardia de Gestamp y los jóvenes del Nuevo MAS es de tan inmenso valor que los propios compañeros despedidos se encargan de señalarla y no puede ser más que motivo de orgullo para nuestra juventud y partido.
Hacia un salto constructivo
El Nuevo MAS está creciendo y está a prueba. Hace a la grandeza de un partido tener pilares sólidos y una política revolucionaria orientada, en términos generales, de manera correcta y puesta al servicio de las necesidades y luchas de nuestra clase.
Desde ahí se mide el futuro estratégico de una organización. Y el Nuevo MAS, consciente de que se nos presentan más desafíos y, por ende, más obligaciones y tensiones nuevas, se prepara con todas sus fuerzas, con sus energías concentradas, con toda seriedad y sin autoproclamación, tan común a las sectas, para dar un salto constructivo con el fortalecimiento de su experiencia en la recomposición obrera a partir de las enseñanzas y aprendizajes de la lucha de Gestamp.
¡Te invitamos a hacer esta experiencia junto con nuestro partido!
[1] Con la colaboración de Ariel Orbuch.