Compartir el post "Entre la huelga docente y el gobierno de Solís: elementos para la comprensión de la situación política"
Finalizada la segunda ronda electoral donde Luis Guillermo Solís obtuvo un holgado triunfo con 1.300.000 votos, se instaló un ambiente de “luna de miel” con el nuevo presidente que presagiaba extenderse durante los primeros meses de su mandato, sobre todo dentro de sectores de las capas medias urbanas que veían en Solís un cambio con relación a los gobiernos neoliberales de Liberación Nacional (PLN) y la Unidad Social Cristiana (PUSC). A esto se sumó en coro la prensa burguesa, la cual desarrolló una empalagosa campaña mediática que sobredimensionaba cualquier “gesto” que reflejara el “cambio” político de la administración Solís y el Partido Acción Ciudadana (PAC).
Pero, sin lugar a dudas, el estallido de la huelga docente trastornó por completo las coordenadas políticas nacionales y erosionó fuertemente el encantamiento con la administración Solís. En primer lugar, porque reintrodujo en la escena nacional los enormes problemas del régimen político y la capacidad de gobernabilidad de la burguesía en el país, dejando en claro que no era un problema exclusivo de la administración Chinchilla. En segundo lugar, porque esta lucha metabolizó una primera experiencia política de un sector de la clase trabajadora con el gobierno de Solís, desnudando su carácter burgués y explotador.
Así las cosas, la huelga docente es necesario visualizarla más allá del plano sindical, pues como proceso de lucha sintetizó muchos elementos novedosos de la situación política nacional (1).
Una primera experiencia política con la administración Solís
La huelga docente tuvo entre sus principales particularidades que se desarrolló en medio de una transición de gobiernos, pues inició el 05 de mayo (a falta de tres días para que finalizara el gobierno de Laura Chinchilla) y finalizó el 02 de junio. Esto no es común y solamente tenemos una referencia histórica de un caso similar, que fue la gran huelga médica de 1982 (del 27 de abril al 06 de junio) que inició durante el gobierno de Rodrigo Carazo y se prolongó hasta la administración de Luis Alberto Monge.
De esta forma, la administración de Luis Guillermo Solís arrancó labores con una gran lucha en curso. Ciertamente durante los primeros días prevaleció un discurso de que la huelga era “herencia” del gobierno de Laura Chinchilla, algo que fue fomentado también por las dirigencias sindicales magisteriales que, haciendo eco de la “luna de miel” con el nuevo gobierno, levantaron falsas expectativas en torno al gobierno de Solís que presentaron ante las bases sindicales como un “aliado” de la huelga y que iba a solucionar el conflicto. A tal grado llegó la confianza depositada en el nuevo gobierno del PAC, que el sindicato APSE invitó a la ministra de educación Sonia Marta Mora, a una de sus reuniones de presidentes de bases días antes de que esta asumiera labores oficialmente, donde fue tratada como una “colega” por la dirigencia del sindicato.
Lo cierto del caso es que con el paso de los días y dado que los problemas de pago que originaron el conflicto prosiguieron, la huelga terminó por posicionarse como una lucha directamente contra el gobierno de LGS. Esto se profundizó aún más con las provocaciones del presidente Solís contra la huelga, donde calificó a los huelguistas como poco patrióticas, intransigentes y luego amenazó con aplicarles rebajas salariales a partir del lunes 02 de junio.
La suma de todo devino en una primera experiencia política de un sector de la clase trabajadora con el gobierno de Solís, de la cual podemos extraer varias conclusiones centrales. Primero, la huelga sacó a relucir los enormes problemas que arrastra el régimen político del país. La crisis con la plataforma de pagos “Integra 2” no es un problema de carácter exclusivamente técnico, antes que todo es un reflejo del colapso del Ministerio de Educación Pública (MEP), una de las principales instituciones del Estado burgués costarricense, la cual de forma histórica se demuestra como un patrón incapaz de garantizar el pago completo y oportuno de los salarios y es un “botín político” del aparato clientelar del PLN.
Esto explica que se desarrollara una huelga docente nacional justamente en una coyuntura de traspaso de poderes, cuando la experiencia histórica confirma que durante los períodos de transición entre gobiernos impera una no declarada “tregua social”, que no es otra cosa que la suma de expectativas que los sectores explotados y oprimidos depositan ingenuamente en los nuevos gobiernos burgueses, con la finalidad de medir directamente si va a ser un “buen” o “mal” gobierno. Este patrón de comportamiento político se rompió ante la crisis de pagos en el MEP, lo cual impulsó el desarrollo de esta enorme huelga docente ante el “derrumbe de las expectativas” entre las decenas de miles de docentes, que vieron como durante cerca de cuatro meses su patrón no les garantizó un pago completo y oportuno del salario por el trabajo realizado.
Esto nos remite a un segundo aspecto por destacar de la huelga: potenció una ruptura parcial con el gobierno de Solís de un sector del magisterio nacional, que de forma mayoritaria votó por el PAC en la segunda ronda. La persistencia de los problemas de pago y las posturas cada vez más hostiles del presidente Solís hacia la huelga, terminaron por desnudar el carácter burgués de su gobierno. De esta forma, Solís pasó de ser un “aliado” de la huelga días antes de asumir la presidencia, a convertirse en el presidente que amenazó con ilegalizarla y aplicar sanciones salariales contra los educadores y educadoras en lucha.
Finalmente, una tercera conclusión política que legó la huelga es que a pesar de que dentro del PAC persiste una contradicción entre sectores que se identifican como anti-neoliberales y otros abiertamente identificados con las tesis del libre comercio, en los hechos el gobierno de Solís continuará administrando el mismo estado burgués neoliberal que dejó el PLN. Esto explica la insistente defensa del actual gobierno de la plataforma de pagos “Integra 2”, pues es el sistema operativo para implementar el sistema de salario único en un futuro. De ahí que no resulten extrañas las declaraciones del Ministro de la Presidencia Melvin Jiménez, quien aseguró que esperan impulsar una ley de salario único en los próximos dos años (¡la misma política salarial que defiende el PLN!), en lo cual ya está trabajando el también diputado oficialista Ottón Solís. Esto es importante anotarlo, pues si bien desde el punto de vista político claramente Solís encabeza un gobierno burgués, desde el punto de vista físico su gabinete se compone mayoritariamente de miembros de la academia universitaria (e incorpora a otros abiertamente neoliberales), lo cual potenciaba la visión de su gobierno como un “cambio” y era parte del dispositivo político del PAC para ganarse la confianza de amplios sectores de masas con el capital político de las universidades.
La huelga docente expuso de forma prematura todas las incapacidades de la actual administración de Solís para gobernar, dejando en claro que no bastan con los gestos simbólicos (como ir a “saludar” los vecinos de la Casa Presidencial) y 1.300.000 votos para solucionar la huelga y administrar el Estado burgués. Esto es un aspecto que erosiona significativamente la “luna de miel” entre amplios sectores sociales con el gobierno del PAC y, más importante aún, dio más claridad sobre el carácter burgués y neoliberal del gobierno del PAC.
Lo anterior es una demostración en tiempo real de lo educativa que es la lucha de clases, pues los sectores explotados y oprimidos construyen sus conocimientos políticos al calor de sus propias peleas, donde se reconocen en tanto sujetos políticos e identifican a sus enemigos de clase. Esto mismo exponía Trotsky en Revolución y fascismo en Alemania, cuando señalaba que “el proletariado no conquista su conciencia de clase pasando de grado como los escolares, sino a través de la lucha de clases ininterrumpida”.
La huelga docente y el ciclo de luchas
La huelga docente presentó una serie de elementos novedosos dentro del ciclo de luchas sociales que atraviesa el país desde el 2010. Un primer aspecto por señalar es el mayor peso o centralidad de la clase trabajadora en los últimos procesos de lucha social, algo palpable desde la huelga de los trabajadores y trabajadoras del PAIS en noviembre del 2013.
Esto se constató con la imponente movilización docente realizada el pasado 07 de mayo, la cual reunió en San José a más de 50 mil educadores y educadoras, convirtiéndose en una de las más grandes marchas de los últimos quince años. Esta movilización solamente es comparable con algunas de las principales concentraciones que hubo durante el proceso de lucha contra el Combo ICE y el TLC, aunque en estos casos fueron luchas más “populares” por la presencia de diversos sectores sindicales, estudiantiles, pequeños propietarios y, en algunos casos, hasta de sectores de empresarios (por ejemplo durante el TLC con el ala encabezada por el PAC y rupturas del PLN).
Otro avance político es que la huelga docente se articuló alrededor de una reivindicación general concreta, muy diferente a otras movilizaciones o jornadas de lucha nacional, donde las dirigencias sindicales convocaban con el argumento de estar preparando la “madre de todas las huelgas”, pero sin definir un solo eje reivindicativo. Quizá el mayor ejemplo de esto fue la jornada de bloqueos del 25 de junio de 2013, donde se realizaron 27 cortes de ruta en todo el territorio nacional, pero no existía un solo pliego petitorio. En este sentido, la actual huelga docente introdujo una mayor centralidad y coherencia política al ciclo de luchas, en torno a una reivindicación específica que atañe a un sector de la clase trabajadora.
Por otra parte, la huelga docente introdujo un verdadero debate político nacional alrededor de la posibilidad de que otras organizaciones sindicales se solidarizan efectivamente con los educadores y educadoras mediante la convocatoria a una huelga unitaria para el viernes 23 de mayo. Esto dejó abierto un escenario donde la lucha podía convertirse en algo más que una huelga docente, aunque sin llegar a transformarse en una huelga general propiamente dicho. En todo caso, instaló un debate en el cual todas las figuras e instituciones políticas de la burguesía cerraron filas en oposición a la huelga docente: partido burgueses, Iglesia Católica, Defensoría de los Habitantes, e incluso el burócrata sindical Albino Vargas. En este sentido, la huelga docente generó una mayor delimitación social y política del país al calor de una lucha en curso.
Finalmente, a pesar de todos estos avances políticos que planteó la huelga docente dentro del ciclo de luchas, de conjunto persiste un límite estratégico que aún no se resuelve: el papel de dique de contención que juegan las burocracias sindicales en los procesos de lucha. Es importante señalar que esta huelga se originó en un movimiento espontáneo de algunos colegios (en lo cual tuvimos incidencia directa desde los docentes del NPS) y, debido a la enorme presión desde las bases las dirigencias sindicales se vieron en la necesidad de llamar a la huelga magisterial desde el 05 de mayo. A pesar de esto, rápidamente las dirigencias sindicales magisteriales encuadraron burocráticamente la lucha (ver artículo de balance de huelga en esta edición) y cerraron los espacios a cualquier iniciativa independiente o crítica a la conducción del “Comando de Huelga”.
Las tareas políticas luego de la huelga docente
La huelga docente introdujo cambios en la situación política nacional y, más allá del resultado inmediato de esta lucha, lo cierto del caso es que erosionó la “luna de miel” del gobierno de Luis Guillermo Solís y plantea una serie de desafíos para las organizaciones sindicales y del movimiento social en general.
Invitamos a los lectores y lectoras de nuestro periódico para que se sumen a realizar una experiencia militante con el NPS, con el objetivo de construir una organización que lucha consecuentemente por el aborto legal, el matrimonio igualitario y la organización de la clase obrera.
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