Después de dos meses y medio de juicio, el jueves 17 de julio se dictala sentencia del cuádruple femicidio de La Plata. Juicio en el que participaron más de 100 testigos e innumerables pruebas, algunas que se opusieron o contradijeron entre sí, que no dejaron la total certeza de qué sucedió esa terrorífica noche, pero que dejaron claro que una vez más la violencia de género dejó una escalofriante huella en la historia de la vida de las mujeres. Cuatro brutales femicidios. Las Rojas nos estaremos movilizando ese mismo día, y llamamos a todas las organizaciones y a la población para que los femicidas tengan una condena ejemplar.
Cuatros mujeres muertas de la manera que fueron asesinadas, los testimonios de las amigas y familiares de una de las víctimas y que una de ellas sufría violencia y persecución por parte de su pareja, nos hicieron pensar inmediatamente de que se trataba de un femicidio. Los relatos de los testigos y las pruebas comprobaron lo que el movimiento de mujeres siempre sabe, pero la justicia, el gobierno y los medios de comunicación siempre ponen en cuestión: los femicidios, los asesinatos a mujeres.
Bárbara, quien era pareja del imputado, pero en libertad, Martínez, tiene el triple de puñaladas que el resto, la mayoría de ellas después de muerta. Era Bárbara quien recibía quince llamadas por días de Martínez controlándola. Fue Bárbara quien dos sábados antes del fatídico día, fue perseguida y acosada por su pareja por salir con sus compañeros de trabajo, llegando al colmo de vigilarla en la puerta del bar en el que se encontraba y mandarle mensajes machistas de porqué su jefe la llevó hasta su casa. Fueron testimonios de sus amigas los que dieron cuenta de todo esto. Y por otro lado fue el propio Martínez quien declaró que a Bárbara la tenía como una madre y que por eso habituaba casa de citas, en las que las mujeres no se comportan como una madre y hacen los que los tipos quieren. Si sos mujer sos puta o sos madre. Para no desentonar con la justicia patriarcal, el abogado defensor del femicida llevó peritos psiquiatras que planteaban que “la celopatía es algo normal” y consumir prostitución también. Las Rojas decimos que son normales en una sociedad capitalista patriarcal, en la que también es normal que los crímenes de género queden impunes. ¿Y dónde estuvo Martínez esa noche? Otro de los argumentos que se demostraron es que Martínez no estaba en su casa ese día, como él declara. No sólo están las declaraciones de Tagliaferro, el remisero que llevó a Marisol a la casa, la cuarta víctima, quien ve a Martínez cuando éste abre la puerta. También declaró otra testigo, que, como parte de la “normalidad” patriarcal, su hija también fue asesinada por su pareja; ella es quien asegura haberlo visto llegar a Martínez a la madrugada a su casa. A su vez las antenas telefónicas indican que el celular estaba en movimiento esa noche, lo captaron en tres puntos diferentes y distantes de la ciudad, no en su casa. Esa misma noche Martínez le mandó un mensaje a Bárbara “otro sábado que me dejas solo, ya no me vas a mandar más mensajes”. Qué casualidad que dos sábados antes la persigue y justo ese sábado que ella iba a salir con amigas, se queda tranquilito en su casa viendo una película. Adentrándonos en cuestiones más científicas, están los testimonios de peritos que defienden que es imposible que un cuádruple asesinato en tan poco tiempo y casi sin resistencia de las víctimas lo llevara adelante una sola persona. Y si hubiera sido Quiroga solo el asesino, persiste una pregunta: ¿Por qué atendió el timbre que luego le dio muerte a la cuarta víctima: la amiga, Marisol, siendo que para el momento en que ella llega, ya estaban todas muertas? Es claro que a Martínez le dio curiosidad con quién lo iba a “engañar” esa noche Bárbara.
Esto que parece un relato novelesco es la realidad que sufrimos las mujeres cotidianamente. Cada 30 hs. asesinan a una mujer a causa de violencia de género. Que la justicia y el gobierno, ante los casos así, siempre duden de las mujeres, demuestra que hay una intencionalidad. Frente a los casos de violación, los violadores quedan impunes, pero si una mujer violada decide abortar, como en el caso reciente de Jujuy, enseguida va presa. En La Plata, también está el caso de Mariana Condori, en el que la justicia dice que se ahorcó, pero donde hay bastas pruebas que demuestran que ella discutía con su ex, Maldonado, quien la golpeaba sistemáticamente; no obstante, el “chancho” Maldonado está preso por el robo de un celular. Con las mujeres no dudan, las condenan inmediatamente. Por eso para esta justicia, si no está el ADN, significa que no hizo nada. ADN que se peritó con serias irregularidades. ¡Faltaría que pidan un video del hecho, o que exista algún testigo que haya logrado salir con vida de ahí!
Las irregularidades, también comprobadas en el caso, en el que la policía científica no relevó ni investigó bien el lugar (a dos años, recién ahora se encontró un diente). De hecho, no encontrar ADN de nada de Martínez es ya bastante raro, siendo que la noche anterior había dormido ahí y pernoctaba en lo de Bárbara por lo menos tres veces por semana cuando no cinco. Lo real es que los crímenes de género, los femicidios, no se juzgan a favor de las mujeres. Las Rojas nos preguntamos: ¿cuál sería el móvil de Quiroga de matar a cuatro mujeres con cientos de puñaladas, dejar huellas por todos lados y todo sin llevarse ni un peso? Pero para la justicia y el gobierno parece no importarle eso.
Por todo esto, sólo la movilización de cientos de mujeres, de las organizaciones y los familiares es la única garantía de que se haga justicia por Micaela, Bárbara, Susana y Marisol. Y que semejante crimen de trascendencia nacional no quede impune y los femicidas vayan presos. Una condena ejemplar sentaría un precedente de gran importancia para el resto de los casos y asustaría a más de una femicida que anda suelto.
Las Rojas