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“Estamos viendo una aceleración inflacionaria a la que, muy posiblemente, la aceleración de la pauta devaluatoria le esté agregando presión. Eso, a su vez, hará más complicadas las próximas paritarias. Es una dinámica muy compleja, más si no se hace el esfuerzo de cortarla (…) con un tratamiento de shock, lo que supondrá estar dispuestos a pagar elevados costos políticos y sociales.” (Eduardo Curia, La Nación, martes 24 de diciembre de 2013)
Inflación, cortes de luz, ascenso de Milani, absolución para De la Rúa. Aunque el momento de crisis política que supuso el planteo policial y los saqueos en el interior se hicieron a un lado, el termómetro del año parece que no termina de bajar, y no solo por la ola de calor. La economía, jalonada por la inflación y la perdida de divisas del Banco Central, no deja de deteriorarse. Por su parte, cada novedad política no hace más que horadar las bases del relato K; a estas alturas se empiezan a evidenciar síntomas de que se están dando las condiciones para que se geste una crisis política general en 2014.
El gobierno está tras la búsqueda de la cuadratura del círculo, es decir, recomponer la ganancia capitalista, ajustar las cuentas del Estado y darle un garrotazo al salario obrero… sin que nadie se dé cuenta.
La cita de Eduardo Curia que encabeza este editorial da cuenta de este fenómeno. El economista del PJ prosigue de la siguiente manera: “la segunda mejor opción, es el gradualismo. Plantear metas fiscales, monetarias y cambiarias con tasas de interés algo más altas que la tasa de devaluación. Pero cuidado: para que sea viable tenés que hacer públicas las metas, comprometerte con ellas y mostrar cohesión y férrea decisión política. Porque si esto falla, espera el Señor Mercado. Y tomando en cuenta el natural fervor reclamacionista al estilo 75, si eso pasa, reeditaremos un Rodrigazo[1].” (Eduardo Curia, op. cit.). Es decir que si no se consigue aplicar el ajuste de una u otra manera, estamos ante las puertas de una crisis general. Pero las condiciones para aplicar un ajuste gradual e “indoloro” no cesan de desvanecerse.
La caja de Pandora de las paritarias
Los efectos del planteo policial y el aumento en los ingresos de las fuerzas represivas pusieron en jaque el plan de ajuste del gobierno. Como ya anticipamos en ediciones anteriores, el gobierno nacional se jugaba a tratar de superar la crisis económica que se está gestando a fuerza de caerles con todo el peso a los trabajadores. El mecanismo elegido para tal fin era simple: avanzar en una devaluación constante y sonante que permita acercar el dólar oficial a los guarismos del dólar “blue”; permitir un alza generalizada de precios que lleven la inflación interanual alrededor del 30%, y al mismo tiempo pautar con las burocracias sindicales una paritarias maniatadas que oscilen entre el 15 y el 18%.
Para este plan ya se había anotado, cuándo no, el arrastrado burócrata de la CTA oficial, Hugo Yaski, quien había pedido cerrar la paritaria docente, rapidito, en enero. Es decir, sacudir el salario de los maestros cuando las escuelas estaban cerradas. Y de paso imponer un techo a las paritarias del sector estatal. Pero todo este plan se fue al demonio, el aumento de entre el 50 y 100% a los represores hizo imposible a los burócratas firmar tal amasijo al bolsillo de los trabajadores, y por su parte el gobierno no tenía intenciones de abrir unas paritarias que podían devenir en una verdadera caja de Pandora que nadie sabe bien dónde podría terminar. Así que tanto unos como otros acordaron patear la pelota para adelante y no discutir salarios hasta marzo.
La función de tal postergación no se le escapa a nadie, aunque muchos prefieran callarla, pero en tal silencio nunca falta quien llama a las cosas por su nombre. En este caso fue el diputado “massista” José Ignacio de Mendiguren (otrora presidente de la UIA y aliado del kirchnerismo). En declaraciones públicas analizó los acuerdo de precios y el retraso de las paritarias en estos términos: [los acuerdos de precios son] “un hecho nuevo [que prepara] un clima para la discusión de las paritarias en marzo. Tuvimos un diciembre muy complicado, ha habido una recomposición salarial en sectores de seguridad que indudablemente ha impactado en el resto de la economía. […] Llegar a marzo en una situación como la de diciembre, no iba a ayudar a una negociación equilibrada”.
Esta postergación lejos de calmar las aguas, solo consigue patear el problema para más adelante, y en este marco entra la enorme responsabilidad de las centrales sindicales de preparar la huelga general, y de la izquierda revolucionaria de agitar en la base obrera para darle fuerza a este reclamo. Lamentablemente para este fin, los integrantes del FIT (PO-PTS) pareen seguir imbuidos en sus peleas internas y su oportunismo parlamentario. Mientras el PO, correctamente, fue parte de la marcha del 19 de diciembre por el salario, su orador en el acto, Néstor Pitrola, parece haberse “olvidado” de exigir un plan de lucha y la huelga general contra el ajuste K. Parecería que su acuerdo con el michelismo de la CTA lo hizo bajar una bandera. Por otro lado, los dirigentes del PTS lejos estuvieron de tener una postura más principista y correcta. El PTS no solo se olvidó de dar una lucha seria por la huelga general y contra el ajuste, sino que directamente se declaró prescindente ante el saqueo al bolsillo obrero.
Buenos Aires: “La ciudad sin luz”
Como si la inflación no fuera suficiente muestra de los límites de la Argentina K, las altas temperaturas de diciembre pusieron en evidencia, que la “déKada ganada” no sirvió ni para proveer de luz a la Ciudad capital y sus alrededores.
La crisis energética (que tratamos en nota aparte) está afectando a decenas de miles de personas que viven sin luz y sin agua el verano más caliente de los últimos 40 años. La bronca se expresa en escraches a Edenor y Edesur, en cortes de calle que se multiplican en más de 20 barrios de la capital, y en uno de ellos, encima, se ha producido un asesinato de un hombre de 40 años a manos de un policía de la Federal.
Pero el problema no se circunscribe solo a la Ciudad de Buenos Aires. En el conurbano bonaerense la bronca empieza a estallar, en los barrios ya comenzaron a cortar las autopistas y las vías de los ferrocarriles en protesta por la falta de luz. Esta situación evidencia el estado de verdadera decadencia de la infraestructura eléctrica. Y la hipocresía de los funcionarios del gobierno nacional, con De Vido y Capitanich a la cabeza, no tiene límites. Después de años en los que los cortes son moneda corriente, ahora se ponen a vociferar que podrían llegar a estatizar… mientras tanto, la luz no vuelve.
De la Rúa y Milani: cuando el relato se hace añicos
El clima de fin de ciclo se multiplica en todos los frentes y abona al deterioro del gobierno nacional. Como si los problemas estructurales de la Argentina no fueran suficientes para provocar el descontento, en la última semana se sucedieron dos escándalos en los otros poderes del Estado.
En la Justicia se vio la crónica de una estafa anunciada: el ex presidente Fernando de la Rúa, expulsado por la rebelión popular de 2001, quien ya había salido “limpio” de la responsabilidad por la masacre de la represión durante el Argentinazo, fue nuevamente absuelto, esta vez de la causa por coimas a los senadores para aprobar la Ley de Flexibilización Laboral, la famosa “ley Banelco”. La Justicia patronal se mantuvo fiel a su instinto de clase, no está en su espíritu sancionar a quien ha cumplido con su misión al frente del Estado burgués. Y en ese mismo sentido, el tribunal que absolvió a De la Rúa declaró además que no había existido ninguna coima, liberando de culpa y cargo no solo al ex presidente sino a todo el sistema político y relegalizando una norma que es uno de los pilares de la Argentina neoliberal y la explotación de los trabajadores.
Para completar las reminiscencias de los 90, el Senado de la nación fue protagonista de un mentís contra el “gobierno de los derechos humanos”. El ascenso de Milani a teniente general del Ejército fue un cachetazo en la cara de quienes compraron el discurso kirchnerista. Poco y nada importó acá que Milani estuviese siendo investigado por crímenes durante la dictadura y que los organismos de derechos humanos medianamente serios se hayan opuesto a su nombramiento. Que el mismísimo CELS, dirigido por un kirchnerista declarado como Horacio Verbitsky, haya denunciado al represor como jefe de un grupo de tareas. Que la Asociación Madres de Plaza de Mayo de La Rioja haya puesto el grito en el cielo… Nada importó, los senadores del kirchnerismo hicieron oídos sordos y levantaron impunemente la mano.
Nora Cortiñas, de Madres de Plaza de Mayo – Línea Fundadora, le puso título a la infamia: “Volvimos a la Obediencia Debida”.
Ante el avance de la crisis, preparemos la huelga general
El fin de ciclo del gobierno es una realidad indisimulable. A la crisis económica se le viene acumulando un profundo desgaste político del gobierno. La política de ajuste que se puso en marcha no tiene otra víctima que no sean los trabajadores y los sectores populares. En estas condiciones la izquierda revolucionaria y los luchadores tenemos que prepararnos para actuar en la crisis de manera que la misma no caiga sobre las espaldas de los trabajadores. La tarea de los revolucionarios en este contexto es volcarnos a apoyar todas las manifestaciones de lucha contra el ajuste, y pelear por preparar una huelga general.
[1] Recordemos para las generaciones más jóvenes que el «Rodrigazo”, ocurrido en 1975 bajo el gobierno de Isabel Perón, fue un ataque a los acuerdos salariales y condiciones de trabajo que conquistaron los trabajadores, que culminó en una enorme movilización obrera que obligó al gobierno de Isabel a dar marcha atrás y a la renuncia del ministro de Economía de entonces, Celestino Rodrigo: “El punto de apoyo del plan de Rodrigo estaba en limitar los salarios que, desde febrero, estaban en discusiones de paritarias. El gobierno planteó entonces la anulación de los convenios laborales a cambio de un aumento general de salarios del 40%. Los gremios como el SMATA, UOM, UOCRA y textiles, entre otros, habían logrado aumentos que superaban el 100%. Esto fue lo que provocó la explosión de los trabajadores, fundamentalmente del sector industrial”. Oscar Alba, SoB 06/07/06