Por Elías Saadi
Compartir el post "Iraq – ¿Nueva intervención militar del imperialismo yanqui?"
“Cada una de las instancias que condujeron al ascenso de Al-Baghdadi [líder del ISIS] respondió a la acción de EEUU en Irak: la mayoría de los cambios políticos que alimentaron su lucha o que condujeron a su encumbramiento son fruto de alguna acción norteamericana. Y ahora Al-Baghdadi forzó un nuevo capítulo de esa intervención, después de que los éxitos militares del ISIS y sus brutales matanzas impulsaron a Obama a ordenar ataques aéreos sobre Irak.” (Eric Schmitt y Tim Arango, The New York Times)
En los últimos días, se ha profundizado la crisis política y militar del Estado iraquí… si es que puede hablarse de que aún existe tal Estado. En ese contexto, el imperialismo yanqui vuelve a la intervención militar directa (en principio con bombardeos aéreos)… aunque fue su guerra de 1990 y sobre todo su invasión en el 2003 lo que llevó a Irak a esta situación.
El derrumbe en la barbarie, la fragmentación y las guerras etno-sectarias de todos contra todos tienen esa raíz, la intervención imperialista, encabezada por EEUU. Primero fue la de 1990, justificada por Bush padre como el medio para “liberar” el enclave petrolero de Kuwait del dominio iraquí. Luego, en el 2003, con Bush hijo, fue la invasión de todo el país para “liberar” a los iraquíes y llevarles la “democracia”. ¡Como bien decía Trotsky, Estados Unidos “siempre está liberando a alguien”!
Los resultados de la “liberación” de Iraq están hoy a la vista. El mundo se horroriza de la barbarie y las masacres desatadas por el ISIS, que además es una organización con apoyo y billonarias finanzas de origen impreciso… pero que apuntan, como señala una escritora iraquí, “a alguno de los países siguientes, o a todos ellos: Arabia Saudí, Qatar e Israel, sin olvidar Turquía”[[1]]… todos ellos asociados, de una u otra manera a Washington.
En Socialismo o Barbarie, ya publicamos un extenso análisis del ISIS. (Ver: “Avanza el extremismo islámico y colapsa el Estado sectario presidido por al-Maliki” y “¿Por qué un monstruo reaccionario como el ISIS logra este avance?”, por Ale Kur, Socialismo o Barbarie, 19/06/2014).
Dos meses después, el ISIS ha ido, desigualmente, avanzando. Pero este avance tiene rasgos peculiares. Más que por sus propias fuerzas, el progreso del ISIS pareciera más bien la ocupación de un “vacío” que deja el derrumbe del “Estado iraquí”, montado por el imperialismo yanqui al retirarse. En el montaje de ese Estado que hoy se desploma, también tuvo intervención una potencia regional –Irán–, que suele aparecer como “adversaria” del imperialismo yanqui, pero que ha colaborado estrechamente con él en varias ocasiones. Iraq ha sido, y vuelve a ser, una de ellas.
No se pueden entender ni el avance del ISIS (y de una decena de grupos armados menores, algunos de los cuales no sin islamistas) si no se tiene en cuenta estos antecedentes.
Al ocupar todo el territorio de Iraq en la guerra del 2003, EEUU comenzó a enfrentarse poco después con una decidida resistencia, que en algunos momentos lo puso al borde de la crisis. Amplios sectores, en vez de dar la bienvenida a la “democracia”, recibieron a tiros a las tropas de ocupación.
La respuesta, parcialmente exitosa de EEUU, fue la de reeditar un “clásico” de las ocupaciones coloniales: dividir para reinar. Es decir, incentivar los clivajes sectario-religiosos y/o étnicos. A su modo, el anterior régimen de Saddam Houssein, aunque se declaraba oficialmente “laico”, no había solucionado los problemas sectario-comunitarios. Y en muchos aspectos los había emporado, sobre todo en relación a la etnia kurda y al amplio sector de confesión chíita.
EEUU se dio la política de agudizar al máximo esas las divisiones etno-sectarias, una política también favorecida socialmente por la desaparición de parte de la clase obrera por cierre de industrias bajo la ocupación, la masacre de buena parte de la intelectualidad de tradiciones laicas, etc.
El resultado final de todo esto fue el estado y el régimen encabezado hasta ayer por Al-Maliki, que acaba de ser substituido (o más bien, destituido) en un semi-golpe palaciego, apadrinado conjuntamente por EEUU e Irán para recomponer algo que se parezca a un gobierno en Bagdad.
Este régimen construido durante la ocupación del imperialismo yanqui, se prologó después que en el 2011 EEUU retirase “oficialmente” sus tropas… pero dejando atrás a “contratistas” y otros elementos por el estilo.
Antes y después de esa retirada “oficial” de EEUU, no hubo bestialidad sectaria que no cometiese ese régimen construido bajo su tutela. En todo ese embrollo, Al-Maliki, un antiguo líder sectario chiíta tradicionalmente ligado a Irán, fue su figura clave.
Infinidad de veces se produjeron movilizaciones de protesta civiles, la mayoría inicialmente pacíficas, contra la opresión sectaria de ese régimen a la población sunnita y otras barbaridades. Todas fueron reprimidas del modo más sanguinario, sin que en EEUU, ni en la ONU, ni en Occidente en general, nadie se diese por enterado. Haifa Zangana, la escritora iraquí ya citada, recuerda las protestas estalladas en el 2012:
“Todo empezó con manifestaciones de unos cientos de personas tanto en Anbar como Nínive, en diciembre de 2012, al conocerse la noticia de las numerosas violaciones de mujeres detenidas a manos de las fuerzas de seguridad iraquíes, bajo el mando de Al-Maliki en su calidad de comandante en jefe.
“En pocos días las manifestaciones se convirtieron en un autentico movimiento de masas y en unas vigilias que duraron más de un año. La exigencia de liberar a 4.500 mujeres detenidas, muchas de ellas torturadas y violadas, fue ganando un enorme apoyo y empezó a aumentar gradualmente. Otras reivindicaciones se centraban en la liberación de los presos políticos, la abolición de la sección 4 de la ‘Ley sobre el Terrorismo’ que permite encarcelar a cualquier persona sin orden de detención y sin que comparezca ante la justicia, así como abolir o suspender la ‘Ley sobre Justicia y Responsabilidad’ que se ha utilizado para atacar a disidentes políticos a los que se califica de ‘baathistas’ [el antiguo partido nacionalista laico, que gobernaba antes de la invasión y ocupación de EEUU].
“La respuesta del régimen fue calificar a los y las manifestantes de ‘terroristas’ (el ISIS no había nacido todavía). Siguió una campaña de detenciones y asesinatos de los dirigentes de las vigilias pacíficas. En medio del silencio del mundo, cincuenta manifestantes fueron asesinados en Huweija, al norte de Iraq. Con cada detención, tortura o asesinato, con cada acto de humillación y marginación, disminuye la posibilidad de justicia. Esto fue llevando a la gente al borde de la locura…”(Haifa Zangana, cit.)
¿Es de extrañar que, ahora, al irrumpir el ISIS, todo un sector de la población de las regiones sunnitas le dé acogida o por lo menos no lo enfrente? ¿Y que, además, el aparato político y militar estructurado bajo la ocupación yanqui y responsable de tantos crímenes, huya desmoralizado? ¡Eran muy valientes, pero sólo para violar mujeres y asesinar manifestantes!
El más grave problema es que el ISIS, no es una alternativa “antiimperialista” ni mínimamente progresiva. En reemplazo de la barbarie sectaria del régimen de Al-Maliki, despliega otra barbarie sectaria igual o peor. La masacre de chiítas, de nestorianos y de minorías religiosas, por no convertirse al Islam sunnita, no puede ser una alternativa.
Como señala una declaración de la Federación de Consejos de Trabajadores y Sindicatos de Irak[[2]]:
“Los iraquíes en general, rechazan el actual régimen de Nuri al-Maliki y sus políticas, construidas sobre una base etno-sectaria. Este es el caso especialmente en las zonas urbanas, donde se concentra la mayor discriminación sectaria, y en donde el gobierno trata a la gente común como enemigos políticos.
“Pero la caída de varias ciudades iraquíes en manos de los grupos armados (ISIS) no representa las aspiraciones de la gente que vive allí. Sus exigencias de librarse del sectarismo son claras y directas. Lo han expresado a través de movilizaciones y sentadas no violentas. Pero ahora los grupos terroristas armados se han aprovecharon de esa situación para tomar allí el poder.
“Las demandas del pueblo contra la discriminación y el sectarismo son justas y equitativas, mientras que las políticas de Al-Maliki son reaccionarias y discriminatorias. Y por consiguiente son rechazadas. Asimismo, el control del ISIS de las ciudades y las personas constituye una grave amenaza para la vida cotidiana y la sociedad. […] Mientras tanto, el gobierno de EEUU –la principal causa de estos problemas– se prepara para intervenir…”
Y concluye:
“La clase trabajadora en Irak es la fuerza común que existe en todo el país, desde el norte del Kurdistán a los puntos más lejanos del sur. Es la fuerza cuya propia existencia y supervivencia depende de la erradicación de la discriminación sectaria y la unificación del pueblo iraquí. Es la única fuerza que puede poner fin a la fragmentación y la división.
“Rechazamos la intervención de EEUU y protestamos contra el discurso impropio de Obama en que expresó su preocupación por el petróleo y no por el pueblo. También, estamos firmemente contra la intromisión descarada de Irán.
“Asimismo, estamos contra de la intervención de los regímenes del Golfo y de su financiación de los grupos armados, como hacen especialmente Arabia Saudita y Qatar.
“Rechazamos las políticas sectarias y reaccionarias del gobierno de Nouri al-Maliki.
“Pero también rechazamos el control de Mosul y otras ciudades por las bandas terroristas armadas y milicias. Apoyamos las demandas del pueblo de esas ciudades contra la discriminación y el sectarismo.
“Por último, rechazamos la injerencia de las instituciones religiosas y sus llamamientos a una guerra indiscriminada.”
Para salir de esta situación, que se agrava cualitativamente por la intervención imperialista, es necesaria una alternativa independiente de todos los sectarismos. Y efectivamente esto solo puede basarse si la clase trabajadora vuelve a la escena.
[1].- Haifa Zangana, “Another Liberation of Iraq! – Who are the Real Barbarians?”, CounterPunch, July 4-6, 2014.
[2].- Publicada en Jadaliyya (El Cairo), 13/06/2014.