Por Elías Saadi
Con gran pirotecnia mediática, se reunió en París esta semana la “Conferencia Internacional sobre la Seguridad en Irak”. Una impresionante lista de más de 30 estados, encabezados por EEUU y Francia, trató de darle forma a la coalición que combatiría al “Estado Islámico” (EI) que se ha apoderado de un amplio sector del territorio iraquí y también dominaría aproximadamente entre el 20 y el 30% de Siria.
Esta Conferencia de París es la continuidad –pero cualitativamente ampliada– de la “coalición militar para combatir al Estado Islámico» proclamada en la reciente reunión de la OTAN (Organización del Tratado del Atlántico Norte). En la última edición de Socialismo o Barbarie (en el artículo “Reunión de la OTAN en medio de dos crisis geopolíticas – Un viaje sin escalas de Ucrania a Iraq”), se analizaba el brusco viraje que el bloque militar de los imperialismos de Occidente se vio obligado a iniciar casi de un día para el otro…
Este viraje estaba determinado, por un lado, por la derrota de la ofensiva militar de Kiev contra las regiones separatistas del Este de Ucrania (y la reunión de la OTAN había sido orientada inicialmente para convocar a la cruzada santa contra Moscú). Pero el factor más importante del giro ha sido el evidente fortalecimiento del Estado Islámico en las regiones que domina, y la amenaza que representa especialmente en Irak. A eso se suma el impacto en los medios de Occidente del degüello de prisioneros británicos y estadounidenses… y la preocupación nada mediática de que el EI pueda allí no sólo reclutar jóvenes para enviarlos a combatir a Medio Oriente, sino también directamente dar golpes en EEUU y Europa.
La amplitud de este giro se puede medir por un hecho importante relativamente silenciado por los medios. En la reunión de la OTAN, Rusia era inicialmente el “Imperio del Mal” que había que combatir unidos. Días después, Rusia era invitada a la “Conferencia Internacional” de París, para que Moscú también se sumase a lucha con el EI… y lo de Ucrania pasaba –no sabemos por cuánto tiempo– a un discreto segundo plano.
Bajo el signo de la improvisación y las indefiniciones
La lista de las decenas de estados que dijeron “¡presente!” en París es impresionante. No sólo están los Estados Unidos y las principales potencias de la Unión Europea (como Francia, Alemania, Reino Unido, Italia, etc.). También se integraron Rusia y China. De Medio Oriente, estuvieron casi todos los principales estados… incluso Arabia saudita, que es acusada de ser la “incubadora” del EI.
Asimismo, presidiendo la reunión, había una delegación del nuevo gobierno de Irak, una coalición chiíta-sunnita-kurda que intenta presentarse como la superación del régimen sectario chiíta del depuesto Nuri Al-Maliki, a quien se responsabiliza de haber abonado el terreno para el surgimiento y el triunfo del Estado Islámico.
Sin embargo, como primera de una larga lista de contradicciones e incoherencias, no se había convocado a la Conferencia a los gobiernos de Siria e Irán, que sin duda están directa o indirectamente involucrados en una guerra con el EI.
Pero este importante “detalle” es apenas un botón de muestra. Todo el cuadro de la “Conferencia Internacional” está, por así decirlo, bajo el signo de la confusión y las incoherencias. Por supuesto, en los juegos diplomáticos de los estados, hay siempre una buena distancia entre los discursos y las “afectividades conducentes”; o sea, sus acciones reales. Pero en este caso no sólo hay abismos sino indefiniciones… demasiada neblina.
Por ejemplo, Turquía, que ha jugado un papel fundamental en la guerra civil de Siria –donde nacería el EI– fue a París a adherir a la cruzada santa. Pero, simultáneamente, en Ankara, se hace saber que el gobierno se “abstendría” de integrar una coalición dirigida por EEUU. (“Turkey abstains on US coalition against Islamic State”, Al Monitor, September 14, 2014)
Jordania, otro estado estratégico por ser limítrofe con Siria e Iraq, fue también a París a votar por la lucha a muerte contra el EI… pero en Amman, el primer ministro anunció que “no tomaría parte de ninguna alianza internacional ni participaría en ataques a la organización terrorista”. (Osama Al Sharif, “Jordanians divided over anti-IS coalition”, Al Monitor, September 15, 2014)
Sin embargo, las contradicciones y ambigüedades no son exclusivas de los gobiernos y estados de Medio Oriente. Están en la cabeza misma de la coalición de París, los imperialismos de Occidente y, en primer lugar de Washington.
El Reino Unido, un aliado incondicional y número uno de todas las aventuras militares del imperialismo yanqui en el Gran Medio Oriente, esta vez no está en la primera fila de los voluntarios. Quizás por el tembladeral de Escocia, Cameron ha postergado una decisión. Alemania, como siempre, se “borra” de estas desagradables actividades. E Italia y España no quieren ni pueden cubrir el vacío.
En Europa, el único voluntario decidido de la cruzada es el gobierno francés. Como en la guerra contra Libia, ya envió la aviación francesa a operar sobre Irak desde una base en Abu Dabi. Al mismo tiempo, mantiene con Obama, públicamente, diferencias sobre el curso de las acciones militares y políticas. Sin embrago, con toda su combatividad, difícilmente Hollande haga algo más que operaciones aéreas.
¿Donde no manda capitán, manda marinero?
Pero lo más serio es la situación de los mismos Estados Unidos. Como principal potencia militar imperialista, debería estar en la primera fila de esta nueva intervención. Pero Obama, hasta ahora, trata de evitar a toda costa poner tropas sobre el terreno. La opinión pública norteamericana, después de los desastres de Iraq y Afganistán, quedó muy adversa a las intervenciones en Medio Oriente. Las barbaridades del Estado Islámico habrían comenzado a inclinar la balanza en sentido contrario… pero esto es aún impreciso.
El hecho es que, hasta ahora, en el marco de una orientación confusa, Obama quiere limitarse a operaciones aéreas… y que las tropas de tierra (que en última instancia son las que hacen la verdadera guerra) las pongan otros…
Pero, hasta ahora, no hay precisamente una oleada de voluntarios para resolverle a Obama este intríngulis… De una u otra forma, con uno u otro pretexto, todos los gobiernos de Europa y Medio Oriente se lavan las manos. Hasta el cruzado europeo más combativo, François Hollande, se limita a enviar los aviones Rafale, que de paso promocionan la industria aeronáutica francesa.
Hasta el momento, sobre el terreno, las únicas tropas realmente seguras son las de los kurdos. Las fuerzas del gobierno de Bagdad son doblemente dudosas. Antes de este conflicto, sólo sirvieron para cometer atrocidades contra la población sunnita, lo que abonó el surgimiento del EI y la guerra sectaria. Luego huyeron cobardemente a pesar de su superioridad en número y armamento.
El nuevo gobierno de Bagdad, al conformarse por arriba como una coalición “pluralista”, intenta presentar otra fachada. Pero eso no implica automáticamente una recomposición de sus fuerzas armadas que, instantáneamente, las purguen de sectarismo y las hagan “nacionales” y “no-sectarias”. Por el contrario, como describe el corresponsal del New York Times en Bagdad, más que nunca “las milicias [chiítas] juegan un rol cada vez mayor en la lucha contra el EI… ¿Pero quién las controla? No existe realmente un Ejército Iraquí”. (David Kirkpatrick, «Shiite Militias Pose Challenge for U.S. in Iraq”, New York Times, September 16, 2014)
Al mismo tiempo, en este rompecabezas, Obama no quiere aplicar el lema de que “el enemigo de mi enemigo es mi amigo”; o sea, establecer una alianza con Irán y el gobierno de Siria. Nadie confía en que su línea de resucitar el “Ejército Sirio Libre” (ESL) para combatir tanto al EI como al régimen de Al-Assad pueda dar resultados.
En medio de esta nebulosa estratégica, tomó la palabra el general Martin E. Dempsey, que encabeza el JointChiefs of Staff (algo así como el “estado mayor conjunto”). Públicamente anunció que EEUU no tiene otra opción que enviar tropas. Aprovechando una audiencia en el Senado para darle más publicidad, Dempsey dijo las cosas como son. Obama trata desde hace años de vender la fábula de guerras sin “bootsontheground” (botas en tierra), gracias a los drones y otras maravillas. Dempsey le pinchó el globo.
Claro que esta audiencia también ilustró los problemas que en EEUU puede provocar otra intervención imperialista en Medio Oriente, que signifique enviar tropas. Mientras el general Dempsey abogaba por las “botas en tierra”, manifestantes irrumpieron en el Senado con pancartas contra una nueva intervención en Medio Oriente.