La organización sindical
Por esa época gobernaba el país la presidenta María Estela Martínez de Perón (Isabelita) y dirigía el sindicato del SMATA José Rodríguez, nefasto burócrata del gremio automotriz, que lo condujo durante 36 años hasta su muerte en el año 2009, sucediéndolo en el cargo Ricardo Pignanelli, salido precisamente de la planta de Mercedes Benz de González Catán. Por supuesto no surgió de los años de lucha, sino de los de retroceso durante la dictadura de Videla a partir de 1976.
En los 70 la estructura sindical del movimiento obrero se caracterizaba por su carácter dual de poderosos sindicatos burocratizados por arriba y fuertes organizaciones, como comisiones internas y cuerpos de delegados por abajo, quienes cuestionaban la dominación dentro de los lugares de trabajo.
A fines de 1973 en la planta de Mercedes Benz de González Catán, zona Oeste del Gran Buenos Aires, se realizan elecciones para elegir una nueva comisión interna, hasta esa elección los burócratas del SMATA se llevaban las urnas y traían los resultados otro día. Por supuesto siempre eran elegidos sus candidatos, los de la Lista Verde. En esta oportunidad los activistas obligaron a abrir las urnas una vez finalizado el comicio en cada sección: la lista opositora, clasista e independiente, ganó en todos los sectores por amplia mayoría.
En septiembre de 1974 la patronal procedió a despedir a la mayoría de los integrantes de la nueva interna. El burócrata José Rodríguez completó la maniobra dos meses después impugnando la nueva comisión interna aduciendo falta de integrantes y designando dos interventores, Rubén Darío Aguiar y Juan Carlos Selles. Esta situación fue vista con recelo por los trabajadores.
Coda día que pasaba los activistas iban tratando de organizarse por abajo y preparando el terreno hablando con los compañeros.
En La Matanza funcionaba una coordinadora sindical clasista donde Mercedes Benz tenía una participación informal, los activistas iban a las reuniones y participaban de los debates pero sin poder representar al conjunto de los trabajadores de la planta ya que no tenían ningún cargo sindical.
Dentro de la fábrica el desprestigio de José Rodríguez y sus interventores iba en aumento día a día.
Comienza la pelea
El miércoles 8 de octubre de 1975 los trabajadores reciben su sueldo con el descuento en sus haberes de un día para el sindicato. La fábrica explotó de bronca acumulada, los activistas recorrieron todos los sectores hablando con los trabajadores, llamándolos a autoconvocarse a las diez de la mañana.
A esa hora se realizó una asamblea frente a la salita de la intervención, desde todos los rincones se escuchaban los gritos contra el interventor Rubén Aguiar.
Se resolvió elegir a nueve compañeros como comisión provisoria y exigir la renuncia de la intervención y sus colaboradores, que no se hiciera el descuento para el sindicato, el pago de una bonificación y el cumplimiento del reajuste salarial cuatrimestral que fijaba el convenio del SMATA y la empresa no abonaba.
Al día siguiente, jueves 9, el burócrata Aguiar llegó a la planta con un grupo de coches llenos de matones, los autos entraron tirando balazos al aire, pero cuando cuatro mil trabajadores actuaron decididos y en conjunto no hay matonaje que valga.
Los obreros en un segundo rodearon los vehículos y comenzaron a sacudirlos levantándolos por el aire. Burócratas y matones no paraban de temblar, tal fue el susto que se llevaron que en los días siguientes los comentarios en la fábrica que movían a risa era la imagen de un matón que estaba fumando y de tanto temblor no podía embocar el cigarrillo en la boca.
Los autos quedaron afuera y sólo pudieron entrar caminando los interventores Rubén Darío Aguiar y Juan Carlos Selles. En presencia de ellos se realizó una nueva asamblea, éstos dijeron que solo sería aceptada una comisión nombrada por el SMATA, dicho por el cual una ensordecedora silbatina les retumbó en los oídos y se tuvieron que retirar.
El 11 de octubre el Ministerio de Trabajo declaró ilegal la huelga aprovechando la tregua entre la patronal y los trabajadores establecida unos días antes por el ministro de Trabajo Carlos Ruckauf. Esta tregua no permitía paros sin la aprobación del sindicato, ni despidos injustificados por parte de los empresarios.
El lunes 13 fueron al sindicato una delegación de 50 operarios para exigirle al SMATA el apoyo al paro, volvieron con una negativa como respuesta.
La patronal arremete
El martes 14 cuando entraba el turno mañana, en la puerta personal de la empresa pedía la credencial a los trabajadores, impidiendo la entrada de 117 activistas, entre ellos a la reciente comisión provisoria conformada por los nueve miembros (llamada “los nueve”) y envió 400 intimaciones a otros trabajadores.
La respuesta obrera fue inmediata, al grito de: «Mamadera, mamadera, los cuatro mil adentro o los cuatro mil afuera»… salieron todos de la planta y realizaron una asamblea en la puerta.
Esta acción de los despidos sugerida por el SMATA y llevada a cabo por la patronal radicalizó el conflicto y le brindó mayor visibilidad. En la puerta los trabajadores resolvieron elegir a 50 compañeros para formar comisiones para tomar distintas tareas. Una de ellas debía encargarse de recorrer la zona pidiendo la solidaridad de otras fábricas,vecinos y familiares con el conflicto.
A partir de ese momento todos los días se realizaba una asamblea en puerta de fábrica, en ella se evaluaba cómo iba la huelga y se resolvían las tareas a seguir.
El apoyo se fue extendiendo. En la localidad de Cañuelas, lugar donde vivían muchos obreros de Mercedes Benz, los familiares se autoconvocaron y organizaron una asamblea.
El miércoles 22 se realizó un multitudinario acto en el centro de Cañuelas, los comerciantes resolvieron cerrar sus puertas como así también lo hicieron los de Catán.
El acto fue impresionante para las dimensiones de la localidad: concurrieron más de 2.000 personas. Hay que tener en cuenta que para ese año Cañuelas contaba con 21.000 habitantes, o sea que asistió al acto el diez por ciento de la población.Se recolectaron alimentos y dinero para el fondo de huelga.
Tal fue el impacto, que el intendente y el comisario de Cañuelas, el gobernador bonaerense Victorio Calabró, el senador por el Frejuli e integrante de la UOM AfrioPennisi y los referentes del radicalismo Ricardo Balbín y Oscar Alende manifestaron su apoyo a los trabajadores en conflicto.El grado de conflictividad y masividad existentes habían mellado el frente burgués.
En la misma semana, por fuera del accionar de los trabajadores en conflicto, un comando del ERP (Ejército Revolucionario del Pueblo), atentó con explosivos contra la casa de un ejecutivo de la automotriz y el 24 de octubre miembros de la organización Montoneros secuestraron al ingeniero alemán Franz Metz, gerente de producción y accionista de la empresa.
El día lunes 27, dándose cuenta de su error, que al tratar de dividir a los trabajadores con los despidos sólo había logrado radicalizar su lucha, la patronal envía telegramas de reincorporación a algunos compañeros y abrió la puerta de la fábrica para que las asambleas se llevaran a cabo dentro de ella.
El sindicato repartió volantes anunciando un gran aumento de salarios: con la política del “recule” continuaban tratando de dividir a toda costa.
Los obreros se movilizan
El martes 28 se decide ir al Ministerio de Trabajo con una movilización a pedir audiencia, se usarían para el traslado los micros de la empresa.
Los “bichos verdes”, (así llamaban a la burocracia por el color de su lista), aprovechando un retraso de los trabajadores, obligaron a retirarse a los choferes de los vehículos a punta de pistola.
El activismo estaba preocupado por la concurrencia, pero los obreros comenzaron a caminar por la ruta 3, más de cinco kilómetros, hasta que en una parada consiguieron varios ómnibus.
Más de 3.000 trabajadores llegaron al Ministerio al grito de: «Son los cuatro mil adentro o los cuatro mil afuera». El Ministerio hablo con el sindicato y prometió una rápida respuesta.
Al día siguiente, miércoles 29 de octubre, se informó en la asamblea que todavía no había ninguna solución. No hizo falta discutir mucho: uno de “los nueve” propuso ir a la casa central de Mercedes Benz en la Capital Federal; en un ratito se llenaron los micros con casi todos los trabajadores de la planta.
La patronal se encontraba en grandes aprietos, la planta estaba sin producir desde hacía más de veinte días, los trabajadores cada vez más radicalizados y sin perspectivas de que cedieran en sus reivindicaciones. Por lo tanto, la patronal se vio obligada a acceder a sus planteos.
Casi los 4.000 trabajadores en la puerta de la casa central aguardaban el resultado de las negociaciones.“Los nueve” de la comisión provisoria salieron a anunciar el amplio triunfo.
«Mamadera, mamadera, nadie quedó afuera»
Si hay luchas que se ganan de punta a punta esa fue la de los obreros de Mercedes Benz. La empresa había aceptado pagar los salarios caídos durante el conflicto, reincorporar a la totalidad de los despedidos, reconocer a la comisión de reclamos de “los nueve” como únicos representantes legítimos de los trabajadores, el pago de una gratificación especial del 40% no absorbible por el aumento decretado por el entonces ministro de Economía Antonio Cafiero y la promesa de no efectuar represalias.
En un reportaje publicado en Avanzada Socialista nº 169 del 31 de octubre, (periódico del Partido Socialista de los Trabajadores), un obrero decía: …»Yo te digo que nunca sentí algo parecido. Lo único que te digo es que voy a tratar de sacarme el mareo que tengo de la alegría y entrar con los ojos bien abiertos a fábrica para no pisar el palito, porque con la patronal y la burocracia nunca sabés la que se pueden traer»…
BubyDias