En el marco de la muestra anual de DOCA (Documentalistas Argentinos) se estrenará el próximo 4 de noviembre en el cine Gaumont “Viaje al centro de la producción”, de los mismos realizadores de “En obra”, el documental sobre la vida y el asesinato de Carlos Fuentealba.
Esta vez Damián Finvarb y Ariel Borenstein ponen su ojo en el crecimiento de la industria automotriz de la última década. El desarrollo de este sector en el país contrastó con el retroceso en los centros mundiales, que tuvo su pico cuando estalló la crisis capitalista en 2008, lo que derivó en millonarios salvatajes de gobiernos como el de Obama para las empresas líderes.
El crecimiento de esta industria en Argentina generó una cadena muy dinámica, que vivió una verdadera fiesta con exposiciones de avanzada como “El Salón del Automóvil”, en el que las marcas anunciaban una y otra vez nuevos modelos e inversiones. Este desarrollo, a la vez, incubó nuevas contradicciones. En primer lugar, se puso en cuestión cómo acompañarían las autopartistas la fabricación de piezas que reemplazaran a las que las terminales, extranjeras en su totalidad, importan desde afuera. Preocupación compartida con el gobierno, que necesitaba frenar la sangría de déficit del sector.
Al mismo tiempo, consolidó la relación económica con Brasil, adonde se dirige la mayor cantidad de exportaciones, pero al mismo tiempo de donde proviene gran cantidad de importaciones, lo que genera regularmente tensiones comerciales y aduaneras.
La dinamización de la industria generó nuevos trabajadores, que también comenzaron a poner sobre la mesa sus reclamos, entre los que se destaca la lucha por bajar los ritmos de producción, que generan todo tipo de problemas físicos a obreros de toda la cadena: desde terminales como Ford, pasando por fábricas del neumático como Bridgestone-Firestone hasta autopartistas que producen mazos de cables como Kromberg.
En este tipo de conflictos también se empezó a dar la disputa entre la burocracia del SMATA (sindicato de mecánicos), fortalecida con nuevos miles de afiliados, y un nuevo activismo que tiende a cuestionarla, como se expresó en el conflicto de Gestamp. Conflicto que también marcó el retorno a luchas radicales con la toma del puente grúa de la fábrica, que paralizó la producción. Allí nuevamente se tensó la cadena porque puso a prueba el “just in time”, la producción continua sin stock, que permitió que la lucha de los trabajadores de Gestamp paralizara inmediatamente a las principales cadenas automotrices a las que la fábrica provee el estampado de los autos. El conflicto mostró en acción a cada uno de los actores: las empresas, el gobierno, las autopartistas y los trabajadores.
El retroceso que empezó a sufrir la industria este año puso en tensión a todos los actores de este “Viaje al centro de la producción”, que dirimen en su lucha la salida a la crisis.