Por Ale Vinet, Socialisme ou Barbarie – France
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En la noche del 25 al 26 de octubre, Rémi Fraisse fue asesinado por gendarmes mientras se oponía a la construcción de la represa de Sivens. Desde hace semanas la represión empeora en la zona de Testet, donde se construiría esa represa. El gobierno trata de imponer por la fuerza el comienzo de las obras. Y una granada ofensiva utilizada por la Gendarmería, acaba con la vida de Rémi.
Desde entonces, este escándalo impacta en la situación política nacional. El gobierno, profundamente impopular y que va de crisis en crisis, intenta pasar el discurso represivo, invocando el «orden» frente a los «casseurs»[1].
Dada la falta de respuesta de las organizaciones tradicionales del movimiento obrero y el monopolio de las corrientes ultra vanguardistas al inicio de la movilización, este discurso del gobierno había logrado hacerse eco en una parte de la población. Sin embargo, las movilizaciones masivas de estudiantes secundarios (que en el momento de escribir este artículo parecen en reflujo), así como las primeras movilizaciones en el mundo estudiantil y juvenil –como lo demuestra la Asamblea General en la Universidad de Toulouse, que reunió a más de 1.200 personas– podrían cambiar la situación y ser el comienzo de una protesta generalizada contra el gobierno.
Un proyecto anti-ecológico al servicio de los grandes propietarios
Solo hablaremos brevemente del carácter escandaloso de la construcción de esta represa, deteniéndonos solamente sobre los puntos principales. Remitimos al lector a la página web del “Collectif pour la sauvegarde de la zone humide du Testet”[2] (Colectivo de Defensa de la Zona Húmeda de Testet) que presenta muchísima información y es muy útil, aunque tenemos nuestras diferencias políticas con ese colectivo.
En primer lugar, el proyecto representa una seria amenaza ecológica. La represa inundará el humedal del Testet, un refugio de la biodiversidad que alberga 94 especies animales protegidas y 353 especies de plantas vasculares. Se trata, según palabras de la misma Dirección Regional del Medioambiente, de Planificación y Vivienda (DREAL) de uno de «los principales humedales del departamento desde el punto de vista de la biodiversidad». Y está clasificada como «zona natural de interés ecológico, faunístico y florístico”. Por supuesto, la construcción de la represa significaría la destrucción del mismo, como es el caso del 70% de los humedales en Francia desde principios del siglo XX.
En segundo lugar, este proyecto está destinado al beneficio de una minoría: sólo 20 terratenientes serían irrigados. A un costo total de 8,4 millones de euros, significa una inversión de más de 400.000 euros por terrateniente… a expensas del Estado!!! Por lo tanto, es un paso más en la dirección de la agricultura productivista a gran escala, en detrimento de la ecología y los intereses de las clases trabajadoras.
Por último, un evidente problema de transparencia y de conflicto de intereses caracteriza el proyecto. Entre el Consejo General del Tarn[3] (que aprobó el proyecto) y la Compagnie d’Aménagement des Coteaux de Gascogne (CACG )[4] –que ha realizado los estudios preliminares al proyecto, se encarga de la construcción y gestionará luego la represa– circulan las mismas personas.
El Presidente de la CACG, Francis Daguzan, es al mismo tiempo Vice Presidente del Consejo general de Gers[5], donde es responsable de la gestión del agua y miembro del Comité de la Cuenca del Adour-Garonne, que se ocupa de lo mismo del agua en la región. Este es sólo un caso entre muchos otros, y que caracterizan el proyecto.
Se entiende, entonces, por qué el gobierno quiere imponer por la fuerza este proyecto, y por qué rechaza cualquier discusión pública, incluso las previstas por la ley burguesa.
En definitiva, fue defendiendo este proyecto al servicio de los grandes agricultores y los intereses de una casta política regional, que el gobierno llegó al asesinato de Rémi Fraisse. Un escándalo que agrava su crisis, de la que a su vez intenta escapar aumentando la represión.
Un gobierno cada vez más desacreditado, que se apoya sobre la represión
No hace falta decir hasta qué punto el gobierno está desacreditado entre las clases populares y los jóvenes. No sólo las encuestas le dan porcentajes de impopularidad récord, sino que además no es difícil sentir la bronca contra el gobierno que atraviesa estos sectores. El asesinato de Rémi a manos de la policía, esa misma policía que reprime a los trabajadores en lucha, que siembra la violencia en los barrios populares, no ha hecho otra cosa que acrecentar esta bronca.
El gobierno intentó, frente a situación, la política de la zanahoria y el palo. Por un lado, trató de hacer concesiones al movimiento: la suspensión y luego la prohibición de utilización de las granadas ofensivas por parte del ministro de Interior Cazeneuve, y la suspensión de los trabajos de la represa de Sivens pero no su cancelación definitiva. Se trata de soltar unas migajas sin cuestionar el fondo del problema: ni la naturaleza represiva de las fuerzas del orden, que continuarán sirviendo los intereses antiobreros del gobierno, ni las políticas pro-patronales que el mismo lleva adelante, de las cuales la represa Sivens es sólo un ejemplo.
Por otro lado, el gobierno ha reforzado su política represiva contra las manifestaciones que siguieron al asesinato de Rémi Fraisse. Prohibición de manifestarse, cientos de arrestos, violencia contra los manifestantes, militarización en Saint-Denis contra la movilización de secundarios y sanciones a los secundarios de París que organizaron los bloqueos de sus liceos… Estamos frente un intento de parte de sofocar la movilización a través de la represión, mientras busca aislar a los manifestantes acusándolos de «casseurs».
Esta política ha tenido cierto éxito. El reflujo de las movilizaciones de secundarios se debe en parte al carácter inestable de estos movimientos, pero también a la represión que sufren los estudiantes movilizados. Al mismo tiempo, el gobierno tuvo éxito en parte en hacer pasar el discurso atacando a los “casseurs”, lo que es posible en parte por la influencia de corrientes sectarias y ultra vanguardistas en las movilizaciones y el rechazo de las organizaciones tradicionales, en particular los sindicatos, a ponerse a la cabeza.
Sin embargo, la movilización por Rémi Fraisse está lejos de terminar. Los últimos sectores que entran a la lucha son un ejemplo de esto.
Desarrollar y ampliar las movilizaciones en la juventud
El jueves 13 de noviembre, una asamblea general en la Universidad de Mirail-Toulouse que reunió a más de 1.200 personas, lanzó un llamamiento a la movilización para el 20 de noviembre contra la política del gobierno, la represión, la represa de Sivens y en apoyo a los compañeros procesados por su participación.
La movilización comienza también a construirse en otras universidades en respuesta a este llamado. No podemos decir todavía qué alcances tendrá este movimiento, pero organizar en todo el país el desarrollo de la movilización es hoy la principal tarea de los militantes revolucionarios. Una movilización exitosa el 20 de noviembre sería un duro golpe para el gobierno y construiría una mejor relación de fuerzas en defensa de los compañeros procesados.
En estas movilizaciones, hay que defender la lucha contra la política represiva del gobierno: la responsabilidad es de las altas esferas del Estado. De ahí la justeza de la consigna “¡Fuera Cazeneuve!” defendida por el NPA. Por otro lado, es a la policía, en tanto que institución represiva al servicio de los capitalistas, que hay que combatir como un todo: ¡por el desarme de la policía y su disolución!
Al mismo tiempo, no hay que olvidar que esta política represiva tiene una finalidad que concierne al conjunto de los sectores populares: imponer la política de austeridad, los ataques contra los trabajadores y sofocar cualquier resistencia a esta política pro-patronal a través de una mayor represión. La lucha contra la represión y la lucha contra las políticas anti obreras del gobierno forman un todo.
Por último, a medida que la represión se desencadena sobre el movimiento, la defensa de compañeros procesados se transforma en una de las tareas de primer orden. El desprocesamiento de los compañeros debe ser uno de los ejes de la movilización, al mismo tiempo que se montan campañas específicas de solidaridad en este sentido.
[1] Literalmente, «los que rompen cosas», es decir, los manifestantes que atacan a la policía o a edificios como los bancos, etc.
[2] http://www.collectif-testet.org/
[3] El gobierno regional del Tarn, uno de los departamentos franceses.
[4] Compañía mixta entre capitales privados y públicos, que se ocupa de todas las obras de planificación rural de la región (proyectos de represas, de irrigación, etc.).
[5] Departamento fronterizo de Tarn.