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La batalla de Kobane, región kurda[1] al norte de Siria, lleva ya más de 70 días[2]. En ella se enfrentan dos fuerzas muy particulares: por un lado, los agresores son el “Estado Islámico”, desprendimiento de Al Qaeda que controla importantes franjas de territorio en Siria e Irak. Por otro lado, los defensores son principalmente las milicias del YPG e YPJ, siglas en kurdo para “Unidades de defensa popular” y “Unidades de defensa de las mujeres”.

La heroica resistencia del YPG-YPJ está logrando en estos días mantener a raya la invasión del E.I., y más aún, comenzando lentamente a recuperar el territorio perdido. Esto pese a la enorme superioridad numérica y técnica por parte del Estado Islámico (que cuenta con material bélico de primera categoría, saqueado de los arsenales yankis en Irak) y de la ayuda indirecta que le presta Turquía (impidiéndole a los defensores abastecerse y reforzarse a través de la frontera). Para entender la importancia y la dinámica de este combate, es importante detenerse en la caracterización política y social de los bandos enfrentados.

 

Dos salidas opuestas a la crisis del Medio Oriente

 

Las milicias del YPG-YPJ son el “brazo armado” de un amplio movimiento social de contenido laico y progresista, dominante en esta región. Ese movimiento tiene su epicentro en la población kurda, pero no se define estrechamente como “nacionalista kurdo”, sino que plantea superar los límites de la lógica de los “Estados-nación”.

Parte de la premisa de que Medio Oriente es un gran mosaico de grupos étnicos y religiosos, y que por lo tanto, intentar someterlo a la lógica de una etnia o secta dominante implica necesariamente oprimir a millones de miembros del resto de los grupos. Su programa es, en cambio, lo que denominan “Confederalismo Democrático”: la libre unión de las distintas comunidades de abajo hacia arriba, partiendo de sus organismos populares de auto-gobierno. Una concepción con rasgos muy similares a la del zapatismo mexicano, y en general a la de la tradición anarquista.

En el mismo sentido emancipatorio se inscribe la defensa de los derechos de las mujeres, especialmente importante en una región profundamente conservadora. Las mujeres tienen sus propias organizaciones sociales y sus propias milicias dentro de este proyecto. Más aún: las principales comandantes de la defensa de Kobane son mujeres, así como gran parte de las fuerzas combatientes.

Esta concepción es la que los kurdos vienen aplicando en lo que denominan “Rojava”, los territorios que las YPG-YPJ liberaron dentro de Siria[3], y que funcionan como una entidad auto-gobernada. Kobane es uno de los tres distritos que conforman Rojava. La defensa de Kobane, por lo tanto, no es solamente la defensa de una ciudad kurda contra la dominación “extranjera”, sino que es centralmente la defensa de la “experiencia democrática” de Rojava, de la libertad y dignidad de las mujeres, de la convivencia entre los pueblos, etc.

Por el contrario, el contenido político-social del Estado Islámico es profundamente reaccionario, encarnando rasgos  autoritarios, dictatoriales y opresivos.  En un sentido, es una respuesta al mismo tipo de problemas a los que responde el YPG-YPJ: la crisis del Estado-Nación, el agotamiento crónico de los regímenes de Medio Oriente, la exclusión de millones de personas del sistema social y político.

Al igual que el YPG-YPJ, el E.I. intenta dar una respuesta a esos problemas, solo que con el contenido político-social opuesto: pretenden superar la forma de Estado-Nación mediante el regreso al “Califato”, es decir la opresión de una teocracia musulmana sunnita por sobre la totalidad de las poblaciones de Medio Oriente[4]. A la fuerte crisis y desintegración de las sociedades de la región, pretende dar respuesta mediante una regimentación absolutamente autoritaria, la “Sharía” o Ley Islámica interpretada de la manera más retrógrada posible.

En Kobane, por lo tanto, chocan dos fuerzas político-sociales que son “externas” al sistema político de Medio Oriente. Ambas impugnan al “Estado-Nación” y al nacionalismo árabe que dominó la región durante décadas[5]. En esta ciudad, tanto el régimen sirio de Al Assad (exponente clásico del pan-arabismo inspirado por Nasser) como la oposición liberal clásica están completamente ausentes. Lo que se enfrentan son dos “extremos”, por así decirlo: eso explica porqué los combates son tan encarnizados,  y porqué han adquirido la centralidad que adquirieron.

No se trata del único frente de combate que pelea el Estado Islámico: prácticamente esta peleando en todas sus “fronteras”, con resultados muy variables. Pero solo allí donde se le opone un sistema social radicalmente diferente, es donde la resistencia se muestra mucho más efectiva, más tenaz, más heroica. En Kobane, Medio Oriente debate si sale de su crisis avanzando en la Historia, o intentando retroceder en ella.

 

Ale Kur
Notas

[1] Los kurdos son una etnia o nación de más de 50 millones de personas, que no poseen un Estado-nación propio, sino que se encuentran dispersos en Turquía, Irak, Siria, Irán y otros países.

[2] Ver nota “Kobane: solidaridad con el pueblo kurdo“ por Elías Saadi, Socialismo o Barbarie Nº 309, 16/10/2014 (http://www.socialismo-o-barbarie.org/?p=3569)

[3] La experiencia de Rojava comienza con la retirada de las tropas del Ejército Sirio en 2011, en el marco de la rebelión popular contra Al Assad y el comienzo de la lucha armada contra el régimen.

[4] Tal como existía hace siglos, antes de que Europa impusiera el “Estado-Nación” como forma dominante. La derrota del antiguo Califato a manos del imperialismo europeo se vió cristalizado en los “acuerdos Sykes-Picot” de 1916, por los cuales se repartió al Medio Oriente en distintos países bajo influencia de distintas potencias. De esos acuerdos nacieron los estados de Irak, Siria y Turquía (y ningún Estado kurdo)

[5] Un dato muy ilustrativo es la batalla por el nombre de la ciudad. Mientras los kurdos la llaman Kobane, el nacionalismo árabe la llama Ayn-Al-Arab, y el Estado Islámico la llama Ayn-Al-Islam. Ninguno de los bandos enfrentados reivindica el nombre árabe…

 

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