Por Rafael Salinas
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A fines de noviembre pasado, observábamos que “Estados Unidos vive un estallido de protestas y movilizaciones antirracistas como no se veía desde hace décadas. Motivos no faltan. Un ‘Gran Jurado’ decidió que no será procesadoDarren Wilson, el policía racista blanco que en Ferguson, Estado de Missouri, acribilló al joven negro Michael Brown mientras levantaba los brazos mostrando estar desarmado. … Así, la justicia yanqui ratificó la norma de impunidad que cubre a las policías y cuerpos represivos estatales (y también a los guardias de “seguridad” privados), cuando se trata de asesinar al negro o al latino que les resulte ‘sospechoso’ aunque no exista ningún hecho, como un ataque, un arma o cualquier otro elemento material que confirme esa ‘impresión’ subjetiva.” (Socialismo o Barbarie Nº 315, 27/11/2014)
Asimismo, pronosticábamos que la escandalosaabsolución del policía asesino Darren Wilson iba a estimular la brutalidad policial-racista, segura de contar con garantías de total impunidadpara cualquier crimen que se le ocurra cometer. Pero también advertíamos que la indignación que esto provocaba podía general un amplio movimiento, que continuara más allá de las protestas puntuales por el caso de Michael Brown.
La masividad y repercusión de esas protestas daban para pensar que en los subsuelos de la sociedad estadounidense podían estar “cocinándose” diversos factores y materiales explosivos parecidos a los que en el siglo pasado hicieron detonar el gran movimiento por los derechos civiles, que no se redujo al reformismo de Martin Luther King sino que también llegó a contar con fuertes alas combativas e independientes como las de los Black Panthers o Malcom X.
Los últimos días parecen ratificar esas posibilidades. Nuevas movilizaciones y protestas de afroamericanos y sectores antirracistas, se han sucedido “de costa a costa”, desde Nueva York a California. Han sido movidas no sólo por el asesinato impune de Michael Brown, sino por nuevos crímenes y otras afrentas.
Nueva York – Nueva absolución de policía asesinogenera protestas en todo el país
No en el pequeño pueblo de Ferguson sino en Nueva York, “vidriera” mundial de EEUU, tuvo lugar otro juicio a un policía asesino de negros, Daniel Pantaleo, que por supuesto fue absuelto…
Esta vez la cosa fue aún más escandalosa, si cabe. A diferencia del crimen de Ferguson quedó grabado en un video cómo Pantaleo estrangulaba al joven afroamericano Eric Garner, en Staten Island, Nueva York. Se oye a Garner, desesperado, gritando“¡No puedo respirar! ¡No puedo respirar!”, mientras otros policías, riéndose, colaboraban en el asesinato sujetando a Garner.Este video dio la vuelta al mundo. Se vio no sólo en las redes sociales sino también en gran parte de los noticieros. En el único sitio que al paracer no se enteraron, fue en el Gran Jurado que liberó a Pantaleo.
¿Qué crimen había cometido Garner? Padre de seis hijos y desempleado, Garner se ganaba la vidaen las calles vendiendo cigarrillos sueltos, que así no pagan impuestos… El 17 de julio pasado, un grupo de policías encabezado por Pantaleo lo arrestó por ese gravísimo delito. Garner protestó y lo estrangularon…
Días atrás, otro Gran Jurado, al estilo de Ferguson, decidió no imputar al policía estrangulador Daniel Pantaleo. ¡Y sus ayudantes en el asesinato ni siquiera fueron juzgados!
Esta burla judicial, esta infamia racista, se producía además en Nueva York y no en un pequeño pueblo perdido en el mapa del Middle West (Medio Oeste), como Ferguson. Así echó más toneladas de combustible al incendio. Se multiplicaron las protestas, esta vez con mayor extensión nacional y centro en Nueva York. Los manifestantes lograron bloquear con piquetes partes de la ciudad, como el puente de Brooklyn, el Lincoln Tunnel, la West SideHighway y la Sexta Avenida en torno al Rockefeller Center, donde se estaba realizando la ceremonia de encendido del árbol de Navidad.
Luego de Ferguson,en los mismos días de la escandalosa absolución del estrangulador, otros crímenes racistas provocaron estallidos menores pero significativos. Indican que ya no pasan en silencio.
El pasado sábado 6 fue el funeral de AkaiGurley, de 28 años, ciudadano negro asesinado semanas atrás por unpolicía blanco en Brooklyn, pese a sertotalmente inocente, como admitiófinalmente el jefe de policía de Nueva York. A su funeral fueron centenares de personas y se transformó en otra protesta, que encabezóel cineasta Spike Lee, biógrafo de Malcom X, y dirigentes de movimientos negros.
El jueves anterior, un policía de Phoenix mató a un negro desarmado, RumainBrisbon. La justificación fue la de siempre: “el agente creyó quetenía una arma de fuego”. Pero esta vez El hecho provocó que centenares de manifestantes protestaran contra el homicidio con marchas y bloqueos.
Las protestas y movilizaciones han llegado a California, a un lugar que fue centro de los movimientos de lucha del siglo pasado y de la izquierda, la UCB, Universidad de California Berkeley.
En noviembre, con el pretexto del Halloween, un grupo colgó un muñeco representando el linchamiento de un negro. Esa provocación racista y los acontecimientos de Ferguson y Nueva York hicieron reaccionar a los activistas de la UCB.
El 4 de diciembre más 200 miembros de la Black StudentUnion (BSU)bloqueron uno de los principales comedores de la Universidad, con la consigna de “nadie va a comer hoy, cuando tenemos hambre de justicia”. Otro numeroso piquete de estudiantes latinos, asiáticos y blancos se alineó con ellos para apoyarlos.
La policía del campus, famosa por su brutalidad, especialmente contra los negros, y que reprime de inmediato las protestas de cualquier signo y color, esta vez no se atrevió a intervenir. ¿Sintió –como decía Bob Dylan– lo que está “soplando en el viento”?
En un artículo anterior sobre las extraordinarias protestas por el caso de Ferguson, nos preguntábamos: “¿Hacia un gran movimiento?” ¿En el siglo XXI, va a reeditarse en EEUU, la tierra del racismo por excelencia, un gran movimiento como el de la comunidad afroamericana en el siglo pasado? ¿Un movimiento que ahora podría combinarse con el de otros no menos discriminados, los latinos?
Aún es muy pronto para dar una respuesta a esa pregunta. Pero debemos constatar, que las protestas y movilizaciones no acabaron con Ferguson ni se limitaron a ese caso. Ha habido una tendencia a la continuidad, pero aún “desorganizada”.
Es verdad que esto ha sido acicateado por otros episodios de barbarie racista, como el escándalo del estrangulamiento impune del vendedor ambulante Eric Garner. Pero tiempo atrás, estas cosas pasaban sin mayor repercusión, casi a diario. Lo mismo, hechos como el asesinato de Ferguson. Pareciera que hay un cambio de humor para que estos hechos de rutina se hagan ahora resonantes.
Anotemos al mismo tiempo que, hasta ahora, los políticos burgueses estadounidenses no encaran con seriedad la cosa. Los políticos del régimen, sean republicanos o demócratas, no toman medida de fondo alguna para descomprimir la situación, como serían disposiciones contundentes para castigar el racismo policial.
La gran mayoría de los republicanos son racistas abiertos o encubiertos, electos gracias a las maniobras de excluir a negros y latinos de las listas de votantes. Por su parte, los dirigentes demócratas, encabezadas por el primer presidente negro de EEUU, son una vergüenza no menor. Presumen de antirracistas, pero apoyan o toleran esas policías asesinas. Así, el gobernador de Missuri, donde está Ferguson, es un demócrata, Pero no ha movido un dedo al respecto. Incluso los demócratas más “liberals”, como el alcalde de Nueva York Bill de Blasio, casado con una mujer de color, sólo proponen algunas reformas cosméticas en relación a la policía y sus procedimientos criminales.
Simultáneamente, esto se da en medio de un profundo malestar de amplios sectores de la sociedad norteamericana. Como ya analizamos en ocasión de las reciente elecciones, amplias masas de trabajadores, incluso las falsamente clasificadas como “clases medias” están sacando las cuentas de las graves pérdidas estructurales que les ha significa la crisis (que se les quiere vender como superada). En todo –salario, empleo, condiciones de trabajo, vivienda, sanidad, etc.– han bajado al subsuelo. Y los “ascensores” del viejo “ascenso social” en EEUU ya casi no funcionan. ¡Se acabó el “American Dream”!
Para la comunidad negra, esto es peor aun. Se traduce en que no hay esperanzas de que reaparezcan las oportunidades que en el siglo pasado aprovecharon los Obamas y las Condoleezzas, junto con una minoría, para salir del ghetto.
En síntesis, la comunidad negra está ante el imperativo de ponerse de pie y reeditar sus luchas del siglo pasado. La alternativa es un descenso a los infiernos, en el marco de un capitalismo imperialista en decadencia que sólo puede garantizarle que estará cada vez peor.
R.S.