Compartir el post "Que gobiernen los que nunca gobernaron, los trabajadores"
Este año se desarrollarán varias elecciones: nacionales, provinciales y distritales. La más trascendente es sin duda la elección del futuro presidente. Esto es así no sólo por la importancia del cargo, sino porque luego de 12 años de kirchnerismo está claro que no tienen un candidato “propio” que los represente y todo indica que concluirán llegando a un arreglo con Daniel Scioli y cerrando filas en el Frente para la Victoria, La Cámpora y el PJ detrás del otrora aliado de Menem y Duhalde. Luego de 12 años K, todo el peronismo vuelve a las mismas caras de los 90. Por eso, los compañeros y compañeras que lo han visto como un gobierno “progresista”, tienen que dejar de apoyarlos y buscar una alternativa en la izquierda.
El relato que construyó el gobierno empieza a mostrar su agotamiento en múltiples frentes. El primero tiene que ver con el deterioro en las condiciones de vida y el ajuste que ha venido implementando el último año.
Las consecuencias las pagamos los trabajadores por medio de la inflación que nos come el salario, las paritarias maniatadas y las suspensiones y despidos apoyadas por los dirigentes sindicales tradicionales. Así es como ocurre la película de la Argentina K: apenas se ve en el horizonte la llegada de una época de vacas flacas, los empresarios y las patronales, con el aval de políticos y sindicalistas vendidos, no dudan en tratar de salvarse ellos descargando la crisis sobre los hombros de la clase trabajadora.
Por eso no es de extrañar que en los lugares de trabajo se sienta bronca por esta situación. También cierto temor y una gran desconfianza en los candidatos “opositores” que se perfilan como reemplazantes del kirchnerismo. Y hay buenas razones para estar alertas: Macri y Massa son como dos hermanos gemelos: representan los deseos de una parte del empresariado argentino de volver al neoliberalismo puro y duro que campeó durante los 90 y que la rebelión popular de diciembre de 2001 cuestionó.
En las próximas elecciones hay que optar por una alternativa socialista unificada que plantee el aumento de los salarios acorde a la inflación, la prohibición de los despidos y suspensiones y la eliminación del aberrante impuesto al salario.
Luchar contra el ajuste de Cristina, Scioli, Massa, Macri o cualquier político patronal, plantea avanzar en el no pago de la deuda externa. Asistimos al fracaso de la política de “desendeudamiento” llevada adelante por los K, que significó pagar 200.000 millones de dólares en los últimos diez años, sólo para comenzar nuevamente a endeudarnos.
A pesar de su discurso de “Patria o buitres”, la verdad es que los K han convertido a la Argentina en la mayor pagadora de deuda del mundo; mientras tanto, estamos tan embargados como siempre y sufriendo, como históricamente hemos sufrido, la falta de dólares en las reservas del Estado.
No hay que pagarles a los buitres, pero tampoco a ningún acreedor: la deuda ya ha sido pagada mil veces. Hay que luchar por imponer el no pago de la deuda de una buena vez.
Veamos ahora otro aspecto de la política K: los “Derechos Humanos”. Esto ha terminado en una creciente represión y militarización contra los trabajadores en lucha llevada adelante por Berni (ver los casos de Gestamp y Lear, entre otros), y el oscuro rostro de César Milani al frente de las Fuerzas Armadas, sin que al gobierno le importen las acusaciones que pesan sobre él por haber participado en el secuestro, tortura y desaparición de personas durante la última dictadura militar, y sus tareas de espionaje interno desde la jefatura de inteligencia del Ejército.
Es verdad que se ha avanzado en el juzgamiento a militares genocidas de la última dictadura. Pero el kirchnerismo ha puesto esta política al servicio de relegitimar las fuerzas represivas frente a la sociedad para poder reprimir las luchas sociales.
Por eso hay que redoblar la lucha por la disolución de la gendarmería, la prefectura, la policía federal y provincial, y avanzar en la exigencia de la renuncia de Milani y Berni al frente de las instituciones represivas.
La lucha por los derechos de las mujeres está al tope de la agenda nacional. Cada vez se aguanta menos la violencia sobre las mujeres, se repudian los casos de trata, se rechazan las condiciones laborales inferiores a la de los hombres. Y, sobre todo, crece el reclamo porque el aborto sea legal.
La campaña de nuestro partido no cejará en sus esfuerzos por todos estos reclamos, no dejará pasar ningún caso de aborto no punible que se intente evitar y, además, llamará a todas las honestas y honestos seguidores del kirchnerismo a que giren a la izquierda y apoyen la lucha por el aborto legal en nuestro país.
Del discurso de la YPF “nacional y popular” sólo queda un acuerdo entreguista con Chevron y el pago a Repsol luego de tanto alardear con “no pagarle un peso”. Al mismo tiempo, el gobierno ha avanzado en la entrega de los recursos naturales a Monsanto, la Barrick Gold y otras empresas expoliadoras del campo y la minería.
Hay que estatizar realmente YPF y ponerla bajo administración de los trabajadores, así como frenar en seco la entrega de la minería y el monopolio de las semillas expropiando estas multinacionales.
Desde nuestro partido queremos plantear en estas elecciones un debate de fondo. Después de 12 años de kirchnerismo, el país se encuentra a las puertas de una nueva crisis. La elección entre Scioli, Macri y Massa es una falsa alternativa: los tres son variantes distintas de una misma política de ajuste y entrega.
De la mano del FpV, del PRO o la decadente UCR (por no hablar del agónico UNEN y el PS de Binner) sólo se puede esperar más de lo mismo: más pago de deuda externa, más ajuste, más entrega de los recursos naturales a Monsanto, la Barrick Gold y Chevron, más postergación y deterioro de los derechos de las mujeres y de la juventud.
Debemos rechazar esta trampa y construir una alternativa distinta que nos permita avanzar en priorizar nuestros intereses y derechos.
Ningún político, ni ningún sindicalista tradicional de esos que arreglan con los patrones y los gobiernos los despidos y ajustes, van a venir a solucionar nuestros problemas: sólo por medio de nuestra organización independiente y confiando en la fuerza de nuestra propia lucha vamos a poder imponer nuestros derechos y nuestras aspiraciones.
Si no son los propios trabajadores los que gobiernen el país, la Argentina seguirá encerrada en una espiral de atraso y dependencia (más allá de algunos pequeños “respiros” esporádicos).
Mientras defendemos nuestros derechos cada día, debemos pensar cómo construir una sociedad que no despilfarre nuestro esfuerzo diario en beneficio de unos pocos: una sociedad donde cada uno pueda vivir plenamente de su propio trabajo; donde los jóvenes no sufran la precarización laboral ni la violencia policial e institucional; donde las mujeres puedan decidir sobre su propio cuerpo sin la intromisión de curas ni de jueces; donde los recursos naturales sean puestos al servicio de las necesidades de todos y no devorados por la codicia imperialista.
Es decir, poner en pie una alternativa socialista que unifique a las distintas expresiones de la izquierda independiente detrás de un objetivo común: un gobierno de los que nunca gobernaron: los trabajadores.