Por Ale Vinet, desde París para Socialismo o Barbarie, 24/03/2015
Voto castigo al Partido Socialista que gobierna, victoria de la UMP (derecha), y persistencia del Frente Nacional (extrema derecha)
El domingo 22 de marzo tuvo lugar la primera vuelta de las elecciones departamentales en Francia. En las mismas se elige, a través de un sistema binominal mayoritaria a dos vueltas, los consejeros departamentales de cada cantón. Es decir, cada partido presenta dos candidatos, si ninguno de los binomios obtiene una mayoría absoluta, todos aquellos que hayan obtenido al menos el 12,5% de los electores inscriptos (no de los votos) pasa a la segunda vuelta, en la cual se elige el binomio que obtenga la mayor cantidad de votos. Los consejeros así elegidos constituyen el Consejo Departamental, que a su vez elige al presidente de cada uno de los 101 departamentos con que cuenta Francia.
Varios elementos se jugaban en estas elecciones. En primer lugar, cuál sería el resultado del gobierno y la amplitud del voto castigo contra el mismo. En segundo lugar, el papel de la UMP (Union pour un mouvement populaire), principal partido de la oposición que ha vuelto a capitanear recientemente el presidente Sarkozy, para el cual las elecciones constituyeron la primear prueba de fuego de cara a las presidenciales. Finalmente, el resultado del FN (Front national), que se había alzado con la victoria en las elecciones europeas de 2014 y para el cual estas elecciones eran una prueba de extensión territorial.
Aún falta la segunda vuelta de las elecciones, que definirá precisamente la elección de 1.500 cantones (sobre 2.074) lo cual a su vez repercutirá sobre la conformación precisa de los Consejos Departamentales y por ende en el presidente de cada uno de ellos. Sin embargo, las tendencias generales de la elección parecen estar llamadas a confirmarse, por lo cual nos dedicaremos a analizar los puntos citados y a delinear la política más general a defender por la izquierda revolucionaria.
Una derrota electoral del gobierno
El primer elemento a remarcar es la derrota del gobierno, que confirma el resultado de las europeas y lo pone en muy malas perspectivas hacia 2017. Los resultados precisos del escrutinio son difícil a evaluar, dado la presencia de múltiples denominaciones de parte del Ministerio del Interior: aquellos binomios donde ambos miembros son parte del PS, aparecen como Partido Socialista; aquellos compuestos por un miembro del PS y uno de otro partido (Ecologistas, Partido Comunista Francés, Parti de Gauche) aparecen como “Unión de la izquierda”; aquellos donde ninguno formaba parte del PS (combinaciones entre Ecologistas, PCF, PG, etc.) aparece como “Izquierda Diversa”.
Nos apoyaremos aquí, como la mayoría de los analistas políticos, en el resultado de la suma de las listas puramente PS (13,3%) con aquellas “Unión de la izquierda” (8,2 %) lo cual nos da un total de 21,5%. En las últimas elecciones cantonales, de 2011, el PS había totalizado (bajo su propia etiqueta) el 25% de los votos (+%2 del Parti Radical de Gauche, aliado hoy del gobierno), amén del 5% de la “Izquierda Diversa” en esa época mayoritariamente aliados del PS.
En todo caso, aparece claramente que el PS ha perdido un 12% si se lo compara con su propia votación sólo hace dos años, e incluso un 3,5% si comparamos el resultado PS+Union de la Izquierda con el del PS sólo de 2011; cabe destacar que el propio hecho de que el PS haya tenido que camuflarse bajo la “Unión de la Izquierda” (cuya votación es difícil de interpretar, puesto que incluye partidos diversos como los que hemos señalado) es una muestra de debilidad política.
Además de una votación más débil, el PS ganaba en la primera vuelta 150 cantones en 2011; ahora, en estas elecciones apenas ganó 20; en éstas elecciones, el PS ha sido eliminado en primera vuelta del 25% de los cantones, incluyendo algunos casos significativos como el hecho de haber sido eliminado de 27 de los 41 del departamento “Nord”, histórico bastión de socialistas y comunistas, centro de la industria minera y siderúrgica. Además, ya ha perdido toda posibilidad de mantener algunos departamentos: el Nord (el más poblado del país), la Seine-et-Marne en la región parisina, l’Aisne, l’Oise y la Somme en Picardía.
El gobierno intenta disfrazar esta derrota, con el argumento de que el problema es “la división de la izquierda”, de que la misma en sentido amplio habría obtenido el segundo lugar (desplazando al FN) y atribuyéndose la “victoria de que el FN no sea el primer partido de Francia”, eje central de su campaña que fue tomado personalmente por el Primer Ministro Manuel Valls.
Pero los números son testarudos, el PS recula respecto a la elección anterior y perdería un número importante de departamentos. Sin duda, se trata de un voto castigo contra las políticas anti-obreras y anti-populares que el gobierno ha llevado adelante desde su comienzo. Esta política es la que abre el juego de la derecha y la extrema derecha, los grandes vencedores de la elección.
Sarkozy se perfila hacia 2017 con una victoria importante
La gran ganadora de la elección es sin duda la UMP de Nicolás Sarkozy y más ampliamente la Unión de la Derecha (UD), las listas comunes que presentó con el UDI (Union des démocrates et indépendants) y el MoDem (Mouvement démocrate), dos partidos de centro-derecha.
La derecha ha obtenido el 30% de los votos, constituyéndose en primera fuerza, ha ganado alrededor de 100 cantones en primer vuelta y se encuentra a la cabeza del 40% de los cantones (UMP y aliados) más 10% de la “Derecha Diversa”.
La derecha debería poder confirmar este progreso en la segunda vuelta, pudiendo pasar de dirigir 40% de los departamentos actualmente al 60%. Eso le daría una base territorial importante a largo plazo (estas elecciones tienen lugar cada seis años) sobre la cual catapultarse a las elecciones presidenciales de 2017. El sólo hecho de haber logrado atraer a los “centristas” del UDI y el MoDem hacia formulas electorales comunes demuestra el refuerzo de la UMP.
La victoria de la derecha es resultado directo del desbarranco del gobierno, que paga así el costo de su política de los últimos años. Es la prueba también de que, a pesar de la progresión del FN, una gran parte de los votantes desilusionados del PS se tornan hacia el UMP, que sigue “gozando de buena salud”, de una base territorial sólida y del apoyo orgánico de sectores importantes de la burguesía, siendo por ahora la principal opción de recambio de cara a 2017. El diario conservador Le Figaro, por ejemplo, publicaba días antes de las elecciones una lista de los “exabruptos” de candidatos del FN a lo largo y ancho del país: comentarios antisemitas, contra los inmigrantes o los “franc-masones”.
La elección ha sido una verdadera victoria para Sarkozy, de nuevo jefe de la UMP desde el 29 de noviembre del año pasado y probable candidato a la presidencia en 2017 por este partido. Sarkozy jugó un lugar importante en la campaña, marcando el tono del discurso de la UMP, con un claro giro a la derecha que tanto durante la misma como luego de conocerse el resultado.
En ese sentido, Sarkozy defendió en un reportaje televisivo el 17 de marzo la prohibición de la utilización del velo o “foulard” en la Universidad, que ya está prohibido en las escuelas, colegios y liceos. A su vez, se posicionó a favor de terminar con los “menús de sustitución” que son propuestos en los comedores escolares cuando el plato principal contiene cerdo, para ofrecer una comida alternativa a los estudiantes de confesión musulmana. Permitir la utilización del velo o “adaptarse” a las normas alimentarias de los musulmanes sería para el expresidente “contrario a los principios de la Republica”[1].
A esto se sumó el llamado de Sarkozy luego de conocerse los resultados electorales de no votar ni por el FN ni por el PS en la segunda vuelta. Se trata de un ruptura con la larga tradición del “Frente Republicano”, que implica que cuando el FN se encuentra en segunda vuelta contra el PS o el UMP, el partido de esos dos que tiene menos chances de ganar retira su lista, o llama a votar por el otro si no tiene lista. Con este llamado “ni-ni”, Sarkozy se opone no solo a los centristas del UDI y el MoDem, sino incluso a una parte de su propio partido que llama a votar al PS cuando éste sea el único capaz de vencer al FN en la segunda vuelta.
Se trata, en todo caso, de una progresión hacia la derecha de parte de Sarkozy, que quiere candidatearse hacia 2017 en parte sobre la base de seducir a una parte del electorado del FN. Más allá de esta estrategia, el partido de Marine Le Pen confirma su progreso.
El FN continúa su progreso, extendiéndose sobre todo el territorio
El otro gran ganador de la elección es el Front national, que se posicionó como segundo partido con el 25% de los votos, ganando así diez puntos con respecto a las cantonales de 2011. En términos absolutos, pasaron de 1.400.000 votos (sobre diez millones de votantes, ya que solo se elegían la mitad de los cantones) a 5.150.000 (sobre veinte millones, lo cual da un crecimiento de un millón de votos si calculáramos sobre la base de 10 millones para compararlas a 2011.
Esta progresión a nivel nacional se confirma cuando analizamos las elecciones a nivel local, punto clave en tanto refleja el “enraizamiento” del partido en el territorio. El FN consigue ganar cuatro cantones desde la primera vuelta, cuando en 2011 solo había ganado dos luego de la segunda vuelta. Ha logrado presentarse en el 93% de los cantones, contra alrededor del 75% en 2011; participara de 1.100 segundas vueltas sobre 1.500 (400 sobre cerca de 800 en 2011); a su vez, llega en primer lugar en 343 cantones sobre 2000, contra solo 40 sobre 1000 en 2011. El FN llega primero en porcentaje en 43 departamentos sobre 101.
Como hemos dicho, el FN consolida así su extensión territorial. Sin embargo, a pesar de ser el mejor resultado en la historia para el FN en una elección de este tipo, ha quedado por debajo de las expectativas. En efecto, los sondeos de opinión preveían una elección más elevada del FN. Por otra parte, al quedar detrás de la alianza UMP-UDI-MoDem, ha perdido su lugar de “primer partido de Francia” conquistado en las elecciones Europeas. A esto hay que agregarle el hecho de que al tratarse de una elección que se resuelve por mayoría, el FN a pesar de realizar un buen porcentaje a nivel nacional, podría obtener relativamente pocos consejeros si es derrotado individualmente en muchos cantones (en 2011 obtuvo el 10% y solo gano un cantón sobre 1.000), aunque de manera global parece evidente que obtendrá más consejeros que en 2011.
Hay que matizar sin embargo estos resultados, así como los resultados generales de las elecciones. Uno de los datos de estas elecciones es que hubo un 50% de abstención, lo cual no deja de ser una especificidad. No una especificidad en comparación a otras elecciones del mismo tipo: en las cantonales del 2011 hubo 55% de abstención. Pero sí en relación, esencialmente, a las presidenciales: en las últimas de 2012 tan solo hubo 20% de abstención[2].
Cabe destacar que los votantes del FN son los menos “abstencionistas”: es decir, hay mucha más “reserva de voto” en el PS y la UMP que en el Front National. De ahí que las perspectivas de que el FN logre gobernar el país son aún muy lejanas.
Se trata entonces de un progreso importante, que se inscribe en la victoria de las europeas y la entrada del FN como uno de los “grandes partidos”. Sin embargo, el resultado ha tenido el limite importante de que el resultado ha sido menor que el esperado y ha perdido el lugar de primer partido de Francia. Más globalmente, el principal problema del FN es que el gran ganador de la elección ha sido la UMP, que reafirma su lugar central en el sistema político francés, su relativa resistencia a la erosión del bipartidismo y se perfila como principal candidato para suceder a Hollande.
Ningún « Syriza a la francesa »
Finalmente, analizaremos el resultado de la “izquierda de la izquierda”. El elemento central de la elección es que estas fuerzas (Ecologistas, Partido Comunista, Parti de Gauche) han realizado una peor elección que en 2011. Las ilusiones de crear una “Syriza a la francesa” cultivadas luego del meeting pro-Syriza en Paris del 19 de enero aparecen cada vez más lejos, y la victoria de Syriza en Grecia no sería suficiente para que los “vientos de cambio” soplen en Francia.
Los ecologistas, socios del gobierno del PS hasta la elección del gabinete Valls II, pagan caro esta alianza. Así, pasan 8% en las cantonales del 2011 a un 2% en 2015. Es difícil de estimar sin embargo el porcentaje real de este partido, que se presentó bajo todo tipo de fórmulas: en alianza con el PS, en alianza con los diversos partidos del Front de Gauche, con lo cual algunas de sus listas aparecen bajo la denominación “Izquierda Diversa”. Sin embargo, esto no deja de mostrar una debilidad de los ecologistas, divididos en torno a la cuestión de las alianzas (con el PS o con el Front de Gauche) lo cual se reflejó en el eclectismo de sus listas. Más allá de estas dificultades para el análisis, no deja de ser una evidencia que los ecologistas sufrieron un fuerte retroceso.
Veamos ahora los resultados del Front de Gauche, que reúne al PCF, el Parti de Gauche y otras fuerzas menores. Bajo la denominación “Front de Gauche”, obtuvieron el 4,72% de los votos, a lo que hay que sumarle 1,32% del PCF y 0,06% del Parti de Gauche: en total, 6,1%. Es decir, una caída del 3% respecto a las elecciones de 2011, donde habían obtenido el 9%. Nuevamente, una parte de los votos de los miembros del FdG han ido a parar a la denominación “Izquierda Diversa”, por ejemplo aquellos de listas Ecologistas-PCF o Ecologistas-PG. Como por los ecologistas, esto no deja de ser un signo de debilidad: las disensiones internas en el Front de Gauche, que han llevado a que en las últimas municipales el PCF decidiera hacer lista común con el PS nada menos que para Paris, dejando afuera al PG y desatando una guerra pública por las siglas y los logos.
Contando de manera global ambas fuerzas, se observa el mismo retroceso. En 2011, Ecologistas más Front de Gauche sumaban el 17% de los votos. En estas elecciones, la suma Front de Gauche + PCF + PG + Ecologistas + Izquierda Diversa alcanza solamente el 15%.
Está claro que la política ambigua de estas formaciones respecto del gobierno, el hecho de que se trate de alianzas puramente electorales y oportunistas que ni siquiera se mantienen en todos los cantones, y un clima político reaccionario donde la mayor parte del descontento hacia el gobierno es procesado por la derecha y la extrema derecha, le ha costado caro a estas organizaciones.
Enfrentar al gobierno en las calles
Las elecciones constituyen una nueva derrota política del gobierno, consecuencia como hemos dicho de sus políticas antipopulares. Sin embargo, mas allá de los reveses electorales, el gobierno sigue adelante con sus planes de austeridad y las “reformas” del mercado del trabajo que apuntan a destruir las conquistas históricas de la clase trabajadora y a aumentar la “competitividad” capitalista de la economía francesa. La ofensiva de la Loi Macron es una prueba de esto.
Sin embargo, entre la situación reaccionaria abierta por los atentados contra Charlie Hebdo, el aplastante clima electoral y la omnipresencia del FN en la escena política y mediática, algunas luchas obreras aisladas comienzan a abrirse paso. Se trata de las numerosas huelgas de empleados de correos que han sacudido varias regiones, de la lucha de empleados de grandes supermercados como Auchan y Carrefour, de la huelga ilimitada de los empleados de Radio France, de la huelga del personal administrativo de la universidad Paris 8.
La irrupción de los trabajadores y sus luchas es la única manera de comenzar a revertir la tendencia reaccionaria que se ha instalado en los últimos meses, de poner en el centro de la escena política las condiciones de trabajo, los despidos, la degradación de la situación económica y aquellos que se movilizan para enfrentarla, en vez de las discusiones racistas acerca del velo, los “menús de sustitución” y otras cortinas de humo que solo sirven para dividir a los trabajadores. Hay que ligar y reforzar las luchas para que la clase obrera tenga su propia voz en la escena nacional y para hacer saltar por los aires los planes anti-obreros del gobierno.
En ese sentido, el llamado de las principales confederaciones sindicales (la CGT, Force Ouvrière y Solidaires) a una jornada de huelga interprofesional y manifestación el 9 de abril contra los planes anti-obreros, en particular la Loi Macron, y por aumento de salarios, debe ser una de las prioridades de la izquierda revolucionaria en el próximo periodo. Para evitar que solo sea la derecha la que sigue golpeando al gobierno desde las urnas, hay que construir las movilizaciones para pegarle por izquierda en las calles.
[1] La eliminación del “menú de sustitución” fue sin embargo criticada por varios presidentes de Consejos Regionales de la UMP, que se opusieron a las declaraciones de Sarkozy.
[2] Subrayemos que la única vez que el Front National accedió a la segunda vuelta de una elección presidencial, en 2002, fue en aquella que tuvo la mayor tasa de abstención de la historia de la V Republica: 28,4% (la misma fue del 21,6% en el 95; 16,22% en 2007; 20,52% en 2012). El voto castigo al PS de Lionel Jospin se expresó masivamente a través la abstención de su electorado. En esa ocasión el efecto del “Frente Republicano” en la segunda vuelta hizo que Jacques Chirac de la derecha aplastara a Le Pen: 82,21% (19,88% en la primera vuelta) contra 17,79% (16,86% en la primera vuelta).