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 Elecciones en CABA – 

 

“Si soy de izquierda, tengo que proponer una sociedad diferente” (Manuela Castañeira en C5N)

 

El domingo 26 de abril se realizarán las elecciones en la Capital Federal. De momento, las diversas elecciones locales (Salta, Mendoza, Neuquén y CABA) están acaparando la atención; la presidencial está presente, pero en un plano subordinado.

Con la alternativa que les han dado las internas (un caso de arbitrariedad político-electoral), las elecciones locales han sido organizadas de tal manera que su calendario sirva a los intereses de las fuerzas que están a cargo del ejecutivo en cada caso; en la mayoría de los casos se ha buscado separarlas de las PASO nacionales a los efectos de “aislar” las mismas: proteger el territorio propio de las determinaciones más nacionales. De ahí el “festival electoral” que se viene en el país con multiplicación de votaciones para todos los gustos.

A continuación nos ocuparemos de la principal elección de esta primera tanda: Capital Federal.

 

Campañas millonarias

 

Lo primero que hay que evaluar es el escenario de la elección; salta a la vista que es muy distinto del que se adelanta para las nacionales. Si para agosto lo más probable es una polarización entre las dos o tres candidaturas patronales más competitivas (Scioli, Macri y un Massa que por ahora resiste), en la Capital la elección está monopolizada por el PRO: entre  Larreta y Michetti alcanzarían el 50% de los votos, según las encuestas.

Segundo, pero lejos, vendría el Frente para la Victoria, con Recalde como figura dominante con una cifra en torno al 20%. Tercero ECO con sus varias candidaturas, expresión local del fallido UNEN con algo en torno al 6%, y posteriormente el resto de las candidaturas, donde lo más interesante es la interna que se visualiza en la izquierda (todavía difícil de preveer en sus porcentajes).

Veamos primero el PRO. El partido de Macri ha montado una elección antidemocrática abiertamente dominada por las reglas del mercado. ¿Por qué afirmamos esto? Simple: no sólo ha implementado la ley proscriptiva del 1,5% en la Ciudad, sino que se negó rotundamente a garantizar espacios gratuitos en los medios de comunicación. Los espacios gratuitos son desde el año 1983 una forma de “democratizar” la participación electoral. Desde ya que muy limitada (más bien raquítica), porque con algunos minutos en TV y radio es imposible contrapesar las campañas millonarias de las candidaturas burguesas. Sin embargo, es algo; ¡sólo hay que pensar que el segundo de propaganda en un canal como el 13 ronda miles de pesos!

Macri ha hecho uso de la ley antidemocrática de los K agregándole algo de su cosecha: la proscripción material de los partidos que no son patronales. El matiz que significa este hecho en la Ciudad (que, por otra parte, sólo aporta rasposos 100.000 pesos por fuerza para “hacer campaña”), las transforma, entonces, en una elección “privatizada”, “empresarial”, donde de manera casi directa, sin mediaciones, se hace valer la ley del mercado: una ley del mercado que aplicada a la política electoral significa una proporción directa entre los gastos de campaña y los votos a obtener. Manuela denunció en C5N este carácter de la elección al decir que el PRO quiere que “la política no llegue por la calidad de las ideas, sino por el tamaño de los carteles”, algo que ninguna otra fuerza de izquierda está denunciando.

Dicho esto, está, también, el monopolio electoral del PRO. La interna entre Larreta y Michetti es en el fondo falsa, aunque “verdadera” a la vez. Nos explicamos. Es falsa desde el punto de vista de que son opciones indistinguibles desde el punto de vista político y programático. Sin embargo, lo real es su pelea por el aparato de la Ciudad. El ambiente está tenso en el PRO porque quedarse con el cargo a Jefe de la Ciudad no es un elemento menor de cara al nuevo escenario en el 2016.

Pero el PRO en su conjunto apuesta a una elección despolitizada, que a pesar de que se piensa como un trampolín –en los hechos- para la proyección presidencial de Macri, busca imponer una agenda “localizada”, haciendo alrededor de la administración supuestamente “técnica” de los problemas de la Ciudad como si cada decisión no fuera una opción política y de clase sino algo meramente “instrumental” en función de cómo administrar las cosas.

Este operativo de despolitización es una de las explicaciones de por qué se alzaría con la mitad de los votos: venderse como el mejor administrador de CABA, como una función que está colocada más allá de la política.

Sin embargo, esto no explica todo: la realidad es que las clases medias y medias altas de la Ciudad se muestran “caceroleras”, corridas hacia una oposición de derecha al gobierno nacional para las cuales el PRO es una expresión a su  medida; este es un factor de enorme importancia en la votación, aunque de ello no se hable de manera directa.

 

Una alternativa de conjunto   

 

La izquierda participa en una elección que nunca ha sido fácil; porque, en general las elecciones a gobernador o municipales son más difíciles por cuenta de su “natural” menor politización. De ahí que todavía esté abierto cuántos votos irá a sacar en su conjunto.

Tampoco está claro cuántos votos obtendrá cada fuerza. El FIT se desespera por venderse como la “única fuerza nacional de la izquierda” (¡no se le cae otra idea de la boca a Myriam Bregman!), haciendo alarde, a la vez, de unos elevados gastos de campaña. Por nuestra parte, estamos desarrollando una extraordinaria campaña militante que es imposible saber en cuántos votos redundará, pero que se ha colocado como una de las más dinámicas de la izquierda en la Ciudad.  

El FIT (y Bodart) realizan una campaña similar. Llaman a mantener o “ampliar” su representación en la Legislatura. Ese es su perfil principal, conjuntamente con venderse como “la izquierda en la Ciudad” (en el caso del FIT).

Pero hay algo fundamental de lo que el FIT (y Bodart) carecen: una ubicación de conjunto. La campaña de nuestro partido tiene tres ejes vertebradores, por así decirlo. Por un lado, mantenemos como uno de nuestros “caballitos de batalla” el poner la campaña electoral al servicio de la lucha por el derecho al aborto. En esto se combina el perfil de Manuela como luchadora por los derechos de las mujeres, el peso de Las Rojas en el movimiento de mujeres, y el tipo de electorado de la Capital.

Pero el esfuerzo que estamos haciendo (a partir del perfil conquistado con la figura de Manuela) es por ampliar nuestra política electoral: dar una respuesta global a partir de una ubicación de clase. De ahí la consigna general de la pelea por “una Ciudad de los trabajadores, la mujeres y la juventud”, así como el planteo de un “plan de emergencia” para enfrentar los problemas más acuciantes con referencia a los explotados y oprimidos de CABA.

Manuela resumió en el programa de Sylvestre algunos de los ejes de nuestra campaña: dichos ejes pretenden partir de los problemas reales de la Ciudad, no formulando una política de “probeta” que pierda de vista las determinaciones reales de la elección, pero buscando la manera de no perder una ubicación de conjunto, global, que vaya en el sentido general de la necesidad de una alternativa socialista para el país.

De ahí algunas afirmaciones más allá de la irrenunciable pelea por el derecho al aborto y por el salario y contra la precarización laboral: “yo creo que a la sociedad hay que cambiarla entera”; “me preocupan los grandes temas silenciados”; “si somos de izquierda, tenemos que politizar el debate, darle otro contenido a la discusión de seguridad, porque la inseguridad es hija del capitalismo”; “si soy de izquierda, tengo que proponer una sociedad diferente, no adaptándose al empresariado que defiende mano dura”; etcétera.

No es poco frente a una práctica cada vez más rebajada de la izquierda que llega al punto, como en el caso del FIT, de sacar cientos de miles de carteles sin consigna alguna que no sea el sello de su propio frente; una campaña autorreferencial que no plantea la lucha por reivindicación alguna: ¡en los materiales del PO, se llega al escándalo de no proponer la lucha por el derecho al aborto! (dicho a modo de ejemplo).

 

Una campaña militante

 

Es muy prematuro para saber cuántos votos obtendrá la izquierda. Se trata de una elección corrida hacia la derecha y donde no parece haber condiciones para un “batacazo” como en otras oportunidades. De todas maneras, la presencia de la izquierda en las calles y los medios es de gran importancia; lo mismo que el hecho de que la izquierda viene apareciendo como un actor de la política nacional, por lo que hay que ver qué sale de las urnas el 26.

A pesar de la limitación por la falta de propaganda gratuita para una “instalación” de conjunto, la campaña de nuestro partido viene creciendo de manera extraordinaria, así como la figura de Manuela; es prematuro para saber a qué “techo” llegaremos. Los votos son importantes: un dato que permite objetivizar el esfuerzo realizado en la campaña; lo mismo que conquistar posiciones parlamentarias, evidentemente.

Pero lo estratégico va más allá: se coloca en el terreno de la construcción  del partido revolucionario; si la campaña permite llegar a más amplios sectores; si sirve para incrementar las fuerzas militantes del partido; establecer vínculos con nuevos sectores de trabajadores; conquistar geográficamente un terreno más amplio para nuestra actividad. Y, también, ir preparando el terreno para la batalla nacional de las PASO en agosto.

Pero hay algo más que hace a las condiciones de la política revolucionaria hoy: la importancia que tiene el conquistar en Manuela una figura de proyección nacional. “Figuras políticas” que en las condiciones de hoy son un nexo fundamental entre el partido revolucionario y los más amplios sectores de masas.

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