Brasil
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Práxis – Socialismo ou Barbárie
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El 25 de enero, en más de trece ciudades importantes, vimos las primeras manifestaciones del año contra los gastos de la Copa del Mundo. A pesar de los intentos del gobierno y los medios de minimizar su importancia, fueron noticia en todo el mundo.
Ya en manifestaciones anteriores contra el Mundial, se percibió el malestar de la población. Hoy la indignación crece por los gastos exorbitantes que ya superan los 30 mil millones mientras la situación social empeora, y además por la represión brutal de los movimientos de protesta.
Se nos presentan grandes desafíos. Esta lucha choca contra los intereses del capital y del gobierno, que no van a ahorrar esfuerzos para mantener las apariencias de “normalidad”.
El primer desafío es sacar conclusiones de los enfrentamientos de enero. El gobierno va a desplegar la represión policial para evitar que en junio sea la población en su conjunto la que salga a las calles. Así, los gobiernos estaduales y federal quieren imponer un clima de terror.
La actual política represiva es producto de un endurecimiento que viene de antes. Y esto tiende a profundizarse, al no haber podido acabar con las protestas.
A esto apuntan nuevas leyes represivas que penalizan las movilizaciones, como la llamada «Ley General de la Copa». El Estado y la patronal quieren imponer a palos la “paz social” antes de junio.
Un balance necesario para avanzar en la lucha
En primer lugar, hay que sacar las conclusiones para poder enfrentar la violencia que tratan de imponer para que los explotados y oprimidos no tengan voz.
Quieren encubrir la realidad, para derrochar tranquilamente miles de millones en el Mundial y asegurarle así beneficios enormes a las corporaciones que están en el negocio. También desean mostrar al mundo la ficción de un “país próspero”, donde “todos están contentos y felices”. Esas son las prioridades de Dilma Rousseff y todos los gobiernos estatales.
Pero la realidad de Brasil es más fuerte que esa ficción. Debemos desenmascararla, saliendo a la calle en defensa de nuestros derechos.
La realidad también demuestra que la represión puede ser más fuerte si no enfrentamos unidos al frente reaccionario del PT, el PMDB, el PSDB y demás fuerzas patronales. Es que tanto Dilma Rousseff como el “opositor” Alckmin en São Paulo y demás gobernadores son igualmente culpables de la represión.
También debemos hacer un balance en la vanguardia que se ubica en el campo de la política revolucionaria. En primer lugar, hay que subrayar como muy negativo la desarticulación del movimiento del 25 de enero, que fue producto del economicismo, el sectarismo y la desorganización que padece en general el movimiento social.
No se puede entender por qué ciertas organizaciones de trabajadores no han hecho ningún llamado para masificar las protestas contra el Mundial.
Esto es particularmente notorio en relación al PSTU y la CSP-Conlutas [grupo de sindicatos dirigidos por el PSTU]. No hicieron absolutamente nada para organizar y movilizar a sectores de trabajadores. Abandonaron esa tarea en manos de los sectores autonomistas de la juventud, como si la protesta contra los gastos de Copa fuese una demanda exclusiva de ellos.
Así, el PSTU termina criticando los métodos de la ultraizquierda en forma dislocada de la realidad: «El resultado en general es la precipitación de derrotas. La acción de los Black Blocs facilita la reacción de la policía, que encuentra al movimiento sin preparación. Las marchas son disueltas y terminan prematuramente. Para el movimiento, el resultado es desastroso. Para los Black Blocs, no.» (Opinião Socialista, periódico del PSTU, 28/01/2014)
Estamos categóricamente contra los Black Blocs y sus métodos de no considerar las relaciones de fuerza en las luchas y de pretender imponer sus tácticas al movimiento. Las tácticas de lucha deben ser democráticamente acordadas entre todos los sectores movilizados. Ningún sector tiene derecho a imponer tal o cual táctica por su cuenta. Todas las organizaciones y sectores participantes tienen derecho a decidir las tácticas concretas. Rechazar ese derecho es una actitud autoritaria e irresponsable, que va contra la lucha en sí misma y contra sus participantes.
Para masificar aun más el movimiento, es necesario establecer comités populares, asambleas y coordinadoras de lucha con participación democrática, para así articular las acciones con las organizaciones de trabajadores y de escuelas, universidades y barrios.
Pero nuestra crítica va en el sentido de contribuir a fortalecer al movimiento; no a darle la espalda.
Por el contrario, los dirigentes del PSTU-Conlutas y también los del PSoL se oponen a las iniciativas de los movimientos independientes del gobierno y los patrones, como en este caso. Y aunque son sectores mayoritarios en la izquierda, que dirigen decenas de centros de estudiantes en varias universidades e incluso algunos sindicatos importantes, ni el PSTU-Conlutas ni el PSoL participan en los movimientos ni planean la organización de su autodefensa.
Sólo critican, sin hacer absolutamente nada como alternativa para avanzar en la unificación y autodefensa del movimiento de protesta. Es una posición que no contribuye a la lucha ni a enfrentar la creciente represión. Tampoco sirve para contrarrestar las posiciones equivocadas, como las de los Black Blocs.
El 25 de enero, esa fue nuevamente la postura del PSTU-Conlutas y el PSoL: o sea, dejar correr “solo” el acto. Entonces, su balance debería ser autocrítico: ¿Qué papel han cumplido esas organizaciones en los actos donde estuvo el Black Bloc? ¡Ninguno!
¿Lucha sindical o lucha política? Por una alianza de los jóvenes y los trabajadores para enfrentar a los gobiernos y los patrones
El período de bajón de los movimientos de mediados del año pasado, se revirtió. Comenzó una mayor polarización y voluntad de luchar. Pero este avance podría ir nuevamente a un retroceso. Para evitarlo, es necesario sacar conclusiones correctas de los desafíos que se presentan este año.
Uno de los mayores problemas es que persiste una línea “economicista” en diversas organizaciones.
En el ámbito de las organizaciones de trabajadores, por ejemplo, las acciones se limitan a la mera lucha económica, salarios, etc. Pero luchar contra el escandaloso gasto público en el Mundial de Fútbol es una pelea que interesa a todos y sobrepasa lo meramente económico.
Sin embargo, para el PSTU y el PSoL todo sigue igual que antes. No rompen con una política meramente sindicalista. No llaman a los trabajadores a luchar con los jóvenes en las calles por los intereses comunes a ambos.
El problema inverso sucede con las organizaciones juveniles y autonomistas: son incapaces de dialogar con los trabajadores. Ese es el motivo principal por el cual no hay claridad en el movimiento de qué hacer frente a la represión policial.
Es por eso que debemos comprender la situación que vivimos. La lucha desde los lugares de trabajo, las escuelas y universidades, debe plantearse como una lucha común, por nuestros intereses comunes y contra nuestros enemigos comunes: el capital y sus representantes en el gobierno. Hay que encararla como una lucha contra un sistema capitalista en descomposición, que reprime y mata todos los días a pobres y trabajadores. Debemos así luchar por una política de creación de empleo, contra los despidos masivos que vemos a diario…
Es decir, un conjunto de demandas que se incorporen a la lucha contra Copa, como banderas de las necesidades tanto de los trabajadores como de la juventud. Dicho de otra manera: por una alianza de los jóvenes y los trabajadores para enfrentar a los gobiernos y los patrones.
¡Coordinación de las luchas contra la Copa!
Frente a las contradicciones planteadas por el gobierno y por el propio movimiento, sostenemos hay que establecer una coordinación unificada de luchas. Así se podrán articular las diferentes demandas de los explotados y oprimidos, de los jóvenes y los trabajadores en un frente común para luchar contra el Mundial, que gasta miles de millones en un absurdo juego manipulado por el capital.
Por estas razones y por su peso en el movimiento, el PSTU y el PSoL deberían romper con el economicismo y el electoralismo, respectivamente, y estar a la vanguardia de la convocatoria de este frente de lucha. Todas las organizaciones anticapitalistas deben estar presentes.
¡Por una coordinación que formule un plan nacional de lucha que pueda enfrentar la represión!
¿Método Black Bloc o autodefensa discutida y organizada por el movimiento?
En la vanguardia se discute qué posición tomar frente al Black Bloc. Los medios los denuncian como un grupo terrorista, Al Qaeda de Brasil. Por supuesto, estamos contra esa caracterización. Pero hacemos una fuerte crítica a las tácticas de ese grupo.
Muchos jóvenes ven al Black Bloc como un representante del descontento general. La única acción política efectiva sería romper las ventanas de un banco o quemar un automóvil de la policía. Así estaríamos golpeando al capitalismo… lo que no es verdad. Los golpes al capitalismo sólo los da la movilización de masas, no los pequeños grupos que rompen una vidriera por cuenta propia… y que con sus acciones traban la masificación del movimiento.
La primera crítica a los Black Blocs es que imponen esas prácticas de forma autoritaria, absolutamente antidemocrática, sin ningún tipo de discusión ni coordinación con el resto de los que participan en las movilizaciones.
Las prácticas de destrucción de los Black Blocs no politizan el movimiento ni lo fortalecen, ni menos dialogan con los sectores que aún no están en lucha. Por el contrario, esas acciones sólo sirven generalmente para repelerlos e impedir la masificación del movimiento.
Y lo fundamental es que el movimiento necesita masificarse, superar esta etapa buscando mayor unidad con otros sectores combativos y expresando sus intereses con más claridad. Lo del Black Bloc va contra todo eso.
Frente a la represión contra los que luchan y resisten, debemos organizar una autodefensa conformada democráticamente por todos los sectores del movimiento. Sólo así tendremos un cuerpo fuerte que ponga al gobierno y sus perros represores a la defensiva.
¡Por una autodefensa contra la represión policial, basada en los trabajadores y la juventud! ¡Organización de las marchas para crear cada vez más disposición de lucha, para que todos juntos podamos enfrentar la represión!