Por Esteban Fernández


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El 7 de junio, elecciones de medio período en una profunda crisis política y de legitimidad

 

 

Uno de los estados más brutalmente maltratados por el capitalismo es México. Con una historia de conquista y colonia de siglos, la implementación del capitalismo mexicano supuso luego la opresión y explotación más directa y descarada que el imperialismo norteamericano ha realizado para así fundar su propio estado. Baste recordar la infame partición de México en 1848, en que EEUU se anexó la mitad del país.

Si bien es cierto la historia mexicana de conjunto no es reductible a este hecho, la actualidad la dominación imperialista es el primer rasgo, determinante, de la vida política y económica mexicana.

Esto se expresa, además, con formas brutales, que ponen al estado mexicano en un grado de descomposición que no alcanza (aún) el nivel de Afganistán, Irak o Pakistán, pero que es un alerta de que México podría quedar como un “estado fallido”.

Es que los “signos de los tiempos” en México incluyen no sólo los 43 desaparecidos de Ayotzinapa[[1]], sino también 15.000 muertes sólo en el último año, una guerra civil entre el estado mexicano y carteles narco, ambos financiados por EEUU –sea por la compra de droga o por el Estado Federal–, sin hablar de los carteles de trata de mujeres, desapariciones, secuestros, etc.

Sin embargo no se debe caer en “impresionismos”. El estado burgués mexicano viene resistiendo las negaciones de su existencia con dos mecanismos: por un lado, la completa sumisión de la burguesía mexicana –sobre todo sus políticos– al amo del norte[[2]] y, por otro, las condiciones políticas y organizativas de los oprimidos y explotados, marcadas por la desorganización de la clase obrera, la fragmentación campesina y los límites de conciencia –en México bajo las formas del autonomismo o de la democracia burguesa– como fruto de la crisis de la alternativa socialista que se da en todo el mundo.

Pero lo más importante para la estabilidad política es la situación de la clase obrera. Por un lado, la migración masiva convierte la explotación en estabilidad. Al viajar al norte la clase obrera descomprime la presión política y económica sobre su propio estado… mientras al imperialismo yanqui con su mano de obra barata e ilegal. Al mismo tiempo, la clase obrera que queda, sufre la explotación con organizaciones sindicales que desde hace décadas están bajo control de los partidos burgueses. El movimiento sindical no tiene independencia frente a la burguesía[[3]]. Es así que la clase obrera no se comporta como clase para-sí, sino como una clase a medias.

Por otro lado, la vanguardia estudiantil, recientemente lanzada a las calles, colocando incluso un millón de manifestantes, sigue en gran medida las tendencias del autonomismo, que aquí tiene algunas de sus experiencias más avanzadas, como Cherán o Chiapas. El problema de esta orientación es su utopismo localista.

Las elecciones del 7 de junio

Las elecciones no sacarán a Enrique Peña Nieto de la presidencia. Tampoco modificarán las actuales condiciones sociales y económicas. Por eso, depositar confianza en alguno de los partidos o candidatos burgueses sería un completo error. En la corriente internacional Socialismo o Barbarie nuestra posición es clara: no hay por quién votar y por eso llamamos a no votar en las elecciones del 7 de junio.

Como parte de un ciclo mundial –que pasa desde el chavismo y el kirchnerismo hasta lo de Syriza en Grecia o Podemos en el Estado español–, también en México hay un desgaste de la credibilidad y legitimidad de los principales partidos mexicanos, el PRI, el PAN y el PRD. Este desgaste está asociado además con la deslegitimación de todas las instituciones, como por ejemplo las fuerzas armadas, que se ha mostrado claramente como el enemigo en el caso de los 43 de Ayotzinapa.

Según las encuestas[[4]] la desconfianza con lo partidos mexicanos se une a la corrupción, al punto que el ¡90% de los ciudadanos del DF no cree en los partidos políticos y a nivel nacional el 90% considera que son corruptos! Más que una simple elección, parece ser que México el día de hoy es un laboratorio de la rebelión popular, la misma que ha corrido desde Egipto a Venezuela en los últimos 15 años.

No queremos decir que va a haber sí porque sí una movilización de esa magnitud. Puede haber tendencias que estabilicen el país; pero por otro lado es cierto que las movilizaciones populares han incrementado su presencia callejera.

Es en estas dos posibles circunstancias donde anclamos nuestro ángulos socialista y revolucionario: nuestro llamado a la abstención está en función de profundizar la tendencia a la ruptura con la burguesía, pero no lo hacemos siguiendo las posiciones políticas –como las autonomistas–, que muchos oprimidos o explotados han establecido.

Es sabido que una facción de los padres de los 43 desaparecidos han llamado a la abstención e incluso a boicotear la elección. Compartimos afectivamente su posición. Rechazamos absolutamente la barbaridad que el estado mexicano hizo con los 43. Hemos estado en las calles de los países donde nuestra corriente tiene presencia, denunciando la desaparición de los 43, demostrando solidaridad efectiva.

Pero no compartimos su posición política por los mismos motivos. Nos parece que es progresivo romper con los partidos de la burguesía. Pero nos parece un error pensar que todos los partidos son partidos de la burguesía. Un partido es imprescindible para luchar contra el capitalismo, contra el estado, contra el ejército y contra los partidos burgueses. La posición abstencionista en México tiene como premisa un prejuicio que es oxígeno para el autonomismo[[5]] y que impide dar una respuesta de conjunto. No se trata solamente de romper con la burguesía, se trata de construir un estado enteramente nuevo y para eso la organización partidaria es necesaria, absolutamente imprescindible.

Por supuesto este partido debe ser, también, enteramente nuevo. Debe ser un nuevo partido socialista y revolucionario. Y esta necesidad queda invisibilizada en las posiciones tipo “que se vayan todos”, aunque tengan un costado progresivo en tanto enfrentan lo existente.

Pero, en cada uno de los estados donde, bajo consignas como esa, cayeron gobiernos por rebeliones populares, el dominio capitalista se recompuso, de Argentina a Egipto. Es que, además decir “que se vayan todos”, debemos responder la cuestión de qué vendrá en su reemplazo, qué y quiénes llenarán ese vacío. Si no, el capitalismo y la dominación imperialista continuarán… con otras formas y elencos políticos.

Precisamente actuales las experiencias mexicanas permiten comprender bien eso. Vale recordar que Hegel, hablando de la revolución francesa, celebraba el júbilo mundial que tuvo ésta y cuya consecuencia fue la instauración revolucionaria del capitalismo en el mundo. Una nueva revolución mexicana instauraría un nuevo júbilo, un júbilo emancipatorio, que cubriría a todos los pueblos y naciones oprimidos y explotados por el imperialismo norteamericano, migrantes y negros serían apenas sus primeros espectadores. Una nueva revolución mexicana podría cambiar la historia del capitalismo. Queda en la conciencia de la clase obrera, del activismo, del campesinado la tarea de tomar este camino con el que simpatizarían oprimidos y explotados del mundo entero.

 

 

 

Nuestra posición para las elecciones… y más allá

Entonces nuestra posición es para las próximas elecciones, pero también es más general y puede ser sintetizada en cinco puntos.

1) ¡Que se pudra el narco régimen! No se puede votar por nadie, que se vayan todos los representantes de la burguesía.

2) Es necesario un nuevo México, un México obrero, campesino, popular, anti-imperialista. Es necesaria una Asamblea Nacional Constituyente para refundar el estado mexicano sobre otras bases sociales no capitalistas, sino socialistas.

3) Es necesario que todos los oprimidos y explotados mexicanos vean su historia y saquen de allí conclusiones ¡Es necesaria una nueva Revolución Mexicana que barra con el imperialismo y la burguesía criolla!

4) No nos hacemos ilusiones utópicas. Para una nueva revolución mexicana es necesario un nuevo partido revolucionario y socialista, que se extienda no sólo en el territorio federal, un partido de combate e internacionalista. Desde la corriente internacional Socialismo o Barbarie estaremos impulsando esfuerzos en ese sentido.

[1].- Y también los más de 90 cuerpos descubiertos que no son los desaparecidos.

[2].- Ciertamente esta no es la condición histórica general. En México ha tenido figuras burguesas que buscaron independencia del imperialismo, como Lázaro Cárdenas, o Francisco Villa y Emiliano Zapata, aunque éstos son más campesinos que burgueses.

[3].- Esto no quiere decir que no hayan existido corrientes de corte independiente, pero no consolidaron posiciones como lo hizo el “charrismo”, la burocracia directamente ligada al PRI y las patronales.

[4].- “Info-DF: 90 % de capitalinos no cree en partidos políticos”, La Jornada, 21/05/2015. Y también: “El 90% de los mexicanos considera que los partidos políticos son corruptos”, El País (Madrid), 21/05/2015.

[5].- Una experiencia con rasgos autonomistas pero ofensivos es la de Kobane, enfrentando al brutal Estado Islámico. Recomendamos la lectura sobre la temática que recién hemos publicado en el número 29 de nuestra revista Socialismo o Barbarie, la única revista de teoría marxista en América Latina.

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