Así lo indican las encuestas. Con el paso de las semanas, todos los datos arrojan un claro crecimiento. Tratándose de una provincia clave, estratégica para la izquierda, con su importante concentración obrera y juvenil, este no es un dato menor. Habla de la creciente inserción de nuestro partido y de la enorme oportunidad que se nos presenta este año.
Frente a la fuerte polarización entre los de arriba, no hay alternativas claras. Accastello, el candidato K, es un representante de la impostura. Empapeló la provincia acusando al delasotismo de no querer “transformar” y de no haberlo hecho jamás, para después lanzar sus spots que hablan acerca de su trayectoria política como jefe de Gabinete… ¡de De la Sota! A esto ha quedado reducido el lamentable “progresismo” provincial. Córdoba está empapelada de gigantescos carteles llenos de palabras (cambio, transformación, equipo, el mejor cambio) que no dicen nada.
Esta desagradable comparsa merece ser enfrentada con una campaña que cuele la agenda de los de abajo. Esta, que parece completamente ajena a la campaña electoral, se ha instalado por derecho propio. El paro general del 9 y la movilización de masas del Ni Una Menos son un importante testimonio de que los trabajadores, las mujeres y la juventud no se dejan simplemente pisar la cabeza.
Pero la izquierda no parece darse por aludida. El inefable MST, encarnación del oportunismo disfrazado de izquierdista, apela en su campaña al más bajo sentido común, a la “denuncia” de los privilegios de “los políticos”, no a construir una herramienta política que oponga los intereses de clase de esos “políticos” a los intereses de los trabajadores. Poco tienen para decir acerca de los “privilegios” de quienes se enriquecen en la provincia bajo el amparo de Schiaretti, Aguad y los K, nada acerca de los trabajadores y sus intereses.
Acerca del FIT hay poco para decir. Su campaña gira en torno a… ellos mismos. “Vení con la izquierda” dicen sus (pocos) carteles y nada más. Como si fuera poco, su interna de aparatos ha debilitado su campaña y hasta ha afectado la intervención en la lucha de clases (véase la lamentable división electoralista de actos cuando el paro general del 9 de junio). Por supuesto que esto último no es una gran novedad.
Después de la movilización del 3, muchas compañeras y compañeros nos preguntaban: ¿cómo sigue esto? Lamentablemente, la izquierda tiene pocas posibilidades de darle una respuesta categórica y realista a esa pregunta. Es que, lejos de la autoproclamación de quienes creen ser “la” alternativa de izquierda, nuestra influencia (la de todos los partidos de izquierda) es todavía insuficiente como para lograr torcer el curso de la política nacional y provincial.
La campaña electoral es una oportunidad para dar pasos en darle una forma organizada a las aspiraciones de sectores de masas, de vincularlas a una organización política que les dé a las grandes luchas una perspectiva. El nudo de todos los asuntos es convertir a la izquierda en una fuerza histórica capaz de plantear el problema del poder político. Por eso es fundamental arrancar de las reivindicaciones más sentidas de los explotados y oprimidos y hacerlas confluir en una Córdoba de los trabajadores, las mujeres y la juventud.
Una Córdoba opuesta a la que nos plantean los candidatos del sistema que se vertebra alrededor de las reivindicaciones más sentidas que emergen desde abajo: contra el ajuste, por aumento de salario, por paritarias sin techo, por acabar con el impuesto al trabajo, contra las suspensiones y los despidos como están arreciando en Fiat y Volkswagen, contra la precarización laboral. Por los derechos de la juventud y las mujeres reivindicando la jornada histórica del 3 de junio y proponiendo para la legislatura a una luchadora del movimiento de mujeres.
Nuestro partido viene creciendo en la provincia. Dimos un primer salto logrando instalarnos en las elecciones del 2013, alcanzando casi 25 mil votos. Como subproducto, nuestra regional duplicó su militancia en pocos meses. Se nos presenta ahora una oportunidad aún mayor. La participación destacada, de las primeras de la izquierda, del Nuevo MAS y Las Rojas en la marcha del 3 de junio así lo demostró. Pasamos de contar nuestra participación de decenas a cientos. Por supuesto que fue clave la reconocida trayectoria de lucha y militancia de nuestra agrupación de mujeres. Pero esta campaña puede ser un antes y un después. Somos la única organización de izquierda que está planteando consecuentemente el cuestionamiento a los partidos capitalistas, ligando las reivindicaciones de los explotados y oprimidos a la campaña electoral, planteando en la agenda política que hay que conquistar una Córdoba de los trabajadores, las mujeres y la juventud.
Si logramos que nuestro partido alcance guarismos electorales mayores a los que nos daban las primeras encuestas, más y más luchadores nos verán como una alternativa de organización y lucha. Esto depende de que nuestra joven regional se lance con todo a conquistar las calles para instalar a nuestro compañero candidato a gobernador, Eduardo Mulhall, como un representante de una alternativa socialista y a Julia Di Santi como legisladora.
Las tres semanas restantes son fundamentales. Hay que pelear voto a voto con nuestra agitación callejera, con una militancia cuerpo a cuerpo en la que cada militante es clave. Nuestra pujante juventud, que ha estado a la vanguardia de tantas peleas, tiene la enorme tarea de convertir a nuestro partido en una alternativa para amplios sectores.
Demostraremos que con militancia se le puede hacer frente a las campañas de millonarios. Convertiremos a nuestro partido en una gran organización con peso gravitatorio propio para lanzar la perspectiva de una alternativa socialista a la derecha podrida y al “progresismo” de corto alcance ¡Adelante!
Fernando Dantés