Por Joaquin Sosa
A 30 años de la ocupación de la planta de Ford en pacheco por sus obreros, desde el Nuevo MAS y la Agrupación “Desde el puente grúa” publicamos el presente material, con el objetivo de aportar al desarrollo de la conciencia de las nuevas generaciones de trabajadores, nutriéndolas de las enseñanzas y las lecciones que dejó una de las luchas más importantes de las últimas décadas en la zona norte del Gran Buenos Aires. Hacemos esto a través del relato de dos de sus protagonistas: el “Topo”, que fue delegado y uno de los dirigentes de la planta, y que, a su vez, hizo una enorme experiencia en el “rodrigazo”, la lucha contra el plan de ajuste del gobierno de Isabel Martínez de Perón; y el Luis, uno de los tantos compañeros de base que sostuvo la toma a lo largo de los 18 días, que “sobrevivió” a los despidos masivos y siguió trabajando en la fábrica varios años más.
Las entrevistas a los compañeros, 30 años después de las históricas jornadas, tienen todos los condimentos del relato en primera persona y el valor de reflejar varias de las contradicciones que tuvo el proceso.
No pretendemos ejercer acá una defensa incondicional de la toma, ni enarbolar la ocupación como única medida posible frente a los despidos. En cambio, sí defendemos incondicionalmente el método de la democracia obrera, que los trabajadores a través de sus propios organismos democráticos decidan de conjunto y de manera independiente de cualquier sector patronal como mejor enfrentar las situaciones planteadas. Y que en esos mismos organismos, sean asambleas generales, por sector, etc, se saquen conclusiones y se procesen experiencias que permitan a los compañeros seguir avanzando en la organización e ir forjando su conciencia de clase.
Estos compañeros que 30 años atrás llevaron adelante ese conflicto, formaron parte de una generación que fue golpeada brutalmente por la dictadura, pero sin embargo, por la cercanía temporal, experiencias de las décadas anteriores seguían presentes en el “qué hacer” de muchos. La juventud trabajadora de hoy tiene un enorme desafío por delante para recuperar esa valiosa tradición, porque a la derrota profunda que nos pegó la dictadura, se le sumó más de una década de desempleo de masas que terminó de cortar cualquier vínculo con esas tradiciones de lucha. Va a ser la propia experiencia obrera la que va a permitir ir avanzando en ese sentido, junto a la tarea de los partidos revolucionarios en ir ayudando a sacar conclusiones y brindarle herramientas políticas. Vaya este material como un aporte a la nueva generación en el camino de seguir recuperando los métodos de lucha y organización históricos de los trabajadores.
“CAMBIAR ALGO PARA QUE NADA CAMBIE”
El radicalismo asume el gobierno en 1983, en el marco de una profunda crisis económica y política abierta por la dictadura militar. La liberalización aduanera, con la entrada masiva de productos que antes se fabricaban exclusivamente en el país, destruyó muchísimas industrias; a este hecho se le sumó un feroz endeudamiento externo y la estatización de deuda privada que en total pasó de 7.000 millones de dólares en 1976 a 42.000 millones en 1982.
La dictadura militar elaboró un plan estratégico de desindustrialización, que junto a la represión y a la desaparición de personas, buscó desmembrar a la clase obrera, derrotarla y “domesticar” al movimiento obrero. Que acontecimientos como el Cordobazo no se repitan nunca más en el país. Así fue que desmantelaron el esquema económico-industrial llamado ISI (Industrialización por Sustitución de Importaciones) y la escena local pasó a ser controlada por el sector financiero de la economía. Creció la desocupación, cayeron los salarios y las condiciones laborales empeoraron notablemente. Fábricas, como Ford, fueron militarizadas y los mejores activistas perseguidos o asesinados.
En este marco de fuerte recesión económica asume Alfonsín. El retorno a la “democracia” despertaba enormes esperanzas en gran parte de la población, la gente salía masivamente a las calles y se vivía un clima democrático que se resumía en la frase “Nunca Más” a lo que tuviera que ver con la dictadura militar. Si bien con la “democracia” las formas políticas cambiaron, en materia económica el radicalismo continuó y profundizó los planes económicos de la dictadura: el sometimiento al FMI y a los pagos de la deuda externa; se agudizó el achicamiento industrial; y se profundizó la crisis laboral, la desocupación y la caída de salarios. Hacia 1985, el radicalismo lanza el “Plan Austral” con el fin de controlar la inflación. El plan básicamente consistió en una devaluación de la moneda –y cambio del signo peso al austral- lo que derivó en una caída del poder adquisitivo de los salarios; y un congelamiento relativo de precios y salarios. Un programa que pretendía controlar la inflación sobre la base de profundizar la recesión económica y, por ende, la desocupación.
Es en este contexto que Ford al igual que muchas empresas del sector, elaboran planes para reducir el personal. A esto hecho económico se le vino a sumar, que a nivel global –y Argentina no quedó exenta- determinadas industrias, sobretodo la automotriz, modifican los sistemas productivos con la inclusión de nuevas tecnologías y la automatización de operaciones y procesos productivos.
El conflicto en Ford, no fue el único. Ese mismo año, los obreros de la construcción de la represa de Piedra del Águila en Neuquén llevan adelante un histórico conflicto, que a pesar de ser derrotado, sentó las bases para ganar el sindicato provincial en el 89. En paralelo, hubo huelgas de importancia en ingenios de Tucumán y Chaco, y ocupaciones de metalúrgicas, cementeras, frigoríficos, cristalerías, textiles, etc. Además de conflictos en puerta, contra los planes de despidos y suspensiones que preparaban otras terminales como Renault y Mercedes Benz.
¿QUÉ PASÓ EN LA FORD?
En vista de esta situación y el anuncio de despidos por parte de Ford, la Comisión Interna (C.I.), dirigida por la Lista Naranja – compuesta por militantes del PCR, del Viejo MAS y activistas independientes- y coordinada por Miguel Delfini del PCR, el 17 de mayo de 1985 llega a un acuerdo con la empresa, a través del cual la patronal se compromete a no producir despidos y suspensiones hasta el 31 de julio y que ambas partes se sentarían a discutir antes de tomar medida alguna.
Sin embargo, el martes 25 de junio la empresa rompe el acuerdo y monta una provocación despidiendo a 33 trabajadores. Frente a este hecho, la C.I. decide ir a la ocupación de la planta para exigir la inmediata reincorporación de los despedidos. Se realizaron asambleas en las que se ratificó por mayoría la propuesta. El 26 de junio la planta de Ford amanece ocupada por sus trabajadores. Así se inicia un conflicto que va a tener a los obreros de la fábrica más grande de la zona norte en la primer trinchera contra el ajuste del gobierno y las patronales.
Los obreros se organizan por secciones con sus delegados y se encargan de todas las tareas: la vigilancia, la comida, la atención a la prensa, las recorridas por fábricas y lugares de estudio pidiendo la solidaridad, explicando el conflicto y llevando adelante el fondo de lucha. El gobierno, a través del Ministro de Trabajo, Hugo Barrionuevo, declara la ilegalidad de la toma, pero los trabajadores se disponen para resistir. Dentro de la planta permanecían varios empleados jerárquicos a los que se los retuvo durante algunos días a fin de forzar negociaciones con la empresa.
La solidaridad fue muy grande. Obreros de FATE, Atlantida, Terrabusi, los metalúrgicos de Corni, la UOM de Villa Constitución, bancarios, docentes, estudiantes, etc. se hicieron presentes para apoyar a los obreros en lucha. Incluso se trascendieron fronteras, crónicas de la época narran que los obreros de Ford Inglaterra realizaron un paro en solidaridad con los compañeros de pacheco y que delegaciones de obreros de Ford Uruguay y Brasil se acercaron a la planta. Sin embargo la CGT, reunificada al comienzo de la era radical, que le paralizó el país en 13 oportunidades al gobierno de Alfonsín no fue capaz de convocar ninguna medida en apoyo a los obreros de Ford. Más allá de algunas declaraciones generales en apoyo a las luchas en curso, Saúl Ubaldini y la CGT reclamaban por la conducción de los conflictos a través de “sus mandos naturales”. Veamos que quiere decir esto.
Esos “mandos naturales” de los que hablaba Ubaldini era la conducción traidora del SMATA y no los obreros organizados en asambleas. Ahí se expresaba un debate de fondo –muy actual, por cierto- acerca de quién se debe subordinar a quién: ¿las bases a los dirigentes o los dirigentes a las bases?. Para las conducciones burocráticas de la enorme mayoría de los sindicatos, los trabajadores se tienen que encolumnar detrás de lo que los delegados, la comisión interna y/o el sindicato diga. Si “ahora no es momento para pedir categorías”, que a nadie se le ocurra pedirle a los delegados que peleen por las categorías; si las condiciones de trabajo son cada vez más duras, “acordate que detrás de tuyo hay miles de personas que quieren tu puesto”; si te agarra el impuesto a las ganancias, “no te quejes que hay gente que está peor”… “y si no te gusta te podes ir”. Toda una política para que los trabajadores agachen la cabeza, mastiquen la bronca y sigan laburando. Y al que se ponga “molesto” lo cambian de sector, lo cambian de turno, lo apartan y lo hostigan o directamente lo hacen echar. Cuando las bases se subordinan a los dirigentes, en realidad se subordinan a los intereses que tienen los dirigentes, que son muy distintos a los que tienen los compañeros. La posición que desde la Agrupación “Desde el puente grúa” defendemos es exactamente la contraria: las bases son las que deben tener la voz. A través de asambleas donde cada compañero diga lo que piensa y se respeten las diferencias. Donde se lleve adelante lo que la mayoría decida, producto del debate de ideas y partiendo del balance de las experiencias hechas anteriormente. Eso es la democracia obrera y el mejor dirigente va a ser aquel que forme más compañeros en estos principios.
La Verde del SMATA, con José Rodríguez a la cabeza, hizo denodados esfuerzos por la derrota del conflicto. Mientras activistas Verdes intentaban socavar el conflicto desde adentro, la conducción, con el viejo verso de la “negociación inteligente” mantenía reuniones clandestinas con la empresa y el gobierno. Se jugaron a la derrota el conflicto, no convocando a ninguna medida de lucha en el gremio en solidaridad con los obreros de Ford, pese a que en varias plantas se avecinaban situaciones similares.
18 días sostuvieron la ocupación los obreros. Las presiones crecían y el conflicto, a pesar de la enorme solidaridad, iba quedando cada vez más aislado cuyos principales responsables fueron las conducciones del SMATA y de la CGT. En este marco, el gobierno fue preparando el operativo de desalojo. El 14 de julio por la madrugada, más de 2000 policías, cientos de patrulleros, helicópteros, carros de asalto y tanquetas rodean la planta. Los obreros que estaban preparados para esta situación se dispusieron a resistir. Sin embargo, dada la disparidad de fuerzas y el momento del conflicto optaron por negociar un desalojo pacífico.
Luego de la derrota de la toma, la empresa volvió a la ofensiva ratificando los 33 despidos y sumando 338 más, entre los que se encontraba toda la C.I. y el cuerpo de delegados. La persecución prosiguió, incluyendo el procesamiento penal de los miembros de la C.I. La justicia, el gobierno y las patronales buscaban escarmentar a los trabajadores y prevenir que el ejemplo de lucha de los obreros de Ford se propague por el país.
El 24 de julio, 10 días después del desalojo, Rodríguez del SMATA firma el acta de la traición junto a Sparvero (Presidente de Ford Argentina) y al Ministro de Trabajo Barrionuevo, dando por cerrado el conflicto. Como respuesta los obreros realizaron una gran movilización a Plaza de Mayo pero no lograron reabrir el conflicto. Luego de 15 días la empresa convoca a los trabajadores para reanudar las tareas.
ALGUNAS CONCLUSIONES
Queremos rescatar del conflicto las enseñanzas que nos sirvan de cara al futuro y aportar a la nueva generación de trabajadores algunos elementos vitales a la hora de organizarse y salir a luchar.
Como primera definición, y de cara al año próximo con la asunción de un nuevo gobierno que seguramente traiga planes de “racionalización económica”, la experiencia demuestra que cualquier plan de ajuste que quiera llevar adelante un gobierno y las patronales primero tiene que pasar la prueba de la lucha de clases. Lo mismo que se vivió en 1985 con los despidos masivos que salieron a enfrentar los compañeros de Ford, también sucedió en 2014 frente a una oleada relativamente chica de despidos y suspensiones. Y en ese sentido, los trabajadores solo podemos confiar en nuestras propias fuerzas, porque aunque haya contradicciones y entre los de arriba, cuando suena la campana de la lucha de clases, dejan de lado sus diferencias para hacerle frente a los trabajadores. Para eso, en la mayoría de los casos cuentan con la ayuda de las conducciones burocráticas de los sindicatos.
En tercer lugar, la clave pasa por la democracia obrera. Como decíamos más arriba, a la hora de un conflicto, más allá de qué medida de lucha se tome, lo fundamental pasa porque se decida de conjunto, que todos los compañeros se involucren. Y a sabiendas de esto estar preparados para defenderla, porque los despidos en la mayoría de las ocasiones no son sólo por motivos económicos, tienen el objetivo doble de pegar sobre el activismo y desarmar cualquier organización o delegados independientes, si los hubiera. Eso es lo que sucedió en Gestamp y en Lear en 2014. Donde hubo grandes conquistas con delegados independientes a la cabeza y donde se recuperó el método de las asambleas, los compañeros cada vez los acompañaban más. Y justo ahí fueron a pegar las suspensiones primero y los despidos después, en lo mejor del activismo de cada fábrica.
En cuarto lugar queremos señalar, que no hay ninguna receta a la hora de salir a luchar. Que los obreros tienen que evaluar en cada caso que es más conveniente, teniendo en cuenta la mayor cantidad de factores posibles. Y saber que lo que ordena, lo que marca la pauta es la lucha en sí, y que las campañas políticas, de difusión, etc., incluso las presentaciones judiciales son cuestiones necesarias que hay que hacer, pero secundarias. Como se demostró en el conflicto de Ford, la justicia, el Ministerio de Trabajo y demás instituciones de la democracia de los ricos, juegan abiertamente a favor de la empresa; lo mismo pasó en el caso de Gestamp, cuando el Ministerio de Trabajo de la Provincia de Buenos Aires dictó la conciliación obligatoria para que los compañeros desmovilicen y en menos de 48 hs. el mismo ministerio la levantó. El arte, en cada caso, pasa por saber combinar de la mejor manera estos factores para enfrentar cada situación.
SOBRE LA ORGANIZACIÓN DEL ACTIVISMO
El SMATA es uno de los gremios industriales más importantes, por su concentración y su lugar en la estructura productiva, la Verde es muy fuerte, sin embargo, ¿es invencible?. Claro que no, y ellos mismos lo saben, cuando todo el tiempo se utiliza la mano de hierro y se quiere disciplinar por medio del miedo, las cosas no están llamadas a durar. La cadena se empezó a romper en las autopartistas, con Gestamp y Lear a la cabeza, que a pesar de la dura derrota despertaron una gran simpatía por abajo en el conjunto de los trabajadores, porque fueron el ejemplo vivo de que cuando los trabajadores se proponen algo y lo buscan consecuentemente lo pueden lograr.
En ese sentido, queremos hacer hincapié en la necesidad de hacer trabajo clandestino, organizarse con los compañeros de más confianza, los que bajo ninguna circunstancia nos delatarían e ir preparando el terreno por abajo para en las mejores circunstancias posibles salir a la luz. La tarea de los compañeros es obviamente, proteger a los activistas, a los que más se destaquen, los que potencialmente sean la punta de lanza para romper el chaleco de fuerza de la burocracia. En ese sentido, este material también pretende ser un aporte en el endurecimiento de los compañeros, en la forja de su conciencia. Y esto no sólo se plantea en el SMATA, también en la UOM, la alimentación, en el plástico, etc. básicamente es la única forma posible de organización donde la persecución y la vigilancia son moneda corriente.
Queremos finalizar este material con un llamado a que los trabajadores nos involucremos más en los asuntos que nos atañen. Necesitamos ser políticamente independientes, ningún partido patronal, llámese PJ, UCR, PRO, u otro va a resolver los problemas que tenemos. Esos partidos gobiernan para los empresarios, de un sector u otro, pero siempre acosta de la explotación de los trabajadores. Por más “progresista” que se presenten, los trabajadores tenemos que comprender que si con una mano nos extienden alguna concesión, es porque la otra la tienen llena, y con eso pretenden dejarnos conformes. Mientras los empresarios la juntan en pala a costa de nuestro laburo, de nuestro cuerpo y nuestra salud.
Los trabajadores sólo podemos valernos de nosotros mismos, y debemos construir nuestras propias organizaciones. Porque así como ellos hacen política, nosotros también debemos hacer política, que no quiere decir salvarse uno sólo porque agarró algún cargo aquí o allá. Hacer política obrera y socialista, quiere decir luchar contra todas las opresiones que existen en la sociedad, empezando por la explotación que sufrimos a diario el conjunto de los trabajadores y siguiendo contra el trabajo esclavo, contra la opresión a la mujer, etc. etc. Somos los únicos que podemos patear el tablero de esta sociedad.
Las cosas no están llamadas a permanecer así por siempre, el futuro va a ser de quién mejor lo pelee.
“Estaban todos unificados en contra nuestro el gobierno, el sindicato y la fábrica en contra de nosotros, siempre es así, sigue siendo así y va a seguir siendo así”
SoB: ¿Cuándo entraste a laburar en Ford?
Topo: Yo entre en la Ford en 1972. Apenas entro había un conflicto de la puta madre. Después que se derrotó ese conflicto no se mueve nadie hasta no sé cuando… se empezó a mover cuando iba a venir Perón. La consigna de los montos era “luche y vuelve”. Después de todo el quilombo de Perón, yo milité en el ERP ahí, un tiempo a nivel sindical. Porque el petiso Kremer laburó ahí conmigo y me terminó influenciando. La lucha esa desemboca en lo que fue el Rodrigazo.
SoB: ¿Cómo fue aquella lucha?
T.: Hubo una marcha enorme, se levantaron todas las fábricas. Venía la GM que en ese tiempo estaba en la General Paz y San Martín, donde ahora hay un supermercado. Dirigía el PC con el gordo Nuñez y el ERP con el petizo Kremer, que era uno de los cuadros más importantes que tenían. Santucho, Gorriaran Merlo y él. Era del comité central. Tendría 26, 27 años. Era un capo. Y me acuerdo que llegamos hasta la Fanacoa, que estaba donde está Paty y a los de GM los cortaron allá. Se empezaron a plegar de varias fábricas. Nosotros salimos todos con los mamelucos. En ese tiempo había 7000, 8000 obreros en la Ford. Y en la medida que íbamos avanzando, empezamos a caminar y se iban plegando las fábricas chiquitas y las grandes era un quilombo la Panamericana. Había un ascenso bárbaro. La vanguardia era muy grande, muy importante en aquél tiempo, yo no volví a ver eso. Iba avanzando la marcha y se iba sumando gente de todos lados. Cuando llegamos a la Fanacoa nos estaban esperando con tanquetas de aquel lado, tenían de todo. Nosotros queríamos llegar a General Paz y juntarnos con GM. En ese tiempo estaba Isabel y López Rega que manejaba todo. Y ahí fue la caída de Rodrigo, que era el Ministro de Economía de Isabel y de López Rega. Ya Perón se había muerto. Y levantan eso en el 75 y al poco tiempo viene el golpe de estado. De esa marcha no volvimos todos a la fábrica. El golpe estaba ahí nomas. Yo me acuerdo que no volvimos a entrar, hizo como un filtro la fábrica. La fábrica estuvo cerrada como 20 días. Empezó a poner en los diarios que iba a tomar de vuelta, que iba a reincorporar, pero cuando llegabas ahí unos entraban y otros no.
Yo entré. En ese tiempo acompañaba pero no era delegado.
SoB: ¿Quién dirigía la interna en ese momento?
T.: La Verde con todo el quilombo de ahí desapareció y no volvió más. A Rodríguez lo corrió la gente. Esa comisión interna desapareció, Amoroso y todos esos que estaban en ese tiempo eran peronistas, hacían cosas ahí en la fábrica pero nada más. De última terminaban apoyando al gobierno peronista. A ellos creo que los secuestra primero la Triple A. Después desaparecieron. Y bueno después viene el golpe y liquida todo. Ahí si me tuve que borrar. Yo estaba en estampado en aquel momento, el petiso Kremer también era de estampado y el negro Nuñez era de mantenimiento pero también de estampado.
SoB: ¿Cómo se vivió el golpe dentro de la fábrica?
T.: Yo estaba justo de vacaciones, salí en febrero. Yo nací en Tucumán. Yo tengo mi familia allá. Y el ERP estaba allá arriba en los cerros tucumanos, ya era un quilombo. Yo fui porque tenía un tío justo de por ahí donde era todo el quilombo. Yo no tenía ni idea de lo que se estaba preparando, cuando fui y vi… uhhh pero todavía no había sido el golpe. Pero Tucumán ya estaba ocupado. Estaba Bussi. El Operativo Independencia estaba totalmente desarrollado. Volví y entre a trabajar, trabajé un tiempo más y ya vino el golpe. Y ya vino la persecución con todo. Era un despelote, después meten a los milicos donde estaban las canchas de futbol, estaban los vestuarios y ahí se meten ellos. Y bueno patrullaban toda la fábrica. Ahí me voy yo. Ahí me fui a Canadá a jugar al futbol. El golpe liquidó toda esa vanguardia. Para mí fue lo más terrible de esos años, que han muerto los mejores compañeros, de todos lados, no solo de acá, el golpe arrasó con todo. Era una derrota que iban a aplicar para que dure, eso era lo que nosotros no veíamos, yo conocía los golpes de estado que los milicos daban el golpe daban el comunicado número uno, metían un par de burócratas en cana y ahí moría la cosa y esto ya no iba a ser así.
SoB: ¿Cuándo volviste?
T.: Estuve como cuatro años afuera. Cuando volví, volví a entrar en Ford, porque yo en la fábrica no había quedado marcado. Vos renunciabas y te ibas y volvías si querías. Yo era un laburante bueno, no faltaba, laburaba bien. El que era mi jefe, mi capataz como se decía en aquel tiempo era uno que era arquero y atajaba en Huracán y con ese me llevaba re bien porque jugábamos, era más grande, mucho más grande que yo pero jugaba. Y bueno, volví y lo hice llamar y ahí nomas me hizo entrar. Ni la revisación hice. Me dijo: “estoy necesitando uno me dice, veni”. Y bueno ahí empecé de vuelta hasta que fue lo de la toma.
SoB: Después del golpe con los secuestros y la persecución no había delegados…
T.: Primero hubo unas comisiones, empezamos a plantear que tenemos que elegir delegados. Me acuerdo que había una hora en que golpeaban las cosas, había unos caños ahí y golpear caños hace un quilombo terrible! Porque parábamos a comer en estampado a las 10 de la mañana y cuando volvíamos empezábamos a golpear los caños y se arma un quilombo… Nos presionaban porque estaba parado todo. Después hubo una asamblea y ahí elijen una comisión para ir al SMATA que estaba en San Isidro. Y entonces dicen vamos a elegir una comisión y después vamos a ver si llamamos a elección de delegados, la querían hacer ellos, la querían manejar ellos. Y bueno, la cuestión es que a penas viene la comisión la echa la Ford. Todavía no eran las bases las que empujaban para eso. Si hacían quilombo pero no tenían nada claro. Pero el descontento abajo era cada vez más. El sueldo no aumentaba nunca, las condiciones de laburo eran cada vez peor, no le importaba nada que hayan caído los milicos, nada, aumentaban los ritmos de producción. Y por ahí estalla con todo. Y fuimos a la cancha de futbol. La cancha estaba abajo y había una lomita arriba.
SoB: ¿Vos seguías en estampado?
No, a todo esto me pasaron a pintura. Me habían mandado a pintura en montaje, porque era cantado que yo salía delegado en estampado, toda la historia mía era en estampado. Claro decían si a este lo cambiamos allá no va a salir delegado. Pero lo que pasa es que yo jugaba al futbol y era una especie de ídolo de todos y entonces cuando llegué allá, jugué dos, tres partidos con los otros y decían: “sos mi delegado”. Pero no era que vos te proponías, ellos te decían. Después fuimos ahí y cada sector proponía al delegado. Y ahí salgo delegado yo y Bogado subdelegado. Porque la sección nuestra creo que era de 50/60. Y el gordo Delfini sale delegado por montaje. Y después Delfini elige una Comisión Interna interina, elige todo a dedo no había mano levantada en la asamblea. El gordo, claro, era un flor de cuadro político, empezó a hablar y manejaba todo. A todo esto yo ya estaba militando en el MAS, había una banda de pibes del partido, como 15.
SoB: ¿Qué posición adoptaron los partidos en relación a las elecciones en el SMATA y a la “reapertura sindical” postdictadura?
El PCR, que tenía una base importante, tenía la política de que haya elecciones pero que la haga la Verde. Le cedían a la Verde. Nosotros teníamos todo armado, yo discutía siempre con ellos, en las asambleas, en todos lados. Me acuerdo que la línea del MAS en ese momento fue correcta. Cuando sale la Ford y elije delegados, casi todas las fábricas salen y empiezan a elegir delegados, en todos lados, en la Mercedes Benz, en todas las fábricas de autos y por todos lados. La línea del partido era que salgamos los que habíamos salido elegidos delegados y que hagamos una lista opositora a la Verde. Ellos querían empezar a manejar y la gente no les daba bola, y nosotros sabíamos que iba a ser así y decíamos que tenemos ir ahora como delegados, aunque no somos todavía oficializados, vamos a todas las fábricas y tenemos que hacer una lista y hagamos elecciones del SMATA y después que nos oficialicen. Pero el gordo Delfini y el PCR no querían, me maniobraba para acá, para allá, y viste, como en todas las fábricas estaban los peronistas, entonces lo dejaron entrar a ese Cardozo. Que Cardozo era del SMATA pero de Santa Fé – tenía la lista Azul y Blanca- y ese viene y empieza a comprar a los delegados, que al principio eran todos nuestros. Delfini quería que legalice como ya estábamos y que haya elecciones del SMATA. Y así iba a ganar Rodríguez de vuelta, nos iba a agarrar a todos en bolas, pero la cuestión que él lo demoró un montón, vino este Cardozo y entonces empieza a comprar a los delegados peronistas, enseguida se empiezan a vender. Murió el intento ahí. Cayó toda la lista Naranja. Se votó, nosotros ganamos ahí en Ford, pero en ningún lado más. Los chinos le habían dado toda la chance a la Verde.
SoB: ¿Qué conquistas tuvieron en ese tiempo con el cuerpo de delegados?
T.: Conseguimos aumento de sueldo, no sé todos los meses. Yo estuve como un año y medio, no llegamos a cumplir el mandato. El quilombo se armo antes. La toma fue en el 85. Tenía 35 años por entonces.
SoB: ¿Por qué se produce la toma?
T.: Porque la Ford quería echar tres mil tipos. Ya habían robotizado un montón de cosas. Cada vez veíamos que tecnificaban más y más. Algunos ya había un punto que los últimos meses ya andaban al pedo. Yo laburaba, yo seguía laburando pero había como dos, tres meses antes como mil tipos al pedo… una que baja el laburo y otra que habían mecanizado todo. Y ya estaban preparando los rajes. Ese es el motivo central. Después como excusa para provocar el quilombo buscaron a los peores de la fábricas, los echaron a ellos primeros, nosotros tuvimos que salir a defenderlos y bueno.
SoB: ¿Cómo se decide la toma?
T.: La toma se decide en asamblea general, la dirige Delfini. Era un despelote pero él terminaba imponiendo. Nosotros también terminamos aceptando la toma. Es como que nosotros no veíamos otra salida. Pero a la base le decíamos esto y lo agarraban porque tenían respeto y confianza en los delegados, entonces fuimos a votar que tomábamos la fábrica y por votación se ganó la toma. Era la única que había sino era dejar que echen a todos, pero si echaban a todos, nos echaban a nosotros también. Detrás de nosotros a todos. Por eso ahí vienen los ofrecimientos de plata, “cuanto querés y andate”. A mí y a Delfini era a los que más nos ofrecían. Es más y cuando vino el ofrecimiento de guita, del cuerpo de delegados de ciento y pico que éramos habremos quedado 40. Pero te pagaban qué sé yo 3 veces más de lo que te correspondía. El gordo tenía 3 o 4 delegados que había ganado, y yo también tenía 3 o 4 que andaban conmigo, de confianza. En ese tiempo, no había tercerizadas, los compañeros del comedor eran de Ford, todos eran de Ford, limpieza, mantenimiento, hasta la seguridad era de Ford. Cambiaba el color de la pilcha. Los del comedor tenían blanco. Eligieron un delegado en cada comedor.
SoB: ¿Cómo se organizaron dentro de la planta durante esos días?
T.: Se organizo todo bien, estuvo re bien. Cuando tomamos la fábrica no salía nadie, pusimos obreros en las puertas para que no entre ni salga nadie, los mejores compañeros iban a la seguridad. Quedaron todos los mensualizados adentro y eso aguantó un tiempo, vino la presión de todos lados para que largáramos a los mensualizados, que eran como mil y me acuerdo que fue bárbaro, así como nos revisaban ellos cuando nosotros laburábamos, nosotros los revisábamos a ellos y estaban con los autos ellos, y en un montón de coches se iban afanando algo los hijos de puta, abrías el baúl y el que no se llevaba una radio se llevaba una goma nueva. También, me acuerdo que en el comedor había no sé cuantos litros de vino, un montón de vino. Me dice el gordo, tenemos que tirar el vino a la mierda porque se van a mamar todos y no van a entender un carajo, vamos a terminar todos en la panamericana. Y lo tiramos en unas acequias, no sé cuantos litros. Imagínate que en aquel tiempo te daban un vaso por persona… calcula para 8 mil. Y lo tiramos.
SoB: Pusieron la fábrica a producir…
T.: Si, un día. El PCR decía que eran los mejores coches que salieron porque no había capataces, ni había patrones, no había nada, solo los obreros. Eso era demagogia del gordo Delfini. Se hizo para demostrar que la fábrica estaba en condiciones. Y mostrar que los obreros podían trabajar sin ellos, está bien, pero si la guita es de ellos qué vas a hacer, tenés que hacer la revolución socialista, les trabajamos gratis (risas). Está bien, pero si vos explicas, “podemos trabajar sin los patrones pero para eso tenemos que hacer la revolución socialista”. Les faltaba explicar lo fundamental. Empezaron por el final.
SoB: ¿Hubo solidaridad con el conflicto?
T.: Si, eso si! Los estudiantes, los bancarios, los obreros de la Corni fueron con tres micros, vino Piccinini de la UOM de Villa Constitución, vinieron y trajeron un montón de guita. Se fue buscando la solidaridad en distintos lados, salían comisiones para todas partes.
SoB: ¿Y cómo siguió el conflicto? Digo, ¿hubo negociaciones entre las partes?
T.: Estaban todos unificados en contra nuestro el gobierno, el sindicato y la fábrica en contra de nosotros, siempre es así, sigue siendo así y va a seguir siendo así. Después vino la cana y nos saca pero ya iban 18 días. Ya a los 15 días ya estaba duro. Cuando nos sacaron no había ni mil.
SoB: ¿Cómo fue el tema del desalojo?
T.: Ya estábamos medio entregados, cayó la cana con todo, con tanquetas, helicópteros, todo. Estaban Parrilli y Zamora me acuerdo, y decían: “esto es Apocalipsis Now”. Algunos resistieron un poco, pero ya estaba…
SoB: ¿Qué balance sacaron, por qué se perdió?
T.: Te diría que estábamos en un callejón sin salida, pero era la única para pelearla, sino nos teníamos que ir, traicionar todo y quedarnos algunos, la realidad fue así. Si aún hoy se recuerda es por la envergadura que tuvo, fue un hecho político muy importante, que tiene que ver con el tamaño de la empresa con que es un emblema de los yanquis, era como que te metías con la embajada. La realidad es que el conflicto quedo aislado, el resto de las automotrices seguían trabajando. Lo que sí podía haber sido, que ellos rajaran de a poco y no iba a ser ese conflicto, pero 2500 tipos no podés, cuándo iban a terminar de rajar. Y el objetivo de ellos era ese pero también sacarse a los delegados de encima. Después hubo una marcha a Plaza de Mayo, que fue importante, ahí hubo muchos compañeros, como 3000, pero el conflicto estaba derrotado.
SoB: ¿Qué rescatás de esa lucha, qué enseñanzas te gustaría transmitir?
T.: Si te rajan a la mierda no hay más discusión. Si quedás afuera de la fábrica se acabó todo, ya no hay más que hacer. Si estas adentro es otra cosa. La panamericana te puede servir para difundir y listo. Lo más importante de lo que saqué de esa experiencia fue compañeros que vos no dabas un mango y cuando llegó el momento eran mejores que todos los que vos tenías en cartel. Tipos que se jugaban la vida, tipo que lloraban. Ahora pasas y preguntas y sigue el reconocimiento a esos delegados. Nunca se fue. Hicieron propaganda que el gordo había agarrado guita, que yo había agarrado guita, pero durante años me crucé con compañeros de Ford y eran abrazos y charlas. La propaganda fue muy hija de puta de la radio y la televisión. Bueno y la Verde, trabajó para la derrota, son funcionarios de ellos, en cuanto hay uno que rompe las pelotas, no hace falta que haya conflicto, lo echan a la mierda ahí nomás. Mirá yo labure más de 12 años en la Ford, y la Verde nunca estuvo, nunca existió, porque era un odio que le tenían todos a Rodríguez, visceral. Me acuerdo una vez que lo sacaron cagando, le entraron a tirar tuercas, de todo, vino con una patota como de 20 chabones y quiso meterse en la asamblea. Era a penas yo entré. Venía porque él siempre quería manipular a todos.
“Se hacían asambleas y las cosas que se hacían por actas vos las tenias para leer, estaban en las carteleras, había más información, cosa que no pasa ahora”
SoB: Contanos cómo se llegó a la toma de la planta.
Luis: La Comisión Interna había firmado con la empresa un acuerdo de que no iba a haber despidos, y dos días antes del vencimiento del acuerdo echan a 33 compañeros. El acuerdo decía no echar a nadie, no es que decía no eche a este grupo pero sí a estos otros. Yo estaba en el turno tarde en ese momento, cuando llego a la fabrica ya estaba tomada. Hubo asamblea a la mañana y se definió con los que estaban, después no se hizo nada. Así que en todo lo previo a la toma yo no estuve, no lo viví, escuche lo que contaban…
SoB: ¿Cómo se manejaban los delegados y la Comisión Interna con la gente?
L.: Lo que pasaba en esa época era que te acercabas a las carteleras y tenías todas las actas que se iban haciendo, para leerlas, para que te informes. Yo me acuerdo que la había leído y justo antes del vencimiento del acuerdo le manda el telegrama a estos compañeros, que según decía la empresa era por el ausentismo y eso. Fue una provocación, pero lo que yo veo y pienso, sabiendo como era Delfini, que no haya analizado por qué la empresa antes de vencer el acuerdo hace esto, a qué apunta. El gremio en todo momento se borró, no apareció para nada ahí. Lo que a mí me queda de Delfini es que dentro de lo que era el centro industrial era uno de los que pisaba bastante fuerte, que lo desplazaba en ese momento a Rodriguez que no entraba a hablar en la planta, entraba a la administración, pero no a la planta. El que venía hablar cada tanto era Pardo, otro de la Directiva. Entonces queda por pensar, a la empresa un tipo así no le conviene, al sindicato un tipo así no le conviene y te da para pensar si no la vio…
SoB: Pero si pasaban esos 33 despidos, era una posibilidad que atrás vengan más…
L.: No sé, en este conflicto vos podés hablar con la cantidad que quieras y cada uno va a tener una opinión distinta. Yo me pregunto si se analizó el tema de que faltaban dos días para el vencimiento del acta. Y del otro lado vos decís, esto es como yo lo veo, la empresa se quiere tirar un pedo y le pide permiso a Delfini y el sindicato dice, yo como secretario gremial no puedo entrar a la planta porque la gente me odia. La empresa no sólo echo 33, desarticuló todo un grupo, que vos podías estar a favor o no, opinar algunas cosas igual otras no, pero lo que es seguro es que frenaban los ataques que la empresa quería hacer y le planteaba las cosas al sindicato. Se hacían asambleas y las cosas que se hacían por actas vos las tenias para leer, estaban en las carteleras, había más información, cosa que no pasa ahora. Yo tengo a un sobrino laburando y dice que ni la escala salarial dan ahora. Entones había comunicación, algunos quedaban en la duda y tenían posibilidad de preguntar, ¿hoy quién pregunta? Lo que me quedo es eso, lo positivo es que quedó la demostración de que si el laburante quiere hacer algo realmente lo puede hacer.
SoB: ¿Cómo se organizaron durante la toma?
L.: Pasó una cosa muy rara, hubo a un grupo de delegados al que le hacen un juicio por privación ilegitima de la libertad, que era por los administrativos de la cocina que habían quedado adentro y estaban los mensualizados. Después comentaban los muchachos que estaban apostados en puerta 1, en Henry Ford, que varios jefes se llevaban materiales de la planta cuando los dejaron salir. Después la organización fue hacer guardias en las puertas, había un grupo de compañeros que se hicieron cargo de la cocina, y en planta había grupos que nos turnábamos para hacer guardia en los lugares donde había materiales que se los podían afanar. El tema de las guardias en toda la planta era lo mismo, un grupo cuida acá, y se hacían relevos. Después hubo mucha solidaridad, vino Peteco Carabajal, en ese momento vivía Jacinto Piedra y vino, se hicieron recitales solidarios. Eso fue lo que pasó, después los familiares nos venían a ver a la vereda y nos traían para comer. En otros casos hubo muchachos que se fueron a las casas y después volvieron. Con el correr de los días fue cayendo la gente, había desgaste.
SoB: ¿Qué política tomaron la empresa y el gobierno?
L.: La empresa planteaba que iban a tener una pérdida muy grande en pintura, porque la pintura tenía que estar en permanente movimiento en las bateas, y eso se salió a desmentir porque siempre estuvo en permanente movimiento. Y un día se decidió hacer en todo el centro un día de producción para demostrar que se podía trabajar inclusive sin los capataces, no me acuerdo si fueron 2 horas, 2 horas y media que se produjo. Me acuerdo que Neustadt era uno de los periodistas que en televisión nos daba mucho contra la toma y contra Delfini. Y los periódicos también nos pegaban mucho a los trabajadores.
SoB: Se analiza que uno de los motivos de los despidos masivos fue la robotización de la planta…
L.: Eso fue un proceso que a la larga se iba a dar, el problema de eso, que no se planteó en ese momento y tampoco veo que se plantee ahora es que si bien vos tenés un robot trabajando es necesario que la persona tenga la prioridad de mantener su fuente de trabajo. Eso es lo que había comenzado en esa época pero hasta la fecha no se le encontró una solución.
SoB: El gobierno de Alfonsín preparó la represión y el desalojo, ¿cómo fue la cosa?
L.: Una noche cayeron los milicos con helicópteros, se escuchaba en la radio que la panamericana estaba llena de patrulleros, que venían los gendarmes; entonces se decidió juntarse con toda la gente de montaje y estampado, se fue para allá y bueno ahí estaban los compañeros atrincherados para dar masa. Después se bajaron un poquito los decibeles, se acordó un desalojo pacífico y empezó a entrar la policía y empezamos a salir. Nosotros estábamos rodeados por los milicos de Campo de Mayo. Llegó un momento que ya no daba para mantenerse ahí, además porque ya empezaba a faltar un poco el tema de la comida, porque más allá de los que mandaron víveres y esas cosas, después ya empezaba a escasear.
SoB: ¿Qué cambios viste en los compañeros que pasaron por esa lucha?
L.: Si en el último día no éramos muchos los que quedamos, sí había una cantidad muy grande de compañeros que eran concientes de lo que era una toma de fábrica. Que la toma no era joda ni nada por el estilo. Durante la toma no hubo ningún caso de muchachos que estuvieran alcoholizados, ni nada de eso. En el primer y segundo día muchos compañeros se fueron a sus casas y no volvieron hasta que terminó el conflicto, pero la gente que quedo hasta lo último era conciente. Los compañeros se fueron haciendo en la lucha, porque que yo sepa no había gente que haya estado en una cosa así, además te das cuenta porque el que ya la pasó automáticamente cuenta la experiencia sin que le preguntes.
SoB: ¿Cómo siguió la cosa después de la derrota? ¿Los despidos fueron inmediatamente después?
L.: La empresa después de que pasa todo nos da una fecha para reanudar la producción y nos adelanta plata prestada, nosotros estuvimos toda una quincena ahí adentro y la tuvimos que devolver en 3 cuotas. Y van por 1500 despidos. Ya no tenían más la piedra en el camino. El acuerdo lo hace Rodríguez con la empresa, “dejame 1500 afuera”. Nosotros dejamos de cobrar el viatico y se paso del 3% a 5% de la cuota sindical para sostener la obra social de los compañeros. Pero eso salió del sindicato, no hubo ningún momento que vengan a preguntar si estábamos de acuerdo; cuando ellos fueron responsables que quedaran todos afuera. Dentro de esos 1500 que quedaron afuera, estaban todos los delegados y la comisión interna. El gremio le decía a esos 1500 que sigan aguatando que los iba a hacer entrar, de esos entraron 26 nada más y dentro de esos 26 algunos que eran muy de la Verde.
SoB: ¿En términos salariales cómo quedo la cosa?
L.: Después de la toma el salario se mantuvo pero después vino la hiperinflación. Después de la derrota perdimos un porcentaje muy grande de aumento, fuimos mucho para atrás, se perdió mucho… En esa época decían el que entra en Ford gana bien, gana bien el que hace horas extras, pero tenés que estar 12 horas. La diferencia la hacías con las extras.
SoB: ¿Qué le dirías a los compañeros que hoy por hoy están en los lugares de trabajo, que enseñanzas le querés transmitir?
L.: El aporte sería de que si vos te organizás, te planteás una situación para resolverla, es ir lo mejor preparado posible, tenés que ver un montón de cosas para eso, tener en cuenta todos los factores. Si vos haces una lucha la tenés que hacer con toda la gente y que la gente también sepa, este bien informada, la obligación tuya, que todos los compañeros estén informados y sepan todo, después se verá si la mayoría te dice no queremos hacer esto, sabe al resultado que vas a llegar con los pocos que te acompañen.
Y en relación a los delegados tienen que ser concientes que así como se los vota y se los pone se los tiene que poder sacar, es así clarito. Lamentablemente hoy en casi todos los laburos no podes opinar distinto porque ya te ven como sapo de otro pozo. Yo creo que hay un lineamiento entre todos los gremios en el cual la idea es ustedes aceptan lo que yo arreglo, y tendría que ser al revés, que los dirigentes lleven adelante lo que la base decida. Esa es una de las cosa que se tiene que meter en la cabeza todos los laburante, que tiene que ser al revés y es posible. Es eso como experiencia de lo que uno vivió, hay que luchar por eso, eso es lo básico. Ahora las situaciones son distintas pero seguimos con la misma metodología de parte de las conducciones sindicales. En la estructura de los gremios ese cambio se tiene que dar pero a través de la gente y de la gente que participe que pueda plantear algo, que diga yo no estoy de acuerdo, por qué no se hace de tal manera. Eso me parece a mí es lo que hay que transmitirle a los compañeros de lo que uno ve de esa época a lo que viene pasando todo este tiempo. Todo fue yendo al revés, entran pibes a las fábricas y ya pensando “yo le tengo que obedecer a aquel que es delegado”, y no es así. Todo lo que a veces te dicen que somos democráticos que podes expresarte como a vos te parezca es mentira.