José Luis Rojo



 

 

Las elecciones del domingo pasado dejaron bastante tela para cortar respecto de la votación de la izquierda, tanto en la Capital Federal como en Córdoba.

El primer elemento, el más objetivo, es que la izquierda sumada hizo una importante elección; esto es más destacado, quizás, en Córdoba, donde la suma de los votos del FIT, nuestro partido y el MST (incluyéndolo dentro d la izquierda) alcanzó casi el 8% provincial, llegando en Córdoba Capital a alcanzar la enorme cifra del 16% de los votantes.

El resultado en CABA, es verdad, fue más modesto: el 4% obtenido por Zamora, más el 3.1 de Bregman suman un 7% que está lejos de las mejores votaciones de la misma en la Ciudad. De todos modos, al ser la cuarta y quinta fuerzas de una elección sin otros participantes, no dejaron de tener visibilidad y una ubicación de conjunto importante, más allá que en porcentajes de votantes, evidentemente, quedaron muy lejos de las tres principales fuerzas.

Es real, también, que en Córdoba, expresando un porcentaje en el total similar a CABA, el FIT fue la cuarta fuerza y nuestro partido la quinta (en nuestro caso superamos al MST y al centroizquierdista Pirri, apoyado por la CTA, el PTP y Libres del Sur).

Es decir, sobre el conjunto, ubicaciones importantes de la izquierda revolucionaria en el panorama general, aunque, claro está, con una cantidad de votos evidentemente menores que las candidaturas patronales principales.

 

¿Una sola izquierda?

 

Pero hay una segunda conclusión que ver con lo ocurrido al interior de la izquierda. El FIT viene pretendiendo erigirse en la “única” izquierda de la Ciudad, de Córdoba, del país…

Pero resulta ser que este esquema se vino abajo en la jornada del domingo pasado. El hecho que Luis Zamora le haya ganado al FIT en la categoría de Jefe de la Ciudad y que habiendo quedado por detrás en la categoría a legislador, de todas maneras haya logrado ingresar el otro legislador de la izquierda junto con Ramal, indica lo fuera de lugar del slogan del FIT en las PASO de la Ciudad cuando por toda consigna se propagandizaron como “LA izquierda en la Ciudad”…

En el caso cordobés ocurrió algo similar: el FIT pretendió presentarse como la única izquierda de la provincia mediterránea, o bajo el oportunista esquema habitual “la única que puede entrar en la Legislatura”. Sin embargo, aun obteniendo una votación de unos 80.000 votos a gobernador, para todo el mundo fue evidente que la elección del Nuevo MAS fue de importancia; los 26.000 que nos catapultaron a 5° fuerza provincial a gobernador, evidentemente menores a los votos combinados de un frente de tres fuerzas, sin embargo ha sido un resultado expresivo de que hay más de una izquierda en la provincia.

En todo caso, la cuestión de fondo es porqué el FIT no pudo hacer valer su pretendido monopolio; cuestión que ahora que nuestro partido ha conquistado presentar una fórmula presidencial para las PASO, podría volver a expresarse el 9 de Agosto.

Y la explicación es sencillamente que, independientemente que el “espacio” de la izquierda en el país es un hecho con bases objetivas apoyado en el clima “progresista” general que se vive, y que seguramente se va a mantener en las elecciones de este año, como votación tal al FIT tiene una serie de supuestos que se vienen abajo en cuanto otras fuerzas pueden competir más o menos en igualdad de condiciones.

Insistimos. Los resultados del FIT se apoyan en una serie de supuestos. Uno, que bajo el mecanismo del voto útil, muchos votantes de la izquierda le otorgan su voto con la consideración de que, en todo caso, el FIT es la fuerza que puede superar las PASO e ingresar legisladores.

Por otra parte, y más allá del argumento de la “unidad” (hoy vapuleada por la interna feroz y despolitizada que atraviesa a la cooperativa electoral), está el hecho real que al pasar las PASO y dejar afuera a los demás competidores de la izquierda, el FIT logra alzarse con los votos de todo el espacio (es decir, propios y ajenos) y consagrar, eventualmente, legisladores o diputados nacionales.

Pero todo esto no quiere decir que el FIT tenga el monopolio de la representación de la izquierda, o que su representación tenga el valor de ser el de una fuerza orgánica, “consolidada”, como dicen sus integrantes. Esto no es así: en igualdad de condiciones esa preferencia no es tan evidente; talla la política tal cual se puede observar en la elección cordobesa.

Ahí se puede ver un fenómeno significativo: nuestro partido, en más o menos igualdad de condiciones (en las PASO de agosto 2013 hubo spots gratuitos; en este caso hubo medios, aunque en todos los casos nuestros recursos económicos fueron infinitamente menores) logró repetir e incluso levantar unos puntos la votación obtenida dos años atrás en la provincia mediterránea.

 

Es decir: logramos una importante estabilidad de la franja electoral que nos ha votado y eso que no hemos logrado consagrar aún representaciones.

 

A igualdad de condiciones, define la política  

 

En todo caso, insistimos, en más o menos igualdad de condiciones, en el caso que no sea sólo el FIT el que logra determinada visibilidad entre los votantes (aun a pesar de lo consagrado que está en los medios), lo que define es la política que se lleva adelante en la campaña electoral.

La realidad es que el FIT viene con una política y un perfil muy adelgazados. Esto no quiere decir hacer una campaña electoral sectaria, doctrinaria. La campaña electoral obliga a traducir la política de los revolucionarios a más amplios sectores, un ejercicio de pedagogía política.

Pero, probablemente, cierto vaciamiento de las campañas del FIT les pueda jugar en contra cuando se ven frente a un competidor como nuestro partido, que logra hacerse valer, que logra determinada visibilidad electoral aportando contenidos.

Además, hacia agosto, el FIT tiene otro problema: no está claro todavía cómo les va a jugar que vayan a internas. El PTS ha propagandizado que eso será un elemento “favorable”, que hará más “atractivo” al FIT por la participación democrática en él. O, simplemente, porque los medios se van a dedicar a su interna y “ningunear” candidaturas de izquierda como la de nuestro partido (¡algo que es muy probable porque los medios son una de las instituciones que más se rinden ante los hechos consumados, una de las instituciones más conservadoras hoy!).

Pero el efecto “positivo” de las internas es una hipótesis todavía; algo a verificar el propio 9/8. Puede ocurrir la hipótesis contraria también: que un sector de los votantes de la izquierda sientan que la interna del FIT es despolitizada, de aparatos, que no se justifica en nada real. Y que, por otra parte, no se traguen eso de la “única izquierda” y salgan a comparar las distintas propuestas, los distintos perfiles de candidaturas, el sentido de clase y socialista de cada campaña.

En resumen, en condiciones iguales se demuestran dos cosas: primero, que el supuesto monopolio en la representación de la izquierda no es tal en el terreno; es así entre la vanguardia, sobre todo estudiantil, donde el “poroterismo” es amo y señor; pero entre los votantes de la izquierda en general, entre la vanguardia trabajadora, tiene muchísimo más peso la política que presente cada fuerza.

 

Es decir: no hay monopolio de la representación sólo porque se elijan representaciones; el monopolio se obtiene sobre la base de una representación orgánica al servicio de la cual debe colocarse la importante “palanca electoral”, pero que no se resuelve en ella misma. Y todavía la izquierda está muy lejos de transformar esa fuerza electoral en una orgánica, esto tanto respecto de la clase capitalista como en lo que hace a dirimir las relaciones de fuerzas en el seno de la izquierda. Electoralmente, cada vez que se obtienen votos, se podría decir que estamos “sobre-representados” electoralmente: el FIT y nuestro partido también cuando logra votaciones como las de Córdoba.

Segundo, algo muy importante ya señalado, es que en igualdad de condiciones lo que define es la política. Este es un factor importantísimo y revolucionario. Lo pudimos observar el domingo pasado no solamente en relación al FIT, sino también al MST. Respecto del primero, porque nuestro partido hizo una enorme votación: el FIT no se llevó todo el voto de la izquierda roja aun a pesar de lo “instalado” que está en la provincia a partir de la candidatura de Olivero. Respecto del MST, porque éste puso en juego recursos económicos y de “aparato” mayores que nuestro partido y, sin embargo, fue vencido por nosotros.

Está claro que muchos en la franja de la izquierda no se olvidan de su operativo oportunista de ir de la mano de Luis Juez (hoy socio del PRO), o su escandaloso apoyo a la Sociedad Rural cuando el conflicto con el campo en el 2008, o la falta de todo eje político en la campaña (¡y ni hablar de un eje de clase!).

La política revolucionaria es la que define las cosas en igualdad de condiciones. O la que se hace valer hasta cierto punto, también en el terreno electoral. Esta es una enorme enseñanza para las PASO que vienen.

 

 

 

 

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