Por Diego Bouquet
Cualquier persona que viva en CABA o la Zona Norte del Gran Buenos Aires tiene a los colectivos de la línea 60 como parte permanente del paisaje. Hace ya varias semanas que el paisaje fue modificado por la acción de una empresa que recibe subsidios millonarios, persigue a sus trabajadores y perjudica a los que usan esa línea como transporte hacia sus lugares de trabajo.
La respuesta a un método de lucha que de perdurar, llevaba al triunfo de los trabajadores
Los trabajadores de la línea 60 respondieron a la provocación patronal de despedir a 47 trabajadores (luego se sumaron más) con una medida ya utilizada por los trabajadores del subte. Sacaron los coches a la calle y brindaron el servicio sin cobrar el boleto (hoy a través de la Sube). Por el tipo de trabajo que realizan pudieron combinar la presión a la empresa (que dejaba de ganar dinero a diario) con el no afectar a quien depende de esa línea para trasportarse. La respuesta de la empresa la cuenta Eric Simoneta, delegado y colectivero de la línea desde hace veinte años[1] . “Hicimos un trabajo innovador en lucha donde nos preguntábamos cómo hacer para que no sufran los usuarios y sin quedar mal ante la opinión pública. Esta metodología de no cobrar boleto fue prosperando”, pero “por todos los medios intentaron quebrarnos, y al fracasar, el sábado 27 por la tarde cayeron en el lockout patronal, hecho que denunciamos en la Justicia. Solicitamos una medida cautelar que nos permitiera brindar el servicio pero la empresa quedó acéfala haciendo una falsa denuncia de que por falta de seguridad el servicio no se podía brindar, y eso es mentira”. De esa manera la empresa respondió a la medida de los trabajadores, dejando sin servicio a los usuarios e intentando instalar en la opinión pública que los trabajadores hacían paro dejando sin servicio a quienes viajan en esa línea.
Una resistencia que viene de hace rato
La línea 60 bajo la empresa Monsa hace rato que viene en constante decaída, “Ya veníamos con la vieja 60, mal y en quiebra, con coches de diez años de antigüedad y falta de pago. Marcelo Pasciuto era y es el presidente, y se jacta de haber levantado la empresa cuando fundió la vieja MONSA (Micro Ómnibus Norte SA), que en 2010 se vendió al grupo DOTA, más allá de las desmentidas de las autoridades. Desde ese momento comenzó una política muy distinta donde no se respeta al sindicato, los convenios colectivos ni las leyes laborales”, explica Simoneta. Cabe agregar que Pasciuto (máximo responsable de la 60) que era chofer e hijo de componente (dueño de parte de la unidad) y andaba en los internos 192 y el 34, pesan sobre él graves acusaciones. “Él tiene homicidio como chofer en la avenida Las Heras y volcó en acceso Tigre y 197”. Pero ante el pedido de que al último compañero echado se le dieran otras tareas se negó, acusándolo de tener varios accidentes graves, lo que es falso.
La cuestión es que desde hace rato los trabajadores son representados por una comisión interna combativa, algo muy distinto son los dirigentes de la UTA. “Nuestros dirigentes de la UTA no están a la altura de los trabajadores. Es descarado cómo defienden el patrimonio de los empresarios y no hay un chofer que hable bien de ellos. En ninguno de nuestros conflictos se hicieron presentes, pero sí intentaron romper huelgas, como acá”, asegura Simoneta.
El Estado “subsidia vagos”
Esta frase comúnmente utilizada de forma reaccionaria es sin embargo totalmente cierta en este caso. Es que la presidente Cristina Kirchner entrega a través del Ministerio de Transporte un subsidio de 34 millones de pesos al mes por los 340 coches que tiene disponible para brindar servicio la empresa. Pero con el agravante de que DOTA generalmente saca a la calle 244 unidades y deja parados 96 vehículos, lo que constituye una estafa de $ 9.600.000 al Estado, a los trabajadores y a los usuarios. Con esta política la empresa se lleva millones al mes mientras que deja que los problemas se multipliquen: deja que se pierda la frecuencia entre un colectivo y otro, crecen los accidentes laborales derivados de las condiciones de trabajo y los accidentes de tránsito, derivados de roturas por falta de mantenimiento preventivo.
Pero hay que decir que el Estado sí intervino en el conflicto. En un primer momento dictando una conciliación obligatoria que no fue acatada por la patronal. Ante la negativa de la patronal los trabajadores quisieron sacar los colectivos igual. Ahí nuevamente apareció el Estado. ¿Obligando a la patronal a acatar la conciliación? Por supuesto que no, mandando a las fuerzas de “seguridad” a cuidar los intereses de la empresa… Nada nuevo bajo el sol…
Rodeemos de apoyo a los trabajadores de la 60
Ante el intento infructuoso de los medios de culpar a los trabajadores del “paro” de los patrones, las muestras de ayuda a los trabajadores de la 60 se siguen sumando. Tras dos semanas del lock out patronal y el intento de desalojo de la cabecera Constitución, luego de decidirlo en asamblea, los trabajadores de la línea 60, junto a organizaciones y partidos de izquierda, cortaron el acceso Sur a la Ciudad de Buenos Aires en el Puente Pueyrredón. Continuando con el reclamo por la reincorporación de los 53 compañeros despedidos.
Diego B
[1] http://www.veintitres.com.ar/article/details/35963/politica-conflicto-emblematico