Por Raúl Salinas
La “gran prensa” y las agencias que la surten, son maestras en el arte de mentir… también por omisión. Nos sirven artículos sobre las catástrofes de Venezuela, Ecuador y otros países que en mayor o menor medida se desalinearon de la obediencia a Washington. Pero es casi imposible en Sudamérica, y sobre todo en la prensa del Cono Sur, leer una línea sobre Puerto Rico.
Tiempo atrás, esa isla del Caribe era presentada como ejemplo de progreso, consecuencia de lo beneficioso que es ser colonia de EEUU. Efectivamente, Puerto Rico –isla ocupada por el imperialismo yanqui junto con la de Cuba al vencer a España en la guerra de 1898– no es independiente, ni siquiera en lo formal. Es un “Estado Libre Asociado”, una forma decorosa de decir que es una colonia estadounidense. ¡Los países latinoamericanos que quisieran progresar, debían parecerse lo más posible a Puerto Rico!
Ya nadie habla del tema. ¡Silencio en la noche! Se lo ha barrido bajo la alfombra, porque Puerto Rico es hoy –según The Economist– la Grecia del Caribe, en cuanto a bancarrota económica y social… Y The Economist se queda corto, porque la isla en muchos aspectos está peor que Grecia.
Por una sentencia que la Corte Suprema de EEUU dictó en 1901, Puerto Rico “pertenece a” pero “no es parte de” Estados Unidos, y su soberanía corresponde al Congreso norteamericano. En otras palabras, no es un Estado de la Unión sino un “territorio”. Hablando claro, una colonia. En 1952, concedieron a la isla un status que les permite a sus pobladores elegir gobierno local. Pero, como carecen de soberanía, no pueden decidir su política económica, ni aspirar a auxilios del Banco Mundial, el BID, el Banco de Desarrollo de América Latina (CAF), etc. Puerto Rico no puede siquiera decidir qué barcos autoriza a atracar en sus muelles.
La ocupación de EEUU trasformó a Puerto Rico en una base naval (que produjo daños ecológicos graves), arrasó con la agricultura que autoabastecía a la isla (hoy importa el 87% de sus alimentos de consumo diario), y las pocas industrias que se instalaron, se han ido en busca de salarios más miserables en México, Dominicana y Centroamérica. Así, el desempleo según las mentirosas estadísticas oficiales es más del doble del de EEUU… cifra que a su vez es descaradamente “dibujada” en Washington.
En ese contexto, el “Estado Libre Asociado” está en bancarrota. En 2013, la deuda pública ya era de US$ 70,000 millones (unos 20.000 dólares por habitante), que representaba un 102% del PIB. Esto no se corresponde con lo que la isla produce. O sea, es impagable. Este año, los títulos de la deuda han sido degradados a “bonos basura”. Puerto Rico, por su situación colonial, es estructuralmente insolvente.
Por supuesto, la “solución” que se está aplicando es como la de Grecia: planes neoliberales sanguinarios que están produciendo un genocidio social, privatizando y desmantelando los ya escasos servicios públicos, desde la electricidad a los hospitales. La consecuencia es que el 40% de la población ya está bajo la línea de pobreza… y eso va empeorando.
La desesperación empuja a emigrar masivamente a EEUU. Esto se facilita porque al ser un “Estado Libre Asociado”, los portorriqueños pueden acceder a un pasaporte estadounidense. Pero el remedio es peor que la enfermedad.
La mayoría de los migrantes no consigue mejor vida en los miserables guetos de Florida o Nueva York. Y las consecuencias son nefastas para la sociedad portorriqueña. Está bajando la cifra total de la población. Pero lo más grave es que la emigración masiva es de los jóvenes.
“Esta sangría –sintetiza un sociólogo portorriqueño– incluye a profesionales y técnicos como a trabajadores no calificados; hace envejecer la edad promedio de la población isleña, reduce la población productiva y agrega daños adicionales a la economía. Al disminuir la población activa, contrae la demanda, achica la oferta trabajo y los salarios, y al cabo más gente se va. Ahora en la isla quedan 3,7 millones de habitantes y en EEUU hay 4,7 millones de portorriqueños. Se calcula que entre 2006 y 2011 una cuarta parte del PIB se perdió en este éxodo.”
Para sobrevivir, Puerto Rico afronta el desafío de una recomposición política: acabar con los dos partidos igualmente cipayos que se han turnado en el gobierno del “Estado Libre Asociado” –el Partido Nuevo Progresista (PNP) y el Partido Popular Democrático (PPD)– y forjar una alternativa política antiimperialista, socialista y de los trabajadores.
El grado de desprestigio alcanzado por ambos, ha generado un clima de “vacío político”. El desafío es cómo llenar ese vacío.
[Fuentes: “Greece in the Caribbean”, The Economist, 26 oct. 2013; Nils Castro, “El desastre de Puerto Rico”, ALAI, 13/07/2015; Olmedo Beluche, “Puerto Rico: crisis creciente del régimen colonial”, partidonacionalistapuertorico.blogspot, 14/11/2014.]