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Por una salida de los trabajadores a la crisis
Práxis – Socialismo ou Barbárie, São Paulo, 19/08/2015
El domingo pasado, 16 de agosto, después de casi cuatro meses del último acto convocado por los nuevos movimientos de derecha que se organizan principalmente a través de las redes sociales, se realizaron nuevas manifestaciones en todo el país contra el gobierno de Dilma Rouseff.
Además de internet, esta vez la convocatoria de los actos contra Dilma se hizo por medio de la televisión, a través de los espacios electorales que tiene el PSDB (Partido da Social Democracia Brasileira). Esto demuestra que los llamados “tucanos” han cerrado un acuerdo en relación a la táctica de promover abiertamente el “impeachment”, el juicio político para destituir a Dilma.
Las manifestaciones del domingo pasado por el impeachment se realizaron en 17 de los 26 estados brasileños. Como en las manifestaciones anteriores del 15 de marzo y del 12 de abril, la concentración más importante fue en San Pablo (São Paulo), capital del Estado del mismo nombre. Según el Instituto Datafolha, contó unos 135.000 manifestantes. Pero, a pesar de la extensión territorial de las manifestaciones, en otras capitales fue mucho menor en número de participantes que las anteriores marchas.
En la manifestación del 15 de marzo, el número de manifestantes en San Pablo llegó a 200.000. En la del 12 de abril, bajó a unos 100.000. Como puede verse, en esta última manifestación del domingo pasado ganó fuerza, pero decayó en relación a la demostración inicial del 15 de marzo.
En la ciudad y el Estado de San Pablo, el PSDB siempre ha tenido la fuerza por la composición social de ese Estado. Y ahora se ha fortalecido mucho más por la pérdida de espacio político del PT (Partido dos Trabalhadores) y el lulismo. Esto se reflejó en la manifestación del domingo. La mayoría de sus participantes decían haber votado por Aécio Neves (candidato presidencial del PSDB, que salió segundo en las elecciones) y/o ser simpatizantes del PSDB.
En los distintos actos, además de una composición de clase media y de las banderas “contra la corrupción”, esta vez los manifestantes reclamaban abiertamente la destitución de Dilma.
El carácter de derecha de estos actos, se vio reforzada por la simpatía que expresaban los manifestantes hacia el reaccionario presidente de la Cámara de Diputados, Eduardo Cunha. Desde el inicio de su carrera, este político que hoy se proclama “evangelista”, aparece implicado en esquemas de corrupción (entre otros “pecados” está acusado de recibir de “propina” 5 millones de dólares de Petrobrás). Sin embargo, los dirigentes del Movimento Brasil Livre (uno de los principales “movimientos anti-corrupción”), se alinean abiertamente con Cunha en sus acciones y declaraciones.
No por casualidad, en las manifestaciones del domingo pasado, no se vio prácticamente ningún cartel ni se gritó ninguna consigna protestando contra el creciente desempleo o el recorte de los salarios.
Desde hace tiempo, señalamos que hay un fenómeno político por el cual un sector de la clase media, desde el primer mandato de Lula, está “indignado” contra los gobiernos del PT iniciados en enero de 2003. A partir de la crisis económica y de la pérdida de apoyo de Dilma en todas las clases y sectores sociales, esto ha permitido arrastrar a la calle, como masa de maniobra, a parte de la población afectada, esencialmente a esos sectores de “clase media”.
Para mantenerse en el poder, el gobierno de Dilma va a ir aún más a la derecha
A pesar del descenso en casi todo el país del número de manifestantes contra el gobierno, en una sola ciudad fueron movilizadas 135.000 personas. Así, los actos organizados por la derecha contra Dilma siguen siendo un factor decisivo de los acontecimientos políticos nacionales. O sea, siguen poniendo a Dilma contra las cuerdas.
Esta situación de crisis política que ya se va haciendo crónica, en las semanas previas a las manifestaciones del domingo 16 comenzó un movimiento por arriba para dar sustentación al gobierno.
El primer paso, fue el llamamiento del vicepresidente Michel Temer (del Partido do Movimento Democrático Brasileiro – PMDB), por una alianza en torno a los ajustes.
La Federación de Industrias de São Paulo y de Río de Janeiro (FIESP y FIRJAN) –dos de las principales organizaciones patronales– respondieron positivamente con una nota en defensa de la “gobernabilidad” y la “responsabilidad fiscal y administrativa”, para que Brasil no pierda el “grado de inversión”.
Por último, un editorial el diario O Globo y de su Noticiero Nacional de la Rede Globo –corporación de medios muy influyente de Brasil– salió también “en defensa de la gobernabilidad” y “contra el populismo” en el Congreso, que vota medidas insostenibles.
Así, los representantes directos del gran capital y del gobierno están tejiendo un acuerdo, a pesar de la gran fragilidad de Dilma, cuya popularidad está por el suelo. Sólo un 7% de la población considera bueno a su gobierno.
Como resultado de estas negociaciones, el presidente del Senado, Renan Calheiros, presentó el 10 de agosto la iniciativa “Agenda Brasil”. Calheiros es otro notorio reaccionario y corrupto. Ahora quiere figurar junto a Michel Temer como articulador de un intento de “concertación nacional”… en defensa del ajuste y otras medidas para mantener las ganancias patronales.
La Agenda Brasil no es más que un revoltijo de propuestas, muchas de las cuales ya se están tramitando en el Congreso Nacional. Entre otras calamidades contra los trabajadores, los jóvenes y los explotados de todo tipo, se propone: aumentar la edad mínima de jubilación, impulsar un proceso de privatización de la salud pública y de atención de los pacientes del SUS (Sistema Único de Saúde), permitir a los patrones la tercerización indiscriminada, suspender las restricciones de daño al medio ambiente en proyectos de gran envergadura, revisar la demarcación de las reservas indígenas, aplicar más recortes en la educación y los salarios del sector público, etc., etc.
Entre estas medidas, se encuentran absurdos que van contra la misma Constitución Nacional, como por ejemplo, cobrar por los servicios prestados por el SUS. Pero el gobierno y los representantes del capital buscan firmar un acuerdo que dé lugar a más ataques contra la clase trabajadora.
Dilma y los patrones con que está negociando, tratan de construir una plataforma aún más reaccionaria, para unificar a toda la clase dirigente en torno a la gobernabilidad.
El gobierno busca apoyo por arriba, pero también en las calles
El gobierno no quiere fiarse sólo en las negociaciones y acuerdos que comentamos. Decidió no atenerse sólo al parlamento, sino también buscar apoyo en las calles. En ese sentido, en una respuesta a las manifestaciones de derecha del 16 de agosto, la propaganda del PT en televisión dice que “es el momento de salir a las calles para defender los derechos de los trabajadores, las conquistas sociales de los últimos años y, sobre todo, para defender nuestra democracia”.
¡Nada más estrambótico! El PT llama al pueblo y los movimientos sociales a luchar por la democracia…, mientras por otra parte, con los caciques del PMDB y otros partidos, articula otro paquete de maldades contra de los trabajadores.
El problema es que hay sectores y partidos burgueses que incluso, defendiendo el ajuste y los ataques a los trabajadores, no quieren perder la oportunidad de cortar el mandato de Dilma aprovechando la debilidad del gobierno. De la crisis del 2005, aprendieron que la táctica de sangrar a Lula pero no matarlo, permitió que el gobierno y el PT se recuperaran y ganasen otras tres elecciones presidenciales.
Ahora, con la bajísima popularidad de Dilma y con un sector importante de la clase media y alta contra el gobierno que pone a miles de personas en las calles, la opción de matarlo de una vez por todas resulta aún más irresistible.
Este factor, unido a las denuncias provenientes de la “Operação Lava Jato” (“Operación Lavado de Auto”)1, de la que surgen nuevas listas de investigados, tiende a realimentar la inestabilidad política y prolongarla todo el año. Es que en esas listas figurarían, por ejemplo, personajes como el ya mencionado “evangélico” Eduardo Cunha y otros políticos, funcionarios y empresarios.
Ni gobierno, ni patrones – El sectarismo no ayuda a unificar la lucha
En medio de esta situación, centrales sindicales, organizaciones populares y partidos de izquierda convocaron a un acto al jueves 20 de agosto. Este acto, que fue llamado dentro de una perspectiva de lucha contra los ataques a la clase trabajadora, levanta banderas como la reducción de las horas de trabajo sin reducir los salarios y la defensa de los derechos de los trabajadores.
Después de la firma de esta convocatoria por una serie de organizaciones, el PT y los dirigentes de la CUT (Central Única dos Trabalhadores) tratan de darle a esa manifestación un carácter de defensa del gobierno.
A partir de ahí algunas organizaciones –como el PSTU (Partido Socialista dos Trabalhadores Unificado) y Conlutas, capitulan a esa presión burocrática y declaran que no asistirán al acto, porque tendría un carácter de defensa del gobierno. ¡Hacen esto, en un momento en que es más necesario que nunca que todas las fuerzas de izquierda y los movimientos populares nos unamos a los trabajadores, sobre la base de la independencia de clase y la lucha contra los ataques del gobierno y los patrones!
En este sentido, lamentamos la postura del PSTU y Conlutas y de otras fuerzas que no se suman ese día. La amplitud de los ataques exige que las organizaciones comprometidas con la clase obrera estemos presentes. ¡Que estemos unidos, marcando en todo momento una posición de independencia de los trabajadores, tanto respecto al gobierno como a la oposición de derecha que desfiló el domingo pasado!
A nuestro modo de ver, las organizaciones como el PSTU y Conlutas deben cambiar su actitud. Deberían tener la política de hacer una columna unificada dentro de ese acto, para organizar a todos los sectores independientes del gobierno y los patrones. Una columna independiente que dispute el carácter del acto, levantando las banderas de la oposición al ajuste y la defensa de los intereses de los trabajadores.
1.- Con el nombre de “Operação Lava Jato” (Operación Lavado de Auto), se denomina a la “campaña anticorrupción” impulsada por el juez Sérgio Moro, que evidentemente la ha transformado en una operación político-judicial que ya muchos comparan a la de “Mani Pulite” (Manos Limpias) de Italia en los 90. Recordemos que el resultado político final del Mani Pulite (Manos Limpias) fue llevar al gobierno en 1994 nada menos que al super-corrupto Silvio Berlusconi, que estuvo en el poder largos años al frente de coaliciones que incluían a partidos neofascistas o de extrema derecha racista como la Lega Nord. Tiempo después, la corrupción del Estado italiano y en especial los escándalos de Berlusconi y sus socios empequeñecían los descubiertos por “Mani Pulite”. Pero, mientras tanto, buena parte de las conquistas sociales de los trabajadores y sectores populares habían sido barridas… (Nota del Traductor).