Las elecciones en Córdoba volvieron a consagrar a Mestre Labaque (UCR-PRO) al frente de la ciudad con el 32,5% de los votos sacándole 10 puntos al segundo, mostrando una vez más el aspecto conservador del proceso electoral en la Argentina.
En Córdoba se realizó un verdadero festival electoral que arreglaron De la Sota y Mestre para salvaguardar sus intereses (la provincia y la capital) realizándose en nuestra ciudad tres elecciones en tres meses, incluidas las PASO.
Si bien cada elección es distinta y en cada una ganó el oficialismo, las elecciones municipales tienen su particularidad, en primer lugar son de gestión lo que dificulta establecer un programa desde un partido revolucionario. Además acá en Córdoba si hay algo que las caracteriza es lo antidemocrático de las mismas. Se elige lista completa, intendentes y concejales, el que gana sea con el porcentaje que sea se lleva la mitad más uno de los concejales, transformando el Concejo Deliberante en una oficina administrativa del intendente. Y por otro lado que no hay espacios gratuitos de publicidad, ni dinero para solventarla y los medios son reducidos.
Todo esto transforma la campaña en una verdadera campaña de millonarios en donde las grandes fortunas, de los desarrollistas, los grupos inmobiliarios y las distintas empresas apoyan a los candidatos para que luego gobiernen para sus intereses.
Gran esfuerzo militante de la regional Córdoba.
Nuestra joven regional, aceptó el desafío de la participación en las elecciones ya que era una responsabilidad difícil de eludir luego de la ubicación como quinta fuerza en la provincia, a la que se sumaron cientos de simpatizantes y profesionales que nos dieron sus candidaturas para completar las exigencias.
El carácter conservador de la elección y la necesidad de contar con un aparto y cifras millonarias impidió que pudiéramos instalar y visibilizar en el conjunto de la ciudad nuestro programa: ante la Córdoba de los privilegiados, por una Córdoba de los trabajadores, las mujeres y la juventud.
Sin embargo nuestra primera experiencia en elecciones municipales nos puso a prueba, en cómo defender un programa de clase sin especulaciones electorales oportunistas, que iban desde enfrentar el ajuste, control de los trabajadores, contra la violencia hacia las mujeres, por el derecho al aborto, contra el gatillo fácil. Y por supuesto mostró los limites económicos que tiene una organización de trabajadores que no cuenta con cargos legislativos, en una campaña de millonarios, y fundamentalmente los limites orgánicos para un solo partido de afrontar tres elecciones seguidas
Nuestra campaña de clase, por una Córdoba de los trabajadores las mujeres y la juventud, la utilizamos para educar y también como parte del balance; como dijo una compañera: “de esa manera seguir ganando en instalación del Nuevo MAS y de nuestras figuras Eduardo Mulhall y Julia Di Santi.”
La izquierda no pudo entrar al Concejo.
Si bien todas las elecciones son distintas, con respecto a las PASO el voto tanto del FIT como el del Nuevo MAS se redujo un 40%, si bien nuestros porcentajes fueron exiguos, el carácter conservador y el hecho de no poder lograr presencia callejera impidió sumar más votos.
Párrafo aparte merece el MST que con una campaña millonaria, con su consigna central “Ahora Luciana” y con un programa reformista de defensa de “lo público” capitalizaron un sector de votos ante la crisis de la oposición a Mestre creciendo en votos con respecto a las PASO.
Mientras el FIT realizó como nos tienen acostumbrados una campaña con la consabida consigna la izquierda al concejo obteniendo un 3,3 % de votos.
Esta elección puso de vuelta en el tapete que el carácter mezquino del FIT y la negativa de encarar el debate de unidad con el Nuevo MAS, impidió a la izquierda entrar al concejo, ya que lo separaron mil votos, y sigue impidiendo mostrar de cara a los trabajadores, que el socialismo y que la izquierda, son una alternativa frente al ajuste que viene.
Eduardo Mulhall