Días atrás Junts pel el Sí (el partido de Artur Mas, Convergencia Democrática por Catalunya+ERC) y la CUP presentaron al Parlamento catalán una propuesta de declaración “para la creación de un Estado independiente en forma de república catalana”. En el texto se señala explícitamente que “como depositario de la soberanía y expresión del poder constituyente, el Parlamento y el proceso de desconexión democrática no se supeditarán a las decisiones de las instituciones del Estado español, como el Tribunal Constitucional, al que se considera deslegitimado y sin competencia”. Asimismo se establece un “plazo máximo de 30 días para la tramitación de las leyes del proceso constituyente, de seguridad social y de hacienda pública”.
Esto causó revuelo y alarma entre los defensores del capital y de la España surgida del régimen de la transición y de los pactos de la Moncloa. Acudiendo rápidamente al histérico llamado de Rajoy, el PSOE y Ciudadanos, no dudaron en cerrar filas y atacar la iniciativa por considerarla anticonstitucional y un intento secesionista, insurgente, separatista y de ruptura de la unidad española, ante lo cual harán todo lo posible por frenarla. En nombre de la “democracia” (de los ricos) y de la “unidad” de España (la unidad impuesta por la fuerza bajo la consigna franquista de “España una sola”) para el PP, el PSOE y Ciudadanos la Constitución del 78 vale más y está por encima del legítimo derecho a decidir de los catalanes.
La propuesta de declaración, abierta a enmiendas y a la adhesión de otras formaciones, pretende ser votada en una sesión anterior al pleno de investidura del nuevo president de la Generalitat prevista para el día lunes 9 de noviembre, cosa que puede suceder ya que las fuerzas independentistas (Junts pel Si + CUP) cuentan con la mayoría de escaños para hacerlo. Pero lo mismo no se puede decir con respecto a la investidura de Artur Mas como president de la Generalitat porque la CUP ha reiterado su negativa a investir a Mas por considerarlo la cara de los recortes y la corrupción en Catalunya, de esta manera Mas se queda sin su único aliado para su investidura.
Quisiéramos exponer algunos elementos que se extraen de esta situación política altamente inestable marcada por el “proceso soberanista”, impulsado por un lado y frenado y atacado por otro.
En primer lugar, decir que se trata de un proceso que responde al legítimo deseo y derecho autodeterminación del pueblo catalán que en repetidas veces, inclusive en las últimas elecciones del pasado 27S, han manifestado su voluntad de decidir y constituir un Estado propio. La cuestión del derecho a decidir de los catalanes aún continúa sin resolverse, una herida que continúa sangrando y pone en evidencia la alta tensión entre Catalunya y el Estado español abriendo, por ahora, brechas y roces en las alturas.
A la vez esta situación refleja y da cuenta de la profundización de la crisis del régimen nacido de la transición a la muerte de Franco, un régimen correctamente identificado como corrupto y antidemocrático que consagra la desigualdad social y tiene a la su cabeza a la podrida monarquía de los ladrones Borbones. El régimen del 78 supura y hace agua por todos lados y los pilares sobre los que se basó (el estado de bienestar, la monarquía, el bipartidismo y las autonomías) hoy están quebrados y cuestionados, la independencia de Catalunya, a dos meses de las elecciones generales, no hace más que confirmar este agotamiento.
Partiendo de la defensa del derecho de autodeterminación del pueblo catalán otra cuestión a tener en cuenta es cómo, efectivamente, se materializa y conquista este derecho. Y hay que decir una vez más que el derecho a decidir no vendrá desde arriba, no vendrá de la mano del juego parlamentario ni de la buena voluntad o acuerdos entre políticos, habrá que defenderlo, pelearlo e imponerlo en las calles con la movilización independiente. Y es que la desobediencia si consecuentemente va hasta el final acarrea sus consecuencias que, eventualmente, podrían desencadenar una ruptura desordenada y violenta de la España de hoy heredera del 78. Pero esto es algo que no desean ni Rajoy en Madrid, ni Mas ni Junqueras en Barcelona. Por más nacionalistas que se reclamen, deberían estar dispuestos a un durísimo enfrentamiento con Madrid en todos los terrenos… y no lo están.
El pueblo catalán quiere decidir sobre su fututo y tiene derecho a ello y la única garantía para que no se vea frustrada esta voluntad es con la movilización independiente en las calles. Esto implica enfrentar en serio al gobierno central que le niega este derecho pero también a los representantes del a burguesía catalana y pelear para imponer un proceso constituyente donde sea el pueblo soberano verdaderamente el que decida sobre su futuro y cómo ha de ser el nuevo estado. Porque no queremos una república sin rey pero bajo el dominio de la burguesía. Decidir sobre nuestro futuro es mucho más que votar en unas elecciones un programa por la independencia. Es decidir si queremos o no mantenernos en la UE bajo la disciplina de la Troika, si queremos pagar o no la deuda, si queremos acabar o no con la política de recortes en salud y educación, etc, etc.
Al mismo tiempo habrá que llevar a delante una lucha consecuente que ponga en el centro los problemas que verdaderamente preocupan a los catalanes (como la pobreza y la miseria, los recortes en los servicios sociales, la reforma laboral, los despidos, el desempleo, etc, y levantar un programa y una política de independencia de clase que sirva para defender los intereses y los derechos de la clase obrera y la mayoría de la población.
De esta manera podría comenzar a superarse lo ocurrido en las pasadas elecciones, donde directamente estos temas estuvieron ausentes en las campañas electorales y donde las políticas antiobreras y antipopulares llevadas adelante por Mas y Rajoy respectivamente quedaron ocultas o diluidas tras la discusión alrededor de la independencia.