Por Ale Kur
Los atentados de Paris del 13 de noviembre presentan una fuerte paradoja. Por su espectacularidad, por su enorme despliegue de brutalidad organizada, parecieran dar cuenta de una poderosa organización en pleno ascenso, imposible de frenar. Pero rascando más allá de las apariencias, su verdadero contenido es exactamente el opuesto.El mismo viernes 13, el Estado Islámico había sufrido dos duros reveses en el terreno militar allí donde ejerce control territorial: Siria e Irak. Esta puede ser, de hecho, una de las principales explicaciones de los atentados: un intento desesperado de ocultar las derrotas y aparecer a la ofensiva, levantando la moral de su propia tropa y de sus simpatizantes en el mundo.
Esa mismamañana del 13 de noviembre, las tropas kurdas (Peshmerga y otros)habían anunciado la liberación del pueblo de Sinjar, en Irak. Este pueblo es emblemático ya que allí reside la minoría étnico-religiosa yezidí, que fue masacrada y esclavizada por el E.I. cuando la tomaron a mediados de 2014. Ese había sido, de hecho, el desencadenante del comienzo de los bombardeos de Estados Unidos contra el EI en Irak.
El segundo revés del E.I. ese mismo 13 de noviembre fue en el noreste de Siria, donde las Fuerzas Democráticas de Siria (encabezadas por las YPG-YPJ kurdas junto a fuerzas árabes y de otros grupos étnicos) liberaron el pueblo de Al Hawl y una importante franja territorial en sus alrededores. El efecto combinado de estos dos triunfos contra el E.I (en lugares cercanos geográficamente) dificulta seriamente el transporte de suministros y tropas del E.I entre sus dos capitales (Raqqa en Siria, Mosul en Irak).
Estas dos derrotas sufridas por el E.I., aunque relativamente pequeñas si se las considera individualmente, vienen precedidas por una larga tendencia declinante. La suerte del E.I. en el terreno militar parece haberse invertido de manera irreversible luego de la derrota que sufrió en Kobane, en enero de este año, contra las YPG-YPJ kurdas. Luego de Kobane, los kurdos y sus aliados lograron expulsar al E.I. de gran parte del norte de Siria, entre ellas de una capital provincial (Hasakah) y de gran parte de su periferia rural. Lograron sellar una parte importante de la frontera sirio-turca, unificando los “cantones” kurdos de Kobane y Jazira (gracias al triunfo en Tel Abyad). Liberaron una parte del margen oriental del río Eufrates. Actualmente se encuentran sellando también parte de la frontera sirio-iraquí, en el noreste de Siria. Entre otras cosas, todos estos triunfos dejan a las YPG-YPJ y sus aliados a pocos kilómetros de Al Raqqa -otra capital provincial y principal sede del poder del E.I. en toda Siria-, cuyo asedio podría estar no muy lejano en el tiempo.
Los kurdos de Siria demostraron al mundo por primera vez que el E.I. no era invencible. Con este ejemplo, la resistencia contra el E.I. se reorganizó en todos los frentes. En Irak comenzó una fuerte contraofensiva que arrebató al E.I. varias ciudades e importantes franjas de territorio.Tikrit, Baji, Sinjar son algunos de los nombres de las ciudades y pueblos que E.I. viene perdiendo, tanto contra el ejército iraquí y las milicias chiitas que lo apoyan, como contra los kurdos de Irak (Peshmerga), Turquía y Siria (PKK e YPG/YPJ).
Esta última semana, el Estado Islámico sufrió una derrota inclusive contra un actor que hasta ahora venía siendo apaleado en cada batalla: el régimen sirio de Bashar Al Assad. En este caso, las tropas del ejército sirio, apoyadas por la fuerza aérea rusa, lograron romper el asedio que el E.I. venía sosteniendo hace largo tiempo en la base aérea de Kweires, en la región de Aleppo (norte de Siria).
Esto significa solo una cosa: el E.I. está empezando a perder la guerra en todos y cada uno de sus frentes, en los dos países que se encuentra (Irak y Siria), y contra la mayoría de los actores a los cuales se enfrenta (los kurdos sirios, los kurdos iraquíes, los gobiernos Iraquí y sirio).
¿Cuál es la explicación de esta clara tendencia declinante?
En el centro de las razones se encuentra el hecho de que el E.I. no solo le declaró la guerra literalmente a todo el mundo, sino que se encargó inclusive de arrastrar efectivamente a todo el mundo a la batalla. Así es como el E.I. atrajo no solo los bombardeos de EEUU y sus aliados (Francia, Inglaterra, los países árabes) sino también de Rusia. Consiguió también que contra ellos intervengan kurdos y árabes, los ejércitos de Siria e Irak, milicias chiitas y sunitas, y hasta los Guardias Republicanos de Irán.
Al mismo tiempo que el E.I. amontonó enemigos “externos”, acumuló también enemigos internos. Las propias poblaciones locales de las zonas ocupadas por el E.I. fueron experimentando en carne propia la brutalidad de este grupo. Así es como consiguió inclusive la hostilidad de importantes tribus árabes sunitas –principal base de apoyo del E.I. hasta el momento, que les había permitido expandirse tanto inicialmente.
Todo parece indicar que actualmente, el E.I. es incapaz de sostener un frente de combate tan grande (en términos geográficos, en cantidad y calidad de los enemigos, etc.). Parece inevitable entonces que vaya a perder una gran parte de su territorio. El interrogante es si es capaz de sobrevivir en un formato reducido, o si es el comienzo del fin de su existencia. En cualquier caso, los atentados de París intentaron ocultar esta tendencia declinante para evitar que adquiera los rasgos de un colapso.
Sobre algunos mitos relacionados al combate contra el E.I.
Actualmente, en Siria y en Irak se encuentran interviniendo dos grandes bloques político-militares, dos grandes bandos que se disputan la hegemonía en todo Medio Oriente.
De un lado se encuentra el bloque de la OTAN (Estados Unidos y Europa), las monarquías de Arabia Saudita y el Golfo, y Turquía. Del otro lado se encuentra Rusia, Irán, el gobierno sirio de Al Assad y el gobierno iraquí. Cada uno de estos bandos cuenta a su vez con una infinidad de milicias de todas las proveniencias nacionales.
Ambos bloques están enfrentando al Estado Islámico, y ambos bloques se atribuyen los triunfos contra el mismo. Los mayores niveles de “propagandismo” en este sentido provienen de Rusia, que se presenta como el paladín en la lucha contra el terrorismo.
Pero lo cierto es que la fuerza que le dio una mayor cantidad de golpes al E.I. no proviene de ninguno de los bandos, sino que es independiente desde el punto de vista político. Son las YPG-YPJ kurdas, que poseen su propia visión de un Medio Oriente democrático y organizado desde las bases, donde coexistan todos los grupos étnicos y religiosos.
Es cierto que las YPG-YPJ contaron con el apoyo de la fuerza aérea estadounidense que ablandó las líneas del Estado Islámico con bombardeos. Pero también es cierto que el combate cuerpo a cuerpo lo realizaron los kurdos y sus aliados locales, y fueron ellos quieren disputaron y disputan el control territorial al E.I. Más allá de lo que opine el posmodernismo en el terreno militar, las guerras se siguen librando y ganando sobre el terreno: la aviación puede jugar un rol auxiliar más o menos importante, pero solo como soporte de las tropas terrestres. Ninguna guerra se gana sin tropas terrestres.
Por otro lado, no es cierto que los bombardeos rusos hayan logrado, ni tenido como objetivo, debilitar al Estado Islámico. La Fuerza aérea rusa concentra la enorme mayoría de sus ataques contra las otras fuerzas rebeldes sirias, opositoras a Al Assad, pero que nada tienen que ver con el E.I. De hecho, en algunos casos los bombardeos rusos favorecieron al E.I. al debilitar las líneas de grupos rebeldes que estaban enfrentando al E.I.
Todo esto refuerza nuestro planteo en relación a la salida de la crisis. No es ni la intervención militar ruso-iraní ni la de los yankis, Francia, etc. las que pueden o deben derrotar al E.I. Es la resistencia de los propios pueblos de la zona, siguiendo el ejemplo de las YPG-YPJ, la que puede y deber derrotar al terrorismo islámico y sentar las bases para un nuevo Medio Oriente.