Héctor Heberling
El próximo 24 de Marzo se cumplen 40 años del golpe genocida, pero no será un aniversario más, no solo por las cuatro décadas, sino porque desde el 10 de diciembre la Casa Rosada está ocupada por un gobierno claramente reaccionario.
Y esta es una diferencia cualitativa en relación a los últimos años, ya que la disputa política que se daba con el gobierno K, era desde otro ángulo completamente distinto.
Había que disputar con el “relato progre” del kirchnerismo, donde ellos, apropiándose de forma oportunista de las banderas por las que siempre luchamos, se auto adjudicaron ser “el gobierno de los derechos humanos” para cooptar políticamente a los sectores que estaban luchando en las calles como producto del estallido del Argentinazo, en función de sacarlos de las calles enfriando y canalizando el “que se vayan todos”, meterlos en la “normalización institucional” y así cerrar el ciclo de rebelión popular abierto el 19 y 20 de diciembre del 2001.
Después de 12 años de gobierno K, aunque se mantuvo una relación de fuerzas entre las clases favorable a los trabajadores y sectores populares, también ha sido evidente el avance de la “normalización”; hoy cuando las amplias masas hablan de cambio político todo está centrado en las elecciones. Mediante ese mecanismo de la democracia burguesa el régimen patronal ha logrado algo impensado hasta no hace mucho tiempo: que una formación política directamente salida de las entrañas de los capitalistas como es el PRO, ganara las elecciones.
Los motivos de ese triunfo, aunque hay muchos aspectos a tener en cuenta, se deben fundamentalmente a que frente al deterioro de las condiciones económicas y sociales más generales, que el gobierno K no quiso resolver, y al no darse un desborde por izquierda, la opción de cambio la encarnó Cambiemos, el cual debajo de una engañosa campaña apolítica logró que un sector importante de los trabajadores y sectores populares votara una salida de derecha.
Un ataque global contra los trabajadores
El gobierno de Macri en apenas un mes y días de asumido, ha dejado al descubierto su carácter profundamente reaccionario. La conformación misma del gabinete, armado sobre la base de ceo’s y altos ejecutivos de las empresas y multinacionales más importantes del país, ya anunciaba la orientación de las medidas a tomar. Y realmente no defraudaron las expectativas de la burguesía: a la eliminación de las retenciones para las exportaciones del campo, al visto bueno a los “seguros de cambio” en manos de la banca y la devaluación del peso, se le sumo rápidamente la apertura de negociaciones con los fondos buitre para volver al endeudamiento internacional, lo que generó una transferencia inmediata de millones de dólares a las arcas de los patrones del campo, las multinacionales cerealeras y los bancos, en desmedro de los bolsillos de los trabajadores que soportan un salario devaluado frente a un incesante aumento de los precios, no solo los de primera necesidad sino de todos los rubros.
Pero junto a estas medidas económicas, y demostrando que estamos ante un ataque global, el gobierno de Macri ha comenzado una verdadera “cruzada” contra los trabajadores: el despido liso y llano de miles de estatales a nivel nacional, provincial o municipal configura realmente una suerte de “declaración de guerra” a toda la clase obrera. Prat Gay y Triaca han declarado la intención de Macri, no sólo de bajar el déficit a costa de despedir estatales, sino que la intención estratégica es bajar los salarios y ajustar los planteles en las empresas privadas para “recuperar la tasa de ganancia” deteriorada en los últimos tiempos tanto por las condiciones de la maltrecha economía mundial, como también fundamentalmente por “las conquistas obreras” arrancadas en la era K, que aunque venían en baja, son “insoportables” para la patronal, que estaba pidiendo a gritos bajar los salarios y aumentar la explotación directa de los trabajadores “mal acostumbrados a estos últimos años de populismo K”.
En este marco, los “decretazos” de Macri para saltearse el parlamento, los exabruptos en relación a Venezuela pidiendo la liberación de los golpistas, la nítida alineación con el imperialismo, el ataque a las libertades democráticas que ha significado la desaparición de varios programas periodísticos como el de Víctor Hugo y el cambio completo de la política en relación a los medios para acallar toda voz disidente, son elementos para apuntalar un objetivo.
El camino para pasar este plan es un solo: cambiar las relaciones de fuerza, ese es el objetivo estratégico de este gobierno; por eso estamos frente a un ataque global en todos los terrenos, económico, social, político, cultural. No es más de lo mismo o una mera continuidad, como opinan sectores de la izquierda como el FIT y sus voceros del PO.
La represión en Cresta Roja y La Plata va en ese sentido, igual que el anuncio del “Protocolo para la protesta” que en realidad debería llamarse “Protocolo para reprimir la protesta”. La intención es clara: acabar con los piquetes y las expresiones de lucha que surgen como respuesta a los ataques del gobierno y la patronal.
Para derrotar al ajuste, hay que derrotar al gobierno
Pero nada está dicho y resuelto de antemano: una cosa es la intención del gobierno y otra muy distinta que Macri ya tenga ganada la partida. Si bien contabiliza a favor un apoyo casi unánime de todos los sectores burgueses, esto no se expresa linealmente en el terreno político, donde todavía hay corcoveos y conatos de “oposición” por parte del kirchnerismo, sector con el que es evidente que aún la negociación no ha tenido una resolución favorable.
Negociación por demás compleja, en tanto que el macrismo está tratando de “arrasar” con todo vestigio de los K en el aparato estatal. Esto no significa que haya que depositar ninguna confianza en el aparato del PJ: está claro que este ha optado por una “oposición responsable” sin sacar los pies del plato. La estrategia de “resistencia” del FpV-PJ se desarrolla exclusivamente en términos electorales y pensando en 2017: apelando a marchas y actos donde juntan a sus simpatizantes y se cocinan en su propia salsa huyéndole a todo enfrentamiento directo y en las calles a la política del gobierno nacional.
Esta poca vocación de lucha directa en la dirección del kirchnerismo se evidencia al adoptar una actitud sectaria hacia sectores como la izquierda que claramente está en la vereda de la oposición al gobierno.
Un grave problema a resolver es la crisis abierta con las fuerzas de seguridad a partir de la “fuga” de la cárcel de Alvear. La cosa se puso espesa y todavía no hay visos de solución a corto plazo, justamente en el sector llamado a ser la punta de lanza de la represión.
En este marco, los ataques del gobierno han comenzado a tener respuesta y ya vemos las primeras reacciones con las asambleas, las marchas y los paros para enfrentar los despidos en cantidad de reparticiones, como también tenemos los primeros logros conseguidos a partir de la marcha unitaria del lunes 11 en La Plata contra la represión y los despidos ordenados por la gobernadora Vidal y el intendente Garro, que ha logrado la reincorporación de más de 2.000 compañeros cesanteados.
Y de eso se trata; para enfrentar al gobierno de Macri y hacerlo retroceder es necesaria la más amplia unidad, sin sectarismos, entre todos los trabajadores y sectores que estén dispuestos a luchar para derrotar al gobierno de Macri y su política de ajuste al servicio de las patronales y del imperialismo. Porque, insistimos, estamos ante un ataque global, donde aún el grueso de los trabajadores y las masas no están con el cuchillo entre los dientes; por eso hay que preparar las luchas, explicando a partir de los ataques que ya se están dando las verdaderas intenciones de este gobierno.
Hace falta un encuentro obrero para organizar la respuesta a los ataques
Los ataques se suceden día a día. La inflación, producto de la devaluación que efectivizó Macrí, está horadando los bolsillos de los trabajadores. A esto hay que sumarle el incremento en los servicios que ya se anunció para el mes de febrero y la ola de despidos que empieza a recorrer todo el país. Es en este marco que los estatales están siendo blanco de una brutal campaña macarthista y de desprestigio. Se está llevando a cabo una brutal persecución contra los trabajadores que tengan alguna militancia política que no sea oficialista, con la excusa de que son todos ñoquis de la Cámpora.
Desde el Nuevo MAS denunciamos la falsedad de que se esté persiguiendo a los “ñoquis”: lo que realmente se está haciendo es amedrentar a decenas de miles de trabajadores con la amenaza del despido para que se queden en el molde y así poder achicar el gasto vía el achicamiento del estado y la baja de salarios; por otro lado, defendemos el derecho democrático de todos los trabajadores de pertenecer políticamente a la organización que quieran.
Ante esta ola creciente de ataques entendemos que es necesario no perder más tiempo y ponerle fecha a un encuentro de trabajadores en donde podamos organizar nuestras fuerzas para pegar con un solo puño y enfrentar los avances reaccionarios.
El 24 de marzo, construyamos la máxima unidad de acción para derrotar a Macri
En ese sentido, este próximo 24 de marzo es una oportunidad política para golpear con todo al gobierno reaccionario de Macri, claramente opuesto a la lucha por los derechos humanos. La izquierda debe cumplir un papel de primer orden impulsando una orientación para lograr la concentración más grande de los últimos años. Hay que trabajar por la unidad de todos los que estamos contra el gobierno y su política reaccionaria. Sobre la base del programa histórico del Encuentro Memoria, Verdad y Justicia, hay que tener una política clara sobre los sectores como el kirchnerismo que hasta el año pasado marchaban en defensa de la política de los K.
El EMVyJ debe salir a la ofensiva a proponer un acto unitario a todos los sectores en repudio al golpe de estado de 76 y para pararle la mano al gobierno reaccionario de Macri. En las primeras reuniones de discusión han aparecido dos posiciones alrededor de este tema: los que defendemos una orientación unitaria para golpear al gobierno y los que, como el FIT y el PO, parece que todavía no se enteraron de que los K no gobiernan más e insisten en una orientación criminal de “demarcarse del kirchnerismo” para pelear la “dirección”, desdibujando que la pelea central es contra el gobierno de turno, que en este caso esta recontra claro que se trata de un gobierno que les declaró la guerra a los trabajadores y los luchadores.
La pelea es por lograr que el próximo 24 reviente la Plaza de Mayo con miles y miles de manifestantes que le digan a Macri: ¡Basta, hasta acá llegaste! La pelea es ganar a los simpatizantes K para un acto unitario y de lucha; el que piensa únicamente en delimitarse de los K solo favorece la división y le hace el juego a Macri.
Un gran acto unitario sería el mejor golpe contra Macri, una plaza llena podría abrir una situación donde los trabajadores y sectores populares fortalezcan sus luchas y poder así derrotar al gobierno.