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Aunque los detalles técnicos se pueden leer en las páginas oficiales y los diarios, conviene aclarar algunas cosas para darse cuenta de cuánto en realidad vamos a pagar la mayoría.

Los números que usó Aranguren (ministro de Energía) para ejemplificar los aumentos son estos: si una familia paga 25 pesos, va a pagar 150, “una entrada de fútbol” según el ministro. Pero esos números corresponden a los que menos pagan, sobre todo en Capital. En el conurbano, por ejemplo, ya estábamos pagando mucho más que 25 pesos.

Otra cosa confusa en la información de los medios: no es cierto que el 20% de los usuarios, a los que les correspondería la “tarifa social”, queda exceptuado de los aumentos y va a pagar lo mismo que ahora. Esa tarifa social consistirá en mantener los precios actuales para el consumo de hasta 150 kilovatios. Lo que exceda de esto se cobrará a los nuevos valores. La segunda tarifa social le mantiene los actuales valores al otro universo de 10% de los usuarios, pero con la idea de que en uno o dos años se les vaya sacando el beneficio.

Los electricistas calculan que 150 kW corresponden a, por ejemplo, una lamparita prendida 3 horas por día, más una heladera (sin freezer), más una hora de televisión por día. Es evidente que la mayor parte del consumo de una casa queda afuera de la “tarifa social” y será pagado a los nuevos valores.

Pero no es solo la quita del subsidio, también hay un aumento del valor del kW y del cargo fijo. Por ejemplo, para los usuarios de Edesur que consuman entre 301 y 650 kW, el cargo fijo pasa de $16,20 a $60,14, una suba del 271%. Y el kWh, de $0,043 a $0,459, un 967%. Para un consumo de 600 kWh, la factura total, incluyendo impuestos, pasa de 55 pesos a 436 pesos (fuente Clarín). En este rango está el consumo medio de los argentinos, así que ya vamos por casi tres entradas de fútbol, en medio del kilo de milanesas a 150, el aceite a 35, y decenas de miles de despedidos cuyo número aumenta todos los días y que no deben estar pensando en ir a la cancha precisamente.

Otro elemento de la realidad social que el gobierno oculta en sus explicaciones, sobre todo en lo que hace a la famosa “tarifa social”, es que si sos pobre gastás más luz. Quizás no tengas aire acondicionado, pero seguro que usás, por ejemplo, calefón eléctrico, porque en los barrios pobres, o no llega el gas, o la gente no se conecta porque la conexión a la vivienda cuesta un huevo. Además hay más chicos, o sea más uso de lavarropas, tele, etc.

 

¿Cuál es el contenido político-social de los subsidios?

 

Pero los subsidios a la energía eléctrica, el gas y el transporte, no solo iban en beneficio de los sectores más empobrecidos, como la Asignación Universal por Hijo o los planes sociales. Son sobre todo un salario indirecto o “salario social”, que permitió que los trabajadores pudiéramos vivir con salarios bajos.

Obviamente, el gobierno K, como corresponde a un gobierno pro capitalista hasta la manija, también buscó beneficiar a los patrones, que aumentaron su ganancia al no tener que aumentar el salario. Pero lo hizo transfiriendo dinero de la soja a este salario indirecto de los trabajadores.

Y esto no lo hicieron porque los K sean peronistas y amen la conciliación de clases, sino porque el gobierno K fue, como dijimos tantas veces, el hijo burgués del Argentinazo. Los subsidios a los servicios públicos fueron un tributo a la relación de fuerzas favorable a los trabajadores y los sectores populares creada por la insurrección del 2001: si querían recomponer alguna “normalidad” en la explotación capitalista en la Argentina, tenían que buscar la manera de favorecer a los patrones sin hambrear a los trabajadores.

Y es justamente esa relación de fuerzas la que el actual gobierno quiere dar vuelta, invirtiendo el camino de esos dineros: en lugar de retener una parte de la ganancia de los sojeros para crear un salario indirecto, liquida el salario indirecto y les devuelve las ganancias a los sojeros.

Este contenido real de los subsidios hace que sea ridículo fruncir la nariz porque “hay usuarios que pagan un peso por día por la electricidad”, como hace Aranguren, porque esos usuarios, los trabajadores, ganan 6 o 7 mil pesos en promedio, con una canasta básica de 15 mil.

Y si los subsidios fueron “poco federales”, como también protesta el ministro, es decir que fueron mayores en Capital y el Gran Buenos Aires que en el interior, es porque la lucha social y política también es “poco federal”, y sus principales batallas se libran (en general) contra y cerca del gobierno nacional y en las zonas de mayor movimiento industrial y económico. El gobierno K y todos los gobiernos burgueses les tienen diez veces más miedo a la gran concentración obrera y popular del conurbano, a la que le es más fácil (relativamente) luchar por su salario, que a la población del interior, más dispersa y menos orgánica.

El hecho es que la quita del subsidio a la electricidad va a ser seguida por la del gas y el transporte, configurando un gravísimo saqueo al salario y una caída vertiginosa en nuestro nivel de vida que solo podrán ser revertidos con si los trabajadores salen a la lucha.

 

Patricia López

 

 

 

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