Después de la rebaja de impuesto a los agropecuarios, la oferta a los fondos buitre, el subsidio a las petroleras, el tarifazo en los servicios públicos, las increíbles ganancias de la bicicleta financiera, parecía que llegaba el turno a un sector de los trabajadores, con la baja del impuesto a las ganancias.
Pero no, como ese clásico delantero que a fuerza de firuletes marea pero nunca la mete y que provoca que baje de la tribuna el “jugá una vez para nosotros”, y cuando parecía que esta vez sí…, el casi gol termina en un contraataque fulminante: esto es lo que ha sucedido con los anuncios de Macri sobre la “reducción” del impuesto al salario.
La política kirchnerista de “gravar los altos ingresos” llevó a que en su pico, casi 2.000.000 de asalariados pagaran impuesto a las ganancias sobre sus sueldos, con el simple recurso de no actualizar los mínimos no imponibles y las deducciones: un impuesto que se aplicó históricamente a gerentes y directivos se pasó a aplicar masivamente a los obreros.
Producto de ello, y el rechazo social generado, que tuvo como única respuesta concreta la campaña y movilizaciones por su eliminación llevadas adelante por el Plenario de diversas organizaciones convocado por el SUTNA San Fernando, en 2013 Cristina finalmente elevó los mínimos a partir de los cuales se paga, lo que provocó que cerca de 1.000.000 de trabajadores quedaran fuera, con un agregado: quien en 2013 cobrara menos de 15.000 brutos mensuales (unos $ 12.000 de bolsillo) quedaría eximido en el futuro, independientemente que con posterioridad se superasen los mínimos fijados.
Pero Cristina ni eliminó el régimen, ni elevó los mínimos lo suficiente para que sólo volvieran a pagar los gerentes. Ese es el legado K.
Ahora Macri, anuncia la elevación de los mínimos imponibles y las deducciones, lo que trae como consecuencia que un sector va a pagar un poco menos de impuesto, otro sector va a dejar de pagarlo (unos 180.000 según el gobierno). Pero a su vez, como regalo envenenado, el sector que no pagaba desde 2013 se incorpora al impuesto, se calcula que unos 200.000 trabajadores.
Claro que todos estos cálculos son ANTES DE LAS PARITARIAS DE 2016!
Aportando deliberadamente a la confusión, los medios difunden los cambios de valores en términos anuales.
ANTERIOR ACTUAL
MÍNIMO NO IMPONIBLE 15.552 42.318
CÓNYUGE 17.280 39.778
ADICIONAL ASALARIADOS 74.649 203.126
Parecen aumentos importantes, Pero el impuesto se liquida mensualmente
VALORES MENSUALES ANTERIOR ACTUAL
MÍNIMO NO IMPONIBLE 1.196 3.255
ADICIONAL ASALARIADOS 5.742 15.625
TOTAL 6.938 18.880
CÓNYUGE 1.440 3.314
La consecuencia práctica que antes un soltero que cobraba 18.880[1] de bolsillo, estaba excluido por el decreto 1242/2013, (dado que con los aumentos de 2014 y 2015 seguramente cobraba menos de 15.000 en 2013) ahora pasará a pagar impuesto. Si está casado, y quiere deducir a su esposa, ésta deberá tener un sueldo inferior a los 3.314 mensuales. Si quiere deducir a sus hijos (hasta 24 años y con ingresos como su esposa), deberá concurrir a la AFIP, sacar su clave fiscal, y hacer su trámite por internet.
El gobierno anuncia que la mejora beneficiará a 180.000 “ciudadanos” con un costo fiscal de $ 49.000 millones. No anuncia, sin embargo, cuántos trabajadores y jubilados volverán a pagarlo, ni cuánto espera recaudar por ellos.
Los ejemplos que difunde el gobierno dan cuenta de hasta el 22% de aumento para salarios de $ 30.000 netos, pero repetimos, antes de los futuros aumentos de paritarias. Dan cuenta también, que un trabajador casado con dos hijos que perciba hoy una remuneración bruta mensual de $ 36.000 (incluyendo aquí la parte proporcional del aguinaldo) pagará $ 12.000 anuales de impuestos. Este mismo trabajador, teniendo en cuenta las aumentos de 2014, 2015 y aun con el techo del 25% para 2016 antes de la “beneficiosa reforma”, NO PAGABA IMPUESTO por efecto del Decreto de 2013 ahora derogado.
Macri, que había anunciado que estas modificaciones iban a pasar por el Parlamento, se adelantó evidentemente para ofrecer a la burocracia un “complemento” y así buscar unos puntos más sin pasar en lo formal del 25% en las próximas paritarias.
El problema es que esta mejora real para un sector, aunque totalmente insuficiente, a otros no los va a beneficiar, y a otros directamente los perjudicará: de conjunto, a pesar de la transparencia anunciada, el gobierno se niega a informar si va a recaudar menos o si va a recaudar más con el nuevo régimen.
Tendríamos entonces una paritaria por triplicado, según la situación de cada compañero frente al impuesto (si está casado, si tiene hijos, si la esposa trabaja, si en el 2013 cobraba más o menos de $ 15.000) lo que apunta a una fragmentación mayor aún de los trabajadores: el aumento de las paritarias habría que analizarlo no como un porcentaje para el conjunto según las relaciones de fuerzas, estado de la economía, y otras variables sociales, sino como un cálculo individual, algo que lógicamente cada compañero tiene en cuenta, pero que ahora sería llevado al extremo de producir grandes diferencias.
La conclusión que se impone es la necesaria DEROGACION de este saqueo al bolsillo de la clase trabajadora, activa y pasiva. Macri dice que “no hay recursos”, pero ese problema no lo tuvo para los beneficios y quita de impuestos que le viene otorgando a la patronal, o la usura que le va a reconocer a los fondos buitre. El salario NO ES GANANCIA; que el “costo fiscal” de su derogación lo pague la patronal.
MARCELO BUITRAGO
[1] Aquí consideramos sueldo de bolsillo como el bruto (generalmente la columna de la izquierda del recibo) menos los aportes jubilatorios y de obra social. Puede no coincidir con lo efectivamente cobrado porque a los efectos del impuesto no se restan ni la cuota sindical, ni adelantos, ni préstamos. Por otro lado, incluimos el aguinaldo como fracción de cada sueldo mensual. En realidad el soltero que cobre $ 20.500 en enero de 2016, no pagará impuesto… hasta que llegue el aguinaldo de junio.