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Frente a la nueva ofensiva patronal

 

El pasado 4 de marzo la Policía Federal Brasileña realizó un operativo de rastrillajeen el famoso departamento de tres plantas que el ex presidente, Lula Da Silva, posee en lalocalidad paulista deGuaruja. También formaron parte de la requisa: el Instituto Lula en Odebrecht, el domicilio del ex Presidente y la residencia de su hijo. Por otra parte, Lula fue sometido a un interrogatorioante la Policía, un procedimiento sin precedentes de aplicación a un ex jefe de Estado.

La coerción para queLula fuese a declarar y todoel espectáculo creado en torno a ella,sumadoal testimonio filtrado de DelcídioAmaral (senador que está bajo arresto domiciliario) que involucra directamente al presidente en el esquema de corrupción investigada en la Lava Jato[1], abre una nueva coyuntura que acelerael caminohaciala crisis. Estos hechos lefacilitan a la oposición burguesa lasmuniciones que le faltaba para llevar a cabo una ofensiva más fuerte porel juicio político de Rousseff en el Congreso, o incluso más elementos para la impugnación de la formula Dilma/Temer a través de la TSE (Tribunal Superior Electoral), escenario que le sirve también a la derecha para fortalecer su política a nivel global.

La oposición burguesa ante la crisis económica que no termina de resolverse, gana sectores de la clase dominante y sus partidos para intentan derrumbar a Dilma y formar un gobierno de «sangre pura», es decir, un gobierno típico burgués que tenga las condiciones políticas para imponer al fin el programa neoliberal (léase, que los trabajadores paguen la crisis) para resolver favorablemente la crisis depresiva de la clase dominante.

Por lo tanto, el circo armado el viernes por la mañana era una prueba importante de la capacidad de respuesta política del gobierno,del PT y de Lula, y la capacidad de la oposición burguesa para llevar adelante su política; después de todo, 200 hombres fuertemente armados en frente del edificio Lula a las 6 de la mañana y la cobertura de prensa trasmitiendo el caso es una fuerte señal de que el resultado de la crisis se está acercando.

El gobierno, que está siendo sacudido por casos de corrupción sistemática y la detención de sus cuadros,preserva, sin embargo, el poder de movilización, puede llamar a los actos y dejar la escena política polarizada, pero no parece capaz de organizar unallamamiento a sus bases para movilizar miles de personas en su defensa de forma continua, porque eso significaría hacer una autocrítica completa de su políticaen la que tendría que revertir los ajustes presupuestarios, recortes de derechos o privatizaciones;y esta reorientación está lejos de ser el horizonte político de Dilma y el PT.

La patronal, a su vez, que estaba dividida en torno al mantenimiento o no del gobierno, ahora parece inclinarse por una solución política que sirva para aplicar el ajuste hasta las últimas consecuencias, pero también tiene contradicciones, porque todavía no tienen condiciones políticas totalmente favorables, un Congreso «legítimo» con una nueva orquestación política para gobernar o un nombre fuerte que pueda sustituir a Rousseff.

En cualquier caso, lo que en última instancia determina la caída o no del gobierno en crisis (pero también en medio de una crisis de depresión económica que afecta de lleno a la totalidad de las masas trabajadoras) serán las relaciones de fuerzas políticas entre las clases que aún no se han definido. En este sentido, las manifestaciones por el juicio político previsto para el próximo fin de semana, 13 de marzo,y la manifestación en defensa del gobierno de Lula que está prevista para finales de mes, el 31 de marzo, será la última prueba de la sustentabilidad o no del gobierno de Dilma.

La situación creada en torno a éste suceso y sus consecuencias requieren respuestas de la izquierda independienteque estén a la altura de los acontecimientos con los que nos encontramos hoy en día. Las respuestas que sirven para armar a la clase obrera políticamente y crear un campo conindependencia de clase no pueden venir de parte de la dirección mayoritaria del PSOL y mucho menos del PSTU. En el primer caso prevalece el oportunismo, ya que se prioriza el frente único con el oficialismo y la defensa de la «democracia», por lo tanto es una posición que niega la perspectiva política de los trabajadores y la lucha hasta el final contra los ajustes. En el segundo caso, porque prevalece el sectarismo al no dar prioridad a la unidad de acción dentro del activismo independiente,proponiendo una línea política («fuera todos») que en una coyuntura de ofensiva patronal en la que vivimos termina siendo la quinta columna del juicio político.

Todos los políticos burgueses son corruptos

No hay que perder de vista que la oposición burguesa lo que está utilizando es el talón de Aquiles del PT para imponer una situación política más desfavorable para los trabajadores y profundizar en el próximo período los ataques necesarios para mantener sus ganancias. Hay que mantenernos en el campo de la independencia de clase en un escenario en el cual este gobierno y la oposición burguesa, cada uno a su manera, no tienen más opción que atacar los derechos de los trabajadores, sus puestos de trabajo o el presupuesto para salud o educación. Por lo tanto, dada esta situación, es necesario que las corrientes de la izquierda revolucionaria se posicionen de forma independiente del gobierno y de la oposición burguesa presentando una salida política propia de los trabajadores.

Nuestra política debe ser la derrota del ajuste, apoyar las luchas contra los despidos, las campañas por aumentos salariales y luchar por la unificación de las huelgas en curso con el fin de construir acciones de masas que tengan en sus demandas centrales: las reivindicaciones de los trabajadores. Desde allí se debe hacer una agitación para la construcción del campo propio de los trabajadores, un frente de independencia de clase que pueda llevar la lucha por las reivindicaciones inmediatas y formular una solución política global a la crisis. Para concretar la necesidad de construir un campo de la independencia de clase es necesario que la CSP-Conlutas y laIntersindicalconvoquen a un encuentro de activistas de base tan pronto como sea posible para unificar las luchas y construir una plataforma independiente para hacer frente a la crisis política.

Frente al avance reaccionario para imponer un gobierno aún más duro en contra de los trabajadores es un error mortal no presentar una solución política, debido a que cualquier resultado de la crisis sin la participación de los trabajadores será desfavorable para nosotros. Por lo tanto, además de apoyar las luchas en curso, politizar y organizar al activismo de base,para nosotros,desde Socialismo o Barbarie,las organizaciones revolucionarias deben aspirar a cuestionar todo el sistema político patronal y su naturaleza corrupta y construir un proceso de movilización que dé una salida que pueda resolver la crisis de signo favorable para los trabajadores.

Debe quedar claro que las tareas democráticas que están pendientes en nuestro país son gigantescas y que sólo la movilización política y de masas las pueden resolver. Por lo tanto, queremos discutir dentro del movimiento que cualquier salida que sea favorable a los trabajadores demanda que se cambien todas las reglas políticas. Esta transformación en la fase actual de la lucha de clases en Brasil sólo puede ocurrir a partir de la puesta en funcionamiento desde abajo de una Asamblea Constituyente Democrática y Soberana para hacer retroceder la ofensiva burguesa, los ataques estructurales del gobierno y los patrones. Para acabar con el corrupto régimen político existente tomando los problemas nacionales desde un punto de vista de la mayoría.

 

[1] Traducido sería lavadero de autos. El nombre fue dado por la Policía Federal remite a una especie de lavado de dinero utilizando lavanderías y estaciones de servicios.

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