La lucha de los compañeros de Menoyo atraviesa un momento difícil y es preciso sacar algunas conclusiones sobre lo ocurrido hasta el momento para enfrentar las dificultades actuales con claridad.
Esta lucha comenzó con la organización de un grupo de compañeros que decidió afiliarse al SOEVA (Vitivinícolas) para terminar con las condiciones degradantes de trabajo, con jornadas de 12 horas y salarios iniciales que rondan los 7 mil pesos.[1]
Los trabajadores fueron despedidos inmediatamente por Menoyo en complicidad con el sindicato que, para evitar el ingreso de los activistas al gremio, nunca los afilió. Prefirió entregarle a la patronal la lista de los compañeros antes que afiliar a aquellos que se organizan contra las patronales rastreras como Menoyo. La burocracia, como se les llama a los dirigentes traidores, viven de los acuerdos con los patrones y defienden sus privilegios como sea necesario.
La burocracia se dedicó durante lo que va del conflicto a evitar todo lo que perjudicara a la patronal, tirando para atrás toda medida que interrumpiera la producción de la fábrica y amenazando a los compañeros con que si bloqueaban los portones se colocaban en la ilegalidad y que en ese caso el SOEVA se tendría que retirar.
A pesar de esto los compañeros fueron por los bloqueos y el corte de Av. Mitre y Pelliza. Fue esto lo que alertó a Menoyo, que terminó negociando una conciliación obligatoria con el sindicato y los compañeros elegidos por los trabajadores como veedores.
Como ha ocurrido infinidad de veces en otros conflictos (Gestamp y Lear por nombrar los más cercanos en el tiempo), la patronal sólo apostaba a ganar tiempo. Al día siguiente de dictarse la conciliación, la patronal impidió el ingreso de los trabajadores a la fábrica, desconociéndola.
Fue allí donde comenzó a madurar la idea de hacer cumplir la conciliación obligatoria por la vía de los hechos: ingresando a la planta cuando se abrieran los portones. Lograr ponerse en contacto con los compañeros no despedidos que simpatizaban con la idea de cambiar las condiciones laborales. Lograr una asamblea desde adentro de la fábrica que parara toda la planta afectando lo único que manda para los empresarios: la ganancia. Y cubrirse en que los trabajadores estamos haciendo cumplir la conciliación obligatoria, que además decía explícitamente “con los trabajadores dentro de la planta”.
¿Estaba garantizada la victoria con la ocupación de la planta? No. Pero era una condición para acercarse al objetivo.
Los trabajadores siempre peleamos en inferioridad de condiciones. Siempre tenemos “las de perder”: luchamos contra el gobierno de Macri que les muestra a los privados que en Argentina se puede despedir tranquilo echando a miles de empleados públicos; contra la patronal y contra la burocracia. Esto sin mencionar que el Ministerio de Trabajo siempre buscó perjudicar a los trabajadores, y que la policía fue puesta a cuidar la planta y si era necesario reprimir a los trabajadores.
Pero si uno sólo ve eso, entonces la conclusión sería que los trabajadores nunca pueden ganar. Y no estaba escrito en ningún lado que no se pudiera derrotar a Menoyo y lograr la reincorporación mediante la ocupación. La lucha de Pilkington (fábrica de parabrisas de Munro, dirigida por delegados luchadores, antiburocráticos y del Nuevo MAS), que triunfó radicalizando los métodos, llegando a la toma de la fábrica sin conciliación obligatoria, demuestran que se puede ganar, pero que para ello hay que hacer lo necesario. Incluso si esto no garantiza de antemano el triunfo.
A nuestro humilde modo de ver, la ocupación de la fábrica era la única posibilidad de quebrar a Menoyo. Los compañeros en su mayoría estaban de acuerdo con esa medida. ¡Esto es un dato fundamental: los compañeros tenían la voluntad de hacerlo!
Lamentablemente, los compañeros del PTS que dirigen el conflicto desalentaron la posibilidad de la ocupación. Postergándola, diciendo que ahora había que mediatizar el conflicto, ir a la Panamericana, llevar la denuncia de lo ocurrido al Ministerio de Trabajo. Les decían a los compañeros que si tomaban iba a entrar la policía y que la cosa se podía poner fea, pero nunca les decían que los trabajadores sólo pueden apoyarse en sus propias fuerzas y en el apoyo de las organizaciones de izquierda. Porque el ministerio y la patronal actúan, en última instancia, como jugadores del mismo equipo, tienen la misma camiseta.
Claro que las medidas radicalizadas deben decidirse de manera crítica, midiendo las fueras de los trabajadores en lucha y la fuerza de la patronal. Viendo los elementos que tiene cada uno a su favor, por ejemplo que la conciliación fue rota por la patronal o que aún había lazos fuertes con los trabajadores de adentro (muchos de ellos familiares de compañeros despedidos).
El paso del tiempo siempre beneficia a la patronal, ellos tienen todo el tiempo del mundo. A los trabajadores en lucha les aprieta el bolsillo, por eso hay momentos en la lucha que no se pueden dejar pasar. Esta actitud del PTS no es una excepción: se ha opuesto a las ocupaciones en todos los conflictos que han ocurrido en los últimos años, como en Gestamp y Lear[2]. A esto hay que sumarle que no se podía bloquear indefinidamente los portones para retener la producción y ahogar a la patronal por esta vía dada la limitación numérica y la cantidad de portones.
Una vez que se dejó pasar el momento para ingresar a la fábrica, cuando la mayoría de los trabajadores creía que había que ingresar, Menoyo montó una provocación usando a patoteros y a la policía, que intentaron impedir el ingreso de personal a la fábrica.
Desde ese momento la patronal ha conseguido vallar la fábrica y negociar individualmente con algunos trabajadores con indemnizaciones para que no vuelvan a entrar a trabajar.
Es preciso hablar claro: la situación del conflicto es difícil. Para no seguir retrocediendo hay que comprender cómo se llegó a la situación actual y poder actuar con frialdad. Hay que cuidar la moral y el ánimo de los compañeros, decidir entre todos los trabajadores que aún están en lucha y no cortarse solos haciendo acciones que pongan en riesgo la fuerza de los compañeros.
La pelea por la reinstalación por vía judicial también aparece como una posibilidad real para volver a ingresar en un plazo más largo. Existen ejemplos recientes de reinstalaciones por esta vía.[3] Esto siempre y cuando los abogados que representen a los trabajadores sean defensores de los derechos de los compañeros y no defensores de la empresa como lo son los abogados del sindicato.
Otro punto de apoyo debe ser la profundización del fondo de lucha para que no nos quiebren por hambre y para poder difundir el conflicto.
Cada acción y cada paso deben ser pensados y discutidos entre los trabajadores. Desde el Nuevo MAS seguiremos acompañando a los trabajadores en sus decisiones colectivas y apostando a la derrota de la patronal de Menoyo.
Los trabajadores de Menoyo vienen desarrollando una campaña con el fondo de lucha para difundir el conflicto y continuar la pelea sin ser derrotados por falta de dinero. Es por eso que los compañeros de la Comisión Interna de Pilkington los invitaron a pasar por la fábrica logrando recaudar más de $3700.
Lo mismo hizo la agrupación Ya Basta y Las Rojas (presidencia de los centros de Trabajo Social y Educación), invitado a los compañeros a la UNLU, logrando una recaudación de más de $1000 y una muy buena repercusión entre los estudiantes y docentes.
[1] Menoyo emplea a unos 40 operarios. Fue beneficiada por un plan de subsidios a la renovación tecnológica de empresas nacionales bajo el gobierno de Cristina Kirchner. Jose Menoyo, dueño de la fábrica fue concejal presidente del concejo deliberante de Vicente López por el Frente para la Victoria.
Gracias a la renovación de maquinaria la producción creció y creció llegando a exportar a países vecinos y otros como Cuba y Croacia. Produce segundas marcas en vinagres y mayonesa para Día y Carrefour. Una empresa que no ha parado de crecer a costa de los trabajadores y los mantiene en condiciones laborales brutales y con salarios que están muy por debajo de la media de las fábricas de la zona, aunque en esto Menoyo tampoco es la excepción.
[2] Recomendamos la lectura de “Gestamp y Lear: lecciones de dos grandes luchas” en la página mas.org.ar
[3] Este es el caso reciente del compañero “Tehuelche”, activista de Firestone, reincorporado recientemente tras el juicio que llevaron adelante los abogados del A.L.I (Abogados Laboralistas de Izquierda). Este mismo resultado favorable se consiguió anteriormente con la reincorporación de Maximiliano Cisneros en la misma fábrica y cuya persecución responde también a motivos políticos, o en FATE tras el conflicto del 2008.