Compartir el post "A propósito de la visita del presidente yanky a la Argentina"
¿Por qué repudiar a los gobernantes actuales si otros fueron los ideólogos y ejecutores del golpe en Argentina y en Latinoamérica?
En la campaña proObama lanzada con bombos y platillos en su apoyo y para justificar la sobrecargada obsecuencia de parte del gobierno argentino, se instaló, entre muchos otros, un argumento “pirata” que nos lleva a una discusión sobre la categoría de los países, sus gobiernos, regímenes y estados.
El argumento era por qué el presidente actual de EEUU tenía que cargar con la culpa de los presidentes yankys que habían orquestado y apoyado el golpe en Argentina (y golpes en Latinoamérica). Sus defensores hacían, entre otras, esta comparación: era como si los gobernantes actuales de Alemania tuvieran que cargar en su haber que en su país haya habido campos de exterminio bajo el gobierno del nazismo. O extrapolando aún más, si hubo una dictadura genocida en Argentina, qué culpan tienen que cargar gobiernos posteriores que no tuvieron nada que ver con ella.
O son todos asesinos y se los repudia a todos, o, de lo contrario, a quienes no llevan el plan golpista o genocida en sus propias manos, se los exculpa de por vida y se tira esa molesta mochila por la borda.
¿Son todos los países “iguales”?
El capitalismo es un sistema mundial de Estados, donde todos son desiguales, sino no podrían equilibrar el sistema de explotación y opresión. Desde que el capitalismo se desarrolló a una etapa superior, la del imperialismo, unos países empezaron a dominar a otros, sometiéndolos económica y políticamente. Ese sometimiento tuvo distintas dimensiones y características. En una primera etapa, la de la colonización, el control fue absoluto. Más adelante, junto con la lucha contra la dominación, se fueron creando otras mediaciones, tan déspotas desde el punto de vista económico pero más “light” desde el punto de vista de la dominación política. Surgieron países con cierta independencia política, con gobiernos no tan “títeres” absolutos del imperio: las semicolonias, los países dependientes.
Países dependientes del imperialismo de turno, que fue cambiando su epicentro a través de los siglos y que en América latina desde el siglo XX tienen nombre y apellido: Inglaterra y luego EEUU de Norteamérica. Argentina tiene esa marca de fuego, porque somos dependientes del imperialismo yanky. Somos lo que ellos decidieron hacer con nosotros porque ellos son los amos y nosotros los esclavos.
Esa es la primera categoría que divide aguas. ¿Qué carácter de país somos: imperialista o dependiente? Subordinada a ella están el régimen y el gobierno que puede ser democrático burgués o dictadura, de centroizquierda, centroderecha o reaccionario.
Por eso la comparación que se intentó instalar es falsa de toda falsedad. Porque si primero no separamos la paja del trigo, sino definimos qué tipo de países están en juego desde el punto de vista de la dominación de las relaciones de dominio mundial del capitalismo, nos quedamos en la superficie, en lo coyuntural, no en la matriz que ordena las relaciones de explotación.
En nuestra vecina república de Paraguay, los trabajadores y el pueblo han sufrido dictaduras sangrientas como fue la del general Stroessner, que duró la “friolera” de 35 años. ¿A quién se le ocurriría decir que Paraguay es un país explotador de otros, cuando es uno de los más expoliado y fragmentado de América latina? Dictaduras salvajes en un país dependiente. Gobiernos democráticos burgueses con rostro humano o defensores de los derechos civiles y de las minorías en un país opresor.
¿Deja de ser opresor en ese caso, como el polémico rol del Estado yanky estando al frente el actual presidente? Categóricamente no. Porque su devenir político no cambia su estructura dentro del juego de dominación capitalista-imperialista que rige el concierto de la explotación mundial. Los acordes de cada instrumento no cambian la sinfonía, o la cambian cuando la lucha de clases la hace estallar.
Por eso Obama, por más que “se vista de seda”, es representante del imperialismo más feroz del planeta y como tal lo repudiamos. Así como si viniera la canciller Merkel a nuestro país, la repudiaríamos no porque hubo un gobierno nazi en Alemania, sino porque es representante de un país imperialista que comanda la reaccionaria Unión Europea para mejor explotar a los trabajadores y expulsar a los inmigrantes con medidas fascistas.
Inglaterra vs. Argentina: no fue sólo un partido histórico del Mundial
O mejor dicho, fue histórico porque reflejó el enfrentamiento reciente al imperialismo inglés todavía fresco en la conciencia del conjunto de los trabajadores y la población en general. Conciencia que desde Alfonsín en adelante la burguesía se encargó de enfriar con su operativo “desmalvinizador”.
Junto con las loas a Obama, lo que el gobierno de Macri se cuidó de mencionar fue la guerra de Malvinas, tan próxima dicha efemérides a su visita. Se habló mucho del golpe del 76, pero nada del principal conflicto bélico que sufrió nuestro país de manos de Inglaterra y sus aliados… el imperialismo yanky el principal de ellos. Ahora anuncian que se puede reiniciar el diálogo porque se extendió el reconocimiento de nuestra plataforma submarina de parte de la ONU. ¡Albricias! ¿Qué va a cambiar en relación al dominio inglés en las Islas?
Con el mismo criterio esgrimido anteriormente, tampoco en este caso el actual mandatario estadounidense tiene “la culpa”; pero ¿fue o no EEUU pilar del apoyo a Gran Bretaña en su cruzada contra nuestro país? Estábamos gobernados por la dictadura genocida. Sin embargo, como país dependiente, más allá de su gobierno criminal, tuvimos que defendernos de un ataque imperialista mundial, y al hacerlo, también se fortalecía la justa lucha contra el gobierno y sus atrocidades. Porque si Argentina derrotaba a la santa alianza pro Inglaterra, empezaba a recorrer el camino de su liberación del imperio y con él, de la dictadura que lo había engendrado también. Era parte de una misma lucha.
Así lo explicaba León Trotsky en relación al conflicto ítalo-etíope en octubre de 1935: “Desde luego, somos partidarios de la derrota de Italia y de la victoria de Etiopía (…) queremos subrayar que no se trata de una lucha contra el fascismo sino contra el imperialismo. Existiendo una guerra de por medio, para nosotros no se trata de determinar quién es ‘mejor’, si el Negus o Mussolini (1), por el contrario, es un problema de las relaciones entre las clases y de la lucha por la independencia de una nación subdesarrollada frente al imperialismo” (Escritos, Tomo VII, volumen 1, págs. 59/60).
Un sector de la juventud y la población trabajadora, más allá de la campaña avasalladora a su favor, “olfateó” que esta visita del Norte no traía nada bueno para nosotros. Contra el gobierno reaccionario de Macri, la pelea contra la dominación imperialista está más a la orden del día que nunca.
Es parte de una misma lucha, nacional e internacional, para derrotar al imperialismo, sus lacayos y sostenedores.