Por unos días, Macrilandia fue Obamaland. Así que damos lugar especial en la columna de esta semana a esas felices jornadas en las que el gobierno y los medios gorilas nos hicieron sentir el estado yanqui número 51.
Carnaval cipayo I: escuchar a Macri en la cena del Centro Cultural Kirchner. Macri y Obama hablaron no más de siete minutos cada uno, y casi la mitad del discurso del presidente “argentino” fue en inglés. Hasta los manuales de protocolo de la diplomacia sugieren que si alguien usa el idioma del otro, sea el visitante, nunca el anfitrión. Sin ir más lejos, el propio Obama pronunció varias frases en español en su visita a Cuba. Se ve que le comentaron que en la Argentina macrista esa molestia no era necesaria, que acá es al revés. Ah, el inglés de Macri es peor que el de Cavallo, lo que no es poco decir.
Carnaval cipayo II: ¡qué bien nos hicieron quedar las damas PRO con Michelle Obama! A la adoración colonial que mostró Macri por POTUS (president of the United States) le siguió el embelesamiento servil de María Eugenia Vidal y Juliana Awada por FLOTUS (first lady of the United States). La Vidal mandó un tweet lamebotas (lametacos, en este caso) íntegramente en inglés, como para que Michelle sepa que los indios de acá también podemos ser civilizados. Y lo de Awada habrá hecho sonrojar no sólo a las feministas: dijo que “cuando una elige acompañar a su marido, una no estudia para primera dama”. ¿Por qué no aprende un poquito de su ídola, a quien jamás se le ocurriría decir que su rol en la vida es “acompañar al marido”?
Carnaval cipayo III: es sabido que para viajar a EE.UU. hay que tramitar y pagar una visa; en cambio, a los yanquis que llegan acá no se les pide visa, pero sí una “tasa de reciprocidad” equivalente a lo que pagan los argentinos. Ahora, la canciller Malcorra informó que EE.UU. tiene “voluntad de eliminar las entrevistas a los menores de 16 y mayores de 65 años que solicitan visa” (sólo las entrevistas, no la visa) y que “se inició un proceso orientado a la posible reincorporación futura de la Argentina al programa de exención de visado”. A cambio de esta hipotética e infinita vaguedad, “Argentina se comprometió a eliminar la tasa de reciprocidad”. Curso acelerado de imperialismo: EE.UU. “estudia” las medidas, Argentina se apresura a complacer al amo.
Última de Obamaland: todavía quedan aguafiestas que niegan los inmensos beneficios que la nueva relación con los yanquis le traerá al país. El titular de la AmCham (Cámara de Comercio de EE.UU. en Argentina), Juan Vaquer, reforzó la promesa de Macri de que el “regreso al mundo” se traducirá en “empleo para los argentinos”: estimó que “unas 30 compañías norteamericanas planean generar 18.300 nuevos empleos en cuatro años”. No falta ningún cero: 18.300. Eso da 4.575 por año. Si tenemos en cuenta que en sólo 100 días Macri destruyó arriba de 100.000 empleos, la conclusión es que, para compensar la hecatombe laboral PRO, Argentina tendrá que regresar no sólo al mundo, sino al sistema solar y a la Vía Láctea entera.
Volvamos a Macrilandia. Una promesa recurrente del PRO es la “lluvia de dólares”. Hasta ahora, ni siquiera los sojeros se dignan a ponerse, y los “15.000 a 25.000 millones de dólares” que alucinaba Prat Gay al levantar el cepo siguen en el reino de la fantasía. O más bien, en los paraísos fiscales del planeta, donde los capitalistas argentinos guardan no menos de 300.000 palos verdes honestamente fugados. Así, crece el rumor de un blanqueo de capitales (tal como en su momento barajó el kirchnerismo). Todo depende de las facilidades (posibilidad de dejar la guita afuera, perdón fiscal, etc.) que reciban esos buitres argentinos. Los banqueros locales calculan que podrían venir 25.000 millones de verdes. Si la banca suiza sigue ajustando las normas para el dinero no declarado, tal vez se haga, aunque sería menos “venir a Argentina” que rajar de Suiza, ¿no?
Inauguramos la sección “makrismo” (lo que la oposición gorila denunciaba como pecados kirchneristas, que Macri replica tal cual desde el gobierno). Prat Gay decidió que el coeficiente CER (inflación), por el que se ajustan muchos bonos del Estado, se calcule a pura conveniencia. Nos explicamos: cuando en diciembre la inflación de San Luis dio el 6,3% y la de la Ciudad el 4,2%, Economía tomó el índice más bajo, el porteño. Pero en febrero fue menor el de San Luis: 2,7% contra el 4% de CABA. Entonces, el ministerio de Hacienda decidió alegremente que el índice de San Luis “representa más ajustadamente las variaciones de precios”. Como el IMDEC sigue sin dar señales de vida, veremos qué provincia será la agraciada en marzo. En la City explotan de bronca (el chiste les salió unos 3.000 palitos) y en cualquier momento piden la vuelta de Guillermo Moreno.
Makrismo II: el Banco Central le prestó 10.600 millones de pesos al Tesoro. ¿Y la “independencia del Banco Central”, que no podía actuar como un apéndice o ayuda financiera para el gobierno? Quedará para épocas mejores, como otros principios. Los economistas archiliberales, antes ácidos críticos del BCRA, ya se resignaron: se ve que hasta ellos entienden las “razones de Estado”.
Makrismo III: una de las tantas causas a Boudou fue por “dádivas”, al haber viajado seis minutos en un helicóptero de un proveedor del Estado. ¿Qué va a pasar con Macri, que se alojó en la mansión patagónica del billonario Joseph Lewis y viajó en su helicóptero privado? Recordemos que Lewis es socio de Edenor y Transener (Pampa Energía), ambos proveedores casi monopólicos del Estado. Según el administrador de Lago Escondido, la propiedad de Lewis, el vuelo en helicóptero “se facturó, pero no a Presidencia”. ¿A quién, entonces? Hacemos una predicción: la Justicia, que ahora es “independiente”, no va a hacer nada que moleste al gobierno (ese makrismo va como bonus track).
Makrismo IV: ¿se acuerdan de cuando el PRO denunciaba a los malvados K por manejar a su antojo “la plata de los jubilados” del Fondo de Garantía de Sustentabilidad (FGS)? Pues resulta que Prat Gay hace lo mismo: tecnicismo financiero mediante, Economía va a usar 65.000 millones de pesos de intereses del FGS. La supuesta autarquía de la ANSeS también deberá esperar: la caja tiene prioridad, igualito que en la era K. El grouchomarxismo (“éstos son mis principios; si no le gustan, tengo otros”) crece y prospera.
M.Y.