Por Fernando Dantés
Es difícil no empezar este artículo con una verdad harto evidente: la pelea contra los ataques reaccionarios de Macri, la lucha de los trabajadores contra el ajuste que empezó a imponer, están a la orden del día. Es así en Argentina y en Latinoamérica. Hay un curso abierto de intentos (hasta ahora exitosos) de imponer una situación reaccionaria en el conjunto de la región por parte del sector de las clases dominantes que nunca sostuvo a los gobiernos “progres”, sobre todo, pero también de varios ex aliados de éstos. Véase Argentina, Brasil, Venezuela, Perú.
Alrededor de esta ofensiva generalizada es que han levantado cabeza y mostrado su cara más retrógrada los más descompuestos y reaccionarios representantes de los capitalistas regionales. Las vomitivas editoriales del diario La Nación en Argentina fueron un ensayo. Las declaraciones de los diputados derechistas brasileros cuando votaban a favor del juicio a Dilma son la continuación profundizada de las íntimas aspiraciones de estas lacras.
Pero no hay que dejarse impresionar. Que esta ofensiva sea un hecho categórico está muy lejos de significar que la sangre llegue al río. En ningún lado los trabajadores y las masas han sido abiertamente aplastados. Muy por el contrario, frente a los ataques y los ajustes han comenzado a despuntar luchas de importancia. Tampoco no se ha roto la continuidad “institucional” de la democracia burguesa en ningún país. Este conjunto de factores le ha cerrado el paso (por el momento) a una potencial situación abiertamente reaccionaria. En este sentido, la tarea del momento es apostar al desarrollo de las luchas que se están dando contra los ataques a las masas trabajadoras. Porque si éstas peleas logran colarse en la situación nacional e internacional, los intentos de imponer un giro reaccionario podrían convertirse en su contrario: en una ofensiva obrera y popular que ponga contra las cuerdas a la reacción.
Desde el Nuevo MAS y la Corriente Socialismo o Barbarie apostamos claramente por esta variante. Pero esta “hipótesis” sólo puede concretarse en la medida en que la izquierda independiente se apoye en la emergencia de las luchas para desarrollarla. Argentina, en el rompecabezas regional, cumple un papel clave por varios motivos. Uno de ellos es que fue el primero de todos en el que se impuso un nuevo gobierno de ataque abierto a las masas. Macri fue la “cabeza de playa” de todos los gorilas latinoamericanos. Aquí también es donde más se ha abierto el cuestionamiento a sus medidas con fuertes peleas obreras y populares. Por último pero no menos importante, es allí donde la izquierda revolucionaria ha alcanzado un nivel de inserción política y social lo bastante importante como para comenzar a ser un actor de cierto peso en el curso de las cosas. Esto, por supuesto, no significa que ya lo sea. Depende de su capacidad de responder a los hechos. Pues bien, ya se ha vuelto aburrida la repetitiva incapacidad del FIT para siquiera acercarse a una ubicación correcta. Han logrado convertir cada oportunidad de intervención en la lucha de clases en un fiasco, en una actividad folklórica más, que en nada ayuda a las luchas de los trabajadores, ni en Argentina ni en ningún lado.
El 1ro de Mayo, el Paro General y el electoralismo del FIT
A riesgo de aburrir a nuestros lectores, repetimos, machacamos e insistimos con lo mismo: las bombas de estruendo electorales no sirven para absolutamente nada en esta coyuntura. Porque, aunque sea con declaraciones ultra revolucionarias, flameando banderas rojas y llenándose la boca con palabras sobre la “independencia política”, las bombas de estruendo sólo sirven para hacer ruido y nada más. En este sentido, la insistencia del PO y el PTS de seguir dándole a los actos del 1ro de Mayo un formato de “convocatoria del Frente de Izquierda y aliados” va completamente a contramano de los acontecimientos. No por la cantidad de convocantes, no por las comisiones internas o delegaciones obreras que se puedan o no hacer presentes, sino por un hecho indiscutible: el FIT es y no ha dejado de ser nunca un canal de “reagrupamiento” puramente electoralista. Por supuesto que el peso electoral alcanzado es un hecho progresivo y podría ser un punto de apoyo para otro tipo de intervención. Pero los hechos son los hechos: la política de sus miembros simplemente le ha cerrado el paso a esa posibilidad.
La lucha de clases nos impone otra orientación. Amplios sectores que aún confían en el kirchnerismo, así como trabajadores que confiaron en Macri y comienzan a hacer su experiencia con su gobierno, podrían acercarse a la izquierda revolucionaria en el caso en que ésta fuera vista como un canal de expresión de las luchas. Insistimos, machacamos, repetimos: nadie, absolutamente nadie, ve como un canal de organización de la lucha de clases al FIT. Frente a la traición abierta de los dirigentes sindicales, frente al fraude de la “resistencia” K, amplios sectores podrían inclinarse por una alternativa de pelea, un polo que aglutine a los luchadores. Esto es lo que podría haber sido el Encuentro de Racing. Bien sabido es que éste naufragó gracias a las internas mezquinas del PO y el PTS. En este sentido, se imponía para el 1ro de Mayo una amplia convocatoria de la izquierda y los luchadores que se plante como alternativa de dirección de las luchas contra Macri frente a la defección de las burocracias sindicales y la anodina “resistencia” K.
El planteo del FIT era, en cambio, invitar a todos a escuchar a Del Caño y Altamira tirar por la boca muchas bombas de estruendo e irse contentos a sus casas, satisfechos por haberle aportado al FIT para las elecciones del 2017. Pues bien, frente a los desafíos del giro conservador en Argentina y la región, el FIT no pudo garantizar ni sus folklóricos actos electoralistas. Podríamos reprocharles muchas cosas, hacer muchas caracterizaciones del por qué, pero la repetitiva inutilidad del FIT para la lucha de clases lo hace a uno sentirse un disco rayado.
Lo mismo vale para la jornada de movilización convocada por todas las centrales sindicales para el 29 de Abril. Que toda la izquierda y el movimiento obrero combativo intervinieran con una columna común con el planteo del Paro General podría haber sido un paso en construir un polo de referencia de lucha en las calles. Nada de eso. A último momento, el PO y el PTS se han sumado a nuestro planteo de “convertir la marcha del 29 en un paro general” pero… a su modo. Lo han hecho sin columna unitaria, sin intervención común, sin agitación previa de ningún tipo por el Paro General. Podríamos hacer el intento de ser optimistas y tratar de convencernos a nosotros mismos de que muchas boletas electorales del Frente de Izquierda en 2017 serían un freno efectivo al ajuste de Macri en 2016… pero, lamentablemente para nosotros, en el Nuevo MAS no hay mucho espacio para el auto-engaño.
El PTS, el internacionalismo y el “golpe” en Brasil
Los compañeros del PTS, enarbolando la bandera del “internacionalismo”, han convocado a sus propios actos en solitario con un eje casi exclusivo: la lucha contra el “golpe” en Brasil. Esta política es la que ha evitado que se repitan los clásicos actos electoralistas del FIT. Lo primero que hay que decir es que, si efectivamente estuviera en curso un golpe de Estado en el país vecino, sería un giro brutal en los acontecimientos regionales, peligroso para todo el subcontinente. En ese caso sería efectivamente un deber ineludible poner el eje de la política revolucionaria en la lucha contra el golpe.
Pero no es esto lo que está sucediendo en Brasil. Como decía nuestro compañero José Luis Rojo en un artículo de nuestro periódico anterior: “Si las palabras tienen algún significado, un golpe de Estado implica una intervención directa de las fuerzas armadas en la vida política; la suspensión y/o derogación del imperio de la democracia burguesa y las conquistas democráticas que la misma también supone”. No es esto lo que está ocurriendo en al país hermano.
Sin embargo, esto tampoco quiere decir que cualquier caída de Dilma sea ‘progresiva’ (como creen otras organizaciones de la izquierda de dicho país). Si Dilma cayera por la izquierda, seria progresivo. Pero si la caída de Dilma es por la derecha, como ocurrirá más seguramente, en manos de un gobierno también burgués pero que intentará pasar a una ofensiva muchísimomás dura sobre los trabajadores, su contenido será reaccionario, lo que parece tan evidente que no sería necesario explicarlo.” (“Argentina y Brasil en el espejo”, José Luis Rojo, Periódico SOB n° 376). La diferencia entre una situación con tanques en las calles y lo que ahora acontece en Brasil no es un mero matiz. Calificarlo de “golpe” es una adaptación posmodernizante a los límites “light” de la lucha de clases del último período.
El PTS hace un intento de “aggiornar” la definición de “golpe” llamándolo “golpe institucional”, pero su política y su orientación es la de quien enfrenta un Golpe de Estado en regla. Polemizando con el PO acerca del 1ro de Mayo dicen: “Tirando por la borda todo internacionalismo básico nos critican por este planteo ‘cuando los términos de la convocatoria política estaban acordados desde hace varios días atrás’, olvidando que el golpe que ellos también denuncian en esa misma edición como un ‘golpe de Estado’ fue perpetrado el domingo pasado.” No hacen ninguna diferenciación clara entre su posición y la del PO.
Por supuesto que es un deber denunciar el giro reaccionario en Brasil. Pero lo que allí está aconteciendo es sólo una parte del giro reaccionario de conjunto de toda la región, sin saltos cualitativos con la crisis brasilera (aunque ésta implica sí una profundización de dicho giro). En este sentido, la única política correcta es apostar todas nuestras fuerzas al desarrollo de las luchas contra Macri en Argentina, sin por eso dejar de denunciar el proceso destituyente de Dilma como reaccionario. Macri es en Argentina lo que los destituyentes son en Brasil.
Concluyamos entonces. Se denuncia el “golpe en Brasil” pero no se hace ningún intento de reagrupamiento de los luchadores en Argentina. Se denuncia el “golpe en Brasil” pero no se hace ningún intento de darle un canal de expresión a las luchas en curso. Se denuncia el “golpe en Brasil” pero no se hace ningún intento de intervención unitaria de la izquierda en la movilización obrera del 29 de Abril. Se denuncia el “golpe en Brasil” pero no se hace ningún intento de concretar un acto unitario y de lucha del Primero de Mayo. Se denuncia el “golpe en Brasil” pero no se hace ningún intento de enfrentar a Macri con cierta fuerza unificada en Argentina. ¡Bonito internacionalismo!
El PO por la boca muere
El PO, siempre igual a sí mismo, ha lanzado sin más la irresponsable definición de que hay un golpe de Estado en Brasil. Sin embargo, su orientación es muy diferente a la del PTS. El PO quería sostener como sea los actos electoralistas del FIT. Dicen, polemizando con sus compañeros de Frente: “Nuestra divergencia con Izquierda Socialista sobre su ‘neutralidad’ frente a la crisis brasileña ocupa un lugar subordinado frente a la defensa del Frente de Izquierda y su estrategia de independencia de clase. Se trata de una cuestión de programa y de método -o sea, la defensa del Frente de Izquierda como polo de independencia frente a los bloques capitalistas. Es a partir de este eje vertebral que deben ordenarse las demás delimitaciones políticas, incluso como método para abordar un debate sobre ellas.” (Marcelo Ramal y Gabriel Solano en Prensa Obrera 1407)
En estas líneas hay casi tantos errores como palabras. Vamos por partes. En primer lugar, la posición de IS respecto a Brasil no es de “neutralidad” sino de apoyo abierto al movimiento conservador con base en las clases medias que está en condiciones de tumbar al Gobierno del PT. Lo suyo es en realidad la posición clásica del objetivismo morenista que cree que “objetivamente”, por la simple presión de los acontecimientos, cualquier movimiento con ciertas bases en amplios sectores es “progresivo”, aunque se trate de clases medias gorilas. Esto es lo que los lleva a ver “revoluciones” en todos lados, esto los llevó a apoyar los cacerolazos en Argentina, así como a la “lucha” de los sojeros en 2008.
Por otro lado, si se tratara de un golpe de Estado lo acontecido en Brasil (como sostiene el PO), la discusión no giraría en torno a las “divergencias” con IS sino a cómo se enfrenta dicho golpe. En este sentido, la definición de que eso estaría “subordinado” a la “defensa del Frente de Izquierda” y su “programa” lo deja realmente a uno boquiabierto. Lo que no está claro es en qué consiste el error. Si hablan de la “defensa” de un Frente cuyo único lugar de intervención han sido las elecciones, estamos frente a un error de electoralismo oportunista en estado químicamente puro. “¡No luchemos contra el golpe de Estado, piensen en las elecciones del año que viene!” parece estar diciendo el PO.
De otro tipo de error se trataría en el caso en que quieran decir que hay que “defender” la “estrategia de independencia de clase” y el “programa”. Defender un “programa” y una “estrategia”, sin importar de ninguna forma como se interviene en los acontecimientos (más teniendo en cuenta que ellos creen estar frente a un golpe de Estado), es un error de sectarismo de manual. Lo mismo valdría enfrentar un golpe de Estado y un ajuste mandando a sus militantes a leer el Manifiesto Comunista en sus casas. Afortunadamente la situación no llega a la gravedad de un golpe de Estado y el PO simplemente estaría demostrando su completa inutilidad para enfrentar el ajuste de Macri.
¿Frente a qué tipo de error estamos? Nos arriesgamos a decir que se trata de ambos. Los compañeros habrían logrado tener una política oportunista y sectaria al mismo tiempo. Entre los marxistas siempre hemos dicho que el sectarismo y el oportunismo van de la mano. Pero siempre han sido éstos diferentes momentos de una misma organización. Los compañeros estarían estableciendo un nuevo récord haciendo todo lo que se podía hacer mal, aunque sea internamente contradictorio, al mismo tiempo.