Compartir el post "La gran tarea sigue siendo imponer la huelga general"
El gobierno de Macri aparenta ser un toro desbocado: corre para adelante con todas sus fuerzas sin rumbo cierto. Desde que asumió se ha metido en un plan de ajuste brutal contra los trabajadores que afecta su calidad de vida en todos los aspectos. La enorme devaluación de finales de año, junto a la quita de retenciones al agro y a la minería, no fue sólo un regalo de navidad para las patronales, sino que significó al mismo tiempo el toque de rebato para la disparada de la inflación. Le siguieron los tarifazos de la luz y el gas, después el de los transportes públicos, a eso hay que sumarle los cuatro aumentos a la nafta (que ya suman un 31% en cuatro meses), y ahora anuncian el incremento en los cigarrillos, las obras sociales y el subte.
Macri quiere millones de desempleados
Se trata de un ajuste monstruoso que supone una pérdida de más de 10 puntos porcentuales en el poder adquisitivo de los trabajadores y una caída del salario medido en dólares a valores inferiores a los de 2007. Que quede claro: ¡en la Argentina aumenta todo -inclusive el desempleo- menos el salario!
La bronca social se viene acumulando. Este brutal ajuste no parece tener fin y nadie puede justificar cuál es su objetivo. El gobierno sigue pateando la pelota para adelante y diciendo que la cosa “va a mejorar en los próximos meses”.
Primero se dijo que todo mejoraría cuando le paguemos a los buitres, después se prometió que la inflación caería al 25%, también se argumentó que todo mejoraría en la segunda mitad del año, ahora Sturzzeneger promete que la inflación no superará el 33% y que a fin de año las cosas mejorían.
Pero lo cierto es que la única política antiinflacionaria que tiene el gobierno es el mismo ajuste. El Ministro de Energía, Aranguren, lo dijo a su manera de ricachón: “La gente no es estúpida, si cree que los precios son altos, entonces no va a comprar”. Es cierto que la gente no es estúpida. Pero no deja de comprar porque “crea” que las cosas son caras, sino porque el sueldo no le alcanza. En cualquier caso, la afirmación del ministro-CEO es sintomática del plan antiinflacionario del PRO: enfriamiento de la economía, recesión para forzar ajuste y despidos.
Veamos cómo funciona: si los trabajadores no tienen plata para comprar, las ventas caen, la producción disminuye, los despidos aumentan, el salario baja, y, al final, los precios dejarán de aumentar…porque nadie va a tener con qué comprar.
En el centro de todo el plan de Macri está imponer un fuerte ajuste sobre el nivel de empleo para así consagrar una fuerte baja en el salario. Esta es la explicación que está por detrás de la cruzada del PRO contra la “ley anti-despidos”:su amenaza de veto y todo el circo parlamentario puesto en escena los últimos días con el fin de retrasar la votación en diputados. Es que tanto Macri como toda la burguesía son conscientes que el punto central del plan del gobierno es aumentar la desocupación para asustar a los trabajadores y de esta manera poder redoblar la flexibilización laboral, aumentar la explotación (productividad) y disminuir los salarios.
La pregunta del millón está no en lo que Macrí quiera realizar, sino en lo que pueda hacer.
Como aprendices de brujo
La principal respuesta contra el ajuste se vio el viernes pasado. La concentración del 29 de abril sobre Paseo Colón introdujo una fuerte modificación en la situación política nacional. 150.000 trabajadores se hicieron presentes conformando la más importante movilización del año contra el gobierno de Macri, y dejando al gobierno en las puertas de una gran crisis política (a decir verdad, una de las más importantes movilizaciones sindicales en las últimas décadas).
Si bien es cierto no fue un paro, la masividad de la misma generó una luz de alarma en la burguesía y principalmente en sus escribas de los medios de comunicación.Los trabajadores, aún dirigidos por la burocracia, pudieron dar muestras de su fortaleza y de las posibilidades que anidan en el seno de la clase obrera. Y no sólo dieron cuenta de esto las patronales y sus voceros, sino que los propios trabajadores se pudieron reconocer como un actor en la vida política nacional; llamó la atención, en este sentido, que fue un acto con activa participación de la base de los sindicatos, además de ser un acto bastante político, donde los asistentes siguieron los distintos discursos.
A que esto ocurra colaboró, aun sin desearlo del todo, la propia burocracia. El documento que encabezó la jornada giró alrededor de cinco demandasabiertamente contradictorias con el ajuste: la declaración de la emergencia ocupacional; la exigencia de modificación del impuesto a las ganancias a la cuarta categoría; launiversalización de las asignaciones familiares; 82% móvil; yel rechazo al protocolo de seguridad (está claro que a este quinteto de demandas le falta la elemental consigna de aumento de salario).
La demostración de fuerza fue tan contundente que en cierto modo asustó a los propios convocantes; de ahí que los discursos de Caló y Moyano hayan sido tan moderados, intentando no enfrentarse directamente a Macri. Desde que fue lanzado el acto la convocatoria no dejó de crecer. En él se concentraron las broncas acumuladas contra el gobierno de Macri por la inflación, los tarifazos en la luz, el gas, los colectivos, los despidos en la administración pública y en el sector privad.
Así fue como lo que en un principio fue pensado como una movilización de las CGT, donde se prepararía la unidad de la burocracia cegetista, empezó a crecer por abajo y, por su magnitud, incluso sorprendió a los propios convocantestransformándose en una inmensa jornada contra Macri.Esto se evidenció en la posición incómoda en que quedaron los sectores más a derecha de la misma burocracia, quienes se asustaron del carácter objetivo que estaba cobrando el acto y decidieron bajarse del mismo. Este fue el caso de Barrionuevo que prefirió desentenderse del acto del viernes, e invitar a Macri el domingo a comer un locro en su sindicato para festejar el día del trabajador. Pero las cosas no le fueron fáciles, las contradicciones del dirigente gastronómico lo llevaron también a bajarse de ese almuerzo dejando plantado al señor presidente con el locro en el plato.
De todas maneras, hay que tener cuidado con no exagerar las cosas: que el significado del acto haya ido más allá de los objetivos iniciales de la burocracia,no quiere decir que la haya desbordado. Los popes sindicales dieron muestras de seguir dirigiendo a la masa de los trabajadores, de seguir teniendo la llave de la movilización, esto más allá que la izquierda le muerda los talones en la vanguardia.
A esta importante movilización hay que sumarle que otros sectoresse empiezan a sacudir el polvo de encima: se podría venir un ascenso estudiantil y de la comunidad educativa en su conjunto como hace años no se ve. Los docentes y los estudiantes de las universidades nacionales salieron a denunciar el escandaloso recorte presupuestario para la educación superior. La decisión oficial de cero aumentos presupuestarios supone, en realidad, una disminución del presupuesto real del 40%, que es la cifra de la inflación para el 2016. ¡Desde López Murphy que no se veía un intento de ajuste así a la educación!
Es que producto de los brutales tarifazos en los servicios, y la inflación que no para de crecer, el magro presupuesto destinado para las casas de altos estudios apenas si alcanza para cubrir los gastos hasta mitad de año y esto sin tomar en cuenta la paritaria docente del sector que aún no está cerrada.
Es por esto que los docentes universitarios llamaron a jornadas de paro y a la realización de exitosas y masivas clases públicas contra el ajuste presupuestario de Macri, acciones estas a las que se sumaron los estudiantes.
Este sector, además, sigue poniendo en la agenda nacional la necesidad de la aprobación de la ley nacional de boleto educativo, necesidad que se hace acuciante al calor del último tarifazo en los colectivos, y en particular en la ciudad de Buenos Aires se le suma el anunciado aumento del pasaje de subte que se iría a los 7,50 pesos.
Así las cosas, lo que está cocinándose bajo el fuego del brutal ajuste es una ascenso en las luchas de los estudiantes y la comunidad educativa como un todo que podría ser histórico y dar lugar a la emergencia de una nueva generación estudiantil luchadora.
La burocracia sindical pretende administrar la bronca
Macri ha quedado a las puertas de una grave crisis política. Dos fuerzas se oponen y se muestran los dientes. Por un lado el gobierno nacional con toda la burguesía atrás e importantes sectores de las clases medias acomodadas, están firmes tratando de imponer una durísima derrota a los trabajadores y con ellos al conjunto de los sectores oprimidos. No es un dato para nada menor que después de la jornada del 29 de abril Macri haya redoblado su apuesta contra la ley antidespidos y haya anunciado nuevos aumentos. Parece estar claro que el gobierno nacional está dispuesto a medir fuerzas contra el movimiento de masas, y los trabajadores en particular.
Por otro lado están los trabajadores, quienes llegan a este momentoestructuralmente fortalecidos luego del Argentinazo de 2001, que les impuso a la burguesía y a sus gobiernos una recuperación de los niveles de empleo, lo que permitió el inicio de un proceso de recomposición de las filas obreras. A esto hay que sumarle la jornada del 29ª, que sirvió objetivamente para dar muestra de sus fuerzas y que no parece que los trabajadores estén dispuestos a entregar sus conquistas sin pelear.
Pero entre estas dos fuerzas que van al choque, media el chaleco de fuerzas de la burocracia sindical, decidida a tratar por todos los medios que “la sangre no llegue al rio”. Es que en la actual coyunturabastaría que las centrales sindicales llamasen a un paro general para que el país entero se paralizara.A nadie le cabe la menor duda que esto abriría una profunda crisis política que pondría en jaque a Macri y todo su gobierno a solo cinco meses de asumir. Por eso no es casualidad que los dirigentes de la CGT traten de bajarle los decibeles a la confrontación y busquen puntos de contacto con el macrismo para poder darle un cauce a la situación.
Es que Moyano y compañía, más allá de todas sus poses de combativos, saben que su verdadero rol es el de frenar a los trabajadores y defender la gobernabilidad burguesa. Eso se escuchó desde el palco del acto de 29. Allí, tanto Moyano como Caló, se cuidaron mucho de bajarle el contenido opositor a la jornada, afirmando una y otra vez, contra la evidencia de los hechos, que “este no es un acto contra el gobierno”.
Por eso es que hay que tener mucho cuidado y no confiar ni por un segundo en la vocación “opositora” de la burocracia. La única manera de imponerle una derrota al ajuste de Macri pasa por desbordar a los dirigentes sindicales e imponer en las calles un paro general.
Sumate al nuevo MAS para pelear contra Macri y su ajuste
En este sentido, la izquierda tiene una gran responsabilidad por delante. Es indiscutible que ha logrado posicionarse en otro lugar, más relevante, en la realidad política nacional, y que ha pasado a ser reconocida como una fuerza real y actuante en el país. Cosa que se manifiesta tanto en la obtención de bancas parlamentarias, como en que hoy por hoy no haya panel de debate en los medios que no cuente con un representante de la izquierda revolucionaria, sea del PO, del PTS o del Nuevo MAS. Pero esta realidad no debe confundirnos, ni hacernos perder de vista que aún la izquierda no ha conseguido ser un actor determinante dentro del corazón de la clase obrera: sigue siendo un a fuerza de amplia vanguardia que se mueve entre fuerzas que son de masas, la burocracia sindical en primer lugar, y el kirchnerismo en segundo, entre otras.
En este sentido, la jornada del 29 de abril puso en evidencia el crimen político que ha sido el haber levantado el encuentro obrero de Racing en marzo de este año, lo que ha dificultado enormemente el construir un polo clasista de la vanguardia obrera para darle batalla a la burocracia frente a las masas de trabajadores.
Eso se evidencio de manera tangible en la jornada del 29, dónde tampoco pudo construirse una columna unificada de los sectores clasistas, lo que tampoco ocurrió para el 1ª de Mayo donde el FIT no solo impidió un acto unificado de la izquierda y los sectores clasistas, sino que criminalmente luego se dividieron entre ellos realizando dos actos marginales el 30 de abril y el 1 de mayo, una vergüenza sin nombre, que tanto el PO como el PTS justifican con la electoralista idea que “de todas maneras, los votantes ni se enteran de estas nimiedades”.
Con una posición diametralmente opuesta, a nivel de la vanguardia como en múltiples apariciones en los medios por intermedio de Manuela Castañeira, nuestro partido defendió la orientación de una columna unificada el 29 para ir a plantearle de manera conjunta, con fuerza, la exigencia del paro general a las direcciones sindicales, así como reivindicamos también la importancia de realizar un 1ª de mayo unificado que volviera a colocar sobre la mesa la realización de un encuentro obrero que sobre bases de determinada proporcionalidad entre nuestras respectivas fuerzas, plantee un polo clasista alternativo a la burocracia.
En todo caso, nuestro partido con la enorme fuerza del VII Congreso Nacional se jugará entero por estas peleas, por redoblar la apuesta al paro nacional, por un encuentro obrero, por el apoyo a la lucha de los estudiantes y la comunidad educativa por el presupuesto y el boleto estudiantil, y por el llamado a que se sumen a las filas del Nuevo MAS todos aquellos compañeros y compañeras que quieran dar esta pelea y que se planten a un barajar y dar de nuevo en la izquierda clasista.