La ausencia de la semana pasada se debió a un default informático del que todavía nos estamos recuperando. Gracias por los llamados de solidaridad y preocupación.
Solitas y sin ayuda se desmoronan las mentiras macristas en múltiples planos, y especialmente en la economía. Empecemos por la inflación. Tras el 7% de abril (promedio de las consultoras), la inflación acumulada en cuatro meses de 2016 se ubica, según quién la mida, entre un 17 y un 20%. Nadie estima menos de un 35% para el año (de ahí hasta el 60%, todo el espectro). Ahora los macristas y sus voceros hacen malabares con la “inflación núcleo”, la “inflación de segunda ola” y un índice del 25% anualizado”… para diciembre. En el medio, la conclusión está clara: el gobierno se está llevando puesto el salario real vía la postergación o paso a segundo plano de las paritarias. Claro, con toda la discusión centrada en los despidos, las patronales y la burocracia sindical aprovechan.
Volvamos al makrismo (prácticas K adoptadas o nunca abandonadas por los CEO en el poder). En el caso de los números fiscales, ya no se trata sólo de que la “falta de independencia” del Banco Central sigue igual que bajo los K, ahora que el BCRA se comprometió a “prestarle” 11.000 palos verdes al Tesoro en 2016. Hay que agregar a eso que cuando Prat Gay, alias mi marciano favorito, el hombre que sigue sin bajarse del 25% de inflación anual, anuncia datos del déficit fiscal, hace trampa. Informa el resultado primario (que no incluye los pagos de deuda) y no el resultado financiero (que sí los incluye, y es el que importa), y hace las mismas truchadas que el kirchnerismo en cuanto a la contabilidad “creativa” con los números de la ANSeS y el BCRA. Cuando uno piensa que a Dilma Rousseff, formalmente, la están por destituir por hacer esto mismo…
Siguen apilándose números más falsos que billete de 30 pesos: las reservas en divisas. Otro caso de makrismo: los mismos que agitaban el fantasma del apocalipsis por la caída de reservas genuinas son los que ahora no se hacen el menor problema… por la caída de reservas genuinas. Claro, como llegaron los dólares del endeudamiento más algo de la cosecha gruesa sojera, parece que por ese lado no hubiera urgencias. Pero la realidad es otra: las reservas reales, no prestadas, del BCRA están en un nivel alarmantemente bajo, que no asegura ningún colchón en caso de corrida cambiaria. Entre la salida de divisas al exterior (4.200 millones de dólares en el primer trimestre), el turismo (otros 2.200 millones) y la paulatina liberación de las remesas de dividendos de las multinacionales (350 millones, que parece poco pero es más que en todo 2015), y si descontamos el préstamo de 5.000 millones de dólares que le hicieron los bancos extranjeros al gobierno en enero, las reservas están en el mismo nivel en que las dejó el gobierno anterior, con mucha más deuda por pagar.
Cuarta mentira: la “lluvia de inversiones”, o por lo menos de dólares. Por supuesto, sólo cayeron unas tristes gotas. Debe ser por eso que el blanqueo de capitales pasó de rumor a proyecto: ya se habla de “perdón fiscal” para los que fugaron divisas y evadieron impuestos, con tal de que traigan alguito para acá. El gobierno sueña con repatriar entre 5.000 y 10.000 millones de dólares, y hay dos alas: la que quiere hacerles pagar un poquito a esos delincuentes y la que quiere que les salga casi gratis. Pero los obstáculos son más políticos que económicos, como reconoce un referente PRO: “¿Cómo se le explica a la oposición que en medio de las acusaciones a Lázaro Báez [¡y esto era antes de que supiéramos que uno de sus socios es Angelo Calcaterra, primo y testaferro de Macri!], cuando al narcotráfico se lo muestra como el enemigo más poderoso, con el kirchnerismo blandiendo los Panama Papers donde hay varios nombres cercanos, y con los apellidos que están en el listado del dólar futuro [todos PRO, claro], lancemos un blanqueo para que todos esos delitos queden impunes en lo financiero?” (Ámbito Financiero, 2-5-16). Pregunta sin respuesta.
No hay peor astilla que la del mismo palo: los garcas neoliberales pueden ser los críticos más ácidos de Macri. Veamos si no la mala onda que tira Moody’s, una de las tres grandes calificadoras de riesgo internacionales. ¿Qué dice de la Argentina? Para ser breves, que el 2016 hay que tirarlo a la basura: caída del PBI del 1,5% como mínimo, más desempleo, inflación por arriba del 30%, y “el país no empezará a mostrar resultados positivos hasta principios del año que viene”. ¿Y el segundo semestre, esa fecha mágica a partir de la cual llegaban las inversiones, crecía el empleo, bajaba la inflación y volvía la alegría? Adivinaron: mentira también. Y ya van cinco.
El macrismo es un neoliberalismo tan de probeta, tan químicamente puro, que hasta desempolva ideas como el “capitalismo popular” que preconizaba Margaret Thatcher a fines de los 70 y principios de los 80. Se trata de un engaño bastante extendido en los países anglosajones: hacerles creer a simples mortales que pueden jugar a ser inversionistas de Bolsa y salir bien librados. Pues bien, el gobierno ahora habla de triplicar en cuatro años el volumen de movimiento de la Bolsa, incorporando a tal fin a un montón de incautos de clase media con aspiraciones de lobos de Wall Street. A ellos va destinado también un proyecto de implementar un sistema de pensiones privadas (por ahora, complementarios con la jubilación estatal, ya que todavía no se animan a plantear un regreso a las AFJP). Es, con mucha timidez, lo mismo que intentó en su momento Cavallo en los 90: crear un “mercado de capitales” con tiburones, merluzas y cornalitos. Ah, también se busca “flexibilizar” las reglas para facilitar las transacciones a los inversores extranjeros… en la bicicleta financiera. Si para eso hay que hacer la vista gorda con los requisitos antilavado de dinero, bueno, todo no se puede.
Desmintiendo el párrafo anterior, sorprende la “política pública keynesiana” del macrismo. En efecto: una vez constatado que la lluvia de dólares es pura sequía, que las inversiones privadas se toman su tiempo y que la cuestión del empleo se torna en urgencia política, el gobierno descubrió la pólvora. A saber, que cuando el empleo se derrumba y la economía está en recesión, lo único que la saca del pozo es la inversión estatal, especialmente bajo la forma de plan de obras públicas. Igual, llevemos tranquilidad a los escritorios liberales y a la “prensa independiente”: es sólo un anuncio para la tribuna que de ninguna manera tiene visos de pasar al plano de la realidad. En el fondo, siguen creyendo que el mercado los salvará.
Frase PROtuda de la semana: nos declaramos en estado de absoluta desesperación ante la necesidad de elegir sólo una. Macri y su pandilla proveen semejante cantidad y calidad que necesitaríamos una columna exclusivamente para eso. Sabiendo que otros encontrarán mejores, nos quedamos con ésta, a propósito del impacto del ajuste tarifario en las universidades:
“Les pido a los rectores que asuman un fuerte compromiso de reducir el consumo de energía para acompañar al gobierno en la lucha contra el cambio climático” (Mauricio Macri, a quien le deseamos éxito como candidato a presidente de Greenpeace de 2017 en adelante).
M.Y.