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Hablar de salario “a secas”, del precio del trabajo “a secas”, los pesos remunerados por tal o cual tarea “a secas”, etcétera, promueve el ocultamiento de la diferencia entre salario nominal y salario real. Debemos saber siempre de qué salario estamos hablando. En la actualidad los que miran el símbolo pesos ($) dirán que el salario sube, los que miran la cantidad de cosas que se pueden comprar con tal salario dirán que baja. Los primeros observan el salario nominal, los segundos el salario real. Los primeros hacen foco en el número, los segundo en el poder de compra. Los primeros desoyen la inflación, los segundos la conjugan con la remuneración. Lo importante es si con el nuevo monto se pueden comprar las mismas cosas.

Pero, ¿la inflación es el único mecanismo tramposo que existe para hacer bajar la magnitud del salario real? No, otra modalidad se basa en exigirle al trabajador que acepte un ambiente de trabajo más precario, nuevas tareas, y que sea más productivo. Todas estas cuestiones afectan al salario real a la baja. En resumidas cuentas, el salario real está bajando sostenidamente desde hace varios años. Y los últimos meses, con el ajuste económico, pegó una salto en calidad esa baja.

Las causas de este mecanismo están dictadas por el tipo de sociedad en que vivimos; por un lado estamos los que trabajamos y recibimos salario y por el otro los que no trabajan y reciben ganancias. Y entre nosotros peleamos para repartir la riqueza que generamos los trabajadores. Pero los que reciben ganancias cuentan con una ventaja: pueden acudir al Estado para que mayor magnitud de la riqueza producida por otros vaya a sus manos. Es decir, que las mejoras de lo que recibe el empresario equivalen a las perdidas de lo que recibe el trabajador (como salarios y «servicios del estado» porque el Estado reparte). ¿Pero por qué interviene el Estado y acepta colaborar con su interés? Porque no es neutral. La historia muestra a las claras para quienes juegan los gobiernos de turno y los otros dos poderes. Lo fundamental es que si la tasa de ganancia esperada por el empresario no es la pretendida éste no invierte, pero pide al estado que resuelva el asunto a su favor, que genere condiciones para subir las ganancias. ¿Pero de dónde saca la guita el Estado para “pasársela” al empresariado? El Estado transfiere riqueza, le saca parte del sueldo al trabajador para dárselo al empresario, aumenta sus ganancias sacándonos parte de nuestro salario real.

En este marco de ajuste, por ejemplo, se dio la lucha docente universitaria, (y estudiantil que ve mermada la calidad y la gratuidad de sus estudios). La raíz del problema es que el empresariado maneja la economía y dirige “camufladamente” al Estado. El ejemplo que tiene esta lucha es fácilmente captable. El Gobierno ofreció un aumento salarial nominal escalonado que desconoce la inflación del 2015 y parte del 2016 y mira solamente la inflación venidera. El macrismo considera “inoportuno” (y la burocracia sindical también) plantear que el salario se recomponga siguiendo los aumentos de precios pasados. ¿Por qué es “inoportuno”? Porque, -argumentan-  el dinero que pierden los docentes lo ganan los empresarios y así al menos pueden emplear. Y hasta pregunta: «¿qué prefieren, que no haya trabajo?». Y contestan:  «Les conviene trabajar por menos que no trabajar». Que quede claro, lo que el fisco le quita al docente lo usa para facilitar la buena vida empresaria.

Tenemos que colaborar para que se haga consciente que la base del mal es el capital mismo, y que a éste sólo se le pueden arrancar concesiones. Luego, y al mismo tiempo, debemos pregonar la hermandad de trinchera y no pelear aisladamente. Los docentes somos tan hermanos del enfermero como de la tornera, no sólo no hay que perder de vista esto, sino que hay que trabajar por la unidad de fuerzas trabajadoras de base (y sumar al estudiantado). La claudicación pertenece a la burocracia sindical (y a algunos confundidos que acompañan). ¿Pelear siempre por mejorar las condiciones laborales? Sí, pero sin olvidar nunca la solución total del problema del asalariado es la trasformación de la sociedad: “La lucha por reformas es el medio, la revolución social es el fin”.

Luis, docente universitario

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