Después de una larga campaña, el 7 de Junio finalmente se llevaron a cabo las elecciones estudiantiles en la Universidad Nacional de Córdoba. Lo primero que salta a la vista es el claro giro conservador que arrojaron los resultados: los grandes ganadores fueron la Franja Morada y La Bisagra (el kirchnerismo universitario). La primera se alzó con la mayoría global de votos, fortaleciendo su representación en el Consejo Superior, y la segunda conduce ahora 7 Centros de estudiantes. Generalizando se puede decir que la aplastante mayoría de los estudiantes votaron por centros de estudiantes de gestión de servicios, despolitizados, alejados de la idea de centros de lucha por las reivindicaciones estudiantiles. No se votó asambleas y debates; se votó fotocopiadoras, charlas académicas y bares.
Giro conservador
La campaña comenzó a calentarse en el mismísimo momento del punto más alto de la rebelión educativa nacional. Hace mucho que no pasa nada realmente grande en el movimiento estudiantil de la UNC y la #RebeliónEducativa comenzó a despertar al gigante dormido. En cada actividad militante se palpaba el despertar de una nueva generación activista. La denuncia del ajuste de Macri y la necesidad de enfrentarlo no caía en un silencioso pozo, tenía respuesta y aceptación.
Este dato, acompañado por el movimiento organizado de un sector activista de vanguardia, ponía en juego un nuevo elemento en la política universitaria. Las luchas del movimiento estudiantil estaban fuera de agenda para la aplastante mayoría de la “comunidad universitaria” desde hacía varios años. Esta situación no podía dejar de reflejarse en las elecciones. Cuando una generación entera de estudiantes directamente no ha vivido grandes luchas, es difícil instalar la necesidad de la lucha contra el ajuste macrista, con asambleas y movilizaciones. Las brutales medidas de corte netamente empresarial del nuevo rectorado morado van en sintonía con los ataques del PRO a nivel nacional.
El despertar de una nueva vanguardia podía torcer esa situación. Esa fue la apuesta que hicimos desde el ¡Ya Basta!: que la lucha educativa tenga un reflejo en las elecciones estudiantiles. Está política caló en un sector, nuestra corriente creció y se instaló con fuerza en esta campaña en las 5 facultades donde presentamos listas en diversos frentes: Psicología (donde co-encabezamos la presidencia), Filo (donde fuimos parte de la Secretaría General), Comunicación, Derecho y Artes. Nuestra agrupación, así como casi toda la izquierda, se fortaleció al calor de esta campaña a pesar del contexto desfavorable. Nuestra perspectiva es ampliar nuestra influencia en pos de apostar a próximas luchas contra el ajuste.
Pero el despertar no podía dejar de ser lento, necesariamente debía tener sus reflujos. Sabido es que la traición de las direcciones sindicales mayoritarias de los docentes universitarios (junto a la inconsecuencia y capitulación de un sector de la izquierda) cortó prematuramente un proceso de lucha que no hacía más que comenzar. Así fue que el comienzo de resurrección de la lucha estudiantil quedó cerrado a la nueva vanguardia y no se extendió, no logró marcar la tónica de las cosas. El debate se fue enfriando en el proceso mismo de la campaña electoral. Así se alejó la posibilidad de que la izquierda y el activismo peleen la mayoría del movimiento estudiantil en algunos sectores clave como la Facultad de Filosofía y Humanidades.
La pelea por Filo y el frente La Trinchera
Con la política de extender a Córdoba la #RebeliónEducativa, que tuvo por punto culminante la masiva marcha del 12 de mayo, es que hicimos la apuesta de disputar el Centro de estudiantes de Filo a su conducción kirchnerista, constituyendo el frente La Trinchera junto a CAUCE, el PTS, IS y el PSTU (el PO se sumó después de forma vergonzante). La primera apuesta del nuevo frente era agrupar al nuevo activismo. Esta tarea fue en principio muy exitosa cuando hicimos un plenario abierto con casi cien compañeros, con decenas de nuevos luchadores. Con la situación abierta nacionalmente, era una apuesta completamente realista disputar la dirección del Centro.
Sin embargo, la inercia acumulada y el enfriamiento de la lucha nacional llevaron a la izquierda y el activismo a no poder ganarse a la mayoría de los estudiantes para una perspectiva de organización y lucha. Primó así el conservadurismo, la perspectiva de un centro de servicios. La Trinchera quedó ubicada como segunda fuerza debajo de la conducción de La Bisagra (“Estudiantes al Frente”). Esto se reflejó también en un retroceso global de la izquierda en la UNC, así se perdieron los consejeros directivos de izquierda de las facultades de Artes y Arquitectura. La contracara fue la muy buena elección que hicimos en Psicología, que no llega a ser de todas formas una fuerte contra tendencia.
A pesar de los límites que impuso la situación, opinamos que la constitución de La Trinchera fue un acierto completo. Logramos agrupar organizadamente y electoralmente a un sector de vanguardia del movimiento estudiantil que tiene perspectivas de pelear contra el ajuste macrista. Así conquistamos, por ejemplo, ser mayoría clara en la carrera de Historia. Hicimos también de nuestro frente, con un claro perfil de lucha contra el ajuste y de independencia política, una alternativa real para la conquista del Centro. Nada de esto hubiera podido hacer ninguna de las organizaciones por separado, sin el apoyo del activismo independiente.
Mientras las conducciones moradas y de la Bisagra son agencias estudiantiles del ajuste, mientras paralizan al movimiento estudiantil con sus campañas vacías, La Trinchera fue la única alternativa consecuente. La Mella (“Colectivo Gualicho” en Filo) sacó como conclusión del triunfo nacional macrista y del rectorado de Juri en la UNC que hay que asimilarse lo más posible al kirchnerismo. Éste tiene por estrategia desmovilizar, que el ajuste pase y ser nuevamente alternativa electoral en 2017. Defender la unidad de acción, la movilización común ante cada ataque, no puede significar mezclar banderas con una fuerza política que no quiere parar el ajuste con la lucha en las calles. Semejante política sólo puede significar adaptarse a la desmovilización. Esa fue (y es) la política de La Mella.
Lo acumulado por La Trinchera en esta elección no puede ni debe perderse. La realidad no empieza ni termina con un resultado. En este momento, nuestro frente es la fuerza que más activismo luchador nuclea, la única capaz de instalarse como alternativa fuera de lo puramente electoral. La nueva generación de luchadores llegó para quedarse a pesar del actual reflujo. Ahora la tarea es darle continuidad a La Trinchera para que sea una herramienta de lucha, para poner en pie al movimiento estudiantil en la pelea contra el Ajuste de Macri en Argentina y de Juri en la UNC. Somos ahora la única fuerza capaz de hacerlo.
Corriente Universitaria ¡YA BASTA! UNC